Webvampiro

ah ok, lo decía por el otro dia en el prologo que no me cargaba.

Francesc se sentía mareado. Caminaba cómo un zombie por alguna calle de Barcelona que no lograba ubicar. Se sentía débil y diferente. En la boca una sensación que hacía tiempo no recordaba. La de la sed. Los labios agrietados le recordaban que tenía que hidratarse.

Pero lo peor no era eso... lo peor era el sentir de los pies descalzos contra el frío de la calle... porque sí. Hacía mucho frío. Por primera vez, en muchos años nevaba en Barcelona, y aunque nevaba sin virulencia, hacía que, junto a las luces que cruzaban de lado a lado de las fachadas y el olor a castañas asadas, la estampa fuera de lo más navideña.

Se sentía distinto. Los pies desnudos contra el frío asfalto, le calaba hasta los huesos. Pero tampoco lo peor era eso. Lo peor era, sin duda, los dolorosísimos aguijonazos que sentía en su bajo vientre, como cuchilladas inacabables, que le hacían sujetarse la parte baja de la barriga, como si de una parturienta se tratara.

Tampoco era lo peor. No se sentía igual que siempre. Los dolores intestinales no cesaban. Pero ni siquiera eso era el peor de sus males. El peor de sus males, fue descubrirse sus manos, finas y aniñadas. Con pequeños dejes de purpurina en las uñas sobre un esmalte desgastado, para luego verse en cuerpo entero frente a un antiguo escaparate y descubrir con tremendo horror que vivía en el cuerpo de su sobrina de diez años, Carla.

Pero todo aquello dejo paso a algo peor todavía. A la seguridad y la ceguera imperturbable de quien va a realizar un acto maligno, en pos de un fin, más maligno todavía. Los dolores y las percepciones externas, por un instante cesaron, y convencido por una fuerza invisible, la niña avanzó con paso decidido hacia la estación de Sans de Barcelona, atestada aquella noche de gente que regresaba a casa para la cena de Nochebuena. Y a medida que avanzaba... un pitido empezó a emitirse... un pitido intermitente y acompasado... un sonido proveniente de...

{ https://www.youtube.com/watch?v=LGs_vGt0MY8 - Merry Christmas Mr Lawrence by Ryuchi Sakamoto }

El despertador del móvil de Francesc sonó. Para su alivio, había sido una de tantas pesadillas, que desde su nueva no-vida le acompañaban día sí y día no. Afortunadamente no le daba ningún tipo de credibilidad a los sueños, y no creía que tuvieran ningún tipo de significado oculto. Él era un tipo pragmático y probablemente se olvidara a los diez minutos de todo aquello.

Se levantó de la cama, con el torso desnudo y aquel pantalón de pijama de seda negra. Revisó el móvil brevemente en busca de algún mensaje urgente que necesitara de su más inmediata atención. Luego se fue cojeando hasta la cocina, pues en casa apenas hacía uso del bastón. Al fin y al cabo, en la más profunda de las soledades, que más da como se moviera, o que tipo de ridículos movimientos, hiciera aquella atrofiada cadera destrozada, o que más daba si se sentía un monstruo amorfo frente a su reflejo desnudo después de la ducha. Sólo él podía interiorizar todas aquellas sensaciones y negarla a los demás con una sonrisa poderosa, de hombre afortunado.

De camino a la cocina, enseguida percibió un sobre blanco bajo la puerta de la entrada del lujoso loft. Cómo siempre, ansioso de emociones, aquel sobre concentró toda su atención momentánea, cómo un perro que se lanza a por la pelota que le lanza su dueño. Se agachó y recogió el sobre. Ipso facto, reconoció la escritura de su hermana Angels, en el sobre, con un simple "Cesc" en el dorso. Lo abrió y descubrió una postal, donde la portada era un árbol de navidad dibujado a mano, con muchísimos detalles, y la firma de su sobrina Carla, en la parte inferior derecha. Dentro una foto familiar de su hermana Angels y su cuñado Eugeni Domenech, y en centro de ambos, su amada sobrina Carla, con aquel angelical rostro, rodeado de mechones rubios, y una sonrisa capaz de inundar de felicidad al abogado. Pudo incluso oler el infantil perfume de ella sobre las esquinas de la tarjeta. Luego procedió a la lectura, de unas letras, cuya caligrafía pertenecía sin duda a la de su hermana:

"Querido hermano... te deseamos unas felices fiestas.
No sabemos que te esta pasando, ni porque has cambiado tanto.
Sabes que nosotros, tu familia, siempre estaremos... para todo lo que
necesites, Cesc. Lo sabes. Sabemos que vives volcado en tu trabajo
y eso te impidió pasar la nochebuena del año pasado con nosotros,
pero te pedimos encarecidamente, que vengas éste año. Estarán todos,
Felip y los críos, el Papa, la Mama... Por favor, Cesc... te queremos mucho,
y nunca te abandonaremos. Aunque escondas aquello que sea lo
que te está pasando.

Con mucho amor, Angels Fornals.

P.D: La cena es a las 21:30. Trae el vino.
P.D2: Feliz Navidad...

El ventrue miró el reloj, y pasaba casi una hora de la de la cena. Aparte tenía demasiados asuntos que requerían su atención. Y además, el primogénito Gispert, le había hecho llamar.

Un sentimiento de tristeza inundó todo su ser. Y una lágrima, roja por supuesto, descendió por su mejilla, a la vez que se apretaba el nudo de la corbata frente al espejo, para disponerse a salir a la calle, a afrontar los peligros, de aquella nueva no-vida llena de horrores. Antes de marchar, cogió la tablet que controlaba la domótica de la casa, y mandó alzar las gruesas persianas de todos los ventanales, para observar con curiosidad, cómo por primera vez en muchísimos años, nevaba en Barcelona.

En la consola de la entrada, justo antes de salir y ya con la puerta abierta, cogió de nuevo la postal, la olió por última vez, buscando de nuevo el aroma de su sobrina. Y luego leyó por última vez...

...Feliz Navidad...

Madre mia, siempre te pegas unas curradas barbaras, como mola. Felicidades y que lo pases bien.