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Cita:

- Una pena- dice Adán de la Cruz, separándose de forma elegante como si ya hubiese calculado el movimiento exacto para no quedarse con la mano en el aire- Hubiese sido divertido. Pero me ahorras problemas con mi ghoul.

El Toreador da un paso atrás y observa a Rebecca de arriba a abajo, con una sonrisa divertida y maliciosa. Parece claramente que se esté burlando de algo, pero a diferencia de Marta, Roxanna o Ignasi, sus risas no van en la dirección de la ropa, el estilo o las palabras torpes de una mortal. Su burla viene de otras fuentes, más retorcidas, pero menos identificables, más secretas.

- Siempre te recordaré - dice, casi riendo por lo bajo- Eres el ejemplo claro de cómo la prudencia excesiva puede llegar a matarnos. No me voy con las manos vacías.

Se gira, dando una espalda confiada a la mortal y hace un gesto a Marta a modo de despedida. Sin añadir nada más, sale de la sala con el mismo paso elegante con el que ha entrado.

Hay algo que retuerce las entrañas de Rebeca. Quizás sea el tono condescendiente que quiere traducir de esas palabras y esos gestos, que ya había sentido otras veces. Quizás un terror escondido del qué pudo haber pasado o qué problemas podría haber derivado. Quizás del alivio de haber esquivado una bala. Pero lo que es cierto es que ahora no sabrá nunca si precisamente el siguiente disparo iba a ser el fatal, como si jugara a una ruleta rusa.

Sin desdibujar su educada sonrisa, aprieta la mandíbula, un gesto habitual cuando se hubo acostumbrado a no luchar contra palabras o gestos de desdén. O tal vez lo que le moleste es considerar que, en efecto, se ha podido equivocar-pero su orgullo (humano, después de todo, y capaz de tantos errores) le ciega ese razonamiento en esos instantes.

-Lamento mucho este inconveniente- dice precipitadamente, intentando cortar cuanto antes la conversación-. Tenga una buena noche.

No espera a que Adán termine de girarse para darse ella la vuelta y buscar alguna salida que de al aire cargado pero frío del otoño de Barcelona. Parecía como si hubiese aguantado la respiración durante mucho tiempo, y busca una salida a la terraza, mientras intenta convencerse de que no ha hecho lo incorrecto.

Al fin y al cabo, él no iba a convertirla en nada.

Me sorprende cuando al fin me mira con interés, aunque no sea absoluto. Es evidente que le interesa el tema con Damià, y por la poca relación que he visto entre ellos en toda la noche... o son muy buenos actores, o no se interesan mucho el uno por el otro. Es más, diría que Damià ha demostrado lo suficiente como para hacerme una leve idea de que no le interesa tenerla cerca. Imagino que la traición de Marta suele ser igual a su frialdad.

¿Pero que me importa a mi ahora mismo?, tengo que decir lo justo para que si las cosas salen mal, Damià no puedo culparme de chivato. Y a la vez, decir lo suficiente, como para que Lagard me vea, aunque sea, como un juguete del que nutrirse para consguir un objetivo. De otro modo... creo que no volveré a bajar de esa visita guiada de Marga... Al fin y al cabo, Damià busca al mayor monstruo de la sala, y ¿qué mayor monstruosidad podría ser verse traicionado por la mujer que una vez amaste y morir por sus manos? pero... ¿De verdad sería capaz?, si no fuera paranoico, si quiera estaría contemplando una posibilidad tan absurda para el común de la sociedad... y creo, que si cruzara yo ese umbral como creo que Damià me exigirá llegado el momento... seguro me convierta en algo que no podrá volver a reconocerse nunca más. Y eso me aterra más que morir, aunque no creo que fuera más terrible que por mi culpa muriera mi familia, y tengo la sensación que ese hijo de puta sabe como conseguir lo que quiere.

Mi actitud con Lagard es ligeramente diferente del intento de lamerle el culo que poseía en mi primera interacción con ella. La despreocupación se apodera lentamente de mi, y me libera de la hipocresía que tanto esfuerzo me cuesta mantener por largos ratos. Y que leches, si voy a morir, que más da quien me mate no? pues que le den a esta también.

-Perdona que no te hable con tanta pomposidad como antes- empiezo con una mirada más distante y despreocupada -pero si te soy sincero, me aburre la hipocresía, y no se me da nada bien como seguro habrás comprobado- digo mientras me tomo el tiempo para que mi culo toque el parquet frío del suelo. Sé que hay un sofá, pero también sé que si no me pongo en una posición que pueda ocultar mi rostro de Marga y/o Chiara, la jugada aún me puede salir peor de lo que parece que va a salir, y la única opción que tengo, es ponerme de forma ladeada y sentado en el suelo.

Al sentarme intento estar lo más cercano a Lagard como sea posible sin que se note que quiero decirle algo en privacidad, y con la teoría de la superoída de Santiago, probaré además si ella también puede hacer lo mismo, por lo que mis siguientes palabras serán un susurro fino, tan fino, que sólo podría oírlo aquel que estuviera cuasi pegado a mis labios.

