Webvampiro

Tema para rolear.

Tu sire se gira levemente indignada.

- Muchacho, no es mi primera visita a la entrada de Alejandría y no necesito ningún guía.

Continuáis andando por el túnel, ligeramente iluminado por pequeños vanos en el techo. El camino desemboca en una sala con columnas y grandes losas en el suelo.

- Espera aquí y fíjate en mis movimientos - dice tu sire.

Clemencia comienza a trazar un camino zigzagueante pasando de losa en losa hasta que llega a la puerta de salida.

- Te toca chico, ven aquí.

Clemencia sonríe levemente al oír tu comentario altanero. Accedéis a una sala en la que puedes ver dos enormes vanos cegados con mampostería y una trampilla de madera reforzada en una esquina, resulta extraño ver como la grácil muchacha abre la pesada puerta. Te indica que te adentres en la oscuridad, cuando te acercas descubres una estrecha escalera de caracol totalmente en penumbra.

- Tu primero - dice sonriente Clemencia de Kagan.

Bajas escalones, bajas, bajas y bajas, en la oscuridad total.

- Más rápido muchacho - dice tu mentora.

Apenas la oscuridad nos envuelve; me aseguro de utilizar mi sobrenatural percepción de aromas, texturas, sonidos y presiones. De ese modo espero compensar la ausencia total de visión, aunque se trata de algo que muchas veces he enfrentado en medio del campo de batalla en una noche sin Luna en medio de un denso bosque.
Escuchando la voz de la clemencia de Kagan, me hundo efectivamente en las profundidades rezando a la verdadera diosa que está detrás de esta niña que me empuja con su voz autoritaria.

El ambiente cargado y opresivo de la escalera, junto con la sensación de mareo que te provoca la rápida bajada, golpea tus sentidos agudizados. Por un momento estás a punto de resbalarte y rodar escaleras abajo, sin embargo, tu excelente condición física te permite aguantar sobre los pequeños escalones. Continuáis en silencio vuestro interminable bajada a los infiernos. En un momento determinado ves una reja de hierro abierta y el principio de un pasillo. Avanzáis, el camino está tenuemente iluminado por unas pequeñas llamas azules. En unos pocos metros salís a una gran sala con enormes columnas decoradas con extraños dibujos. En el centro hay un estanque, una mesita y una mujer de pie que os da la bienvenida.

- Por fin llegáis, llevo rato esperando - la rata que visteis en la entrada se encarama en el hombro de la mujer - hacía tiempo que no nos veíamos chica - sonríe y muestra una boca llena de dientes afilados.



- Si, mucho, pero ya sabes por que estamos aquí - responde Clemencia.

- ¡ Oh, que lindo muchachito! - la mujer se acerca a ti - Tranquilo, que no muerdo; al menos no a los vástagos - sonríe - ¿ Cómo te llamas? ¿ Te ha explicado tu sire como funciona esto?

Abuelo… ¡voy por ti!

Mi último pensamiento se desvanece tan rápido como me llega el aturdimiento sensorial mientras bajo a tumbos, pero mantengo la compostura en el último momento justo para llegar a la conversación entre estas dos mujeres del inframundo. Mi maestra adolescente y quién la recibe mostrando su dentadura con forma de sierras de madera.
Soy más que un simple muchachito, soy nieto del gran Khan. La sangre de Genghis sigue cruzando por mis venas muertas y la voz brutal de su epifanía sigue resonando en mis entrañas, aún después de su muerte y las mías. Primero, mi muerte humana. Luego, mi paso a la Tal'mahe'Ra y ahora me imagino que vendrá la tercera

Inclino mi cabeza, listo para recibir el golpe de gracia.

- Encantada gran nieto de Genghis - dice la tétrica mujer mientras que con la mano izquierda te agarra de la trenza, echando tu cabeza para atrás, y con la derecha mete un rápido tajo con una pequeña daga ritual. De tu garganta comienza a brotar un chorro de sangre y la nagaraja te lanza brutalmente contra el estanque. Cierras los ojos por un instante, notas el agua helada y el dolor de tu cuello. Rápidamente peleas por salir del estanque y cuando lo logras ves que la habitación ha cambiado ligeramente. Ya no está el mueble, ni ves a la mujer ni a tu sire. Frente a ti, a unos cuatro metros se encuentran dos humanos ataviados con túnicas blancas, están sentados sobre sus talones y evitan mirarte. Andas unos pasos, y escuchas ruido de chapoteo, tu sire aparece en las oscuras aguas.