"Countdown" 5
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 5
https://www.youtube.com/watch?v=PkNtBuwWq_o
Una nube roja cubrió sus ojos mientras hundía sus garras negras en la carne fría de la rata de cloaca que se interponía entre ella y su hija. Había resistido la imposición de su voluntad superior, pero las décimas de segundo en las que la duda se había adueñado de la vampira habían sido suficiente para que la pariah le arrancara la cara, la desgarrara el cuello y le hundiera las manos en las entrañas. Fogonazos, imágenes de Melinda, de Guadalupe y todas las mujeres a las que había visto morir en la trata de personas pasaban por su mente mientras deshacía tendón y hueso. La periodista apenas era capaz de controlarse, su vista se teñía del color carmesí de la sangre que manaba deliciosa de las tripas vacías del orlock que tenía delante.
Con un último golpe, se aseguró de enviar a la mujer al letargo o a la muerte definitiva, junto a su colega, la diferencia no importaba. Y, justo cuando estaba apunto de abalanzarse hacia su cuello y beber la sangre que saciaría su sed y sanaría sus heridas, escuchó los ruidos alarmados del conductor del sedán, que echaba a correr presa del pánico. La no-muerta hizo un esfuerzo titánico por contenerse unos segundos más, sus manos se retorcieron, sus garras desaparecieron, tornándose las de una mujer, aún cubiertas de sangre.
Recogió la escopeta con rapidez, apuntó despacio a la figura que se alejaba, solo tendría una oportunidad. Sus ojos brillaron como brasas, penetrando las tinieblas que les envolvían. Y disparó. El destello iluminó la noche, un relámpago reflejado en el barro, la detonación enmudecida por el rugido de los aviones que despegaban.
Una nube roja cubrió sus ojos mientras hundía sus garras negras en la carne fría de la rata de cloaca que se interponía entre ella y su hija. Había resistido la imposición de su voluntad superior, pero las décimas de segundo en las que la duda se había adueñado de la vampira habían sido suficiente para que la pariah le arrancara la cara, la desgarrara el cuello y le hundiera las manos en las entrañas. Fogonazos, imágenes de Melinda, de Guadalupe y todas las mujeres a las que había visto morir en la trata de personas pasaban por su mente mientras deshacía tendón y hueso. La periodista apenas era capaz de controlarse, su vista se teñía del color carmesí de la sangre que manaba deliciosa de las tripas vacías del orlock que tenía delante.
Con un último golpe, se aseguró de enviar a la mujer al letargo o a la muerte definitiva, junto a su colega, la diferencia no importaba. Y, justo cuando estaba apunto de abalanzarse hacia su cuello y beber la sangre que saciaría su sed y sanaría sus heridas, escuchó los ruidos alarmados del conductor del sedán, que echaba a correr presa del pánico. La no-muerta hizo un esfuerzo titánico por contenerse unos segundos más, sus manos se retorcieron, sus garras desaparecieron, tornándose las de una mujer, aún cubiertas de sangre.
Recogió la escopeta con rapidez, apuntó despacio a la figura que se alejaba, solo tendría una oportunidad. Sus ojos brillaron como brasas, penetrando las tinieblas que les envolvían. Y disparó. El destello iluminó la noche, un relámpago reflejado en el barro, la detonación enmudecida por el rugido de los aviones que despegaban.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx se acomodó en el asiento, aunque mantuvo una postura erguida, consciente de la importancia de proyectar respeto y seriedad ante Solomon. Sus ojos recorrieron brevemente el despacho, deteniéndose en los detalles de la época de entreguerras, antes de volver a fijarse en el rostro del vástago.
-David Anderson es un hombre brillante
Comenzó, con serenidad
-Su capacidad para construir comunidades sólidas, incluso en circunstancias adversas, es algo que siempre he admirado. Es la clase de persona que inspira a trabajar por algo más grande que uno mismo.
Nyx respiró hondo, una acción instintiva que no necesitaba, pero que le ayudó a centrar sus pensamientos.
-Le agradezco que me reciba esta noche, señor Solomon. Sé que mi visita no estaba prevista, y menos en una noche como esta. Pero mi situación no deja margen para la dilación.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran antes de continuar con mayor sinceridad.
-Llevo muchos años en Nueva York, pero mi transición al mundo nocturno ha sido… complicada. Admito que mi estilo de caza, esa relación cercana que mantengo con los vivos, no es del agrado de muchos en la Camarilla. Me ven como un riesgo, un idealista que pone en peligro las tradiciones con su forma de alimentarse.
Nyx desvió la mirada por un momento hacia la ventana, contemplando la nube de drones y luces que parpadeaban sobre la ciudad.
-Para empeorar las cosas, he tenido un roce con los Shelby. Rechazo sus métodos, y no he sido tímido al expresarlo. Eso ha puesto una diana sobre mi espalda que no puedo ignorar, y ahora mismo, me encuentro en un punto crítico: necesito un refugio seguro para mí y mi coterie.
Volvió a mirar a Solomon, esta vez con una mezcla de sinceridad y determinación en la mirada.
-No estoy aquí para pedir sin ofrecer nada a cambio. Sé que lo que traigo es una mochila cargada de problemas, pero también traigo experiencia, habilidades y una red de contactos que puede ser útil. Si me permite integrarme bajo su sombra, puedo asegurarle que seré un recurso, no una carga. Y estoy dispuesto a demostrarlo.
Nyx se inclinó ligeramente hacia adelante, mostrando tanto respeto como el firme compromiso de cumplir su palabra.
-En tiempos como estos, construir alianzas que aporten estabilidad es vital. No pido más que una oportunidad para demostrar que soy alguien en quien puede confiar.
