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Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 16:25
por Variable
El tipo del mostrador miró los 10 euros con incredulidad. Era un tipo joven, con cara de niño, pero que, por algún extraño motivo se había dejado bigote.
- Erhm. Señora -dijo-. Lo más barato está en 30€, más luego la tarjeta prepago... se le va a los 50. Si le han robado el móvil, es cliente de un contrato con nosotros y quiere que le hagamos un duplicado de la tarjeta, le saldrá por 15 euros. Con el móvil, 45€.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 16:29
por Livia
Lo miró por última vez, estaba suplicándole ayuda por su vida con los ojos pero en su lugar parecía que estaba hablando con un robot. No le iba a ayudar. Estaba segura, que aunque hubiera entrado cubierta de sangre, aquel chico seguiría mirándola como quien mira un pez en un acuario, como mucho la grabaría con el móvil para inmortalizar su sufrimiento en alguna plataforma de vídeo. Miró con furia al dependiente, se guardó sus diez euros y salió de allí corriendo, igual que había entrado.
Pero el brío que le daba el temor ir vestida de rojo cada vez era menor. Decidió coger el transporte público para que la acercara a casa, a la librería. Su plan era sencillo: llamar desde allí, coger el ordenador, el dinero que pudiera, buscar qué podía encontrar de valor y largarse. Pero no lo haría en su coche, iba a robar uno, cualquier cosa era mejor que un 600. Lo sentía por la persona. Lo sentía porque su padre le había enseñado que al pobre no se le roba, se le roba al rico, al que tiene porque lo que ha acumulado lo ha hecho robando a los que están debajo suya.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 16:30
por Variable
Del dicho al hecho hay un trecho.
El viajecito duró unos 35 minutos hasta que, por fin, llegó a la librería. Para entonces ya eran las 6 de la tarde. Todo está como lo había dejado horas antes. Comenzó a buscar cosas de valor y, entonces, encontró un viejo jersey de lana rojo (uno que hacía tiempo que no se ponía, pero que en su momento llegó a usar mucho). Estaba hecho un burruño en el suelo de la habitación donde dormía.
Dentro, había un móvil. El suyo. Apagado.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 16:39
por Livia
Le encantaba ese jersey y lo usaba mucho para estar por casa en invierno, ahí en la trastienda y en el sótano porque la verdad es que hacía un poquito de frio en épocas invernales. Había que ahorrar en luz. Cuando fue a cogerlo del suelo para llevárslo, la verdad es que no estaba para dedicarse mucho al orden y la limpieza, en su huida notó algo. Duro. Rectangular. Frío. Descubrir el móvil en una prenda tan íntima suya hizo que le volviera la ansiedad. Tuvo que sentarse en el camastro por el mareo que le provocó respirar tan rápido. Con las manos temblando, tardó casi un par de minutos en conseguir conectar enchufarlo al cargador, otros dos más en tener el valor de encenderlo y pulsar el pin. Y luego revisar alteraciones en su contenido: llamadas, mensajes, fotos, horas de últimas conexiones al wassap, al correo, a la aplicación del banco. Eso sí que le preocupaba, ¿qué había hecho con su dinero?
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 16:56
por Variable
No tienes ningún mensaje especialmente relevante en el móvil.
En la aplicación del banco puedes ver como todo el dinero que tenías en la cuenta se ha transferido a una cuenta diferente. Una que no conoces.
Revisando el resto de posibles alteraciones, compruebas que, en efecto, todos tus archivos han sido borrados: historial de navegación, pdfs, etc.
Tus aplicaciones de mensajería están intactas.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 17:20
por Livia
Eva iba a hacer dos llamadas: a su padrino y a la línea de atención al cliente de su entidad bancaria. Pero no iba a estar quieta mientras. Iba a seguir con su plan de huida. Coger todo el dinero de la caja de la tienda, revisar qué podía encontrar de valor y por último, pillar todas las herramientas del oficio de ladrón que había heredado de su padre e irse de allí.
