L'enquête vers l'Art Sacré: la voix du divine dans le cœur

[Baudelaire]

Flor parece seguir tu lectura, especialmente en las paginas que contienen bocetos. Al observarlos, revolotea hacia la planta como apuntándola. Es muy interesante lo que hace, porque te está ayudando al reconocimiento. Dado que en el texto carecen de color, te parece importante tomar nota de ello.

Llegado al final del capítulo, descubres un ejercicio sobre colecta de polen y extracción de néctar. Casi con la rapidez del vuelo de tu mascota, vas a buscar todas las herramientas y utensilios necesarios, de modo que sea innecesario tener que regresar por lo que pueda faltarte.

Otra vez en el jardín, notas que el hermano Gregoire te observa lleno de curiosidad mientras llegas nuevamente al jardín.

Te noto muy ajetreado, hermano Raymond. Parece que te han asignado tareas extra en la reunión con el abad. Por favor, me encantaría saber que estás haciendo. Y, mejor aún, si me permites asistirte… ¡sería increíble!

Flor se posa en tu nariz mientras te habla, pero estando acostumbrado después de tanto rato… te parece irrelevante. Sin embargo, él parece acercarse para espantarla.

[Occam]

Me he abocado completamente a la lectura. Flor revolotea por allí y se fija en las flores haciendo algo parecido a un reconocimiento. Me parece curioso todo lo que engloba a su aparente inteligencia, comienzo a pensar que es un regalo de Dios para ayudarme en mis tareas. Con apremio, busco con rapidez las herramientas que necesito para recolectar polen, el capítulo me ha dado todo el conocimiento necesario para hacerlo. Al llegar nuevamente al jardín me encuentro con el hermano Gregoire. Retrocedo para que no golpee a Flor.

—¡Espere hermano, espere! —digo mientras consigo esquivar sus manotazos.— Es una ayudante, se llama Flor. —agrego con una sonrisa en la cara y vuelvo mi visión a la herramientas que tengo en la mano, sopesando la ayuda de Gregoire.— Está bien, podéis ayudarme, necesito recolectar polen. —respondo para después comenzar a explicarle todo lo que necesita saber para ayudarme en la labor.

[Baudelaire]

A pesar de ser un par de años mayor que tú, el asistente que has conseguido tiene ciertos niveles de torpeza y una agudeza bastante restringida. Así que tendrás que asegurarte de explicarle cuidadosamente cada paso y con el debido detalle… de otro modo podría acarrearte compilaciones innecesarias en tu primer ejercicio.

El hermano Gregoire eleva una ceja.

¿Flor? Las flores están en el jardín, sobre tu nariz hay una abeja. Todo es muy extraño, ¿acaso sigues experimentando epifanías y encuentros con la providencia? En el monasterio esperan que pronto comiencen a sangrarte las manos.

Te sonríe y saluda a tu mascota voladora. Ella, algo temerosa, se acerca lentamente hasta posarse en su mano.

¡Vaya! Le he caído bien. Hola, Flor… ¡soy Gregoire! Es un placer conocerte.

Revolotea hacia su nariz, sorprendiéndolo por un momento… pero luego regresa a la tuya.

¿Qué polen necesitas? ¿de crisantemo? ¿de romero? ¿de diente de león? Hay muchas flores por aquí… ¿o debo preguntarle a tu abeja?

Flor te mira y casi te parece que con una pata se toca las antenas con exasperación, tras escuchar la sugerencia de Gregoire de preguntarle a ella.

[Occam]

Siento un poco de exasperación con el hermano Gregoire, intento no responder a su comentario sobre la providencia y demás, quiero ser muy prudente con el conocimiento de mis dones y no quiero que todo el mundo sepa lo que hago o dejo de hacer. Así que ojeo las flores desde la lejanía, meditando sobre cuál polen me será más útil y a cuál podré extraer un buen olor. Después de unos segundos de pensarlo ya lo tengo.

