La mujer torció el gesto, apenada.
- Ahora mismo no puedo mirarlo -dijo-. Yo tengo autorización para ver las cámaras en directo. De hecho, las grabaciones de las cámaras no se realizan aquí. Pero si llamamos a la policía y hay una denuncia, la empresa pondrá a disposición de la policía las grabaciones. No te preocupes por eso.
Sacó su teléfono móvil y se dispuso a llamar.
(C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
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Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Mientras veía llamar a la mujer y el cabreo terminaba de disiparse, comenzó a pensar con horror que aquella persona que le había robado el móvil tenía toda su vida en sus manos. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
- Señora, tengo un poco de prisa tengo que ir a recoger a un familiar pero, ¿puedo volver luego? No lo puedo dejar en la estación. O si no me paso para poner una denuncia en comisaría. Cóbreme el ticket y luego vuelvo. De verdad, muchísimas gracias pero tengo que marcharme.
Le tendió el ticket para que se lo cobrase.
- ¿No sabrá usted dónde hay por aquí una cabina para hacer una llamada?
- Señora, tengo un poco de prisa tengo que ir a recoger a un familiar pero, ¿puedo volver luego? No lo puedo dejar en la estación. O si no me paso para poner una denuncia en comisaría. Cóbreme el ticket y luego vuelvo. De verdad, muchísimas gracias pero tengo que marcharme.
Le tendió el ticket para que se lo cobrase.
- ¿No sabrá usted dónde hay por aquí una cabina para hacer una llamada?
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
La mujer colgó, algo confundida.
- Bueno, si no se queda, no debería llamar a la Policia -dijo-. Lo suyo es que hable usted con ellos. Yo le sello el ticket sin problema, puede presentar la denuncia si quiere en comisaría, pero quizás sea todo más lento.
Miró el ticket y lo cogió.
- Dame un segundo -introdujo el ticket en la máquina y luego colocó una llave en la máquina, girándola. Dos segundos después, el ticket estaba sellado. Se lo devolvió a Eva-. No hace falta que pagues nada, pero no lo dejes pasar... Lo mejor es que denuncies cuanto antes.
Le tendió el teléfono.
- Si quieres, puedes llamar desde mi teléfono.
- Bueno, si no se queda, no debería llamar a la Policia -dijo-. Lo suyo es que hable usted con ellos. Yo le sello el ticket sin problema, puede presentar la denuncia si quiere en comisaría, pero quizás sea todo más lento.
Miró el ticket y lo cogió.
- Dame un segundo -introdujo el ticket en la máquina y luego colocó una llave en la máquina, girándola. Dos segundos después, el ticket estaba sellado. Se lo devolvió a Eva-. No hace falta que pagues nada, pero no lo dejes pasar... Lo mejor es que denuncies cuanto antes.
Le tendió el teléfono.
- Si quieres, puedes llamar desde mi teléfono.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
La amabilidad de esa mujer a la que había llamado cutre antes, para sus adentros, le hizo sentir bastante mal. Le sonrió con auténtico agradecimiento y tomó el ticket y el móvil que le tendía.
- Muchísimas gracias, señora
Acto seguido iba a hacer una llamada a la compañía telefónica para ver si podía bloquear la tarjeta del teléfono y, por supuesto, la línea. Esperaba que el teléfono de la buena señora no fuera de prepago. A ver si tenía suerte y era algo rapidito. Después de eso, iba a continuar con la rutina que se había establecido la noche anterior pero, pasando por una cabina para poner sobre aviso a su padrino. De camino a la Biblioteca Nacional, iba a pasar por una tienda de telefonía para gastarse más dinero en esa ruina de trabajo.
- Muchísimas gracias, señora
Acto seguido iba a hacer una llamada a la compañía telefónica para ver si podía bloquear la tarjeta del teléfono y, por supuesto, la línea. Esperaba que el teléfono de la buena señora no fuera de prepago. A ver si tenía suerte y era algo rapidito. Después de eso, iba a continuar con la rutina que se había establecido la noche anterior pero, pasando por una cabina para poner sobre aviso a su padrino. De camino a la Biblioteca Nacional, iba a pasar por una tienda de telefonía para gastarse más dinero en esa ruina de trabajo.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Tras hablar unos 15 minutos, Eva tuvo que dar sus datos como tres veces. Parecía que iba a conseguir saber dónde estaba su teléfono... pero no tuvo tanta suerte.
El teléfono estaba fuera de servicio y no era localizable.
El teléfono estaba fuera de servicio y no era localizable.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
- Muchísimas gracias, señora. Cuídese mucho - le respondió a la mujer, devolviéndole el móvil antes de despedirse. -Que tenga un buen día.