-La versión oficial- digo con un rostro que claramente denota la incredulidad que me producen esas mismas palabras a un simple desconocido como yo -es que Santiago se quiso propasar con Marga y ella le hizo esas heridas- justo al término de esas palabras resoplo cuasi de aburrimiento mientras añado la coletilla -menuda gilipollez, ¿verdad?-

-Lo que yo intuyo ahora iré a confirmarlo, pero como imagino que no volverás a verme- pauso intentando aclararlo un poco -no al menos para que te lo pueda contar- digo con una resignación clara aunque con un brillo de cierta intensidad en la mirada, como si tuviera algo en mente si la muerte viniera a buscarme, y en realidad, es así, ya que siempre en mi interior he debatido en fantasías como se siente uno al inflingir dolor a otra persona de forma intencionada. -Te digo ahora que de tener razón y no volver, estate atenta al devenir de la noche, pues este es el único regalo que puedo ofrecerte ahora mismo-

Marta se queda en silencio unos instantes. Su rostro abandona al fin la expresión de arrogante desdén para pasar a lo que parece ser una reflexión contrastada de información. Julián casi puede ver como en la mente de la mujer se van uniendo puntos, pero sin que necesariamente impliquen una resolución a las preguntas formuladas.

- No me sorprende -dice al fin- No sería la primera vez que allegados cercanos a Grifols se ven mezclados en encuentros violentos que no parecen propios.

Marta se toca el labio con la yema del índice, pensativa. Parece no importarle que Julián tenga una actitud sumamente extraña, sentado delante suyo. Pero frunce el ceño y mira al mortal como si hubiese detenido su tren de pensamiento bruscamente.

- ¿Hm? ¿Que no volveré a verte? Sólo son las once, ¿vas a intentar cometer algún tipo de imprudencia?

Exceptuando Marga, Julián y Rebecca, no hay más mortales en la sala. El resto se han ido, paseando por el edificio. De lejos, se oye el rumor propio de la calle, con los coches, las ambulancias, las sirenas de policía y las demás sinfonías de la noche urbana.

Levanto los hombros ante la interrogativa de Lagard a la par que respondo con el mismo tono susurrante que antes. Me ha quedado demostrado que al menos, Lagard y Santiago comparten un oído sobrenaturalmente fino, y entonces la siguiente pregunta se formula en mi cabeza... ¿Todos podrán?. -¿No es suficiente imprudencia meterme en los asuntos de uno de vosotros?- mi rostro es sonriente, aunque alguien audaz podría denotar cierto temor escondido... a decir verdad, si alguien observara fijamente denotaría preocupación en mi mirada.

Estoy en un dilema desde que Marga me ha invitado a subir con ella. Pues mi primera intención era tener una conversación con Lagard, seguido de otra con Niobe, pero al no verla en la sala y viendo que más pronto que tarde Marga se va a impacientar, mis planes tendrán que ir adaptándose según las circunstancias. Y la verdad que no parecen nada alagüeñas con Damià.

- Hay imprudencias más evidentes que otras - dice Marta, en cierto sentido cortante. Si ha detectado o no el temor de Julián, es algo que queda abandonado al misterio, pues no parece acusar ningún cambio de actitud en el hombre. - Sé más claro, o no me hagas perder el tiempo.

La Toreador observa al mortal, no de un modo intenso, ni imperativo. Pero si frío y vehemente...casi como si algo le estuviera poniendo nerviosa. Una pregunta todavía no formulada que no puede resolver, algo que remueve su instinto pero no ve en qué dirección viene la amenaza.

Puede que haya algo de lo que ha dicho Julián que no le cuadre. O que la noche en si haya tensado sus nervios. O que la paranoia haya devorado su mente. Pero mira al mortal como si observando su reacción pudiera encontrar una lógica oculta.

Y parece obvio que a ella no le importa ser escuchada por los presentes....o que acepta pagar ese precio.

Mi rostro se va asombrando lentamente al notar como Lagard si parece tener emociones. Como su rostro helado se va movilizando para desperezarse de la hibernación permanente. Queda evidenciado que Lagard también le teme a Grifols, o al menos, me está dando la misma sensación que cuando estaba a la terraza con el contrario.

Mi rostro se normaliza. No hay pena, no hay autocompasión, no hay miedo, sólo un rostro que acepta todo lo que esté por venir y que entre dentro de los cánones que pueda soportar, aunque parece que mi nivel de tolerancia vaya creciendo según las horas del reloj van pasando.

Mis labios siguen el mismo tono que hasta ahora, creyendo que nadie más pueda escucharme pero sin esa seguridad completa.

-No puedo decirte lo que no sé, y decir lo que intuyo puede ser aún más peligroso que no decir nada- digo mientras me levanto del suelo despacio, como si creyera que de hacerlo rápido me podría marear. -Antes te he hecho un regalo, de tener razón será seguramente el más importante de tu larga existencia- digo mientras sigo observándola cual obra de arte a un interesado en el tema. Es una belleza pintoresca, más atrayente por lo que se supone de ella que por lo que és, y ese misterio es el que consigue que no pueda evitar contemplarla más como un objeto, que como una persona. -Hasta siempre- termino diciendo con una leve reverencia antes de darme la vuelta y dirigirme en dirección a Marga.

jerish escribió: ↑14 Ago 2019, 19:30

(...) termino diciendo con una leve reverencia antes de darme la vuelta y dirigirme en dirección a Marga.

Magda Dalmau escribió: ↑20 Ago 2019, 21:15 - Tangerine te ha dejado tirada -responde una voz al lado de Rebecca, aunque respetando una distancia educada- Lo que viene siendo la tónica habitual
Ante la mujer se presenta lo que parece ser un hombre, cubierto con una sudadera y algunas vendas que disimulan las formas de su cara. A pesar de ello, es sencillo ver que padece de graves deformaciones en el rostro, al igual que un tono cetrino de piel como si estuviese cubierto de una capa desagradable de cera. A pesar de la visión horrenda, le llega a la mortal un suave olor a colonia masculina, una deferencia que su amiga Nosferatu nunca ha mostrado.

- Ha habido otros que han creído que ella les echaría un cable. Y esos otros han pecado de ingenuos .