—Diente de león, no. Crisantemo, no. Utilizaré azucenas. Desprenden un olor bastante intenso, lo cual me servirá para poner a prueba las técnicas con más facilidad. —digo a Gregoire mientras me acerco a las azucenas del jardín con herramientas en mano, las examinó un poco y luego me dirijo hacia él.— Tendré que explicarte el proceso para la extracción de polen, es más o menos así… —y comienzo toda la explicación, esperando que me siga.

[Baudelaire]

Después de haber compartido con el abad aquel viaje por el bosque a buscar quesos y vino, sientes que deberás rezar por paciencia y sabiduría para hacerle frente a la impetuosidad de Gregoire. Por supuesto, el paseo hasta la cava fue mucho más que para buscar provisiones para la cena. Claro, paciencia y sabiduría. Si la providencia quiere que tengas un aprendiz, parece que deberás hacer un buen trabajo con él. Al menos tienes la ayuda de Flor.

Ella se asegura que toque los estambres con suavidad, porque ha notado que rompió el primero, simplemente agitando sus alas mostrando su malestar.

Sí, abejita. He sido un poco brusco con esta azucena, seré más cuidadoso. Lo siento.

¡Y ahora se disculpa con Flor! Se supone que tú eres el profesor…

Raymond, ya lo he conseguido. Ten, aquí va un recipiente.

Camina hacia ti, efectivamente después del primer intento fallido, le ha cogido el ritmo. Salvo, por el hecho de pasar por alto un pequeño desnivel del terreno y tropezar para lanzarte todo el contenido recién colectado directamente en los ojos.

Disculpa, lo siento. Es que…

Deja de disculparse, mientras intenta retirar delicadamente el polen de tus pestañas. Es bastante incómodo, pero la cantidad de azucenas es lo suficientemente escasa para consentir que lo haga. Un par de pinchazos en tus párpados son el inconveniente mayor. Ha recuperado casi la totalidad y pone el recipiente en tu mano mientras te sonríe.

Flor parece haberse dado un ducha de polen, acomodada en tus mejillas, revoloteando hacia dónde caen los granos mientras Gregoire hacía la recuperación.

[Occam]

Entiendo que es una misión divina tener al hermano Gregoire como aprendiz. No dudo de mis capacidades pero… tal vez no sea tan buen maestro como el abad, nunca antes había enseñado a alguien. Aunque para mi sorpresa, Gregoire lo hace bien después de un par de intentos fallidos, éso me alegra mucho. Mucho, muchísimo, hasta que veo el polen acercarse a mi rostro y como quedo bañado en éste mientras Flor revolotea feliz.

—Has podido recuperarlo todo, por lo menos. —digo al observar el recipiente lleno de polen. Tener ya una primera muestra de lo que puedo conseguir me emociona.— Un poquito más de ésto y completo lo necesario para comenzar mis cosas. —le comento y me acerco a las últimas azucenas para tratar de recolectar yo lo último que necesito.

[Baudelaire]

Los recuerdos del momento en que maìtre Julien vuelven a manifestarse. Fuiste incapaz de reparar la caña de pescar y te mostró que era muy simple, lo que te hace comprender que lo que sientes ahora con el hermano Gregoire es muy parecido a lo que debe haber sentido el abad en aquel momento.

Por supuesto, además de realizar la tarea te hacía ver que todo era muy sencillo. Enseñar consiste en convencer que las dificultades y los errores son aquéllo que contribuye a mejorar el aprendizaje. Dos lecciones entrelazadas una con la otra: la convicción en que la providencia guía tu corazón y la que te hace saber que eres un maestro.

¿Lo eres? Al menos has tenido éxito sin saberlo, de otro modo Flor estaría lejísimos de verse tan alegre.

Gracias, Raymond. Es la primera vez que consigo hacer algo medianamente bien.

Y por encima de todo, recibes el aprecio por algo que ha sido bastante poco. Quién necesita mucho, siempre valorará gestos de tal calibre. Humildes y trascendentes.

Terminas la colecta y te acomodas en una mesita del jardín para seguir con la extracción de las esencias.

¡Parece magia!

