Re: El buenismo en el Mundo de Tinieblas
Publicado: 23 Ago 2019, 08:06
Los autoproclamados “Familia del Cielo” dejan perplejos a los Amenti. De lo poco que han llegado a saber sobre ellos, caminan entre los reinos de la vida y la muerte como los demás Renacidos, pero sus almas nunca aparecen en el inframundo cuando mueren. Ellos hablan de extraños reinos celestiales de los que ni siquiera los jueces de Maat saben nada y arrogantemente afirman haber sido creados por los primeros y más grandes inmortales. Reconocen el creciente poder del Corruptor (como fuerza, no como una entidad), y valientemente combaten a sus servidores, pero dicen que el ascenso del Emperador Demonio –claramente una encarnación de Apofis- no puede ser evitada. Combinando esperanza y fatalismo en igual medida, los Wu T’ian son tan extraños en su forma y mentalidad, que la mayoría de los Amenti no saben cómo reaccionar ante ellos.
Hasta los propios Wu T’ian saben poco de sus ancestros. Los Ocho Inmortales y sus antiguos servidores son extrañamente reticentes a hablar sobre sus orígenes. Como mínimo, los Wu T’ian se remontan a los primeros seguidores de Lao Tsé cuyas fórmulas alquímicas para trascender la vida y la muerte parece que tuvieron éxito en algunos casos. Creados mediante una investigación personal en lugar de un ritual común, cada uno de estos inmortales fueron –o quizás son- tan únicos como las sendas que siguieron. Algunos simplemente dejaron de envejecer o disminuyeron su envejecimiento a la nada, pero podían morir debido a la violencia u otras calamidades. Otros pasaban períodos en los reinos de la vida y la muerte como los primeros Renacidos. Los más grandes entre estos inmortales ascendieron al Palacio del Augusto Personaje de Jade para convertirse en honorables servidores del cielo. Por lo que se refiere a los Ocho Inmortales, la mayoría de los Wu T’ian asumen que se trata simplemente de los más sabios y poderosos de los Inmortales del Cielo. Sin embargo, unos pocos Wu T’ian susurran que los Ocho son mucho más viejos que el propio Lao Tsé, remontándose a la Tercera Edad y a los últimos exaltados inmortales: los Wan Xian. Los proponentes de esta teoría señalan a la mirada de pena en los ojos de los Ocho siempre que los Wan Kuei son mencionados en su presencia. Sin importar los orígenes de los Ocho Inmortales, ahora son similares a semidioses, fácilmente rivalizando con Osiris en poder colectivo. Y sin embargo incluso ellos tiemblan como las hojas del otoño ante el inminente invierno de la Edad del Demonio.
Sin importar cómo llegaron a aparecer sus estimados ancestros, los Wu T’ian son hijos del mundo moderno. Creados en los años crepusculares antes de la Edad del Demonio, sirven a los principios del Tao lo mejor que pueden. Como los aspectos de las Diez Mil Cosas, su número está dividido de acuerdo al yin y al yang en dos dinastías complementarias, con métodos y objetivos que varían enormemente entre las dos. Como el aspecto pasivo del Yin, así lo son los guardianes, eruditos y estrategas de los Xian Lung. Con serenidad inhumana, los Dragones Inmortales se acercan a vivos y muertos por igual. En contraste la actividad del Yang infunde a los Wu Feng (la Familia del Fénix), conocidos como sanadores y cazadores de demonios. Los Hijos del Fénix son apasionados en su servicio al cielo, pero son serenos y dirigidos en sus acciones.
Después de su reclutamiento entre las filas de los elegidos del cielo, los nuevos Wu T’ian son introducidos en su adiestramiento inicial como inmortales guiados por su dinastía. Los nuevos Hijos del Dragón pasan meses –si el tiempo lo permite- estudiando extensamente en el cielo y en el Reino Medio hasta que poseen las habilidades necesarias para servir a los Ocho Inmortales. Su adiestramiento va desde lo más humillante a lo incomprensible, tratando de perfeccionar cuerpo y mente. Un inmortal puede pasar una semana contemplando los misterios de una sencilla piedra hasta que comprende el porqué. Otro puede aprender una nueva forma de arte marcial o una oscura forma de pintar. Muy pocos Hijos del Dragón comprender por completo su educación hasta varios años después.
Quizás debido a su naturaleza intuitiva, los Wu Feng no sufren la misma forma de largo adiestramiento que los Xian Lung. En su lugar reciben una especie de bautismo de fuego, aprendiendo su habilidad trabajando junto a inmortales más experimentados en el Reino Medio. Con el tiempo, los maestros dan a sus discípulos responsabilidades cada vez mayores hasta que consideran que están preparados para trabajar solos. Como los Hijos del Dragón, los Wu Feng terminan su adiestramiento con una aceptación ceremonial de los Preceptos Celestiales ante los Ocho Inmortales.
Como en los métodos de adiestramiento, cada dinastía difiere en su misión y las sectas que sus miembros forman para conseguir sus fines. La mayoría de los Hijos del Dragón se dividen entre tres facciones principales dependiendo de sus objetivos preferidos, aunque como se ha mencionado, pocos eligen su propia senda. Quienes tienen fuertes personalidades de protectores o guardianes son atraídos hacia los Centinelas de Jade, vigilando a los mortales destinados a la grandeza. Los Xian Lung que rechazan la interacción social encuentran su lugar entre los Sabios del Crepúsculo, reuniendo y ocultando obras de arte y conocimiento para preservarlas para los habitantes de las Edades Futuras. –o incluso convirtiéndose en bibliotecas vivientes con el mismo fin. Sólo unos pocos Hijos del Dragón aceptan la carga de asistir a los fantasmas del Reino Medio como parte de la Sociedad del Loto Blanco, llevando socorro y esperanza a los muertos.
Por su parte, la mayoría de los Wu Feng se dividen asimismo entre tres sectas, aunque unos pocos siguen su propio camino. Los cazadores de demonios de las Flechas Celestiales combaten a las crecientes intrusiones de los bakemono y otras monstruosidades del infierno en el Reino Medio, entorpeciendo los planes de los Reyes Yama. Los Hijos del Fénix menos agresivos cultivan sus talentos naturales para curar a otros como miembros de las Justas Flores de Melocotón. Finalmente, la Hermandad del Farol Escarlata sirve como embajadores de los Ocho Inmortales ante los elementales hsien, hengeyokai y espíritus de la naturaleza del Reino Yang.
Sin importar su dinastía, los Wu T’ian saben que no pueden “salvar” el mundo. Es demasiado tarde. El Emperador Demonio pronto se alzará para reclamar el Trono de Jade, y ninguna fuerza puede evitarlo. Pero queda esperanza. La siguiente Edad del Demonio será terrible, cierto, pero ni siquiera el más terrible señor del Yomi puede detener el inevitable giro de las Edades. El amanecer de la Séptima Edad llegará con la caída del usurpador y las fuerzas del mal. Será una Edad sombría, pero también una época de lenta purificación para el mundo. Encerrados en su propio ciclo de muerte y renacimiento, los Wu T’ian comprenden mejor que nadie que el universo sigue sus estaciones. La suya es una ardua misión, pero preparados o no, son la última esperanza del Reino Medio.