-David Anderson es un hombre brillante
Comenzó, con serenidad
-Su capacidad para construir comunidades sólidas, incluso en circunstancias adversas, es algo que siempre he admirado. Es la clase de persona que inspira a trabajar por algo más grande que uno mismo.
Nyx respiró hondo, una acción instintiva que no necesitaba, pero que le ayudó a centrar sus pensamientos.
-Le agradezco que me reciba esta noche, señor Solomon. Sé que mi visita no estaba prevista, y menos en una noche como esta. Pero mi situación no deja margen para la dilación.
Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran antes de continuar con mayor sinceridad.
-Llevo muchos años en Nueva York, pero mi transición al mundo nocturno ha sido… complicada. Admito que mi estilo de caza, esa relación cercana que mantengo con los vivos, no es del agrado de muchos en la Camarilla. Me ven como un riesgo, un idealista que pone en peligro las tradiciones con su forma de alimentarse.
Nyx desvió la mirada por un momento hacia la ventana, contemplando la nube de drones y luces que parpadeaban sobre la ciudad.
-Para empeorar las cosas, he tenido un roce con los Shelby. Rechazo sus métodos, y no he sido tímido al expresarlo. Eso ha puesto una diana sobre mi espalda que no puedo ignorar, y ahora mismo, me encuentro en un punto crítico: necesito un refugio seguro para mí y mi coterie.
Volvió a mirar a Solomon, esta vez con una mezcla de sinceridad y determinación en la mirada.
-No estoy aquí para pedir sin ofrecer nada a cambio. Sé que lo que traigo es una mochila cargada de problemas, pero también traigo experiencia, habilidades y una red de contactos que puede ser útil. Si me permite integrarme bajo su sombra, puedo asegurarle que seré un recurso, no una carga. Y estoy dispuesto a demostrarlo.
Nyx se inclinó ligeramente hacia adelante, mostrando tanto respeto como el firme compromiso de cumplir su palabra.
-En tiempos como estos, construir alianzas que aporten estabilidad es vital. No pido más que una oportunidad para demostrar que soy alguien en quien puede confiar.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 5
- A mi también vinieron a cazarme... - devolvió furioso - ... y aquí sigo. Perseguido desde entonces... soy leal, a mi manera... soy fiel a Nueva York.
Las extrañas formas que el humo hacía en el techo al chocar contra el calor del fluorescente, le recordaba a las sesiones donde Madame Tza Tza degustaba un puro mientras hibernaba sus pensamientos en hipotéticos futuros. Todos verdad, todos mentira.
-¿Aisling? ¿La doble de escenas peligrosas de Harry Potter?... vamos no me jodas. - Montecristo sabía que a Hex le recalcitraba su falta de respeto hacia la jerarquía de la pirámide casi tanto como a él le jodía la falta de rebeldía de su sire. Era la principal diferencia con su hermano. - ¿Ya apareció su hermano? ¿o sigue intentando arreglar el Delorean?... No me jodas Hex... si seguimos escondiéndonos es cuestión de tiempo que la Segunda Inquisición nos caze... Vive de las rentas contra la Mano Negra pero se perdió intentando fastidiar a los anarcas. Ahora toca agachar la cabeza... ¿pero por cuanto tiempo?... y lo más imporante... ¿va a cambiar algo?.
Ni siquiera dio lugar a réplica... - ¿y ahora? ¿nos achantamos ante esos degenerados follaovejas de los Shelby?... - golpeó el puño varias veces contra la palma de su otra mano - Huir, huir y huir...
Y de pronto, un vuelco en su estómago. Por primera vez, la posibilidad REAL de que Melinda estuviera allí, con ellos. ¿El precio? Una nueva lealtad... ya se la había jugado una vez a su clan, estaba seguro que no habría una segunda vez. Sólo le quedaba una carta por jugar. Como en el tapete verde de su medium predilecta, solo un naipe quedaba por voltear.
- Tú lo has dicho... ella no puede considerarse una de nosotros. No vale nada para la Pirámide. Convence a Virgil para que la libere, dejadla marchar a un sitio seguro, y contaréis con mi más sincera y profunda lealtad. Para siempre.
Las extrañas formas que el humo hacía en el techo al chocar contra el calor del fluorescente, le recordaba a las sesiones donde Madame Tza Tza degustaba un puro mientras hibernaba sus pensamientos en hipotéticos futuros. Todos verdad, todos mentira.
-¿Aisling? ¿La doble de escenas peligrosas de Harry Potter?... vamos no me jodas. - Montecristo sabía que a Hex le recalcitraba su falta de respeto hacia la jerarquía de la pirámide casi tanto como a él le jodía la falta de rebeldía de su sire. Era la principal diferencia con su hermano. - ¿Ya apareció su hermano? ¿o sigue intentando arreglar el Delorean?... No me jodas Hex... si seguimos escondiéndonos es cuestión de tiempo que la Segunda Inquisición nos caze... Vive de las rentas contra la Mano Negra pero se perdió intentando fastidiar a los anarcas. Ahora toca agachar la cabeza... ¿pero por cuanto tiempo?... y lo más imporante... ¿va a cambiar algo?.
Ni siquiera dio lugar a réplica... - ¿y ahora? ¿nos achantamos ante esos degenerados follaovejas de los Shelby?... - golpeó el puño varias veces contra la palma de su otra mano - Huir, huir y huir...
Y de pronto, un vuelco en su estómago. Por primera vez, la posibilidad REAL de que Melinda estuviera allí, con ellos. ¿El precio? Una nueva lealtad... ya se la había jugado una vez a su clan, estaba seguro que no habría una segunda vez. Sólo le quedaba una carta por jugar. Como en el tapete verde de su medium predilecta, solo un naipe quedaba por voltear.
- Tú lo has dicho... ella no puede considerarse una de nosotros. No vale nada para la Pirámide. Convence a Virgil para que la libere, dejadla marchar a un sitio seguro, y contaréis con mi más sincera y profunda lealtad. Para siempre.
