Episodio 1. El puente

[DarkOsca]

Alexander, mi querido Alexander, siempre atento, siempre fiel. Pareces sacado del Manual del perfecto Tremere pero yo sé qué hay más dentro de ti. Perdona por ponerte en situaciones alejadas de tú zona de confort pero es necesario para crecer, es imprescindible. Birgitte se acerca a su compañero, mucho, hasta una distancia incómoda para él. Se pone de puntillas y acerca su boca a la oreja de Alexander.

-Trato.

Descendiendo por la cara del Tremere le besa cariñosamente en la comisura de los labios.

-Debemos esperar cualquier cosa. Déjame hablar a mi.

Esta seguridad que muestra Horm exteriormente, no siempre se traduce en serenidad interior. Mientras se limpia sus gafas graduadas puede verse como su mano tiembla. Jodido Pilou, en qué te has metido.

[PeteryPan]

Alexander seguía descolocado por la reacción que había tenido Birgitte cuando esta sacó su lado más depredador. Su incomodidad por aquel beso tan íntimo, inesperado, aunque propio del carácter de su compañera, lo tenía en un estado tan alienado que no se percató de la atmósfera inquietante de aquel lugar hasta que ella no respondió a dicha tensión. Entonces él mismo dejó al lado toda distracción e hizo por centrarse. El peligro esperaba en cualquier esquina, no sólo en el mundo de los cainitas, sino también en según qué esferas mortales; y aquella, la política, implicaba hurgar en algo peor que agitar un avispero. Las luces del coche le provocaron una respuesta entre sorpresa, susto y alerta. Parecía que el momento de peligro había pasado, aunque Alexander, incómodo de por sí fuera de la Capilla, no se relajó. Dejó que Birgitte se adelantara y optó por representar el papel de acompañante de apoyo, el que observa la situación desde la espalda de su compañera y ofrece soporte. Estas situaciones no eran lo suyo y sus conocimientos, en caso de ser necesarios, serían más útiles como dardos puntuales que como palabras encadenadas.

[Voivoda]

Un intenso olor a tabaco y a deficiente ventilación es lo primero que os golpea al entrar en el coche en el que Birgitte reconoce a Pilou Munk. Es una sensación desagradable para vuestros sentidos especialmente agudos, y notáis casi de modo simultáneo que a vuestra Bestia interior no le hace demasiada gracia el efecto de alquitrán, humo, humedad y vaya usted a saber qué más ingredientes condimentados en un vehículo movido a gasolina. No obstante, tratáis de disimular y concentraros.

Birgitte se sienta en el asiento del copiloto. Alexander escoge situarse detrás justo de ese mismo asiento, de modo que le es más fácil poder ver las reacciones del tal Pilou, situado en el asiento del conductor. Alexander no deja de admirar a su compañera que, si bien le ha pedido que le acompañe, se desenvuelve con una soltura innata en cuanto entra en el coche.

Pilou Munk es un tipo joven, en esa edad en la que en determinados trabajos uno intenta medrar para conseguir el ascenso a un buen puesto y dejar de ser mamporrero de los débiles y pelota de los poderosos. De pelo rojizo, su traje no está del todo bien planchado ni su corbata lo suficientemente recta. Con todo, es apuesto, de ese tipo de hombres que desprenden un cierto carisma que los sitúa entre los listos de la clase. Está notablemente nervioso y juguetea con un mechero, encendiéndolo y apagándolo.

Vuestras Bestias empiezan a ponerse más nerviosas de lo conveniente. Que quisiera fumar sería desagradable. Que juguetee con un mechero podría desencadenar una masacre.

Mira a Birgitte en el mismo momento en que detiene por un momento el bailecito del mechero. Después mira por el espejo interior del coche a Alexander.

- ¿Quién es este? -su nerviosismo se adelanta a la paciencia necesaria para escuchar la respuesta- ¿Podéis ayudarme?

[PeteryPan]

Todo aquello comienza a ser insoportable. Estaba perdiendo el tiempo en su propia búsqueda mientras tiene que soportar los nervios que le provoca esta situación no deseada y la desagradable aura ambiental que emite este... este... saco de sangre. No le gusta llamarlos así, pues su padre lo es, pero su padre no se parece en nada a aquel politicucho con infulas de pirómano. Sus pensamientos, presa del nerviosismo, se disparan: ¡Dios, ¿no puede dejar en paz el puñetero mechero?! Y este coche... ¡asqueroso! ¿Cómo podía vivir así? ¿No se daba cuenta de lo mal que olía aquella pocilga con ruedas? Por un instante mira el espejo retrovisor del interior y se ve a si mismo con una cara deformada por el asco y la rabia, momento en el que se da cuenta que sin querer esta clavando las uñas en la tela del asiento, dejando al descubierto un trozo pequeño de espuma amarilla, casi igual de sucia que el tejido que la cubría hace un momento. Intenta tranquilizarse, al menos para relajar las facciones y no parecer un maldito trastornado, pero el "clac" continuo del mechero le está taladrando el cráneo. ¿Porqué la gente fuma, qué narices le ven al olor viscoso y alquitranado de los cigarrillos, a la quemazón contínua, al dispendio absoluto en un vicio asqueroso? Maldita ignorancia destructora.

