Episodio 2. Un secuestro

[Pagliacci]

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Era hermosa, atlética, fascinante, como una pintura en movimiento, como una litografía de Mucha que hubiera cobrado vida. Por encima de todo, Laurent admiraba su humanidad, su capacidad de mantenerse viva habitando un cuerpo no-muerto. El Toreador casi pareció sentir como el tiempo se detenía a su alrededor y, por primera vez en muchas noches, una genuina felicidad despertó en su interior y su rostro esbozó una verdadera sonrisa. Eran tan distintos ellos dos, tan radicalmente diferentes, que le costaba imaginar convivir con alguien así el resto de su eternidad y, aun así, la amaba. La amaba con pasión, con toda lo que de humano quedaba en él, ella le hacía mejor persona y, en su presencia, casi sentía que un mundo mejor era posible y él podría redimirse por todo el mal que causaba y había causado.

-Hemos tenido noches mejores- dijo el contrabandista risueño- Afortunadamente, esta noche se ha visto considerablemente iluminada por tu presencia.

Él era el bajel y ella la tempestad, la luz y la oscuridad, el beso del viento sobre las catedrales de sal. Era difícil recordar la gravedad de la situación en la que se encontraban, pero la presencia de Alex y Jaspers fue todo lo que necesitaba para no olvidar que no había venido para disfrutar de otra cita romántica con el amor de su no-vida.

-Necesitamos tu ayuda, la Juventud Roja lleva tiempo tras nosotros, tratando de colgarnos cualquier sobredosis y brecha de seguridad en Bloodspot. Ahora, mientras estamos aquí hablando contigo, están torturando a uno de los pocos amigos de mi Caitiff- dijo el francés señalando a Jaspers- ¿Sabes quiénes son? ¿Por qué intentan jodernos si estamos en el mismo bando?

[Ilitia]

Alex sintió una llama encendiéndose dentro del pecho cuando se encontró con aquella escena. Aquella carismática Kat le volvía loca. Desearía poder escaparse con ella a una buena juerga Brujah, desearía poder desplegar sus intintos salvajes con ella. El resto de contexto y pensamientos pasó a un segundo plano durante aquel instante, el foco de atención tan solo iluminaba a Kat dirigiéndose a ellos, dirigiéndose, decepcionantemente para Alex, hacia Laurent.

Tanto el caitiff como ella no parecían tener vela en este romántico entierro. Los jefes hablaban entre ellos. La fina llovizna empezó a mojar el pelo de Alex, que se cubrió con la capucha y se cruzó de brazos a la espera de instrucciones. Su colega debía de haber asumido hace mucho su papel y estaba ahí plantado como un árbol, sin decir ni hacer nada.

Alex dio unos pasos por la cancha mientras los dos perros, Kat y Laurent, se olían el culo. Una lata vacía y abollada se llevó el golpe de gracia por parte de las botas militares de la Brujah. Una vez más sentía la frustración de haber caído tras un breve momento de vuelo. La sensación de estar a punto de estallar siempre le acompañaría pero todavía no se había hecho a la idea. Trató de poner sus sentidos en alerta para escuchar la conversación, al menos quería enterarse de lo que hablaban. Instintivamente y casi sin pensarlo, se abalanzó a una rata y la mordió con avidez.

[Voivoda]

- Oye, tú, ¿estás bien?

La voz de Kat se dirige primero a Álex, lo que provoca en ésta una súbita mezcla de timidez y cierta ilusión. Álex asiente por toda respuesta, algo avergonzada por su propio gesto movido por ciertos celos. Laurent es ahora quien siente ese mismo pellizco al comprobar que la primera interacción de Kat no era hacia él sino hacia su compañera de Coterie. Kat era especialista en ocasiones en hacer este tipo de cosas, en hacerle rabiar con nimiedades que sabía que herían el orgullo protocolario del Toreador.

Kat da una especie de respingo como respuesta mientras vuelve de nuevo su atención hacia Laurent y mira a Jasper. Éste siente algo... diferente en esa mirada. No hay desprecio, no hay prejuicios. Es como si le hubiera mirado como a un igual. Jasper no estaba acostumbrado a tales gestos y aún no sabía exactamente cómo encajarlos. En su fuero interno se sentía infinitamente agradecido, lo que era un poco humillante por lo que intentaba mantener un rostro lo más inexpresivo posible. ¿Realmente Kat no le vería como a un ser inferior como solían verle los demás miembros de la Estirpe?.

Finalmente, la Brujah se ajusta su gorro de lana mientras vuelve a botar el balón de un modo casi automático, sin mirarlo, mostrando una habilidad innata adquirida a lo largo de horas y horas de estar en esta cancha abandonada en medio de la modernidad de Copenhague. Kat deja los suficientes segundos en los que sólo suena el bote del balón como para dar a entender que seguramente sabe las respuestas a esas preguntas, pero está sopesando hasta dónde abrir la mano.