- Voivoda
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Re: "Countdown" 5

El disparo resuena en medio de aquella zona pantanosa, coincidiendo con un momento de repentino silencio, de espacio entre despegues y aterrizajes en el aeropuerto cercano. Una bandada de pájaros alza el vuelo en mitad de la noche, repentinamente soliviantados por la detonación. Pagliacci apenas sería reconocible para quien la hubiera visto en otras circunstancias. Totalmente cubierta de sangre, barro y agua, con los colmillos a la vista y una escopeta en la mano, aún humeante después del disparo que obliga a cargarla de nuevo.
Al disparo le ha seguido un grito de dolor ahogado en la lejanía. La Caitiff sonríe satisfecha de sí misma. No disparaba un arma desde que era poco menos que una adolescente cuyo padre le enseñaba a atinar en latas de Coca-Cola. La que tuvo, retuvo. El tipo cae de rodillas, lo que hace imaginar a Pagliacci que le ha alcanzado seguramente en una pierna. Parece rebuscar entre sus ropas, probablemente porque vaya armado.
La Caitiff mide sus posibilidades. El tipo intenta incorporarse y continuar con su huida, aunque apenas es capaz de arrastrarse. Alcanzarle es una tentación, si bien hay bastante distancia entre ambos. Para volver a disparar tendría que buscar munición, lo que le haría perder algo de tiempo. No obstante, es una idea tentadora, como la de una depredadora animal que le da cierta ventaja a la presa a sabiendas de que no va a tener escapatoria.
Los cuerpos de los otros dos Vampiros comienzan su lento proceso de descomposición en el barro.
Pagliacci nota cómo su Bestia está totalmente agitada, exigiendo un tributo de sangre.

Solomon intimida desde el silencio. No tiene un aspecto agresivo, no es especialmente alto ni corpulento, su voz es suave, algo raspada como síntoma de alguien que ha fumado durante buena parte de su vida mortal. Su traje no es especialmente nuevo, ni sus gestos pueden describirse de otra manera que no sea como amables. Y aún así, el silencio que sigue a las palabras de Nyx hacen presagiar lo peor para el Brujah, que se revuelve incómodo en la vieja silla de despacho.
- No tengo nada contra usted ni contra sus compañeros, espero que lo entienda- dice con amabilidad. Nyx le mira fijamente casi olvidándose de parpadear.
- Pero con el debido respeto, creo que no aporta nada que pueda serme de utilidad, señor Parker. Para que no me malinterprete, no es nada personal, es simple economía de recursos. Usted está notablemente señalado dentro de nuestro selecto club, a sus compañeros no los conozco, tiene además enemigos incómodos y mi red de contactos es lo suficientemente amplia y segura para no tener que mirar por encima del hombro cada noche que me despierto.
Un jarro de agua fría recorre el cuerpo muerto de Nyx. En su fuero interno admite que los argumentos de Solomon, si bien son interesados, no dejan de ser coherentes. ¿Acaso no haría él lo mismo si estuviera sentado al otro lado del escritorio? ¿Acaso no miran todos los vampiros por su propio interés?
La sensación de urgencia y de falta de asideros se multiplican en los pensamientos de Nyx. El empresario judío era una buena opción, pero puede casi ver en tiempo real cómo se desvanece ante sus ojos. El vuelo de los helicópteros a lo lejos, moscas mecánicas vistas a través de aquellos enormes ventanales, son un recordatorio del peligro que se cierne sobre toda la Coterie.
Nyx intenta pensar con claridad. Aún pesa en sus sentimientos la humillación sufrida en las cercanías del World Trade Center, el recordatorio de su lugar actual en el mundo. Al mismo tiempo, su voluntad aún lucha por no doblegarse del todo. El Brujah debe encontrar el equilibrio en ese pulso... lo más difícil de hacer para alguien de su Clan.

- Qué cabezota has sido siempre, querido.
La voz de Hex mezcla resignación y quizá un tono de cierta decepción. A estas alturas de la existencia, a Montecristo no le importan esas reacciones, en cierto modo busca provocarla. En cierto modo desearía que ella fuera de otra manera, como muchas veces los hijos desearían que sus padres fueran perfectos como los imaginaban y no como son en realidad.
La Sire de Montecristo deja que su chiquillo se desgañite y se desfogue, poseído por la frustración y la urgencia del tiempo. Él ya no se fía de ella. Pero no es capaz tampoco de mandarla lo más lejos posible, cruzar la puerta de aquel baño y buscar la redención por su cuenta y riesgo. Necesita creer que ella puede salvarlo. Quizá volverlo a acoger en el paraguas del Clan.
Cuando Montecristo calla, cuando pone sobre la mesa su propio sacrificio por la libertad de Melinda, se hace un largo silencio en aquel baño que permite a ambos escuchar cómo va cayendo la algarabía en el exterior al compás del final de la animada charla de madrugada de los estudiantes universitarios. Montecristo es consciente de que está pidiendo, casi suplicando, por una Sangre Débil. Donde otros verían una humillación, él ve un gesto de grandeza. Aquella muchacha era más inocente que cualquiera de los monstruos que la rodeaban.
- Sólo hay una manera de que Virgil pueda dejarla ir.
La voz de Hex baja ligeramente de tono, lo justo para que en Montecristo se mezclen el interés y un cierto temor a lo que tenga que decir su Sire. Montecristo notaba una angustia creciente en su interior, el temor a quedarse allí atrapado, a ser descubierto finalmente por alguna fuerza del orden, a huir permanentemente.
- Y es que tu lealtad quede sellada con sangre.
Un ligero escalofrío recorre a Montecristo. Es consciente de que las viejas historias sobre la jerarquía y la fidelidad en la Pirámide selladas con el poder de la consanguinidad han quedado reducidas a eso, a historias casi legendarias. Su sangre no era ahora tan fluida ni poderosa.
