(C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)

[Variable]

Daniel giró la cabeza hacia ella, sorprendido.

- Pues sí que te cundió la noche -dijo-. En esos libros se habla abiertamente de nosotros, de la Estirpe.

Caminó hacia las escaleras y comenzó a subirlas, despacio, esperando a que Eva le siguiera.

- Por desgracia, esto tiene que ser un movimiento rápido: vamos a tener que quemar libros. Solo podremos llevarnos unos pocos, y no podemos permitir que algunos caigan en las manos equivocadas.

[Livia]

Se detuvo un segundo cuando la miró. La verdad había estado en sus manos todo ese tiempo frente a ella pero no la había visto. ¿Cómo podía ser eso posible? Anotó mentalmente la palabra Estirpe con la que parecía referirse a los suyos. Pero cuántos de ellos había en el mundo. Tenía la sensación encima que había estado viviendo en los felices mundos de Yupi de la tranquila internet de Facebook y Twitter, sin enterarse de que existía una capa oculta, una "deep web" mucho más oscura, mucho más terrible, dónde nada era amable, el lugar dónde vivía Cortes. Nunca había tenido más ganas de despertarse en su camastro, en el sótano de la tienda, lejos de todo eso con la única preocupación de abrir la librería, despachar hipsters pesados, pagar facturas y rellenar impuestos para Hacienda. Todo eso le parecía muy lejano ahora y en la lejanía cayó en la cuenta que lo echaba de menos.

Pero sabía perfectamente que eso era algo que no volvería.

- Mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo se van a revolver en sus tumbas - respondió, Eva haciendo de tripas corazón. Comprendía perfectamente la necesidad del horrible acto de la quema de libros pero no podía compartirla. Le rompía el alma pero no podía entretenerse ni hacer otra cosa. - ¿Cuánto tiempo crees que nos queda?

Se mantenía a su paso, e incluso recuperó algo de brío para subir lo más deprisa posible. Para salvar lo imprescindible y deshacerse del resto.

- Si el montón de cenizas de abajo llevaba móvil lo mismo aun no lo echado en falta y no lo han bloqueado. Supongo que no serán tan torpes de no haberle puesto seguridad pero tampoco se pierde nada.

Y como les pillara el rastro. ¡Oh! Se las iba a devolver todas juntas y multiplicadas por cien. Némesis. Justa retribución.

[Variable]

Daniel no sentía el más mínimo remordimiento por aquellos libros. Sentía que Eva no pudiera asimilarlos, que no fuera a poder disfrutar de su conocimiento. No al menos de todos. Él era capaz de recitar palabra por palabra lo que tenían escritos. En su opinión ya no eran más que papeles viejos encuadernados.

- No nos queda más remedio -repitió-. Tenemos hasta el amanecer para marcharnos de aquí y establecernos allí. Yo tengo que estar asentado en el sótano de la otra casa antes de que salga el Sol. Como ese vampiro no vuelva antes del amanecer, sabrán que ha sido eliminado. Cuando eso suceda, es probable que envíen algunos esbirros a perturbar mi descanso. Por eso debemos estar lejos para entonces.

Comenzó a coger algunos libros y a colocarlos, despreocupadamente, en un montón sobre el suelo. Buscaba en las estanterías con tremenda eficacia, como si conociera la localización exacta de cada libro.

[Livia]

Eva aún poseía la arrebatadora vitalidad que se tiene a los veintitantos. Cuando aún puedes dormir unas horas y levantarte perfecto o regresar de toda una jornada laboral para tomarte un café, arreglarte e irte por ahí toda la noche. A pesar de eso comenzó a preocuparle ser capaz de seguirle el ritmo. Ser un estorbo. Sacó un caramelo de la cazadora y se lo metió bajo la lengua esperando que el azúcar le sirviera un poco para mantenerse activa. El miedo llegaría y cuando llegara seguro que sacaba fuerzas de flaqueza.

Se dirigió hacia el Decem sanguine, que era lo que se le había quedado pendiente por leer, lo que le gustaría continuar leyendo si tenía la oportunidad de hacerlo. No estaba segura que estuviera a salvo. No sabía qué iba a pasar, lo único que comenzaba es a sentirse bastante inútil. No sabía dónde estaban las cosas, no sabía qué es lo siguiente que iba a querer hacer. No iba a poder permanecer despierta de día tras toda la noche en pie. Ni tampoco creía que pudiera ser de utilidad si enviaban más de esos esbirros en moto. Quizá con una pistola y balas podría hacer algo.

Si pudiera llevarlos a un terreno digital donde ser hombre, mujer o vampiro no importase las cosas seguramente serían distintas.

- ¿Cómo puedo ayudarte? - le preguntó, después de poner con cuidado los precarios tomos del Decem sanguine junto a los demás - ¿Quieres que los vaya bajando?