Aunque la verdad, sin dinero no tenía mucho qué hacer pero podía robar. Estaba segura que su padre podía perdonarla desde el cielo que por sobrevivir robara sin distinción, era un caso de necesidad. Mientras marcaba el número de su padrino, comenzó a reírse, tenía puta gracia la cosa con toda su carrera, con su máster y allí estaba reducida a ser una carterista de tres al cuarto, a un Vaquilla robacoches...
Eva marcó el teléfono de su padrino ...
Raúl: Raúl contestó. - ¿Sí? ¿Eva?
Eva: Eva soltó un apurado suspiro de alivo. - Tito, - dijo con seriedad - tito, por la memoria de mi padre que en paz descanse, dime como se llama el cliente que nos ha contratado.
Raúl: El hombre se quedó en silencio un par de segundos, sorprendido. - ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Eva: - Respóndeme -dijo, con un tono que dejaba opción más que a la respuesta- Respóndeme y ahora te cuento.
Raúl: - Era un viejo amigo de tu padre -dijo, con tono serio-. No quería contártelo directamente, pero tenían una buena amistad. Le encargó trabajos bastante grandes. Se llama Lorenzo.
Eva: - Del Castillo, ¿verdad? -dijo, con sorna y muy malísima leche. Eva hizo un silencio para conectar los cascos con micrófono al móvil. Con el teléfono asegurado en el bolsillo del pantalón, comenzó a contarle todo lo que le había sucedido esos días y después lo que había averiguado en la biblioteca nacional. Cuando terminó, acababa de soplar algo que perteneció a su abuelo y luego a su padre, que siempre le había inculcado que la pluma era más fuerte que la espada. Ese algo había estado escondido y olvidado, envuelto en un paño polvoriento junto a un cartucho con unas pocas balas. Con una Star DK de 9 mm milímetros de la Guerra Civil se sintió algo más segura. Después de desahogar todo lo que sabía con su tío, se colgó la mochila del hombro. - Nos han camelao, tito. No vuelvas pa' Madriz. Me van a ajustar las cuentas pero, ¿por qué? No he hecho nada. Tito, dime algo, por Dios santo, dime, ¿por qué querrían hacerme esto? Un año es mucho tiempo para estar al acecho. ¿Por qué, tito? ¿Qué hizo mi padre? ¿Qué pasó?
Raúl: Raúl suspiró. - Igual estás un poco paranoica -dijo-. Si quieres, mañana voy para allá y te lo cuento todo. Por teléfono no.
Eva: - ¿Paranoica? ¿En serio? ¿Qué parte de que me han seguido, que saben quién soy y que han robado primero el móvil y luego el dinero no has captado? -protesto, subió escaleras arriba, a la trastienda. - Tito, si no tienes más que decirme te dejo que se me hace tarde. Perdona estoy muy nerviosa. Cuidate mucho, tito.
Raúl: - No, espera, Eva, espera -dijo-. Hagas lo que hagas, no vayas a hablar con Lorenzo, ni te acerques al chalet. Confía en mí. No te preocupes por el dinero, seguro que encontraremos una forma de salir adelante. Solo te pido que tengas un poco de paciencia. Mañana por la mañana estaré allí y te lo cuento todo. Todo esto tiene que ver directamente con tu padre. Por favor... Ten paciencia.
Eva: Eva aguardó un segundo. Comenzaba a sentirse bastante cansada y no sabía qué hacer o dónde ir. Tanta inteligencia para nada. - ¿Y qué hago, Tito? Irme y volver a la hora de abrir. ¿O crees que es razonable que me quede a pasar la noche en la tienda si el tío ya ha estado? Vamos que si no se ha sentado en mi cama poco le ha faltado -suspiró de forma audible. Acababa de sentarse en el sillón de orejas frente a la mesa de camilla donde había dejado el portátil encendido esa mañana. - ¿Se te ocurre algún sitio donde pueda pasar la noche? No me siento muy segura estando sola en la tienda.
