Contener el efecto de la maría durante la charla con los chavales había provocado que ahora el efecto de la droga pesara el doble en la psique del tremere. Apoyado en el quicio de una de las destartaladas puertas del inmueble, Daren intentó consolarse pensando en que tal vez eso significaba que el efecto de la sustancia se quemaría ahora con el doble de velocidad. O tal vez no. Cuerpos sin rostro pasaban al lado del tremere, algunos rozándole, otros ignorándole, es posible que alguno de ellos intentara dirigirse a él. Pero la mente del albino se encontraba en otro lugar. Daren cerró los ojos un par de segundos. Sólo un par de segundos.
- Cannabis sativa, Linneo 1753. Herbácea dioica del orden Urticales, floración anual y origen centroasiático, aunque actualmente presente una distribución cosmopolita debido a sus múltiples usos a lo largo de la Historia, principalmente como fuente de fibra natural y de sustancias psicoactivas - le explicaba Cesc con su habitual tono calmado de maestro - El tetrahidrocanabinol es la principal principio activo responsable de las respuestas fisiológicas de los mortales, en cuyo organismo su efecto puede mantenerse durante 24 ó 48 horas, aprendiz - un momento, Cesc nunca le había dado clases de botánica... ¿no? - La vitae procendente de un recipiente afectado provoca en nuestro organismo síntomas comparables, que sin embargo pueden ser purgados de manera simple empleando los rituales apropiados ¿Conoces alguno de estos rituales, Egwu?
- La base del ritual es un doble sello de salomón inverso, con los sígiles de la pureza y la virgindad trazados siempre desde la derecha, con particular atención a... ¡muchacho, atiende! - le regañó su sire con su vozarrón y su acento inglés. Sin embargo había algo inmensamente atrayante para Daren trás Owen, y las palabras de su sire se perdían en algún rincón borroso de su conciencia - Si sigues así nunca aprenderás... - la figura era lejana y borrosa; y sin embargo había algo familiar en ella - nunca conseguirás tus objetivos si no eres capaz de centrarte en ellos, en ambicionarlos, en seleccionar lo fundamental entre todo el ruido de fondo - un poco más cerca, si se acercaba sería capaz de distinguirla - ¿me escuchas, Daren? Debes separa lo fundamental de lo accesorio, ¡para sobrevivir debes elegir, muchacho! - casi lo tenía, un poco más, los bordes de la figura se iban definiendo ya...
- Cruaj, cruaj. Yo confié en ti y me has abandonado, Daren - un Pere alado se había interpuesto en su camino, y su plumaje negro le ocultaba una vez más a la figura; Daren intentó deshacerse de la inoportuna aparición braceando a lo loco, pero el pájaro era demasiado rápido - Se acaba el tiempo. Alquimia taumatúrgica. Ya viene. Dos. ¡Están todos muertos! - por más que manoteaba Daren era incapaz de espantar al enorme pájaro negro, que granznaba burlandose del tremere - Volverán a quitartelo todo. Todo. Aquí, pero también en Edimburgo. ¿Está dividido?. ¡Puede dividirse! Joooooota. Ooooo- Un último manotazo certero convirtió al cuervo en una nube de plumas negras, dejando el camino expedito hasta la figura, quer era lo único que importaba ahora. Cabellos blancos, casi traslúcidos. Manos de alabastro. Labios y lágrimas.
- Daren... - la mujer acarició la mejilla del tremere coloreándola por primera vez en su vida - Daren... - le susurró al oído arrastrándole como un huracán las preocupaciones de estos días, de estos años, de estas vidas - Daren... - una vez más, por favor, pensó el tremere, sólo una vez más- Daren... te la chupo en la primera cita, llámame, guapo. 664 926 771
El tremere parpadeó, y el Templo volvió a formarse a su alrededor, ahora con sus bordes mejor definidos, más concreto, más real. Separó su cara de la puerta ajada que había abrazado apenas un momento antes, y volvió a leer el obsceno mensaje ("Te la chupo en la...") pintarrajeado con un bolígrafo en la madera decolorada. ¿Cuanto tiempo había pasado? Consultó su teléfono móvil (ni Francesc ni Bruno habían contestado aún)) y aunque él juraría que no había cerrado los ojos más de dos minutos, el aparato le informó de que habían pasado veinte.
- Joder... ¡Sahil! - se le escapó a Daren en voz alta.
- Está ahí mismo, tío... - le contestó, casi en automático, uno de los miembros del rebaño del malkavian (el Templo se iba vaciando, poco a poco, al compás de la noche) que pasaba a su lado con cara de colocado.
Dos habitaciones más allá, como si nunca se hubiese movido de allí desde el inicio de la creación, enterrado entre mullidos cojines sobre los que sentaba, rodeados de fieles (Joanna era una de ellos), fumando su cachimba... la invitadora y afilada sonrisa de Sahil estaba, quién sabe desde cuando, clavada directamente en el albino.