Webvampiro

Eurídice, con una delicadeza sorprendente, comienza a pasar algunas páginas con su pico. Partiendo de aquélla de la que has retirado la carta, pero antes que puedas retirar el pergamino, ella se ha detenido en un capítulo particular.

Efectos secundarios de la peste en niñas y niños:
En algunas ocasiones, en conjunto con los cuadros de infección, se presentan marcadas tendencias a mostrar modificaciones conductuales asociadas a la posesión demoníaca. Por ello, se recomienda llevar a la persona infectada con un sacerdote para que tenga a bien revisarle y determinar la presencia de algún tipo de alteración espiritual. En ocasiones, un exorcismo, suele ser útil para completar el proceso de sanación.

Con una mirada rápida pareces comprender el mensaje de aquella gaviota venida, literalmente, de los cielos. Con su pico, busca entre las ramas y hojas que Museo había quitado de su cabello y extrae uno muy delgado. A saltitos se monta en tu regazo y te hace mirarlo detenidamente: ¡está cambiando de color ante tus ojos y de regreso al original!

Algo sobrenatural ha caído sobre el pobre, algo que va más allá de las miradas lascivas de sus compañeras o del aprovechamiento que podría haber de su inocencia por parte de Elizabeta o sus secuaces. Lo meditas un momento, mientras Eurídice deja suavemente el cabello en tu mano antes de emprender el vuelo. Levantas la vista para notar que, en lugar de tomar rumbo a Venecia, se marcha en sentido contrario: hacia Florencia.

Mensajes divinos, apilándose unos sobre otros. Yo misma le había dicho a Angelino que Eurídice era la gaviota que nos apunta a dónde ir ¿Cierto?, pero ¿podré con tanta facilidad abandonar a mi madre? Y lo que es más… ¿es el momento correcto para dejar solo a Museo?

No. No solo. Tiene a su familia. La familia que conoce como suya. Pero solamente yo, con la sabiduría prestada de Eyzaguirre, sé lo que le sucede… ¿verdad?

Es difícil. Si abandono Venecia definitivamente, dejaré muchos asuntos pendientes, y lo haré con muchas dudas ¿Qué contiene el pergamino que a Angelino le produjo tanto sacrificio?

...¿Y qué hay de Orfeo? ¿a pesar de su pedido explícito, estoy simplemente supuesta a actuar como si nada? ¿a olvidarme de él?

Quizás de momento me conviene seguir con mis planes: ir a Padua a buscar a la anciana Perséfone. Luego podré planear mis otros movimientos

Miro los contenidos de mi bolso: allí tengo una serie completa de herramientas de cerrajería. También dinero para el carrero en ida y vuelta a Padua, la carta del escribano Dandolo, el perfume que Elizabeta me ha dado, sin abrir… y un almuerzo sencillo que me he preparado.

Iré a Florencia, sí. Por lo menos a hacer una visita. Pero cuando lo hiciere, será mejor preparada, y quizás después del regreso de Giancarlo. De momento tendré que retomar mi camino con rumbo hacia la entrada de Venecia. Pero antes me pongo a leer la carta.

La carta es bastante breve, desde Padua la pluma diligente de Perséfone te extiende una cordial invitación a su centésimo cumpleaños. Te restriegas los ojos y lees de nuevo… ¡quá ha vivido 100 primaveras esta mujer! ¿Qué le llevarás? ¿y cómo lo conseguirás, que ya es jueves y te tomará tiempo poder coordinar el viaje saliendo mañana viernes temprano para llegar antes del atardecer? La celebración comenzará justo al ocaso, todo corre prisa.

Otra vez, otra vez… muchas cosas y muy poco tiempo. Vuelves a plegar el pergamino y, al ponerlo en el sobre, notas que al reverso hay algunas notas. Parecen las piezas faltantes de tu árbol genealógico, luce todavía más completo que el que tu madre escondía en la pata de la bañera de bronce. Sí, siguen apilándose las señales divinas, una tras otra. Ya te sientes bastante aplastada y te dan ganas de tener las alas de Eurídice para volar lejos. O, al menos, la convicción de Orfeo para seguir insistiendo en que debes dejarlo ir.

Dudas de si estás viva o muerta, todo parece demasiado brutal y te empuja maravillosamente a correr por el sendero. Sin darte cuenta, sigues con el pergamino en la mano al llegar al muelle y embarcarte. La entrada de Venecia surge justo frente a tus ojos. Entonces, finalmente, atinas a guardar la carta en el sobre y la repones dentro del morral.

Finalmente he obtenido un árbol familiar mucho más completo, no solo de mi familia extendida paterna, sino incluso del lado de mi madre ¡La anciana realmente parece saberlo todo! La pregunta de qué ocurrió alrededor del tío Apolo sigue en pie, pero parecería que tengo muchas más herramientas para armar el rompecabezas. No descarto la posibilidad de que sea una omisión deliberada

Supongo que dejaré la visita a Perséfone para mañana. Apuesto que habrá muchísima gente. Tendré que pensar en un buen regalo, siendo sus 100 años. Y dudo que ella tenga demasiado uso para lo que yo hago mejor.