Claro, cuándo realizas la misma tarea que Gregoire sin inconveniente alguno y luego otra más compleja con la misma maestría… provocas la reacción equivocada. La magia es una creación del enemigo, solamente el arte sagrado realiza verdaderos milagros.

¿Qué harás para corregirle sin asustarle?

[Occam]

La revelación de Gregoire me hace sentir un poco mal, y decido que desde ahora mismo trataré de ser más paciente y agradecido con él y la ayuda que me ha proporcionado, por lo cual le sonrío para hacerle saber que todo está bien. Después de terminar mi recolecta me voy a sentar para seguir leyendo el libro, hasta que escucho a Gregoire y coloco una mueca de desagrado.

—No, hermano, la magia no es la ayudante de almas nobles y puras como la nuestra. Lo único a lo que le debemos pleitesía es a la providencia celestial, Dios. Lo demás, no forma parte de nuestra visión del mundo. —le digo de una manera muy tranquila para no asustarlo y luego sigo con lo mío, invitándolo a sentarse a mi lado para compartir mi conocimiento con él y con Flor.

[Baudelaire]

Rápidamente, casi antes de que un suspiro sea liberado, ya has extraído la esencia en un pequeño frasco largo y delgado. Flor se posa sobre el diminuto corcho agitando sus alas para empaparse de los vapores restantes, casi como perfumándose.

Gregoire la observa fascinado y se queda mudo por unos instantes, luego te hace un comentario.

Incluso con la providencia y el plan de los cielos, hay personas que poseen ciertos dones… como tú. Otras, en cambio, en realidad carecemos de grandes talentos. De ahí que la magia parezca tan atractiva. Casi como si nuestro señor está mostrando preferencias y discriminando. Lo cuál, por cierto contradice las sagradas escrituras. La justicia y la equidad vienen de su infinita sabiduría.

Pero, Raymond… ¿por qué el mundo se ve tan injusto? Jamás podría hacer lo que acabas de completar. Convertir polen en un líquido concentrado de potentes aromas, es… un milagro. Y si eres capaz de lograr tal proeza, es porque la mano todopoderosa de nuestro señor ha sido posada en ti. Tu corazón es puro y tu alma está directamente conectada con la energía divina.

¿Por qué? Acaso es una señal, he sido una mala persona. Jamás he realizado tantas labores como tú ¿Por qué? Acaso es que tengo miedo de arruinarlas. Jamás he tenido confianza en mí mismo. Y rezo mucho por ello.

Mira hacia los cielos con el rostro compungido, sus razonamientos claramente son ilógicos. Lo que hace que su conclusión, tanto a la luz de la filosofía como a aa de la fe, sea completamente errónea. Sin embargo, sus sentimientos de desolación te resultan bastante comprensibles.

Los mismo que experimentabas mientras te sentías un inútil junto al abad durante el viaje. El ocaso ya está avanzado y la oscuridad lo inundará todo. La misa de vísperas debe estar por comenzar, la tarde ha pasado como un suspiro.

Uno que tienes ganas de liberar.

[Occam]

Los razonamientos de Gregoire me hacen pensar, nunca antes le había escuchado hablar tanto, ni tampoco haber forjado con él un vínculo tan directo y emocional. Mis palabras -aquéllas que he pensado en un primer momento- no salen de mi boca por carecer de la virtud necesaria para apaciguar su fatigada alma. Callo, sólo un momento después de que él terminé con su monólogo y extiendo mis manos hacia sus hombros, tratando de transmitirle toda la paz que siento, la que me proporciona el Señor. Cierro los ojos y dejo fluir los pensamientos.

—El mundo es un lugar menos injusto si tienes con quién compartirlo, hermano Gregoire. Ten por seguro que en mi encontrarás un amigo, un oyente y un profesor. Podéis recurrir a mi si necesitáis desahogarte o aprender algo, con mucho gusto os ayudaré, por algo somos hermanos. —digo con mucha tranquilidad.— Que no os preocupe lo que no tenéis, sino por lo que podéis tener. Ven, vámonos, la misa de vísperas debe estar pronta a empezar. —tras decir ésto me encamino hacia dentro del monasterio.