- Creo que no les ha sentado muy bien que coincidiendo con un fallo de seguridad haya gente muerta. Están muy vinculados a los ideales, ya sabes cómo son los adolescentes - Un ligero brillo cruza la mirada de Kat, que en sí misma es todo un desafío para ver hasta dónde es capaz Laurent de mantener la compostura cuando está en pleno centro del huracán- Y toda esa mierda de las drogas... Laurent, de verdad espero que no tengas nada que ver con tus trapicheos -la voz de Kat es casi dulce, pero esconde una amenaza implícita entremezclada con el deseo genuino de confirmar que realmente Laurent no tiene nada que ver con la droga relacionada con la muerte de los muchachos. Ella nunca ha terminado nunca de saber cuáles son exactamente los negocios del Toreador- En el fondo son críos. Pasionales y rebeldes, pero no tan valientes como creen ser -Kat deja de botar el balón y asiente gesticulando al recordar tu última pregunta- Sí, si estáis en el mismo bando dadles una señal, una prueba para que os crean. Yo os puedo allanar un poco el camino, pero no siempre llevan bien eso de hacer caso a la hermana mayor, ya sabéis.

Laurent es consciente de que Kat se quita importancia. Seguramente pueda manejar a la Juventud Roja con facilidad, sobre todo si son Vampiros jóvenes tanto en edad aparente como real. La palabra de la Brujah es la ley incluso en los círculos más rebeldes cercanos, o pertenecientes, al Anarquismo. La Brujah en el fondo busca un movimiento que os signifique políticamente. Si mostráis una cercanía con la Juventud Roja, ya no seréis una amable Coterie casi anónima siempre leal a los deseos del Natlige y a los círculos más tradicionales de la Camarilla en la ciudad. Si no la mostráis, podríais tener enfrente a Vampiros rebeldes que, si bien no son una gran fuerza, son como mínimo molestos y vuestra reputación está un tanto en entredicho con las referencias a las drogas y a los agujeros en Bloodspot. Y en la mente de Laurent sigue presente que el hecho de que ahora la tormenta os haya pasado de lado durante algunas noches y tengáis algo más de tiempo para reaccionar es gracias al favor de Isak que, tarde o temprano, querrá cobrarse...

[Jebediah_Gogorah]

Jasper sintió en la mirada de Kat una cierta dosis de equidad y compasión que lo entusiasmó y lo incomodó a partes iguales. ¿Ácaso era posible que la Brujah mostrará respeto por él, o tal solo era una argucia más de una cainita con más noches que la luna?. En cualquier caso, el caitiff, acostumbrado a levantar el escudo de manera casi refleja, agachó la mirada al suelo, esquivando los azules ojos de la chusma.

La escuchó con cierta atención, como siempre desde un segundo plano, intentando entender aquel galimatías lleno de bandos e intereses. En un determinado momento en el que Velstrom soltó el balón, el paria lo cogió, dió un par de botes, haciendo que el sonido característico de la pelota naranja inundara aquella parte en sombra de la cancha. Mientras oía con atención, lanzó la pelota a la canasta y está no llegá a tocar el aro, sino que da un golpe rudo en el cuadro, rompiéndo el idílico momento y dando fe del pésimo estado de forma del programador.

Contrariandose a si mismo y a sus principios, se deja abrazar por la familiaridad que Kat le está otorgando en la conversación, sin relegarlo a ningún segundo plano y se arma de valor para preguntar: - ¿Podrías concertarnos una reunión con ellos?... Tienen a un conocido mío que la verdad... no se que mierda pinta en todo esto... - Como un perrito corrió un par de pasos para devolver la pelota a su dueño y escuchar la respuesta y el resto de la conversación sin perder la vista del reloj en ningún momento; un viejo Casio digital de correa negra de plástico.

[Pagliacci]

Laurent observó con asco como la hacker agarraba la rata, rápida de reflejos, y le abría la garganta con los colmillos con un movimiento tan despreciable como animal. La sangre salpicó y unas pocas gotas se derramaron al suelo, desparramando un olor nauseabundo a los húmedos canales repletos de alimañas. Algo en su interior se removió, el hambre y el desprecio se entremezclaron en un confuso sentimiento que trató de no dejar que emergiera a la superficie de su rostro.

Las palabras de Kat llegaban directamente al fondo de su corazón. Casi se sentía impelido a perdonar a aquellos energúmenos adolescentes y a dejar por siempre el contrabando de sus sustancias. El francés se tomó unos segundos para poner en orden sus pensamientos y sus sentimientos. Viéndolas una al lado de la otra, resultaba difícil creer que aquellas dos mujeres pertenecieran al mismo clan. La una era una noble idealista de altos principios, la otra era chusma anarquista y carroñera. Quizás ambas fueran caras de la misma moneda.

El Toreador escogió guardar silencio para otorgar de un mayor peso a las preguntas de su adlátere y así ganar algo de tiempo para meditar una mejor decisión. Velstrom les estaba ofreciendo una salida pacífica al conflicto, negociada. Una parte de Laurent se sentía decepcionado ante la oportunidad perdida de esparcir las entrañas de aquellos neonatos por el suelo y componer un Kandinsky con sus sesos. El recuerdo del favor que le debía al Ministerio avivaba su odio y acunaba su rabia.