Raúl: - Mira, Eva. Por desgracia no tengo respuesta a muchas cosas, pero seguro que entre los dos podemos solucionarlo. Hizo una pausa, tratando de recordar. - Tengo unas llaves de mi apartamento en la caja amarilla que hay bajo el mostrador. Cógelas y espérame allí si quieres. O eso o intenta buscarte una habitación en algún motel.
Eva: - Muchas gracias, tito. Así lo haré -respondió,con tono cariñoso. - Te quiero, tito. Nos vemos mañana.
Eva solía llamarle tito, como diminutivo cariñoso de tío, de hermano (aunque no de sangre) de su padre y al que quería como tal. Raúl era realmente su padrino de bautizo y ella su ahijada.Esperó la respuesta de su tío poco antes de colgar.
Raúl: - Vamos a solucionar esto -aseguró-. Nos vemos mañana. Un beso.Y colgó.
Eva: Eva marcó el número de teléfono de atención al cliente de su entidad bancaria.
Banco: Suena un bonito hilo musical.
Eva: Eva espera y comienza a repiquetear las uñas sobre la mesa de camilla. A ver lo que la hacían esperar los inútiles estos que solo sabían cobrar comisiones.
Banco: Sigue sonando una musiquilla, relativamente alegre.
Eva: Mientras Eva aguardaba comenzó escribir un poema en el portátil. Era uno de los poemas de Góngora dirigidos a Quevedo para llamarle borracho con preciosas palabras, aunque no lo escribió en el castellano que correspondía a la época si no en el maravilloso y delicioso castellano del siglo XIII, ese que hacía bostezar de alegría a los estudiantes de primeros de literatura. ¿No iba de corrector listillo? Pues a ver hasta dónde llegaba el listillo.
Banco: Continuaba sonando la desagradable musiquilla.
Eva: - Pero bueno, pedazo de cabrones, chupasangres, parásitos, estafadores de mierda, ¿para esto cobráis comisiones? ¿Qué habéis hecho con el rescate que os dieron, hijos de puta? Ay, ya se había desconcentrado. Eva, continuó amenizando la espera con su hermosa composición poética. Mientras escuchaba la musiquilla, ya sin el menor rastro de esperanza metió varios "huevos de pascua", sustituyendo en cada frase una palabra del castellano del siglo xiii por su versión en latín medieval. Por supuesto, le metió su correspondiente "errata" siguiendo los parámetros más parecidos a VINOEVAVESTIDADEROJO pero ella no le iba a decir algo tan bonito no, su mensaje decía DAMEMIPASTADESGRACIADO.
Banco: Y, mientras tanto, la música seguía su hilo, de una forma soberanamente irritante.
Eva:Ya había terminado su composición y se veía que la atención al cliente era de auténtica vergüenza. En cuanto esa situación pasara, se cambiaba de banco. Colgó.
Bueno, ya tenía listo todo lo que podía hacer llamando. Con el tito todo bien pero con el banco nada. Eva repasó bien el poema con el mensaje en clave que acababa de dejarle al corrector justiciero, y sí, lo había hecho la mayor mala leche del mundo para que se tirara mucho, mucho, mucho rato intentando descifrar lo que le quería decir. En el portátil le dio al botoncito de imprimir, y allí dejó la hoja con el poema en la bandeja. Era un chico listo, seguro que la encontraba. Pero antes de irse iba a dejarle otra cosita.
Fue al baño, cogió un bote con un líquido transparente dentro. En la etiqueta aparecía la cara sonriente de niño. El aceite para bebés hidrataba bien la piel del cuerpo, duraba una barbaridad y era muy barato. Dejó un pequeño charco en el segundo escalón de la escalera que descendía al sótano, otro junto al dintel de entrada a la trastienda y por último, delante de la puerta de entrada, para que cuando traspasara esos dinteles pisara forzosamente el aceite. Esperaba que con los zapatos pringados fuese dejando un pequeño rastro.
