Webvampiro

La Brujah notaba poco a poco el bombeo de su vitae acelerándose en sus arterias, su cara, se tornaba animalesca, feroz y sus pupilas se dilataron como las de un felino a punto de atacar. Sus puños americanos habían llegado a sus manos, aunque no se planteaba cómo había ocurrido porque el olor de la sangre llegados a este punto, embriagaba su mente para convertirla en una bestia acorralada.

Localizó su objetivo, sus músculos se tensaron y se dispuso a acechar a su presa para dirigir el ataque más letal posible. Las balas que escupían aquellos malnacidos atravesaban la carne de quienes antes alzaban la voz por una causa justa momentos antes. Toda esa vitalidad, todo aquel escenario idílico se había ido a la mierda, todas aquellas personas ya no podrían luchar, reír, amar, odiar. En la mente de Alex se aparecieron algunas escenas resolviendo aquel deseado encuentro con los terroristas, sus pies le fueron acercando a ese encuentro.

- Mierda

Laurent miró perplejo la sucesión de acontecimientos, comprendiendo de inmediato las terribles implicaciones que podían tener. Su cuidado y su astucia le habían valido para mantenerse oculto y sobrevivir.

Pero es muy complicado tener éxito cuando a uno le acompaña una Brujah.

Las ruedas de los aviones, los cuerpos caídos, las peculiares estructuras metálicas móviles con material, una especie de inmensos grifos que el Toreador sospecha que se utilizan para la limpieza de los aviones, una pila de asientos de aeronave... Todo ello le había valido para irse moviendo hacia las enormes puertas del hangar. En dirección a los atacantes. Ahora podía verlos con claridad. Cuatro hombres cuyos rostros tapaban los típicos pañuelos palestinos que son comunes en muchas poblaciones árabes. Portaban subfusiles automáticos, un arma eficaz para disparar a discreción sin molestarse en apuntar mucho, que era justo lo que estaban haciendo. Detrás de ellos, gracias a las enormes puertas abiertas del hangar, podía distinguirse un mar de luces de colores de coches de la policía y de ambulancias. Un mar de luces que podía llegar a ser molesto para la vista en comparación con el interior del hangar, donde los tiros empezaban a rebotar sobre los fuselajes, sin apenas gritos como respuesta. Los supervivientes habían logrado escapar... y muchos otros ya no tenían la posibilidad de gritar nunca más.

Laurent se quedó petrificado al comprobar que Álex apenas había sido capaz de acompañarle durante unos pocos metros. La Brujah golpeó en su escapada una especie de escalera metálica, que cayó al suelo con estrépito. Lejos de acobardarla, ese fue el detonante de la explosión definitiva de su furia, del triunfo de su Bestia sobre los esfuerzos de su voluntad.

Lo que vino después fue una auténtica pesadilla.

Jasper observó a Álex de pie, con los colmillos fuera, erguida como una bestia salvaje que miraba sin pestañear hacia los atacantes. El Caitiff había logrado domar sus instintos y sus ilusiones, equilibrando sus pulsiones, controlando a su Bestia y sintiéndose seguro gracias al poder de la Ofuscación como un felino que encuentra un espacio con un buen techo.

Pudo escuchar el impacto de las balas. Pum. Pum. Pum. Tres impactos certeros que hicieron retroceder a Álex un metro y medio. La sangre comenzó a brotar de su pecho, cayendo muy cerca de la víctima cuyo último recuerdo en esta vida fue el rostro del Caitiff. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jasper al ver el rostro desencajado en un gesto de terror y furia de su compañera de Coterie. Los impactos no hicieron que cayera al suelo. Al contrario, se lanzó con un alarido salvaje hacia los terroristas, alguno de los cuales, a juzgar por el chasquido que Jasper fue capaz de detectar, intentaba recargar su arma.

Laurent observó cómo Álex se lanzó sobre uno de los terroristas, blocándolo de un modo salvaje mientras los demás intentaban girarse hacia esa persona que, lejos de yacer en el suelo inerte, se había vuelto contra sus propios atacantes. Desde el exterior, el sonido de una voz amplificada por un altavoz sonó nítido en el interior del hangar, rebotando en varios ecos.

- ¡BAJEN LAS ARMAS! ¡REPITO, BAJEN LAS ARMAS O DISPARAREMOS A MATAR! ¡BAJEN LAS ARMAS!

El fino oído de Jasper aún pudo escuchar cómo otro de los agentes de operaciones especiales que esperaba fuera llegaba a gritar "Pero qué coño es..." seguido de un rugido que identifica como el de su propia compañera del Clan Brujah.

Laurent escuchó el mismo rugido, llegó a intuir la silueta de Álex lanzándose al exterior, donde el cielo empezaba a ser de color púrpura.

OFF ACCIONES

Ahora mismo estáis en medio del caos. En el siguiente turno sospecháis que terroristas y agentes van a comenzar una ensalada de tiros. Álex ha perdido definitivamente el control de sí misma al fallar en la tirada de Sigilo y recibir varios impactos de bala. Está en Frenesí... y por lo tanto de momento el PJ está bajo mi control. A vuestro alrededor apenas queda nadie. Los vivos se han escondido o huido y hay una buena cantidad de gente muerta.
De momento, en la siguiente escena al menos sólo podéis postear Agus y Jebe.