Eso sólo podía implicar que su Clan, y su propia Sire, debían lealtad... a otros.
OFF: Ansia Pagliacci 5, Montecristo 3, Nyx 1
Pagliacci 3 de Salud superficial. El hombre tiene encima 4 Agravados.
En el caso de Montecristo aplico el "vencer por un precio". Como comentamos en el offtopic, el 1 de la tirada en Discord podría haber significado un fallo bestial, pero en la situación actual considero más interesante el efecto narrativo del fallo que aplicar una consecuencia a lo bruto. De ahí que incluyo elementos de cierta paranoia en la mente de Montecristo, pero sin que le domine de forma compulsiva.
Nyx 2 niveles superficiales a la FV

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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 5
https://www.youtube.com/watch?v=gSRqN_D9pWQ
Con el cañón todavía humeante, la periodista hizo saltar el casquillo por los aires, que cayó junto al cadáver de la rata de cloaca que había comenzado a descomponerse. El tipo había caído abatido, pero no estaba muerto, no iría a ninguna parte. Así que, dada la distancia que les separaba y la insaciable sed que sentía, se abalanzó hacia la garganta de la nosferatu, abriéndole el cuello con los colmillos y bebiendo la vitae que aún no se había derramado. Bebiendo sin freno, apurando hasta la última gota, con desesperación. Se deleitó en los recuerdos y las emociones que resonaban en las venas de la nosferatu. La bestia desató toda su ira, dejando poco más que un saco de huesos y cenizas entre sus brazos, un vestido floral teñido de barro. Mientras, usaba esa misma sangre para regenerar las heridas que había sufrido.
No había lugar para la razón, no había razón para sentir remordimientos. Aquellos vampiros eran criminales, tratantes de esclavos, no dejaría siquiera su cuerpo pudrirse y regresar a la tierra, su carne era suya, su sangre era suya. Bebió y bebió profundamente, hasta sentir que la no vida abandonaba definitivamente y en una última exhalación el cadáver. Pasado un tiempo que pareció una eternidad, recobró la conciencia de sí misma y recordó al tipo que se desangraba un centenar de metros más allá. Recogió la escopeta, sus ojos ardían como llamaradas en la noche, buscó otros dos cartuchos y los introdujo lentamente.
---
Me tomo la licencia de dar el combate por "finalizado" y considerar que la Caitiff puede alimentarse salvajemente. Luego ya pasarás la factura de máculas, pero creo que beber de sus presas es lo que haría en esta situación un personaje al filo del frenesí. Si la nosferatu no es suficiente, Pagliacci beberá también de su primera víctima hasta regenerarse del todo y bajar el ansia a 0.
Con el cañón todavía humeante, la periodista hizo saltar el casquillo por los aires, que cayó junto al cadáver de la rata de cloaca que había comenzado a descomponerse. El tipo había caído abatido, pero no estaba muerto, no iría a ninguna parte. Así que, dada la distancia que les separaba y la insaciable sed que sentía, se abalanzó hacia la garganta de la nosferatu, abriéndole el cuello con los colmillos y bebiendo la vitae que aún no se había derramado. Bebiendo sin freno, apurando hasta la última gota, con desesperación. Se deleitó en los recuerdos y las emociones que resonaban en las venas de la nosferatu. La bestia desató toda su ira, dejando poco más que un saco de huesos y cenizas entre sus brazos, un vestido floral teñido de barro. Mientras, usaba esa misma sangre para regenerar las heridas que había sufrido.
No había lugar para la razón, no había razón para sentir remordimientos. Aquellos vampiros eran criminales, tratantes de esclavos, no dejaría siquiera su cuerpo pudrirse y regresar a la tierra, su carne era suya, su sangre era suya. Bebió y bebió profundamente, hasta sentir que la no vida abandonaba definitivamente y en una última exhalación el cadáver. Pasado un tiempo que pareció una eternidad, recobró la conciencia de sí misma y recordó al tipo que se desangraba un centenar de metros más allá. Recogió la escopeta, sus ojos ardían como llamaradas en la noche, buscó otros dos cartuchos y los introdujo lentamente.
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Me tomo la licencia de dar el combate por "finalizado" y considerar que la Caitiff puede alimentarse salvajemente. Luego ya pasarás la factura de máculas, pero creo que beber de sus presas es lo que haría en esta situación un personaje al filo del frenesí. Si la nosferatu no es suficiente, Pagliacci beberá también de su primera víctima hasta regenerarse del todo y bajar el ansia a 0.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 5
- ¿Sellada con quien? ¿Con nuestro clan?... ¿O quien está realmente detrás, Hex?... - replicó Montecristo sin dar carpetazo al asunto - La sangre en la Pirámide ya no es tan poderosa y lo sabes? ¿Quien está detrás? ¿A quién deberé realmente lealtad eterna?. - Pasea por el baño como un gato enjaulado, acariciandose la barbilla con desdén. - La reconstrucción de los Tremere actualmente es algo imposible... y lo sabes.
Levanta la mirada. El rostro de Melinda vuelve a venir a su memoria. - Contestame esa pregunta con verdad. Como casi nunca has hecho - Deja mostrar sus muñecas tatuadas - Acepta mis condiciones y cuando ella esté a salvo y pueda comprobarlo, sellaremos con sangre nuestro compromiso.
Tal y como Patrick había intuido, no podría engañar dos veces a los usurpadores. Pero si conseguía liberar a Melinda, a la hija que si podría salvar, el sacrificio valdría la pena.
Levanta la mirada. El rostro de Melinda vuelve a venir a su memoria. - Contestame esa pregunta con verdad. Como casi nunca has hecho - Deja mostrar sus muñecas tatuadas - Acepta mis condiciones y cuando ella esté a salvo y pueda comprobarlo, sellaremos con sangre nuestro compromiso.
