LIBRO CUATRO: VIDA Y MUERTE EN MADRID
Las convulsiones de las Noches de la Gehenna y la guerra de sectas ha llenado la atmósfera de Madrid de corrientes de miedo y oscuridad, pero donde antes el miedo era una marea sutil y silenciosa, ahora se ve salpicado por estallidos de violencia, a veces imprevista y otras deliberada. Tras el terror implacable de una tiranía de siglos, ahora los vampiros de la ciudad actúan de forma frenética, tanto por cuestiones prácticas como por una razón de supervivencia. Mientras antaño los antiguos Cainitas se enorgullecían de no caer en los excesos violentos de los “degenerados” vampiros del Nuevo Mundo, ahora y cada vez más existe un clima de nerviosismo e intranquilidad, como si el tiempo se estuviera agotando, y los ataques de la Segunda Inquisición, la Llamada de los Ancianos y otras señales menos evidentes muestran a los no muertos que las Noches Finales han llegado. Muchos asumen de forma fatalista que será el fin de todo lo que conocen, pero otros creen que sólo se trata de una tormenta a la que sobrevivirán los más fuertes y astutos.
VIDA NOCTURNA
Durante siglos el Sabbat dominó Madrid de forma indiscutible, y los Cainitas cultivaron su rebaño en la ciudad dejando una estela de relatos de terror y leyendas urbanas: niños y jóvenes desaparecidos, episodios macabros de mutilación, asesinatos, violencia doméstica, truculentas historias de depravación sexual...Los Cainitas consideraban -y consideran- a los mortales como simple ganado, comida y herramientas para sus intereses y comodidad. Y finalmente esta actitud terminó siendo contestada con el surgimiento de la Segunda Inquisición. Los Cainitas más irresponsables fueron los primeros en caer, mediante golpes calculados y metódicos.
Los Vástagos supervivientes aprendieron que debían ser más discretos, y si bien los Lasombra la Camarilla han asumido una mentalidad más responsable, cuidando las leyes de la Mascarada, muchos todavía no pueden evitar una actitud cruel hacia los mortales, aunque después se muestren meticulosos a la hora de borrar cualquier rastro que pueda conducir hasta ellos. Es mejor actuar de forma sosegada, subyugando las voluntades hasta que la violencia y el terror sean asumidos como un hecho cotidiano. Los demás clanes de la Camarilla contemplan satisfechos que sus nuevos compañeros de secta han aprendido rápido y que a la hora de mantener el Silencio de la Sangre pueden ser igual de sutiles y sigilosos que ellos.
Si bien los Anarquistas son más flexibles en torno al mantenimiento de la Mascarada, la presencia de la Segunda Inquisición es una realidad. Sin embargo, debido a que la mayoría son bastante jóvenes, y conocen mejor los entresijos de la vida cotidiana de Madrid, tras haber sufrido varios golpes de los cazadores, como el resto de facciones de la Estirpe, han aprendido a camuflarse y esconderse, a veces a plena vista, disponiendo de agentes y ojeadores que advierten de la presencia de los cazadores para que en un abrir y cerrar de ojos los vampiros desaparezcan.
Sin duda el Sabbat ha sido la secta que más ha sufrido los ataques de la Segunda Inquisición, y a pesar de las graves pérdidas, los Cainitas supervivientes y recién llegados se alzan, dispuestos a devolver los golpes. El mantenimiento de la Mascarada es lo de menos, lo importante es la supervivencia pragmática, pura y dura. Conociendo los laberínticos callejones de Madrid, los Cainitas son capaces de moverse sin ser vistos, especialmente utilizando los subterráneos, y si son acorralados, pues bien, lucharán como fieras arrinconadas y con un salvajismo, haciendo que sus enemigos se lo piensen la próxima vez. Sin embargo, los Cainitas han demostrado ser especialmente vulnerables durante el día, y más de una manada entera ha caído durante un ataque diurno.
Alimentándose
Hay un elemento esencial en la existencia de todos los vampiros: la sangre y la forma de obtenerla. Encontrar abastecimiento en los barrios marginales de Madrid es fácil, y la desaparición de los mortales no suele constituir un inconveniente. Muchos de los antiguos adoptan “familias”, comenzando por someter a los padres que no dudan en ofrecer a sus hijos en cruentos sacrificios para al final terminar con los desesperados cónyuges.