Intenta tranquilizarse, aunque sin el gesto inconsciente de respirar hace tiempo que se dio cuenta que es mucho más difícil. Mira hacia fuera, pero las vistas grises y hormigonadas del párquing no le ayudan en nada. Decide centrarse en lo que tienen entre manos para acabar cuanto antes y salir de allí pronto. No sólo estaba perdiendo el tiempo, sino que una sensación de alerta y problemas le rascaba la garganta y la nuca. Sentía, como colofón de todo aquello, el intenso nerviosismo que carcomía a aquel hombre, otro factor más para minar su intento de tranquilizarse. Su manera de inicar la conversación no presagiaba nada bueno. Como había decidido, prefería dejar las palabras a su compañera salvo en caso de que él supiera algo clave o su participación pudiera influir en el favor de los objetivos de la Capilla.

[DarkOsca]

La situación está a 180º de dónde esperaba. Nunca había visto tan nervioso a Pilou. Si por algo se caracteriza la clase política es por su rostro pétreo. Tiene que ser muy grave lo que está pasando. Realmente, el que preocupa a Birgitte es Alexander. Se arrepiente de haberlo traído, de hacerle pasar por este mal trago, no lo merece, el dulce Alexander.

-Dame eso, por favor.

Birgitte sonrie y tiende la mano para que, una vez que ha terminado de jugar, Pilou le de su mechero.

-Es Alexander. Un amigo de toda confianza. Un amigo que no merece este comportamiento por tú parte. ¿Puedes hacer el favor de explicarnos en qué lío estás metido?

En esta ocasión Horm ha optado por su vertiente más dura. Sólo en contadas ocasiones lo hace. Cuando la escena es de máxima tensión.

[Voivoda]

Un último "clac" termina de apagar el mechero que Pilou deja mansamente en manos de Birgitte. El rastro caliente que la llama ha dejado sobre el metal del mechero no es agradable para ella, que nota cómo su Bestia se revuelve todavía incómoda. Sin embargo, para Alexander es una décima de segundo de sosiego que decide aprovechar para dejar su mente en blanco, escuchar y dejar de revolverse en sus propios pensamientos negativos influidos por el nerviosismo del conductor y el desagradable olor del vehículo.

Munk suspira y se recuesta en el asiento del coche, gesto con el que parece dejar escapar su propia agitación. En cuestión de segundos parece poco más que un pobre hombre derrotado. Un tipo con ambiciones al que el juego le ha venido grande. Incapaz de mirar directamente a Birgitte, y temeroso de observar por el espejo del retrovisor interior del coche a Alexander, decide mirar hacia su izquierda. Las luces del párking se atenúan de modo automático al dejar de reconocer ningún movimiento en el interior. Un esfuerzo ecológico por el ahorro eléctrico que ambos agradecéis, ya que vuestros ojos están más cómodos entre las tinieblas que bajo la iluminación de los fluorescentes.

- Hace un tiempo surgió una buena oportunidad con la renovación de las infraestructuras de mantenimiento del puente -dice con voz cansada- Hacía falta construir algunos almacenes para material eléctrico, sobre todo, aunque también había posibilidad de hacer un párking subterráneo y un centro de mantenimiento digitalizado donde poder instalar centenares de ordenadores que podían ser luego alquilados para bases de datos de grandes empresas.-Munk parece recordar algo y calla durante unos segundos. Parece avergonzado y sigue por ello sin poder miraros a los ojos directamente- Se interesaron varias empresas, pero una de ellas destacaba por la cuantía de su oferta, porque tenía oficinas en Dinamarca y Suecia, lo que hacía que la obra pudiera tener mayor envergadura, y por el hecho de que estaba dispuesta incluso a hacer un... esfuerzo extra para conseguir la adjudicación.

El silencio de hora es un poco más largo.

- ¿No estaréis grabando, no? -su voz vuelve a denotar nerviosismo.

[DarkOsca]

Estamos ante un situación en varias capas. Arenas movedizas. Precisamente la sutilidad no es la mejor cualidad de Birgitte.

-No, no estamos grabando. Estamos entre amigos, repito. No tienes de que preocuparte, al menos por nuestra parte.

