Webvampiro

Los minutos pasan y la niña exhala su último aliento. En los brazos del Toreador solo hay un cadáver cubierto de fluidos.

Kurt sintió, por primera vez en mucho tiempo, como le inundaba una horrible sensación de impotencia. Sin duda poco era lo que podía haber hecho por salvar a la joven, o al menos poco sin condenarla a la maldición de los hijos de Cain y sus siervos...

Se puso en pie poco a poco, depositando el cuerpo sin vida de la pequeña en la cama. Recogió su capa, se la puso, y de la forma más noble y digna que pudo utilizó las sábanas y las cortinas de la habitación, o al menos lo poco que quedaba de ellas, para amortajar lo más dignamente posible a Oana. Tras esto se puso en pie, frente a la joven se puso de rodillas.

-Valiente y joven Oana, del señor de estas tierras - dijo en tono regio el caballero toreador. Que la buena ventura acompañe a tu pura y noble alma al más allá y que tus actos en vida te abran las puertas del paraíso que te mereces. Tus revelaciones no caerán en saco roto y, por mi honor, haré todo lo que esté en mi mano para vengar tu alma de aquellos que han sido responsables sufrimiento que te han producido y que, sin duda, han acabado con tu joven y dulce vida.

Tras esto se retiró y, haciendo la señal de la cruz, tomó la mortaja de la joven y la dejó en la habitación infantil, su habitación, para que pudiese reposar allí por toda la eternidad. Tras esto tomó camino escaleras abajo, en dirección a las caballerizas, a fin de encontrarse con sus compañeros...