[CA] 12:30 pm, pasillo segundo piso
Publicado: 01 Nov 2019, 19:37
El olor a pólvora llena el pasillo, dominando los sentidos de los presentes. El sonido de los disparos resuena por toda la casa, sacando a Julián de su shock y devolviendo al hombre al mundo real...pero con el peso de todo lo que acaba de experimentar. El pintor regresa a una realidad horrible después de una pesadilla espantosa escuchando el "click click" del revolver vacío.
Santiago se desploma en el suelo, cubierto de heridas. La sangre no mana como lo haría de un mortal, sino mucho más lenta y negra, casi tan espesa que parece no querer salir de los terribles orificios. El joven queda tumbado, de lado, y parece recuperar la consciencia los segundos justos como para que sus ojos se fijen en la mujer que lo ha matado.
En ellos no hay odio, ni arrogancia, ni confusión. Tampoco agradecimiento, piedad o paz. Hay tristeza, una profunda y absoluta desolación que se clava en Marga como una espina en su pecho, sin promesas de soltarse alguna vez de allí.
Es difícil entender por qué Santiago se queda mirando a su verdugo y por qué no al responsable, Damià. Quizás sea porque en sus últimos momentos de consciencia, recupere la cordura suficiente como para saber que toda su vida se ha visto manipulada por ese hombre, incluso su final. Y que ahora, el que ha dominado todos sus días tiene otro títere del que tirar.
Quizás más que tristeza sea compasión.
O puede que simplemente no desee morir joven.
La piel de Santiago empieza a resquebrajarse y en cuestión de segundos, se convierte en cenizas. El polvo gris se esparce por el suelo, haciendo que el cuchillo caiga y el sonido metálico resuene.
A lo lejos, suenan unos gritos y gruñidos. Es evidente que no han pasado desapercibidos por los atacantes.
- Deberías haberlo matado a él primero -dice Damià, con cierta urgencia en su voz y señalando a Julián. Es obvio que desea irse, pero seguir con su plan es todavía más tentador- Date prisa.
La mujer tiene el cuchillo cerca. Sólo el arma blanca, ya que no le quedan balas. Matar a su antiguo amante así, tan...de cerca, tan sangriento....Puede ser demasiado.
Y Julián podría aprovechar esa duda. Salvarse, atacar primero, huir...O quedarse.
Santiago se desploma en el suelo, cubierto de heridas. La sangre no mana como lo haría de un mortal, sino mucho más lenta y negra, casi tan espesa que parece no querer salir de los terribles orificios. El joven queda tumbado, de lado, y parece recuperar la consciencia los segundos justos como para que sus ojos se fijen en la mujer que lo ha matado.
En ellos no hay odio, ni arrogancia, ni confusión. Tampoco agradecimiento, piedad o paz. Hay tristeza, una profunda y absoluta desolación que se clava en Marga como una espina en su pecho, sin promesas de soltarse alguna vez de allí.
Es difícil entender por qué Santiago se queda mirando a su verdugo y por qué no al responsable, Damià. Quizás sea porque en sus últimos momentos de consciencia, recupere la cordura suficiente como para saber que toda su vida se ha visto manipulada por ese hombre, incluso su final. Y que ahora, el que ha dominado todos sus días tiene otro títere del que tirar.
Quizás más que tristeza sea compasión.
O puede que simplemente no desee morir joven.
La piel de Santiago empieza a resquebrajarse y en cuestión de segundos, se convierte en cenizas. El polvo gris se esparce por el suelo, haciendo que el cuchillo caiga y el sonido metálico resuene.
A lo lejos, suenan unos gritos y gruñidos. Es evidente que no han pasado desapercibidos por los atacantes.

La mujer tiene el cuchillo cerca. Sólo el arma blanca, ya que no le quedan balas. Matar a su antiguo amante así, tan...de cerca, tan sangriento....Puede ser demasiado.
Y Julián podría aprovechar esa duda. Salvarse, atacar primero, huir...O quedarse.