Había sido el primer trámite infumable del día. No es que fuera a preveer un día tranquilo pero esto era ya pasarse de rosca. ¿Cuántos días llevaba? ¿Apenas 3? Y ya le había pasado más de una cosa sospechosa. Lo que más le ponía los vellos de punta es que quién fuera había estado a su lado, mientras ella dormía arrebujada en el asiento de atrás. Era de lo más escalofriante. Imaginarlo... La acojonaba aún más. A ese paso no llegaba al día 20 del plazo pero, ¿qué iba a hacer? ¿A dónde iba a ir? ¿Cómo la había encontrado? Si ella misma había dado vueltas por la carretera sin saber a dónde iba y luego fue por un lugar que no pasaba cerca de la Finca. Tenía que llamar a su padrino ya. Lo mismo era una cobarde de mierda pero tenía ahora mismo los ovarios por corbata.
Eva regresó al coche, se acercó el termo con los restos de café frío del día anterior y se sirvió una taza. Le daba igual la temperatura. Necesitaba despejarse. Dejó la taza en el asiento de al lado para ir dándole sorbos. En cuanto salió del parking para notar el sol en la cara, el frío sobrecogedor que se le había instalado en las tripas pareció disolverse un poco. Estaba comenzando a pensar en La Finca como un lugar terrorífico. Fue como todos los días y aparcó, tras una visual en busca de la moto negra donde todos los días.
Bajó del coche. Se aseguró de cerrarlo bien y se dirigió hacia el maldito árbol para retirar la cámara. Podría ver las imágenes de la tarjeta SD y tras eso no volvería en una temporada. Esperaba dejarle claro a quien fuera que se había retirado del juego y la dejara en paz.
Eva realizó el trabajo de desmontaje ya de forma rutinaria. Se llevó consigo la escalera porque no pensaba pasar por allí en una temporada. Tras asegurarla en la vaca, regresó a la librería. No le sucedió nada relevante mientras regresaba y si lo hubiera hecho, debería ser algo realmente impactante para dejar de pensar en quién estaba siguiéndola por las noches.
Tras darse una buena ducha, cambiarse de ropa y servirse un copioso desayuno bien regado con café extra fuerte, decidió que ya era hora de ver las imágenes de la cámara. No iba a ver las 12 horas seguidas en tiempo real, iba a ir pasando más o menos deprisa hasta que localizar algo de movimiento de entrada o salida de la casa y la vida que pudiera verse dentro. Después del primer visionado necesitó un par más para asegurarse, incluso hacia atrás pero allí no había nada. No había movimiento, ni luces encendidas, ni coches o personas entrando. Por muy rico o teletrabajador que fueras siempre había algo que delataba que la casa tenía habitantes: un pizzero llevando una cena caprichosa, una pareja o amigos entrando o saliendo, una mascota, incluso, si no tenías a nadie el repartidor de Amazon o una vuelta que te apeteciera dar pero es que nada. Ni cuando había puesto la cámara durante el día, ni durante la noche.
Se levantó para rellenar la taza de más café humeante de una cafetera de aluminio. Mientras vertía el líquido negro rememoraba algo que no estaba grabado en video, los cinco segundos de la primera noche en los que vio una figura masculina en la ventana. ¿Cómo podría cuadrar eso?
Mientras se planteaba estas cuestiones, subió una copia de seguridad a tres drives personales que le pertenecían. Le dio tiempo de terminarse el café, de vestirse, colgarse el bolso del hombro y salir rumbo a la Biblioteca Nacional dando un paseo. Hasta que no llegó a la puerta de la Biblioteca Nacional no le vino una teoría a la mente: no era la primera residencia de Daniel Cortes, la casa estaba vacía y la primera noche, la figura que vislumbró fue la de su competencia. Mientras ella estaba comenzando a reconocer el terreno, él se le había adelantado y se había hecho ya con el libro. Por el camino, lo mismo no la seguía si no que compartieron dirección durante un rato o lo mismo en algún momento la detectó cuando solaparon sus trabajos. Es posible que le hubiera puesto algún dispositivo al 600, al fin y al cabo no era un coche muy común, y que la estuviera siguiendo hasta el parking, donde le robó el móvil porque creía que le habría grabado o captado algún cabo suelto de su trabajo. No podía explicarse otra cosa.
En cuanto saliera de la Biblioteca iría por un móvil. Dudaba entre ir a denunciar o volver a La Finca. Podía entrar durante un breve apagón pero quizás la noche le favoreciera más pero temía que su amigo la detectara husmeando entre los restos de su trabajo. Sea como fuere, era el momento de dirigirse a información.