Tal y como Patrick había intuido, no podría engañar dos veces a los usurpadores. Pero si conseguía liberar a Melinda, a la hija que si podría salvar, el sacrificio valdría la pena.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx tomó unos instantes para procesar las palabras de Solomon. La lógica tras sus argumentos era irrefutable, pero el rechazo aún se sentía como un golpe directo a su orgullo y a su esperanza. Inspiró profundamente, un reflejo humano que nunca había abandonado, mientras intentaba contener la frustración que amenazaba con aflorar.
-Mi agradecimiento por su franqueza, señor Solomon
Respondió Nyx, su voz firme aunque cargada de un tinte sombrío. Sabía que ceder a la emoción sería contraproducente. Tenía que replantear su enfoque.
Dejó que su mirada se perdiera momentáneamente en el espectáculo de luces al otro lado de la ventana. Los helicópteros y drones eran recordatorios constantes de la vigilancia y el peligro que acechaban, tanto en el mundo humano como en el nocturno. Pensar con claridad. Persistir. Adaptarse.
Nyx volvió a centrar su atención en Solomon. Era evidente que no podía competir con su seguridad o su red de contactos en términos prácticos, pero tal vez había algo más que podía ofrecer. Algo menos tangible, pero no menos valioso.
-No pretendo cuestionar su perspectiva, porque sería inútil y, francamente, arrogante de mi parte. Usted tiene toda la razón: su posición es segura y está calculada, y yo, desde este lado del escritorio, no puedo ofrecerle nada que compense directamente el riesgo que represento. Pero si me permite, quiero compartirle un pensamiento que me ha acompañado durante estos años en Nueva York.
Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras se asentaran antes de continuar, esta vez con un tono más introspectivo, casi confidencial.
-Muchas veces, en el caos de este mundo, olvidamos el poder de las alianzas improbables. Los pasos pequeños, las conexiones que en principio parecen insignificantes, pueden terminar abriendo puertas que nunca habríamos imaginado. No espero que estas palabras cambien su decisión, pero me niego a marcharme de aquí sin haber plantado al menos una semilla de posibilidad.
Nyx se inclinó ligeramente hacia adelante, con una mezcla de respeto y determinación en sus gestos.
-Si en algún momento sus circunstancias cambian, o si ve un resquicio en el que pueda ser de utilidad, estaré listo. Estoy lejos de ser perfecto, pero la persistencia y la lealtad son virtudes que puedo garantizarle, incluso desde la distancia. Por ahora, agradezco su tiempo y su honestidad, que en este mundo valen más que cualquier promesa vacía.
Nyx se enderezó, preparándose para el desenlace de la conversación. En su interior, sabía que había perdido esta batalla, pero también entendía que las derrotas podían ser cimientos para construir algo más fuerte. Con un último vistazo al despacho y a su anfitrión, aguardó la respuesta de Solomon.
-Mi agradecimiento por su franqueza, señor Solomon
Respondió Nyx, su voz firme aunque cargada de un tinte sombrío. Sabía que ceder a la emoción sería contraproducente. Tenía que replantear su enfoque.
Dejó que su mirada se perdiera momentáneamente en el espectáculo de luces al otro lado de la ventana. Los helicópteros y drones eran recordatorios constantes de la vigilancia y el peligro que acechaban, tanto en el mundo humano como en el nocturno. Pensar con claridad. Persistir. Adaptarse.
Nyx volvió a centrar su atención en Solomon. Era evidente que no podía competir con su seguridad o su red de contactos en términos prácticos, pero tal vez había algo más que podía ofrecer. Algo menos tangible, pero no menos valioso.
-No pretendo cuestionar su perspectiva, porque sería inútil y, francamente, arrogante de mi parte. Usted tiene toda la razón: su posición es segura y está calculada, y yo, desde este lado del escritorio, no puedo ofrecerle nada que compense directamente el riesgo que represento. Pero si me permite, quiero compartirle un pensamiento que me ha acompañado durante estos años en Nueva York.
Hizo una pausa, permitiendo que sus palabras se asentaran antes de continuar, esta vez con un tono más introspectivo, casi confidencial.
-Muchas veces, en el caos de este mundo, olvidamos el poder de las alianzas improbables. Los pasos pequeños, las conexiones que en principio parecen insignificantes, pueden terminar abriendo puertas que nunca habríamos imaginado. No espero que estas palabras cambien su decisión, pero me niego a marcharme de aquí sin haber plantado al menos una semilla de posibilidad.
Nyx se inclinó ligeramente hacia adelante, con una mezcla de respeto y determinación en sus gestos.
-Si en algún momento sus circunstancias cambian, o si ve un resquicio en el que pueda ser de utilidad, estaré listo. Estoy lejos de ser perfecto, pero la persistencia y la lealtad son virtudes que puedo garantizarle, incluso desde la distancia. Por ahora, agradezco su tiempo y su honestidad, que en este mundo valen más que cualquier promesa vacía.
Nyx se enderezó, preparándose para el desenlace de la conversación. En su interior, sabía que había perdido esta batalla, pero también entendía que las derrotas podían ser cimientos para construir algo más fuerte. Con un último vistazo al despacho y a su anfitrión, aguardó la respuesta de Solomon.
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Re: "Countdown" 5

Pagliacci hundió los colmillos y el rostro en aquel cadáver que poco a poco iba adquiriendo un aspecto más parecido al de un cuerpo reseco y momificado. Pasó por su garganta un desagradable sabor a pólvora y a asfalto, el calor de las llamas de una hoguera, el sabor del tabaco. Resonaban en su cabeza gritos de fiestas en los arcenes, disparos al aire, el lejano aroma de un bar de carretera. La Caitiff siguió y siguió, tratando de curar sus propias heridas en el camino y sintiendo que no era capaz de saciarse, como si aquella sangre maldita se escapara de su cuerpo al tiempo que la ingería.