Suecia y Dinamarca, Sabbat y Camarilla. Sólo el hecho de imaginar esta circunstancia hacía estremecerse a la pequeña Tremere. Pero tiene que ser valiente, tiene que seguir indagando.

-Un esfuerzo extra para conseguir la adjudicación. ¿Qué significa, exactamente?

Horm se prepara para lo peor. Se recuesta en el asiento delantero del coche de Pilou y mira de reojo a Alexander, su compañero, que también permanece atento al relato del político.

[PeteryPan]

El derrotismo de aquel tipo lo relaja hasta cierto punto, demostrándole que no es una amenaza y que ellos podrían ser para él una válvula de escape. La explicación de la situación, en términos generales, pone sobre el tablero algo que ya se olían. Suecia está implicada; el Sabbat está implicado. Aunque también Dinamarca y con ello la Camarilla de alguna manera. A no ser que todo sea una pantalla de humo para otra cosa. Pero es pronto para saberlo. Y está claro que el interés por realizar sea lo que sea que se esté organizando tenía detrás recursos. Ese "esfuerzo extra" suena, para Alexander, en un sutil sinónimo de chatanje, extorsión o soborno, y sea el que sea, la justa elección no entra en ninguno. Las miradas de los dos cainitas se cruzan, reflejo de que ambos piensan algo similar y que son conscientes del tamaño de lo que tienen delante. Birgitte continúa y Alexander, atento, sigue observando al tipo, cuya intranquilidad regresa, preocupado por que todo aquello pueda ser usado en su contra a través de una grabación. El olfato académico del Griego detecta peligro y miedo en aquel politicucho, pero con un regusto que iba más allá del escándalo o la pérdida de la carrera política. Se inclina hacia delante, acercándose a la espalda de aquel mortal. Deben jugar la carta de la presión, equilibrando en la cabeza del interrogado la idea de que ellos son la ayuda que necesita, pero no el alma caritativa que desea.

[Voivoda]

Pilou se mueve nervioso, es incapaz de fijar la vista demasiado tiempo en ningún punto concreto, más aún cuando la vergüenza hace que no pueda sostener la mirada de Birgitte y la desconfianza que le pase lo mismo con los ojos de Alexander. Si no fuera un ser humano aún vivo, estaréis aún más alerta, puesto que sus movimientos nerviosos podrían ser el preámbulo de algún giro peligroso. Al no tener una Bestia interna que susurre en sus entrañas, ese peligro está bastante relativizado, aunque no deja de ser quien está al volante y con las llaves puestas, lo que puede derivar en una situación en la que estuvierais más expuestos de lo necesario.

Finalmente, el asesor político, el hombre que siempre ansiaba un paso más, una prestigio mayor, una influencia más relevante, mira a Birgitte con un gesto que refleja una derrota moral. La vergüenza cede terreno ante el miedo a las consecuencias y ante la esperanza de que podáis echarle una mano.

- Significa dinero. Muchísimo dinero. Esa gente maneja mucha pasta y tenía verdadero interés en poder hacerse con ese contrato y con esas obras debajo del puente -Pilou intenta generar un punto de comprensión en vuestros pensamientos- Creedme, para seguir el ritmo de vida que debo tener para estar donde estoy, no basta con el sueldo de un partido político.

Su evidente reconocimiento de la corrupción no genera en vosotros una empatía especial. Pero de todos modos, ¿quién está libre de pecado?. Munk mira ahora también a Alexander desde el espejo retrovisor.

- ¿Podéis hacer que mi nombre desaparezca de las acusaciones? -pregunta con un claro tono de esperanza- Aún conozco gente, políticos y asesores que realmente son los que mueven los hilos de los políticos. Aún puedo ser útil.

Las cucarachas sobreviven incluso a los ataques nucleares.

[DarkOsca]

No estamos avanzando en la dirección que deberíamos. Este hombre tiene demasiado miedo. Está pendiente de detalles, para nosotros, insignificantes. De todos modos todavía no hemos terminado con él, todavía debe quedar información útil. Birgitte cambia de táctica. Despliega el parasol del acompañante, se mira en el espejo. Rebusca en su bolso, saca un pintalabios y apretando la boca, susurra.

-Puedes hacerlo bastante mejor, Pilou. De momento no nos has dado nada. De esta manera no podemos ayudarte. Tengo una cita importante esta noche, tienes 5 minutos para convencernos a mi amigo y a mí de que vale la pena gastar tiempo y recursos en ti.

Termina de maquillarse y cuando ve los ojos de Alexander mirándola directamente en el espejo, le guiña un ojo. Tranquilo, no es la primera vez que juega a este juego. Horm sabe lo que hace.