Observo el pañuelo nuevamente ¿Por que razón mi madre le podría haber dado ésto a Calíope? ¿qué clase de conversación pueden haber tenido?

Pues, si ya he llegado hasta aquí, sería un desperdicio volver sin más. Empiezo a dirigirme camino al monasterio.

El gondolero ni siquiera se detiene a recibir tu pago por el viaje, desaparece tan rápido como pones un pie en la isla. De hecho sus pertigazos iban demasiado rápido, como presa de algún temor subyacente. Como si llevarte ha sido un pésimo error y quiere hacer parecer que nunca te hubo encontrado.

Lo cierto es que el monasterio parece demasiado silencioso. Debería estar terminando la misa de matines, pero nada… ni un murmullo. Cruzas el patio sin ver a algún monje y te diriges directamente a la celda de tu madre.

¡La puerta está abierta! Parece haber sido destruída a golpes. Todo en el interior es un verdadero caos, los muros llenos de garabatos, la cama desvencijada con sus soportes en dirección vertical y las cobijas formando un extraño monolito de talas. Las almohadas están colgando del candelabro en el techo y, por más que buscas y rebuscas. Ninguna señal de Perséfone Perugi, de doble linaje aristocrático.

Presa del pánico, comienzas a deambular habitación por habitación. Todas vacías y cerradas, sin que tengan pasada llave. Como si, por un momento, este lugar se ha convertido en un monasterio fantasma. Ni una sola alma deambulando por todo los rincones. Ni en el refectorio, ni en la cocina, ni en el comedor ni en la oficina del abad… ¡Nada! Como si todo el mundo decide irse de un plumazo.

Regresas al acceso principal y contemplas toda la estructura, pasmada por varios minutos. Hasta que, de pronto, escuchas las campanadas del fin de la misa de matines. Como que un lapso de tiempo te ha sido arrebatado. Ha pasado, según tu cronocepción, al menos una hora de recorrido por cada rincón de la isla. La capilla estaba completamente vacía, pero ahora… ¡llena de monjes que te saludan al salir!

Buon giorno, signora Anaís.

Escuchas una y otra vez, hasta que el abad termina por hacerte salir de tu enrevesado trance.

Buon giorno, signora Anaís. Es muy agradable la sorpresa de vuestra visita, podríais haber enviado un pequeño mensaje avisando que vendrías. Lamento informaros que, vuestra madre ha sido trasladada a Padua. Recomendación del físico que la ha venido a ver regularmente desde hace una semana. La signora Caliope Polo vino a visitarla un poco antes, pudo conversar con ella con una lucidez increíble. Ha sido un verdadero milagro. Si queréis os puedo indicar la dirección, es una casona rural cerca del bosque de los campos DiPonti… tengo también un pequeño mapa para ofreceros.

Con todos los monjes a mi alrededor, tengo una sensación que me es completamente familiar: la de estar sola y completamente rodeada. Me trae recuerdos de mis últimos encuentros con la guardia veneciana y, aunque los hermanos no porten alabardas y no muestren hostilidad, me es imposible evitar sentirme un poco indefensa en esta situación.

Así que, aunque estoy bastante segura de que me están mintiendo y que mi madre podría haber sido llevada a la fuerza… no los cuestiono.

Buon giornio, e scusi respondo ¿Una casona rural? ¿quizás algo parecido a la casa de la anciana Perséfone? La verdad es que no tenía planeado venir aquí hoy, pero como estaba cerca decidí pasar. No creo que vaya a necesitar el mapa, pero le agradecería la dirección. Justamente hoy estaba pensando en visitar Padua. Parece que mis planes han cambiado nuevamente. Oh, pero más allá de éso, parece que mi gondolero se ha marchado mientras yo estaba adentro. Si pueden acercarme al muelle les estaría muy agradecida.

El abad sigue luciendo muy sincero al mirarte y al hablar, pero sigues dudando de su honestidad. Para tu grata sorpresa, te explica que tu madre está efectivamente en la casa de Perséfone. Ella y la matriarca compartiendo el mismo espacio. O, de verdad es un milagro gigantesco… o es el mejor engaño inventado por Elizabeta para seguir poniéndote en aprietos.

¿Cómo podrías saberlo sin caer, otra vez, redondilla en alguna trampa? Imposible sin marchar hasta allá para dilucidar todas tus dudas. Especialmente sobre un monasterio completo dispuesto a ocultar la verdad, ¿tan profundo ha llegado el mal en Venecia que hasta los hombres más píos han caído al abismo del inframundo, movidos por sus pasiones más oscuras?

Uno de los monjes, tras un gesto del abad, te invita a cruzar el patio y salir por una puerta lateral que lleva a un pequeño embarcadero. El mismo te lleva hasta el centro de diligencias para que puedas verificar el itinerario de viajes a Padua y así poder programarte. Como lo esperabas, mantiene su lejanía a los puntos de control y a todas las góndolas que parezcan oficiales. Te lleva como un cargamento ilegal y muy valioso a la vez, pues parece murmurar rezos de protección.