Entonces, recordó.
Pensó en Melinda. En sus compañeros de Coterie si la vieran así. En la primera noche que despertó como una Vampira con el sonido de las olas golpeando las rocas en Ellis Island. Pensó que no tenía territorio propio, que su comportamiento salvaje la alejaba de ser aceptada en la ciudad de Nueva York en la que deseaba establecerse, ser alguien, tener una identidad reconocida.
Pensó en que estaba a punto de drenar el cuerpo de una Nosferatu cualquiera, de un desecho vampírico.
Se avergonzó de sí misma.
Pagliacci empezó a tener arcadas. Parte de la sangre salió de nuevo al exterior en un vómito que salpicó el rostro deshecho de aquella desgraciada que tenía debajo. Quiso llorar. El hambre seguía intacta, apretando como miles de alfileres debajo de cada poro de su piel. Golpeó con rabia el cuerpo muerto que tenía debajo de sí, llenándose de más barro, sangre y agua. Había estado a punto de caer definitivamente a un pozo del que seguramente jamás podría volver a salir.
Entonces, tuvo miedo.

Estaba cerca de uno de los principales aeropuertos del mundo. Podría haber cámaras. Podría haber drones invisibles en medio de la noche. Podría haber sido detectada. Tomó la escopeta y corrió con un aspecto que para cualquiera que la viera podría ser el de la pesadilla de una película de terror. Corrió entre los charcos, tropezando hasta el coche que aquel desgraciado había dejado abandonado y que descansaba sobre la rueda que había alcanzado con sus disparos.
Pagliacci abrió la puerta y se metió en el coche para después cerrar los seguros. El conductor no podría ir muy lejos. Aún así, por la cabeza de la Caitiff empezaron a aparecer las dudas. ¿Sería en realidad una asesina? ¿Se estaba planteando matar a un mortal que seguramente ya se habría llevado de esta noche un trauma de por vida y probablemente una herida de bastante gravedad?
¿En qué se había convertido?
-------------- Montecristo sentía que aquel baño se había convertido en una celda de castigo. Tenía la tentación de sacudir a Hex, y al mismo tiempo se culpaba a sí mismo por tener la sensación de deberle algo. Le decepcionaba que su Sire se hubiera plegado. Que su hermano naciera ya doblegado. Que su Clan siguiera el camino de la dependencia cuando había tanto por lo que luchar fuera de refugios y dominios cada vez más asediados por quienes querían coleccionar estacas colgadas de una pared.
El Tremere sintió el peso de una condenación eterna. No existía finalmente el libre albedrío. Casi desearía estar muerto. Muerto de verdad. Sobrevivir al destino natural de la vida le había llevado a estar al final de una larga cadena. Por mucho que intentara alejarse de ella, al final alguien tiraba al otro lado. ¿Era más libre Sienna al borde de la muerte que él siendo inmortal?
Sacrificio. Para algunos sería una derrota. Montecristo sentía que era una pequeña victoria al final. Quizá, y solo quizá, era la manera también de acabar accediendo a los profundos secretos de su propio Clan. Evitaba ese pensamiento, pero en el fondo lo ansiaba. Sabía que era egoísta. ¿Intentaba simular con un sacrificio por otro ser lo que en realidad era aceptar el camino más directo hacia lo que en el fondo deseaba su corazón muerto?
¿Realmente había ido a Columbia por su propia voluntad o era su Clan quien le había conducido hasta allí después de que se presentara en una de las sedes bajo su influencia en la noche anterior?

Nadie me controlará. El pensamiento cruzó la mente de Montecristo como un latigazo que le dolió en lo más profundo de su alma torturada. Dios sabe por qué motivo en ese momento pensó en Efrain Ellis. En la decepción que sentiría porque se rindiera a un control externo cuando él dedicó tanto tiempo de su vida laboral a partirse la cara por que fuera independiente.
Montecristo retiró lentamente las muñecas. Pero lo dicho, dicho estaba.
- No hay condiciones que puedas poner, querido mío -dice Hex con una voz genuinamente... maternal- La Camarilla sólo acepta la más absoluta lealtad en estos tiempos que corren. Sin nuestra Príncipe Panhard estaríamos todos bajo tierra para siempre.
-------------- Solomon no era de los que cedían.
Nyx podía notarlo de una manera casi primitiva. Ni una palabra más alta que otra, ni un mal gesto, pero una determinación infranqueable. Si los rumores que le rodeaban eran ciertos, el tipo llevaba décadas persiguiendo nazis, levantando un imperio financiero y ayudando a proteger el legado del pueblo judío masacrado desde el inicio de los tiempos. Alguien así, convertido en inmortal, era una pared sin grietas.
Algo habría que tenía que interesarle. En esa línea viajaban los pensamientos desesperados de Nyx. Quizá su rostro transmitió algo de aquella ansiedad, ya que comprobó que Solomon chasqueaba los labios como si estuviera pensando en algún tipo de solución. Quizá había algún último asidero, aunque el judío no tenía intención de abrir la puerta a una colaboración firme como hubiera deseado el Brujah.

Abrió uno de los cajones de aquel viejo escritorio para sacar un bloc de notas y un papel. Nyx miró con curiosidad aquel gesto anacrónico que, sin embargo, no desentonaba con el aspecto general de aquel Patricio. En las noches actuales, escribir a mano había vuelto a convertirse en una sabia actividad para evitar los ojos digitales de la sociedad de la vigilancia.
Isaac Solomon garabateó una dirección, dobló con cuidado el papel y se lo dio a Nyx.
