Re: [Recurso] Celebrando la oscuridad
Publicado: 11 Oct 2021, 20:32
Faith that hurts
- Me encantaría no creer en Dios, sinceramente. Todo sería mucho más fácil, creéme.
Ricardo dio una larga calada a su cigarrillo antes de apagarlo en el cenicero que gobernaba la mesa de la sacristía de la minúscula parroquia de Arpino, la hermosa villa natal de Marco Tulio Cicerón.
- La noche en que me convirtieron creí que Satanás se había apoderado de mí y perdí la fe. Imagínate... una noche eterna, esta sed que no se calma nunca, el engaño de un Sire que realmente nunca me dio los detalles verdaderos de esta condición -la nube de humo de la última calada se fue disipando según se acercaba a la lámpara del techo- Tuve una crisis de fe muy importante.
Ricardo se ajustó su traje de sacerdote perfectamente planchado y se puso de pie. Le gustaba la elegancia de la camisa negra y del alzacuellos, así como la barrera que establecía en sus relaciones. Aunque ya habían quedado atrás los tiempos en los que todo Arpino iba a misa cada domingo, todavía podía sentir el respeto de los creyentes y acallaba la burla de los ateos con la severidad de sus gestos.
- Pero, ¿sabes?, Dios nos expone a estas pruebas para comprobar la resiliencia de nuestra fe. Si desfallecemos no somos dignos de Él y es entonces cuando realmente se abre la puerta a que Satán entre en nuestros corazones. Me llevó un tiempo darme cuenta de ello, muchas noches en las que rezaba y no encontraba respuesta -el sacerdote caminó en círculos por la pequeña sacristía- Esta ansiedad interior que nos consume, la voz del Adversario que se introduce en nuestra alma cuando transgredimos las leyes de Dios y volvemos a alzarnos en una burla de la verdadera Resurrección casi me llevan al abismo.
Ricardo sacó de la vaina de cuero carmesí un cuchillo plateado cuya empuñadura simulaba ser una cruz.
- Pero al final de una de esas noches, el Señor me habló. Sí, sí, no me mires de ese modo. ¿Cómo podíamos ser dignos de volver de la muerte si tal milagro sólo está reservado a Jesucristo? -el sacerdote dejó un silencio teatral- Porque somos sus nuevos apóstoles, los herederos de Cristo. Tardé en entenderlo hasta el día en que conocí a tu Sire. Sí, claro, ¿por qué te crees que estás aquí?. Conocí a Giancarlo en Venecia, ciudad de pecado y mezquinas intrigas que son la delicia de Lucifer. Le estudié durante un par de años en los que fui testigo de cómo se burlaba de todos los mandamientos y principios del amor de Dios.
El cura apoyó la punta del cuchillo en el pecho del muchacho que estaba atado y amordazado en la silla y cuyos gemidos de terror no eran audibles por nadie.
- Y entonces comprendí cuál era mi labor. No, no es fácil. Es una labor dolorosa. La fe duele, Francesco. ¿Crees que disfruto con esto?, ¿crees que no lloro lágrimas de sangre al observar cómo os habéis entregado a la Bestia interior, cómo habéis dado la espalda a Dios?. ¿Acaso no es una penitencia vivir eternamente para ser testigo de cómo muchos de quienes podrían ser apóstoles son llevados al camino del pecado?. No, Francesco, no, no elegí este camino de purga. Sólo soy un humilde siervo de Dios.
Después de un golpe seco y directo, el cuchillo atravesó el corazón de Francesco.
- Me encantaría no creer en Dios, sinceramente. Todo sería mucho más fácil, creéme.
Ricardo dio una larga calada a su cigarrillo antes de apagarlo en el cenicero que gobernaba la mesa de la sacristía de la minúscula parroquia de Arpino, la hermosa villa natal de Marco Tulio Cicerón.
- La noche en que me convirtieron creí que Satanás se había apoderado de mí y perdí la fe. Imagínate... una noche eterna, esta sed que no se calma nunca, el engaño de un Sire que realmente nunca me dio los detalles verdaderos de esta condición -la nube de humo de la última calada se fue disipando según se acercaba a la lámpara del techo- Tuve una crisis de fe muy importante.
Ricardo se ajustó su traje de sacerdote perfectamente planchado y se puso de pie. Le gustaba la elegancia de la camisa negra y del alzacuellos, así como la barrera que establecía en sus relaciones. Aunque ya habían quedado atrás los tiempos en los que todo Arpino iba a misa cada domingo, todavía podía sentir el respeto de los creyentes y acallaba la burla de los ateos con la severidad de sus gestos.
- Pero, ¿sabes?, Dios nos expone a estas pruebas para comprobar la resiliencia de nuestra fe. Si desfallecemos no somos dignos de Él y es entonces cuando realmente se abre la puerta a que Satán entre en nuestros corazones. Me llevó un tiempo darme cuenta de ello, muchas noches en las que rezaba y no encontraba respuesta -el sacerdote caminó en círculos por la pequeña sacristía- Esta ansiedad interior que nos consume, la voz del Adversario que se introduce en nuestra alma cuando transgredimos las leyes de Dios y volvemos a alzarnos en una burla de la verdadera Resurrección casi me llevan al abismo.
Ricardo sacó de la vaina de cuero carmesí un cuchillo plateado cuya empuñadura simulaba ser una cruz.
- Pero al final de una de esas noches, el Señor me habló. Sí, sí, no me mires de ese modo. ¿Cómo podíamos ser dignos de volver de la muerte si tal milagro sólo está reservado a Jesucristo? -el sacerdote dejó un silencio teatral- Porque somos sus nuevos apóstoles, los herederos de Cristo. Tardé en entenderlo hasta el día en que conocí a tu Sire. Sí, claro, ¿por qué te crees que estás aquí?. Conocí a Giancarlo en Venecia, ciudad de pecado y mezquinas intrigas que son la delicia de Lucifer. Le estudié durante un par de años en los que fui testigo de cómo se burlaba de todos los mandamientos y principios del amor de Dios.
El cura apoyó la punta del cuchillo en el pecho del muchacho que estaba atado y amordazado en la silla y cuyos gemidos de terror no eran audibles por nadie.
- Y entonces comprendí cuál era mi labor. No, no es fácil. Es una labor dolorosa. La fe duele, Francesco. ¿Crees que disfruto con esto?, ¿crees que no lloro lágrimas de sangre al observar cómo os habéis entregado a la Bestia interior, cómo habéis dado la espalda a Dios?. ¿Acaso no es una penitencia vivir eternamente para ser testigo de cómo muchos de quienes podrían ser apóstoles son llevados al camino del pecado?. No, Francesco, no, no elegí este camino de purga. Sólo soy un humilde siervo de Dios.
Después de un golpe seco y directo, el cuchillo atravesó el corazón de Francesco.