Tras agradecerle, desaparece tan rápido como el gondolero. Quizás debería ser la hora de acostumbrarte a que algunas personas quieran ayudarte, pero tratando de ocultar que así ha sido. En la oficina está el tablón de anuncios con los horarios de salida para mañana: al mediodía y una hora antes del ocaso. Te extraña que no haya salida al alba, como cuándo fuiste a tu cita con DiPonti. Quizás puedas hacer la reserva desde ya o, al menos, verificar si estarán en disposición de subirte a algún carruaje… en caso que te reconocieren.

Nuevamente, para obtener respuestas hay que indagar. Una pregunta a la vez, las respuestas ya llegarán. O, claro, volver sobre tus pasos y quedar muy mal al ausentarte al cumpleaños al que tan amablemente te han invitado. Te sorprendes a ti misma pensando en alguna excusa, pero entras rápidamente en razón: nobleza obliga.

…Bueno, en definitiva, que ambas Perséfones estén juntas es algo bueno… ¿cierto? Rodeada de la gran familia Polo sé que mi madre estará cuidada. Y es sospechoso, cierto. Pero también podría ser otro mensaje , verdad? Elizabeta se ha metido demasiado en mi cabeza, a esta altura. Quizás no es correcto pensar que todo lo que me sucede es acorde a un plan de ella. Después de todo, había sido mi propia decisión ir a Padua, antes de tener el motivo de que mi madre estaría allí o de recibir la invitación para el cumpleaños.

Ya se me ha ocurrido un regalo perfecto para la anciana: algún instrumento musical, que alguien de su familia pueda tocar en las fiestas. No poder ir a Venecia me quita la posibilidad de comprarlo allí, así que tendré que hacerlo en la misma Padua, antes de ir a visitarla.

Pero antes de comenzar el viaje, tendré que planear cuándo llegar. Mañana salir al mediodía ya podría ser demasiado tarde, y la mujer se podría ofender. No, debería ir hoy mismo. Pero antes debo volver a casa, almorzar y, así, traer más dinero para comprar el regalo.

Reviso el tablón de anuncios, para verificar que haya algún viaje para hoy mismo, más tarde.

La providencia se manifiesta haciendo que tu plan funcione perfectamente, tras regresar a almorzar con otro gondolero que parece dejarte como estar llevando la peste en forma de mujer, llegas a tiempo para tomar la diligencia que sale hacia Padua hoy una hora antes del ocaso.

El tiempo se desvanece, llegando a Padua en medio de la noche. Algunas luces en el centro urbano te permiten llegar hasta el sector en que se hallan las posadas. Miras los nombres sin poder deducir cuál es más divertido:

Jolgorio y velorio
Cuándo me acuerde, te lo diré
Al fondo del pasillo
Qué toda brujería se desvanezca
Una noche para ti

Al revisar cada una, para comprobar precios y características de las habitaciones, vas tomando nota de todo.

Jolgorio y velorio: 1 ducado con desayuno, habitaciones con agua fresca para lavarse, pero sin cortinas ni música.
Cuándo me acuerde, te lo diré: 2 ducados sin desayuno, habitaciones con agua tibia al alba, con cortinas delgadas y una obra de teatro que pasa la gorra al final de la función.
Al fondo del pasillo: 1 ducado con desayuno, habitaciones pequeñísimas con apenas una cama que es muy blanda y está perfumada, sin ventanas y letrinas detrás del edificio.
Qué toda brujería se desvanezca: 2 ducados con cena y desayuno, habitaciones con agua fresca y jabón, pero sin cortinas y las ventanas son fijas sin posibilidad de abrirlas.
Una noche para ti: 3 ducados con servicio de compañía amorosa que se retira antes del desayuno, habitaciones con agua fresca y jabón, cortinas de seda, sin música ni teatro.

Te quedas un momento decidiendo en cuál alojarás, mientras observas que hay una tienda de cachivaches que tiene algunos instrumentos musicales a la vista. Un aviso indica que el servicio es desde después del desayuno hasta el mediodía. El nombre del establecimiento si que te hace estremecer: Tobogán al inframundo.

Me entretengo observando las opciones y me tomo mi tiempo analizándolas. Ciertamente Una noche para ti es barata, considerando lo que ofrece... pero no es lo que busco. Por lo menos no ahora mismo. Decido que mi mejor opción es Que toda brujería se desvanezca; ya que es la única con servicio de cena y, que además, me dará la posibilidad de lavarme antes de ir al cumpleaños. Dos ducados me parece un poco caro pero, por otra parte, nunca antes había necesitado alquilar una habitación de posada.

Y considerando las circunstancias, siempre podría vivir con menos brujería en mi vida. Quizás éste tipo de establecimiento ahuyente a gente como Elizabeta.

¿Tobogán al inframundo? Un curioso nombre, para una tienda así. No imagino que pueda convencer a tantos clientes, pero tiene lo que yo quiero. Así que me aseguraré de pasar mañana por la mañana, pues no querría retrasarme.

Webvampiro

Interdicta plena: Morte'nte caligine

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