Fue a preguntarle por el sol, pero decidió que era una pregunta bastante estúpida. Era evidente que si le preocupaba el amanecer es porque, como mínimo, la luz le resultaba molesta. La tradición convertía al sol en muerte para los vampiros pero las versiones más actuales del mito lo convertían en una simple debilidad. No estaba segura de qué era exactamente pero muy pronto se enteraría.

[Variable]

Daniel cogió un volumen y, con él en la mano, asintió a modo de agradecimiento a Eva.

- Lo mejor que puedes hacer es revisar qué hay útil en la habitación -dijo, haciendo un gesto hacia su habitación, el lugar que había servido temporalmente como estancia de su padre- y ponerlo a buen recaudo.

Se detuvo un instante, mientras ella miraba la puerta.

- Eva...

[Livia]

Agradeció tener algo útil que hacer y se dirigió hacia las escaleras. Estaba comenzando a sentirse muy inquieta, la casa se le echaba encima y, básicamente, su táctica de supervivencia era no dejar de moverse. Estar en el mismo lugar tanto tiempo comenzaba a ponerla de los nervios. Si había que quemar la biblioteca, si había que cometer ese sacrilegio mejor cuanto antes. Iba a echar un vistazo a la antigua habitación de su padre pero no se esforzaría demasiado.

- ¿Qué? - dijo, girándose y esbozando con una sonrisa cuando la llamó. Se alegraba de sentirse útil al fin. Lo mismo se le había ocurrido algo más con lo que pudiera ayudarlo a aligerar la huida.

[Variable]

- Muchas gracias -dijo con seriedad-. Has llegado justo a tiempo.

Dejó caer el libro sobre el montón de libros y fue a por el siguiente.

[Livia]

Aceptó sus palabras con una sonrisa cálida, no sabía qué decir porque tampoco sabía muy bien qué había querido decir. Ni siquiera sabía por qué le daba las gracias. Sin embargo, aunque su mente estaba confusa su corazón se removió. No sabía por qué había aparecido con esas palabras. Lo que sí sabía es que era algo cálido y hermoso, y que esas simples palabras revivieron los pétalos resecos de la rosa de su paisaje interior.

Eva no lo miró con miedo, ni con desconfianza, ni con el cierto asco que le había despertado al tocar su mano helada. Mientras se afanaba con sus libros, se preguntó cómo era ser como él. Cuantos serían sus padecimientos. Perseguido. Condenado a ver el fin de todo y el inicio de nuevas cosas una y otra vez. Supuso que, incluso, podría llegar a ver el día en el que toda vida muriese cuando el sol se apagara dentro de miles de millones de años. Entonces se quedaría completamente solo en la oscuridad de una tierra muerta. Qué terrible infinito delante.

Se acercó de nuevo hasta él y depositó suavemente la mano sobre su hombro.

- Las gracias tengo que dártelas yo a ti. - empezó, con una voz cálida sin importarle mucho sus palabras - Me has dado una oportunidad. Has sido generoso y amable conmigo.Confío en ti y guardaré tus secretos mejor que si fueran míos. No merece la pena el riesgo por algo de lo que no vamos a poder llevarnos ni un uno por ciento. Ya está condenado a desaparecer. Quememos todo y vámonos. El tiempo pasa volando.

[Variable]

Daniel se giró hacia ella.

- Yo no soy amable -dijo-. Mi sangre es sigilosa y se nutre del conocimiento. Medito fríamente y ejecuto planes claramente establecidos. Elegí a tu padre y te elegí a ti. Creo que he ido de frente en todo momento con ambos, pero no minusvalores lo que aportáis a mi causa.

Volvió a la estantería.

- Vamos, chica. Hay mucho trabajo que hacer. Cuando acabemos de huir, hablaremos con más calma, y responderé a cualquier otra pregunta que tengas.

[Livia]

Después de la conversación con su tío aquella tarde había decidido simplemente compartirse más con los demás para no llegar a su edad con lágrimas en los ojos por todo lo que se le había quedado dentro. Aunque fuera un simple gracias o un me caes bien. Era algo difícil para alguien como ella y no esperó esa reacción.

Aún se quedó mirándolo unos segundos cuando le dio la espalda, con la misma expresión de sorpresa y confusión, de haber metido la pata. ¿Lo había ofendido? ¿O sería que tenía prisa? Sintió en ese momento que debió haberse callado la boca. Haber asentido con la cabeza y haberse ido. Que fue justo lo que hizo en ese instante. Fuera como fuese le había quedado todo muy claro y no volvería a repetirlo.

Regresó a las escaleras. Cuando llegó arriba, abrió la puerta del cuarto y comenzó a rebuscar como le había dicho.