[Ambientación] Vampiros y juegos de rol
Publicado: 21 Nov 2019, 13:04
VAMPIROS Y JUEGOS DE ROL
Por Magus
¡Mi propio hermano se ha convertido en un vampiro de mierda! ¡Ya verás cuando mamá se entere!
-Jóvenes Ocultos

Desde prácticamente sus inicios la humanidad ha creado historias sobre criaturas depredadoras, bien demonios, muertos vivientes o seres sobrenaturales que se alimentan de los humanos o procuran atormentarlos de alguna forma. Desde los ekimmu mesopotámicos, la Lilith semita, lamias, empusas, lemures y larvae grecorromanos, ogros y gules indios y árabes, gurumuka australianos, chiang shi chinos, gaki japoneses, strigoi eslavos, varg escandinavos, civateas precolombinos…la lista de este tipo de criaturas es interminable.
Estos depredadores surgidos del folklore, mitos, leyendas y religiones, a pesar de su diversidad comporten un interés mutuo por atormentar a la humanidad de alguna forma, bien debido a alguna maldición ancestral o algún propósito infernal que les lleva a alimentarse de los vivos. Aunque no siempre se alimentan de sangre, ésta ocupa un lugar esencial en su dieta como líquido esencial de la vida.
Durante siglos toda esta colección de terribles depredadores acechó en los relatos de sus diferentes culturas, embrujando los sueños de la humanidad, y aunque compartían cualidades vampíricas como depredadores y parásitos, son muy diferentes del concepto de vampiro tal y como lo conocemos ahora.
Durante los siglos XVII y XVIII se produjeron varias epidemias de rabia y otras enfermedades infecciosas en Europa Oriental cuyos efectos se confundieron con los mitos locales que asociaban la ausencia de descomposición en los cadáveres a los poderes malignos y dieron pie a varios rumores y leyendas que afirmaban que los muertos regresaban de sus tumbas para beber la sangre de los vivos, matándolos y contagiándolos con su condición maldita. Varios de estos rumores incluso contaron con el testimonio escrito de eclesiásticos y científicos de la época, lo que llevó a la reacción escéptica de la sociedad: varios eruditos de la época escribieron ensayos sobre el fenómeno, considerándolo una superstición fruto de la ignorancia de los campesinos, e incluso las autoridades civiles y eclesiásticas realizaron varios informes y emitieron órdenes para acabar con los temores supersticiosos. Sin embargo, la sociedad campesina de Europa Oriental siguió aferrándose a los rumores sobre la existencia de los no muertos hasta bien entrado el siglo XX.
Estos primeros “vampiros” eran muertos vivientes de aspecto sonrosado e hinchado, escasa inteligencia animal y que incluso podían caminar a la luz del día. Solían alimentarse de sus familiares y vecinos y eran especialmente contagiosos, pues no sólo infectaban con el vampirismo a las personas de las que se alimentaban, sino en ocasiones también a las bestias. Los esfuerzos para combatirlos eran igualmente pintorescos, como enterrarlos cabeza abajo, clavarlos con estacas al ataúd, utilizar elementos religiosos, quemarlos…algunos religiosos incluso llegaron a aprovecharse de la ignorancia de los campesinos, lo que llevó al Papa Benedicto XIV a amenazar con la excomunión a quienes fomentaran la superstición para beneficiarse del cobro de exorcismos y misas.
En 1751 el abad francés Augustin Calmet recogió en un tratado varios de los casos de vampirismo ocurridos en Europa Oriental y los consideró fruto de supersticiones e ilusiones. Este tratado se tradujo a diversos idiomas y se extendió por los países europeos, provocando la participación de varios filósofos y científicos de la época que reafirmaron la existencia del vampirismo como fraude.
Pero no era tan fácil librarse de los vampiros…
Por Magus
¡Mi propio hermano se ha convertido en un vampiro de mierda! ¡Ya verás cuando mamá se entere!
-Jóvenes Ocultos
Desde prácticamente sus inicios la humanidad ha creado historias sobre criaturas depredadoras, bien demonios, muertos vivientes o seres sobrenaturales que se alimentan de los humanos o procuran atormentarlos de alguna forma. Desde los ekimmu mesopotámicos, la Lilith semita, lamias, empusas, lemures y larvae grecorromanos, ogros y gules indios y árabes, gurumuka australianos, chiang shi chinos, gaki japoneses, strigoi eslavos, varg escandinavos, civateas precolombinos…la lista de este tipo de criaturas es interminable.
Estos depredadores surgidos del folklore, mitos, leyendas y religiones, a pesar de su diversidad comporten un interés mutuo por atormentar a la humanidad de alguna forma, bien debido a alguna maldición ancestral o algún propósito infernal que les lleva a alimentarse de los vivos. Aunque no siempre se alimentan de sangre, ésta ocupa un lugar esencial en su dieta como líquido esencial de la vida.
Durante siglos toda esta colección de terribles depredadores acechó en los relatos de sus diferentes culturas, embrujando los sueños de la humanidad, y aunque compartían cualidades vampíricas como depredadores y parásitos, son muy diferentes del concepto de vampiro tal y como lo conocemos ahora.
Durante los siglos XVII y XVIII se produjeron varias epidemias de rabia y otras enfermedades infecciosas en Europa Oriental cuyos efectos se confundieron con los mitos locales que asociaban la ausencia de descomposición en los cadáveres a los poderes malignos y dieron pie a varios rumores y leyendas que afirmaban que los muertos regresaban de sus tumbas para beber la sangre de los vivos, matándolos y contagiándolos con su condición maldita. Varios de estos rumores incluso contaron con el testimonio escrito de eclesiásticos y científicos de la época, lo que llevó a la reacción escéptica de la sociedad: varios eruditos de la época escribieron ensayos sobre el fenómeno, considerándolo una superstición fruto de la ignorancia de los campesinos, e incluso las autoridades civiles y eclesiásticas realizaron varios informes y emitieron órdenes para acabar con los temores supersticiosos. Sin embargo, la sociedad campesina de Europa Oriental siguió aferrándose a los rumores sobre la existencia de los no muertos hasta bien entrado el siglo XX.
Estos primeros “vampiros” eran muertos vivientes de aspecto sonrosado e hinchado, escasa inteligencia animal y que incluso podían caminar a la luz del día. Solían alimentarse de sus familiares y vecinos y eran especialmente contagiosos, pues no sólo infectaban con el vampirismo a las personas de las que se alimentaban, sino en ocasiones también a las bestias. Los esfuerzos para combatirlos eran igualmente pintorescos, como enterrarlos cabeza abajo, clavarlos con estacas al ataúd, utilizar elementos religiosos, quemarlos…algunos religiosos incluso llegaron a aprovecharse de la ignorancia de los campesinos, lo que llevó al Papa Benedicto XIV a amenazar con la excomunión a quienes fomentaran la superstición para beneficiarse del cobro de exorcismos y misas.
En 1751 el abad francés Augustin Calmet recogió en un tratado varios de los casos de vampirismo ocurridos en Europa Oriental y los consideró fruto de supersticiones e ilusiones. Este tratado se tradujo a diversos idiomas y se extendió por los países europeos, provocando la participación de varios filósofos y científicos de la época que reafirmaron la existencia del vampirismo como fraude.
Pero no era tan fácil librarse de los vampiros…