El Brujah leyó de refilón lo que había puesto."1 W 4th St. Susan Rosenstein". Y la firma de Isaac. Nyx comprendió que es cuanto podría sacar de esta conversación: un lugar donde pasar al menos un par de días protegidos. Casi un acto de caridad. Probablemente mejor en todo caso que aquel almacén de motoristas donde había despertado esta pasada noche.
- Mazel tov, señor Parker.
OFF: Ansia Pagliacci 5, Montecristo 3, Nyx 1
Nyx 2 niveles superficiales a la FV
He aplicado una Compulsión de Paranoia al Fallo Bestial de Pagliacci, que en cuanto a interpretación es el motivo por el que se encierra en el coche durante un largo rato
Pagalicci tiene 1 Mácula. 2 dados en la tirada de Remordimiento.
Montecristo tiene 1 Mácula. 2 dados en la tirada de Remordimiento.

-
Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 5
Nyx tomó el papel con una mezcla de gratitud forzada y frustración interna. La firma de Solomon parecía un peso simbólico, un recordatorio de que el Brujah estaba en deuda incluso por lo más básico: un techo temporal. Deslizó el papel con cuidado en el bolsillo interior de su chaqueta y levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Solomon. Su instinto le pedía decir algo más, un último intento de cambiar la percepción del Patricio, pero sabía que insistir más de lo necesario podría cerrarle incluso esa pequeña ventana de oportunidad.
-Mazel tov
Repitió, con un pequeño gesto de asentimiento que buscaba transmitir respeto, aunque la derrota latía bajo la superficie de sus palabras.
Nyx hizo una pausa antes de levantarse, intentando reunir las palabras correctas para cerrar la conversación con algo de dignidad.
-Agradezco su tiempo y este gesto, señor Solomon. Sé que no lo considera una apuesta, pero puedo asegurarle que no lo olvidaré. Si en algún momento llega a necesitar algo que esté en mi alcance, sabrá dónde encontrarme. –Hizo una leve inclinación, intentando mantener la compostura.
Era un intento desesperado de dejar una puerta abierta, por estrecha que fuera. Mientras se dirigía hacia la puerta del despacho, sintió el peso del papel en su bolsillo, un refugio temporal, pero también un recordatorio de lo frágil que era su posición actual.
Antes de girar el pomo de la puerta, se detuvo un instante, como si quisiera añadir algo más, pero finalmente optó por el silencio. Salió del despacho sin mirar atrás, sabiendo que el verdadero desafío empezaría en cuanto cruzara la calle.
Sin más dilación Nyx se dirige a la dirección que le han dado. Todavía esperará a cerciorarse de que no es una trampa para avisar a sus compañeros.
-Mazel tov
Repitió, con un pequeño gesto de asentimiento que buscaba transmitir respeto, aunque la derrota latía bajo la superficie de sus palabras.
Nyx hizo una pausa antes de levantarse, intentando reunir las palabras correctas para cerrar la conversación con algo de dignidad.
-Agradezco su tiempo y este gesto, señor Solomon. Sé que no lo considera una apuesta, pero puedo asegurarle que no lo olvidaré. Si en algún momento llega a necesitar algo que esté en mi alcance, sabrá dónde encontrarme. –Hizo una leve inclinación, intentando mantener la compostura.
Era un intento desesperado de dejar una puerta abierta, por estrecha que fuera. Mientras se dirigía hacia la puerta del despacho, sintió el peso del papel en su bolsillo, un refugio temporal, pero también un recordatorio de lo frágil que era su posición actual.
Antes de girar el pomo de la puerta, se detuvo un instante, como si quisiera añadir algo más, pero finalmente optó por el silencio. Salió del despacho sin mirar atrás, sabiendo que el verdadero desafío empezaría en cuanto cruzara la calle.
Sin más dilación Nyx se dirige a la dirección que le han dado. Todavía esperará a cerciorarse de que no es una trampa para avisar a sus compañeros.
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 5
https://www.youtube.com/watch?v=byQxyqBZbf0
La vampira hundió sus colmillos en la garganta de la orlock, sintiendo como la vitae quemaba su interior, abriéndose paso como un fuego frío a través de su esófago y pulmones, ardiendo como las brasas incandescentes de una forja en la que se templaba su alma. Bebió no sólo sangre, sino también recuerdos. Tragó cada una de las memorias y escenas de una vida cargada con el peso de una maldición insoportable. Pudo sentir el olor de una hoguera, el sabor del tabaco, la sangre de incontables víctimas en manos de la rata de cloaca. Sintió su crueldad, pero también su sed, un eco que resonaba en ella misma.
Con cada escena que atravesaba sus dientes y llenaba las venas de la periodista con sangre robada, retrocedía rápidamente en la no-vida y vida de su víctima, hasta que llegó a su abrazo, pudo sentir el mismo pánico que ella había sentido, la misma confusión. Pudo ver su carne retorcerse bajo el peso de la enfermedad, marcas ineludibles que desfiguraron su rostro. Las imágenes pasaron, entonces, a ser las de una mujer bajo la luz. Escuchó su risa. Sintió el calor del Sol acariciándola en invierno, mientras paseaba por una calle vacía de Nueva York.