Por lo demás, se llevó el portátil, cogió las llaves del apartamento de su tito, vació la caja de hasta el más mínimo euro y salió de allí, dejando la librería cerrada detras de ella. Iba a ser una noche muy dura.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 17:26
por Variable
Tenía en total la nada desdeñable cantidad de 115 euros e iba cargada de enseres que probablemente no iba ni a necesitar, pero que le hacían estar más tranquila en un momento en el que era evidente que la ansiedad y el miedo le iban a devorar.
Ya había estado antes en el apartamento de Raúl. Era un lugar pequeño, pero sorprendemente bien organizado. El hombre vivía solo y se había construido un hogar muy apañado: había armarios por doquier y, las estanterías que había dejado, tenían puertas para evitar que el polvo se comiera los libros... O quizás lo único que pretendía era limpiar poco.
La verdad es que el pequeño apartamento no tendría más de 50 metros cuadrados y 10 de ellos parecían estar llenos de mierda. Muy limpio no era.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 17:29
por Livia
Podía ser una birria de apartamento pero le resultó tan acogedor como un auténtico hogar, y es que lo era. No era una pequeña trastienda que hacía las veces de cocina comedor y sala de estar, con un dormitorio en el sótano. Era una casa, como la que había tenido con su padre hacía tantos años. Desde el momento en el que cerró la puerta tras de sí, Eva dejó de sentir miedo para sentirse tan protegida como si estuviera allí mismo su tío, o la presencia de su padre.
Estaba completamente destrozada. El tercer peor día de su vida y sentía un gran cansancio. Incluso su estómago, silenciado por el miedo, había comenzado a rugir. Sentía los labios tremendamente resecos. Así que tras dejar el portatil en la mesa en la que iba a sentarse, fue a la cocina a ver qué había por allí.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 17:30
por Variable
La cocina tenía un poco de todo, pero nada especialmente apetitoso. Tenía los elementos necesarios para llenarse el estómago rápido: media barra de pan de hace unos días, un pequeño paquete de pan de molde blanco (sin bordes) y algunos embutidos: pavo, mortadela, choped y jamón york. También había queso de loncha en un paquete prácticamente entero.
Si quería algo más elaborado, tenía opciones. Había varias cajitas de madera que indicaban qué elemento se guardaba en cada una: ajos, sal, azúcar, cebollas, arroz, pasta, pan rayado, fideos y lentejas. Había latas de todo tipo de conservas, entre las que destacaban anchoas y atún. Había leche, huevos, etc.
También había una caja de galletas campurrianas, ya abierta.
Re: (C) [La Finca] Cien años de soledad (Eva Espinosa)
Publicado: 24 Jun 2020, 17:32
por Livia
La cocina le quitó las ganas de comer. Es que no se le apetecía nada de lo que había por allí. ¿Un sandwich de mortadela? Después de lo que había pasado se le iba a quedar en un pie, pero es que estaba tan cansada que no le apetecía tener que cocinar. También tenía 115 euros y quizás podía darse un caprichito: una pizza hawaiana y una cervecita. Hizo una llamada a la pizzería más cercana desde el teléfono fijo de la casa de su tío.
Mientras llegaba la pizza, abrió la tapa de su portátil para acceder a las grabaciones que había subido a su drive, pero no terminó de cargar la página cuando lo cerró de sopetón, con un golpe seco. Esa era su noche de vacaciones, de olvidar lo que le había atemorizado, de sentirse segura, tranquila y relajarse por fín.
Aquella noche, comió como una reina y se tomó un par de cervezas antes de caer rendida de puro agotamiento viendo la televisión en el sofá. Cuando se despertó, fue por los anuncios de teletienda a las tantas de la madrugada. Eva apagó el mando a distancia, se quitó la ropa y se arrojó sobre la cama. Eso sí que era vida. No lo que llevaba ella.
Eva dejó que el sueño la despertara cuando quisiera. No iba a ponerse un despertador su noche de "vacaciones".