- Hola, buenas. Me gustaría saber si es posible consultar una copia de Cien años de soledad, una primera edición deteriorada donada por Lorenzo Castillo - se dirigió, al recepcionista.
Había sido el primer trámite infumable del día. No es que fuera a preveer un día tranquilo pero esto era ya pasarse de rosca. ¿Cuántos días llevaba? ¿Apenas 3? Y ya le había pasado más de una cosa sospechosa. Lo que más le ponía los vellos de punta es que quién fuera había estado a su lado, mientras ella dormía arrebujada en el asiento de atrás. Era de lo más escalofriante. Imaginarlo... La acojonaba aún más. A ese paso no llegaba al día 20 del plazo pero, ¿qué iba a hacer? ¿A dónde iba a ir? ¿Cómo la había encontrado? Si ella misma había dado vueltas por la carretera sin saber a dónde iba y luego fue por un lugar que no pasaba cerca de la Finca. Tenía que llamar a su padrino ya. Lo mismo era una cobarde de mierda pero tenía ahora mismo los ovarios por corbata.
Eva regresó al coche, se acercó el termo con los restos de café frío del día anterior y se sirvió una taza. Le daba igual la temperatura. Necesitaba despejarse. Dejó la taza en el asiento de al lado para ir dándole sorbos. En cuanto salió del parking para notar el sol en la cara, el frío sobrecogedor que se le había instalado en las tripas pareció disolverse un poco. Estaba comenzando a pensar en La Finca como un lugar terrorífico. Fue como todos los días y aparcó, tras una visual en busca de la moto negra donde todos los días.
Bajó del coche. Se aseguró de cerrarlo bien y se dirigió hacia el maldito árbol para retirar la cámara. Podría ver las imágenes de la tarjeta SD y tras eso no volvería en una temporada. Esperaba dejarle claro a quien fuera que se había retirado del juego y la dejara en paz.
Eva realizó el trabajo de desmontaje ya de forma rutinaria. Se llevó consigo la escalera porque no pensaba pasar por allí en una temporada. Tras asegurarla en la vaca, regresó a la librería. No le sucedió nada relevante mientras regresaba y si lo hubiera hecho, debería ser algo realmente impactante para dejar de pensar en quién estaba siguiéndola por las noches.
Tras darse una buena ducha, cambiarse de ropa y servirse un copioso desayuno bien regado con café extra fuerte, decidió que ya era hora de ver las imágenes de la cámara. No iba a ver las 12 horas seguidas en tiempo real, iba a ir pasando más o menos deprisa hasta que localizar algo de movimiento de entrada o salida de la casa y la vida que pudiera verse dentro. Después del primer visionado necesitó un par más para asegurarse, incluso hacia atrás pero allí no había nada. No había movimiento, ni luces encendidas, ni coches o personas entrando. Por muy rico o teletrabajador que fueras siempre había algo que delataba que la casa tenía habitantes: un pizzero llevando una cena caprichosa, una pareja o amigos entrando o saliendo, una mascota, incluso, si no tenías a nadie el repartidor de Amazon o una vuelta que te apeteciera dar pero es que nada. Ni cuando había puesto la cámara durante el día, ni durante la noche.
Se levantó para rellenar la taza de más café humeante de una cafetera de aluminio. Mientras vertía el líquido negro rememoraba algo que no estaba grabado en video, los cinco segundos de la primera noche en los que vio una figura masculina en la ventana. ¿Cómo podría cuadrar eso?
Mientras se planteaba estas cuestiones, subió una copia de seguridad a tres drives personales que le pertenecían. Le dio tiempo de terminarse el café, de vestirse, colgarse el bolso del hombro y salir rumbo a la Biblioteca Nacional dando un paseo. Hasta que no llegó a la puerta de la Biblioteca Nacional no le vino una teoría a la mente: no era la primera residencia de Daniel Cortes, la casa estaba vacía y la primera noche, la figura que vislumbró fue la de su competencia. Mientras ella estaba comenzando a reconocer el terreno, él se le había adelantado y se había hecho ya con el libro. Por el camino, lo mismo no la seguía si no que compartieron dirección durante un rato o lo mismo en algún momento la detectó cuando solaparon sus trabajos. Es posible que le hubiera puesto algún dispositivo al 600, al fin y al cabo no era un coche muy común, y que la estuviera siguiendo hasta el parking, donde le robó el móvil porque creía que le habría grabado o captado algún cabo suelto de su trabajo. No podía explicarse otra cosa.
En cuanto saliera de la Biblioteca iría por un móvil. Dudaba entre ir a denunciar o volver a La Finca. Podía entrar durante un breve apagón pero quizás la noche le favoreciera más pero temía que su amigo la detectara husmeando entre los restos de su trabajo. Sea como fuere, era el momento de dirigirse a información.
