Webvampiro

El ingeniero Jim Ripple inventa robots para ayudar a los trabajadores, teorizando que una producción barata hará que los bienes serán más baratos y provocará la caída del capitalismo. Sin embargo, no todos los trabajadores comparten su visión y es considerado un traidor. El gobierno se interesa por sus inventos porque piensa en utilizar a los robots como armas. Ripple recibe una fábrica y financiación para que pueda construir robots, que no son autónomos. Jim Ripple controla a los robots mediante un saxofón e incluso puede hacerlos bailar.

Un día se produce una huelga general, y los directores de la fábrica donde trabaja el hermano de Jim, sustituyen a los trabajadores con robots. Los huelguistas descubren lo que ocurre y estallar un conflicto que los directores de la fábrica aplastan con la ayuda de los militares, que deciden atacar con los robots, utilizando un control remoto. Jim Ripple intenta detener el conflicto parando a los robots con su saxofón, pero es asesinado.

Los trabajadores se organizan y crean su propio control remoto utilizando a "Micron", el prototipo robótico de Jim Ripple, y una vez toman el control de los robots se alzan en armas contra los dueños de las fábricas y los militares, comenzando la revolución.

El final echa a perder toda la película. Acelerado, ridículo y sobreactuado. Por un lado, esa entrevista televisiva no se realizaría jamás de la manera en que se presenta, una presentadora de un programa así no debería jamás dar por culpable a alguien que no ha sido juzgado, no hay cadena que se resistiera a la tentación de abrir las libretas y, de hecho, para una entrevista así una cadena de televisión habría analizado las libretas durante días y habría hecho ya cebos con imágenes para que el espectador se enganche a la entrevista y sepa lo que va a ver. Por no decir que en el momento en que se quitara el pinganillo y dejara de escuchar a realización, el director del programa quitaría la emisión ipso facto.

Pero bueno, eso no deja de ser espectáculo de periodismo irreal (y cuando ves en los agradecimientos a qué periodistas han elegido como asesores, tipo Ferreras o Ana Pastor y alguna más menos conocida), pues entiendes que les encanta trasladar esa imagen de periodista flipada que le toca tener a Bárbara Lennie. Pero es que además de eso, realmente no cierras las tramas de un montón de personajes secundarios que has dibujado con maestría durante la película e introduces una reflexión ética, una moralina, que el personaje de Antonio de la Torre no se ha hecho durante la película, en la que ha protagonizado una constante huida hacia delante.

Pocas veces había visto una película tan bien contada y cerrada de un modo tan malo.

En mi opinión la película se derrumba en el punto en que van a la casa en la que la hija del diputado está haciendo una fiesta. Los diálogos y la acción a partir de entonces bajan varios niveles y carece de sentido.