El Sabbat contaba con una red de orfanatos, derivada de sus contactos eclesiásticos, que proporcionaba alimentos, reclutas y herramientas para la secta. Sin embargo, esta red fue desarticulada a principios del siglo XXI, como parte de los ataques de la Segunda Inquisición. Los servidores mortales que mantenían la red fueron arrestados o eliminados discretamente, y los Cainitas que la dirigían fueron destruidos.
La necesidad de mantener la Mascarada ha llevado a los Vástagos a buscar presas de un modo tradicional más discreto, acechando en los barrios marginales y justificando las desapariciones en la noche como huidas inesperadas o accidentes. Algunos vampiros incluso provocan accidentes de tráfico para alimentarse rápidamente antes de desaparecer. Los clubes de alterne, antros legales e ilegales, también constituyen lugares populares de alimentación, así como las cuadrillas de borrachos que regresan a casa a altas horas de la madrugada. Algunos Vástagos avispados en ocasiones se hacen pasar por taxistas o conductores de alquiler para llevar a viajeros desprevenidos a lugares inesperados.
El Mundo Subterráneo
Las redes de alcantarillado y los túneles del metro proporcionan a los vampiros un lugar ideal para moverse de un lado a otro. Después de que los últimos trenes se hayan marchado a las cocheras, el submundo bulle con vida. Los no muertos se reúnen para charlar apartados del resto de la humanidad, y de hecho algunas de los vampiros más monstruosos raramente abandonan la seguridad de los túneles y no son vistos durante semanas, atrayendo mediante el control mental y vínculos de sangre a grupos de indigentes y marginados a las alcantarillas y túneles de metro, no permitiéndoles salir nunca más.
En los últimos años, los Nosferatu se han convertido en una facción cada vez más influyente en el mundo subterráneo de Madrid, si bien todavía tienen que afrontar la competencia de algunas bandas de Anarquistas y Cainitas que han aprendido a moverse por la red de túneles. A veces se producen choques territoriales, e inevitablemente se derrama sangre.
Pero los vampiros no son los únicos habitantes del submundo. Se cree que una raza degenerada de hombres rata es el verdadero poder que acecha en las alcantarillas, aunque prefieren evitar a los Cainitas y defienden sus territorios con ferocidad. Algunas leyendas susurradas en secreto incluso hablan de criaturas y engendros que acechan en los rincones más oscuros y sombras animadas que escapan a cualquier control por parte incluso de los más expertos en el dominio del Olvido.
Actividades Nocturnas
Para los vampiros de Madrid, la ciudad es un dominio militarizado. Los arcontes de la Camarilla observan y vigilan, buscando señales de actividad de sus enemigos, tanto inquisidores, como Anarquistas y Cainitas. A cualquier Vástago se le puede solicitar que colabore en las misiones de vigilancia de la secta, pues ése es el precio de la paz que ofrece la Torre de Marfil.
Más allá de las ocasionales exigencias, los Vástagos pueden disfrutar de cierta paz, visitando los Elíseos y participando en conferencias, tertulias y debates sociales y eruditos. También existen visitas nocturnas y guiadas a museos y exposiciones, representaciones teatrales, interpretaciones poéticas y musicales, que tienen lugar en locales y clubes con derechos de admisión muy restringidos y estrictos. Ante un ataque, el acto se interrumpe y se toman medidas de seguridad.
Los Anarquistas suelen confiar en el número para protegerse, manteniéndose en contacto entre ellos. Al estar más familiarizados con la tecnología moderna, suelen utilizarla en su provecho, y cuando estalla el conflicto, no necesitan arcontes ni protectores, todo el mundo se esfuerza por ayudar a sus compañeros...o termina luchando solo.
Para los Cainitas la existencia nocturna es más frenética. Unidos por los ritos del Sabbat, las manadas se encuentran en estado de guerra, dejando de lado diversiones. Observan y buscan objetivos, y cuando los encuentran, preparan el ataque. En conjunto, el objetivo de la secta es expulsar a la Camarilla de Madrid, y recuperar la antigua fortaleza de la Espada de Caín. Sin embargo, la presencia de la Segunda Inquisición y otras facciones constituye un estorbo para sus planes.