- Hola, buenas. Me gustaría saber si es posible consultar una copia de Cien años de soledad, una primera edición deteriorada donada por Lorenzo Castillo - se dirigió, al recepcionista.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Frente al mostrador, había un hombre delgado con unas gafas finas de metal. Estaba bien afeitado y su pelo estaba peinado con la raya a un lado. Llevaba una camisa a rayas metida por dentro de unos pantalones chinos, que estaban bien sujetos con un cinturón negro de cuero.
- Buenos días -respondió, muy bajito, con apenas un susurro-. La copia donada la tenemos fuera en determinadas temporadas, pero actualmente no se encuentra en exposición.
Sonrió, anodino.
- Sin embargo, tenemos digitalizada la obra. Puede acceder a ella desde uno de los puestos tecnológicos.
- Buenos días -respondió, muy bajito, con apenas un susurro-. La copia donada la tenemos fuera en determinadas temporadas, pero actualmente no se encuentra en exposición.
Sonrió, anodino.
- Sin embargo, tenemos digitalizada la obra. Puede acceder a ella desde uno de los puestos tecnológicos.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Durante un momento, se había sumido en la más profunda de las miserias, pero luego fue capaz de llenarla de una radiante alegría que le iluminó el rostro con una sonrisa. ¡Sí, joder, sí! Por fin parecía que algo le iba a salir bien. ¡Sí!
- ¡Qué bien! - exclamó - ¿Podría indicarme dónde se encuentran esos puestos?
- ¡Qué bien! - exclamó - ¿Podría indicarme dónde se encuentran esos puestos?
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
El hombre, sin perder la sonrisa, y hablando un poco más bajito (para que se diera por aludida).
- Sí, se accede desde aquel pasillo -señaló hacia su izquierda.
- Sí, se accede desde aquel pasillo -señaló hacia su izquierda.
Siempre hay múltiples caminos para llegar a un destino: algunos empedrados, algunos asfaltados, otros son caminos que atraviesan bosques y otros se sumergen bajo las montañas. Cualquiera que sea el camino, el mío siempre es el de la no espada.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Eva salió volando hacia la dirección que le indicaba el amable funcionario gris. Dejó tras de sí un "Muchas gracias. Que tenga un buen día" volando en el aire tras ella.
Involuntariamente, esa mañana había terminado vestida como una auténtica hipster. Con unas converse (de imitación que no estaba para derrochar con marcas, unos pantalones anchos muy setenteros (de mercadillo) y una camiseta que le había regalado su padre hacía bastante, cuando el barrio comenzó a poblarse de culturetas y empezaron a surgir tiendas bastante curiosas, con el retrato de Oscar Wilde y en la que rezaba "Born to be Wilde" alrededor como si fuera una estrella de rock. Llevaba el pelo suelto, metido detrás de las orejas con sus gafas de carey. Por último, una americana de estilo anticuado (de su padre) y un bolso que era igual de "vintage" que perteneció a su madre. Le encantaba porque era muy amplio y práctico sin que pareciera que llevabas una bolsa de la compra colgada del hombro.
En cuanto vio un puesto libre, casi salió corriendo, llevada por la emoción de quien cree estar a punto de encontrar el tesoro que marca la X de su mapa. Enseguida tecleó, buscando en el catálogo el libro digitalizado. Se moría de impaciencia, ¿qué es lo que habría corregido? ¿qué era lo que tanto le molestaba a ese hombre como para destrozar una primera edición firmada?
Involuntariamente, esa mañana había terminado vestida como una auténtica hipster. Con unas converse (de imitación que no estaba para derrochar con marcas, unos pantalones anchos muy setenteros (de mercadillo) y una camiseta que le había regalado su padre hacía bastante, cuando el barrio comenzó a poblarse de culturetas y empezaron a surgir tiendas bastante curiosas, con el retrato de Oscar Wilde y en la que rezaba "Born to be Wilde" alrededor como si fuera una estrella de rock. Llevaba el pelo suelto, metido detrás de las orejas con sus gafas de carey. Por último, una americana de estilo anticuado (de su padre) y un bolso que era igual de "vintage" que perteneció a su madre. Le encantaba porque era muy amplio y práctico sin que pareciera que llevabas una bolsa de la compra colgada del hombro.
En cuanto vio un puesto libre, casi salió corriendo, llevada por la emoción de quien cree estar a punto de encontrar el tesoro que marca la X de su mapa. Enseguida tecleó, buscando en el catálogo el libro digitalizado. Se moría de impaciencia, ¿qué es lo que habría corregido? ¿qué era lo que tanto le molestaba a ese hombre como para destrozar una primera edición firmada?