OFF SITUACIÓN ACTUAL

Jasper -3 Puntos de Sangre (+1 en Destreza). 1 nivel de salud letal. Sin peligro ya de entrar en Frenesí.
Laurent -4 Puntos de Sangre (mantiene +2 a la Destreza y +1 a la Resistencia) y -3 de FV. 1 nivel de salud letal. Sin peligro ya de entrar en Frenesí
Álex -3 Puntos de Sangre. -2 FV. 2 Niveles de Salud Letal. En Frenesí.

https://www.youtube.com/watch?v=ypApKTXuOxU

El Toreador había decidido dejar escapar la violencia afloraba en la mirada de la Brujah controladamente, permitiendo que el vapor de la caldera a presión saliera lentamente a fin de evitar que estallara. No había funcionado. El rugido de la Brujah y el modo en el que se abalanzó sobre el primer de los terroristas hizo que el contrabandista se quedara petrificado ante su propio fracaso, Alex había roto la correa y cualquier esperanza de que salir de allí airosamente se desvaneció. El francés cerró los ojos y tomó aire, las luces policiales dibujaban un mar de ondulantes tonos púrpuras que llegaban hasta ellos en oleadas de rojo y azul.

La presencia de la policía hizo que desestimara inmediatamente el ataque, se sintió como los soldados de la Gran Guerra en una trinchera de La Somne, listos para cargar y atravesar la tierra de nadie al sonido del silbato, hasta que, en el último instante, llegan las noticias del alto mando, se pospone la carga. Laurent enfundó su cuchillo, aquello sólo podía acabar de dos formas posibles, con Álex abriéndose paso a dentelladas y puñetazos hasta ser libre, o bien con la hacker en letargo, al borde la muerte definitiva y apunto de amanecer.

Laurent cerró los ojos y se preparó para la segunda posibilidad, en una inspiración escuchó el metal que recubría los puños de la Brujah partiendo la mandíbula de uno de aquellos brutos en miles de fragmentos. El aire cargado de hierro inundó sus pulmones, pues era aquel metal y no otro el que le otorgaba aquel color que se fundía con las luces de las sirenas. Recordó sus heridas, el balazo que se había hundido en su piel como un aguijón y llevó sangre a las venas rotas y los músculos desgarrados, para regenerarlos.

Sacó su móvil y buscó desesperadamente entre sus contactos, tecleó un furiosamente un mensaje pidiéndole ayuda a su red de traficantes y buscavidas, necesitaba un coche inmediatamente, necesitaba ayuda, les necesitaba a ellos.

Pensó que quizás todas aquellas advertencias que había recibido se referían a estos ataques, que los Verdaderos Daneses se encontrarían detrás de ellos y que con este golpe eliminarían a un gran número de rivales al tiempo que cargarían el odio sobre las minorías raciales. Nada de todo aquello importaba ahora, solo sacar a Álex con vida de allí, el minotauro sintió su sangre vibrar, acelerarse, preparándose para el mejor momento para sacar a su compañera de allí.

La mirada de Laurent se cruzó con la de Jasper. En esa mirada el Caitiff vio la desesperanza y la desesperación del Toreador. Olvidó por un momento las duras palabras que le había dedicado hace apenas unas horas. Parece que hubiera sido en otra vida. Laurent miró al Caitiff. La herida de su mano, muy parecida a la de su hombro. Rojiza, con el borde negruzco por el impacto a una velocidad inconcebible de una bala. No lo reconocería con palabras, pero lo primero que sintió fue agradecimiento. El agradecimiento de saber que al final no estaba solo una vez más.

La silueta de Álex se perdió en el exterior, en un mar de sirenas, gritos y disparos cruzados con un cielo de color púrpura de fondo. Tanto para Laurent como para Jasper dejar de tener a la Brujah a la vista generó un intenso vacío en el interior de ambos. Una mezcla de un temor ancestral y de un mar de dudas e incertidumbres.

El teléfono de Laurent vibró.

Al mismo tiempo, los terroristas decidieron entregarse a su último viaje hacia el paraíso que en sus creencias les sería abierto al morir como mártires. Apuntaron hacia los coches de policía del exterior. Acto seguido, recibieron por respuesta una lluvia de balas de los agentes de operaciones especiales de la policía danesa.

Laurent miró la pantalla. Indicaban unas coordenadas GPS de un vehículo en movimiento que se dirigía a una velocidad suicida hacia el aeropuerto. Jasper observó cómo se movía ese punto rojo en medio de las líneas grises y azules de las calles. Comprendió que era el momento y tiró de su compañero.

https://www.youtube.com/watch?v=iCBL33NKvPA

Jasper y Laurent corrieron como almas que lleva el diablo por debajo de las panzas de los enormes aviones, por encima de los cuerpos inertes de las víctimas, sorteando o derribando directamente escaleras metálicas, botes de pintura y todo tipo de material para el mantenimiento de las aeronaves. Salieron por la pequeña garita dedicada a la administración del hangar prácticamente tirando lo que quedaba de la puerta y siguieron corriendo por la explanada situada detrás del hangar, donde se agolpaban sindicalistas desorientados o heridos, gente corriendo como ellos sin un rumbo fijo, agentes policía y miembros de los equipos de emergencia.

El punto rojo.

Salistéis al encuentro del destartalado Volvo que entró casi derrapando por una de las vías de servicio del aeropuerto. Laurent llegó a reconocer al volante a uno de los camellos que operaban cerca de vuestro refugio. Un tipo rubio, que no tendría 30 años, pero que parecía que tuviera 20 más, hortera en todo su estilo, formas y maneras.

Crees recordar que había participado en carreras ilegales por media Dinamarca. Llegaríais a tiempo.

OFF: Os va a quedar el tiempo absolutamente justo para reflejar vuestras sensaciones y dormir en el refugio. Pero está el tema abierto por si queréis ponerle un cierre. Acto seguido, os pondré la Experiencia y cuando la gastéis empezaremos el siguiente episodio. Ha sido inteligente tirar de Trasfondos, era una de las pocas maneras de salir del hangar.