Hoy Google celebra a Ignaz Semmelweis. La fecha no he visto que cuadre con nada más que con, irónicamente, la fecha en la que fue expulsado de la clínica en la que ejercía, pero está claro que la relevancia está por el remedio estrella para evitar el contagio del coronavirus: lavarse las manos.
https://en.wikipedia.org/wiki/Ignaz_Semmelweis
El artículo merece la pena ser leído, aunque yo ya conocía la historia por mi hermana, que es médica. El tipo era un médio húngaro obsesionado por la diferencia de mortalidad entre dos clínicas de Viena. En la primera, donde atendían estudiantes de medicina, la mortalidad era del 10%, mientras que la segunda, atendida por matronas, era considerablemente menor, un 4%. Tal era la situación, que las mujeres suplicaban no ser atendidas en la primera clínica e incluso preferían parir en la calle.
Semmelweis hizo estudios de todas las posibles diferencias. Estudió el clima, las prácticas médicas e incluso las religiosas. Y la iluminación no le llegó hasta la muerte de un colega y amigo suyo que se pinchó durante una autopsia, y murió de síntomas similares a los de las otras mujeres.
Semmelweis acabó achacando estas muertes a que los estudiantes llegaban a la clínica después de haber practicado disecciones y manipulado cadáveres, y ejercían
sin lavarse las manos. Así que impuso la práctica, inaudita hasta la fecha, de desinfectarse las manos antes de atender a una paciente. Con ello, redujo la mortalidad a menos del 1%. Podemos decir que salvó la vida de muchísimas mujeres y niños.
Sin embargo, Semmelweis llevó una vida amarga. Sus descubrimientos fueron despreciados y ridiculizados por carecer de base científica. La teoría de gérmenes no estaba asentada, y la explicación de Ignaz de que los estudiantes transportaban en sus manos partículas cadavéricas fue vista como extravagante y arbitraria. A pesar de que los datos estadísticos hablaban a su favor, Ignaz perdió el empleo.
La negativa de la comunidad médica de aceptar sus prácticas, en lo que él veía como un asesinato de mujeres, fue alterando los nervios de Semmelweis, que fue cayendo en la depresión, la obsesión (se dice que llevaba todos los temas de conversación a lo mismo), aislamiento, alcoholismo y puede que alguna enfermedad mental. Finalmente, fue ingresado en una institución donde murió a las dos semanas por una paliza de los guardias.
Su muerte fue ignorada por la comunidad médica, y su nombre cayó en el olvido. La clínica donde él logró tan buenos resultados volvió a ascender a una mortalidad del 6%, pero nadie hizo una investigación al respecto.
Años más tarde, Louis Pasteur descubrió la teoría de gérmenes y la posición de Semmelweis cobró sentido.