Por un instante, hundida en los recuerdos de otra persona cuya misma esencia estaba devorando, sintió compasión por ella. ¿Qué estaba haciendo? Se echó a temblar mientras vomitaba la misma sangre que había ingerido. Dejó caer el cuerpo de su víctima, desgarrada, mutilada, devorada y profanada y se miró a sí misma. Se vió cubierta de negra vitae, propia y ajena, sus ojos quemaban la oscuridad a su paso, dejando a la vista el desastre que había provocado, la masacre que había desatado un monstruo, alguien, ella.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Temblando en el coche, se aferraba a esa frase mientras pensaba en todas las cosas que había hecho y que podían salir mal. Sus huellas estaban por todas partes, en la sangre, en la escopeta, en la ropa, en el sedán. El autocar lo había inmovilizado ella misma, la furgoneta estaba tan cubierta de las vísceras y la sangre de la primera víctima que llamaba demasiado la atención. Un hombre, al que había disparado, se arrastraba por el pantano, habiendo presenciado su momento más salvaje, más inhumano, más bestial.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
No podía pedir ayuda por teléfono, los repetidores de señales lo registrarían en esa posición. No podía esperar, en cualquier momento llegaría la banda, mafia o criminales para los que trabajaba aquel conductor. Quizás ya los hubiera llamado, mientras huía de allí. Quizás se tratara, incluso, de la Mano Negra. El eco de la violencia y los asesinatos que había cometido, dos vástagos aniquilados, no le alejaba demasiado de la Espada de Caín. Pensó en su sire.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Los temblores sacudían su carne fría, mientras el miedo y el hambre roían sus entrañas. No iba a dejarse caer en el mismo pozo en el que había visto caer a tantos vástagos en las últimas décadas. Ningún chupasangres era inocente, pero tampoco quería convertirse en una psicópata, en una asesina. No mataría al superviviente de la masacre, si lo encontraba, le borraría la memoria. Pero antes, debía proteger a Melinda, todo aquel baño de sangre había sido por ella. Pensó en el aspecto que tenía, no quería asustarla. Caminó hacia la furgoneta y, antes de abrir la puerta, bebió profundamente de la sangre fría del encapuchado. No podría perder el control, otra vez.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Bebió de su primera víctima cainita hasta calmar su sed, de aquel despojo encapuchado al que le había vaciado los intestinos y, además, había recibido un disparo. Después, abrió la puerta de la furgoneta, los goznes protestaron con un chirrido oxidado. Se fijó en la figura atada cuya silueta dibujaba la luz lunar. Rezó porque fuera Melinda. Rezó porque estuviera viva...
La vampira hundió sus colmillos en la garganta de la orlock, sintiendo como la vitae quemaba su interior, abriéndose paso como un fuego frío a través de su esófago y pulmones, ardiendo como las brasas incandescentes de una forja en la que se templaba su alma. Bebió no sólo sangre, sino también recuerdos. Tragó cada una de las memorias y escenas de una vida cargada con el peso de una maldición insoportable. Pudo sentir el olor de una hoguera, el sabor del tabaco, la sangre de incontables víctimas en manos de la rata de cloaca. Sintió su crueldad, pero también su sed, un eco que resonaba en ella misma.
Con cada escena que atravesaba sus dientes y llenaba las venas de la periodista con sangre robada, retrocedía rápidamente en la no-vida y vida de su víctima, hasta que llegó a su abrazo, pudo sentir el mismo pánico que ella había sentido, la misma confusión. Pudo ver su carne retorcerse bajo el peso de la enfermedad, marcas ineludibles que desfiguraron su rostro. Las imágenes pasaron, entonces, a ser las de una mujer bajo la luz. Escuchó su risa. Sintió el calor del Sol acariciándola en invierno, mientras paseaba por una calle vacía de Nueva York.
Por un instante, hundida en los recuerdos de otra persona cuya misma esencia estaba devorando, sintió compasión por ella. ¿Qué estaba haciendo? Se echó a temblar mientras vomitaba la misma sangre que había ingerido. Dejó caer el cuerpo de su víctima, desgarrada, mutilada, devorada y profanada y se miró a sí misma. Se vió cubierta de negra vitae, propia y ajena, sus ojos quemaban la oscuridad a su paso, dejando a la vista el desastre que había provocado, la masacre que había desatado un monstruo, alguien, ella.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Temblando en el coche, se aferraba a esa frase mientras pensaba en todas las cosas que había hecho y que podían salir mal. Sus huellas estaban por todas partes, en la sangre, en la escopeta, en la ropa, en el sedán. El autocar lo había inmovilizado ella misma, la furgoneta estaba tan cubierta de las vísceras y la sangre de la primera víctima que llamaba demasiado la atención. Un hombre, al que había disparado, se arrastraba por el pantano, habiendo presenciado su momento más salvaje, más inhumano, más bestial.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
No podía pedir ayuda por teléfono, los repetidores de señales lo registrarían en esa posición. No podía esperar, en cualquier momento llegaría la banda, mafia o criminales para los que trabajaba aquel conductor. Quizás ya los hubiera llamado, mientras huía de allí. Quizás se tratara, incluso, de la Mano Negra. El eco de la violencia y los asesinatos que había cometido, dos vástagos aniquilados, no le alejaba demasiado de la Espada de Caín. Pensó en su sire.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Los temblores sacudían su carne fría, mientras el miedo y el hambre roían sus entrañas. No iba a dejarse caer en el mismo pozo en el que había visto caer a tantos vástagos en las últimas décadas. Ningún chupasangres era inocente, pero tampoco quería convertirse en una psicópata, en una asesina. No mataría al superviviente de la masacre, si lo encontraba, le borraría la memoria. Pero antes, debía proteger a Melinda, todo aquel baño de sangre había sido por ella. Pensó en el aspecto que tenía, no quería asustarla. Caminó hacia la furgoneta y, antes de abrir la puerta, bebió profundamente de la sangre fría del encapuchado. No podría perder el control, otra vez.
Una bestia soy, para en una bestia no convertirme.
Bebió de su primera víctima cainita hasta calmar su sed, de aquel despojo encapuchado al que le había vaciado los intestinos y, además, había recibido un disparo. Después, abrió la puerta de la furgoneta, los goznes protestaron con un chirrido oxidado. Se fijó en la figura atada cuya silueta dibujaba la luz lunar. Rezó porque fuera Melinda. Rezó porque estuviera viva...