Laurent alzó la vista para ver un cielo nublado, sin estrellas cuya luz fuera capaz de atravesar la capa de contaminación lumínica o la permanente neblina danesa. Malalt no pudo evitar cerrarse la cremallera de la chupa de cuero que vestía, pese a lo inútil del gesto. En noches como aquella odiaba aquella ciudad, añoraba su Francia natal de noches calurosas y de olor a lavanda. El canto de las cigarras en verano le había borrado de la memoria el tableteo de las ametralladoras y el tronar de los cañones. Pero aquella acanalada ciudad, húmeda y metálica, llevaba un frío en el alma que calaba en los huesos.

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[Voivoda]

Kat volvió a botar la pelota. El sonido del esférico naranja llenaba de ecos el silencio con un particular tono mojado, provocado por el agua que la pelota iba cogiendo del propio suelo bastante descuidado de la cancha. Sin prestar demasiada atención volvió a lanzar a canasta, con una imprecisión algo menos destacable que la del anterior lanzamiento de Jasper, pero de un modo ciertamente metafórico igualando a ambos en la falta de éxito.

Velstrom alargaba el silencio disfrutando en cierto modo de las dudas internas de Laurent. No dijo nada que pudiera dar a entender que estaba prolongando ese instante, pero él sabía que ella era consciente de su tormenta interior. Ese conocimiento íntimo y mutuo los unía a ambos, y también dejaba en Laurent la sensación de ser demasiado dependiente de lo que realmente quería Kat que hiciera. Y se torturaba a sí mismo preguntándose si ella a su vez también estaría inquieta ante la decisión que él pudiera tomar. Esa ansiedad de silencios y medias verdades apenas estaba un escalón por debajo de la ansiedad más innata propia del deseo de alimentarse.

Álex miraba con cierta fascinación a Kat. Velstrom era un ejemplo no-viviente. Independiente, decidida, con un fuerte carácter. Parecía saber más de lo que decía, era desafiante. Quizá era sólo una máscara más de un inmenso teatro, pero ¿qué espectador no se queda a veces prendado de la máscara más que del contenido de la obra?.

Para sorpresa de Jasper, Kat deja de nuevo que el balón se detenga tras varios botes y le contesta con total naturalidad. No hay desprecio en sus palabras, no hay condescendencia. Por un segundo Jasper llega a pensar si es cierto que por una vez un miembro de la Estirpe le puede contestar a él como lo haría a sus compañeros.

- No creo que fuera muy difícil, ellos seguro que estarán encantados de veros. Pero ya os digo, no está en mis manos cómo vayan a reaccionar. Algunos son adolescentes normales -recalca la palabra para que notéis que donde dice "normales" quiere decir "mortales". Al final, hasta la más rebelde de los Vástagos termina teniendo cuidado con la Mascarada y el lenguaje- lo que ya de por sí es más complejo de lo que muchos arrogantes de los nuestros creen cuando tratan con ellos. Pero otros son adolescentes más problemáticos. En fin, si es lo que queréis -ahora sí mira intencionadamente a Laurent otorgándole un pretendido liderazgo o, quizá, simplemente haciéndole sentir la intensidad de sus propias emociones- os avisaré del lugar y la hora.

[Ilitia]

La mente de la joven Brujah volvió a la realidad con el primer trago de sangre de rata, solo entones fue consciente de cómo su impulsibilidad había decidido por ella. -¡Joder, qué asco!- pensó disimulando sus náuseas. Tiró la rata con un ágil lanzamiento lejos de donde estaban y se limpió con el reveso de la manga. Al menos le sirvió para liberar la tensión que se estaba acumulando pero posiblemente dejó ver su lado más carente de habilidades sociales.

El sonido del balón no consiguió distraer la atención de las palabras de Kat. Alex, en cambio, no consiguió pronunciarse. Se había acomodado demasiado a no relacionarse cara a cara, escribirse con alguien con la luz de la pantalla iluminando su rostro. No quería ni imaginarse perdiendo el control delante de alguien más allá de lo que ya había pasado, esto le causaba gran ansiedad y hacía que evitase las relaciones directas.

-¿Cuál es el siguiente paso? ¿Tener otra reunión? ¿A qué esperamos?- pensó para sus adentros. Estaba tan intranquila que los pies le ardían dentro de las botas.

[Pagliacci]

Los sentimientos se fundían en su pecho como el óleo, la marta Kolinsky mezclaba en su abigarrado corazón las emociones que le producía aquel conflicto de intereses, la posibilidad de una salida suave pacífica contra la sed de venganza que clamaba el orgullo herido. El francés se tomó unos segundos para contestar, a sabiendas de que debía enmascarar sus pulsiones, triebs inconfesables. Recordó una película casi olvidada, Perdición, los fósforos ardiendo al rascar la barba mal rasurada del antihéroe seducido, arrastrado a participar en una mentira que nunca le había importado, las largas piernas de Bárbara Stanwyck y sus curvas sinusoides. Habían proyectado la película en los cines bávaros poco antes de abrazarle, el Marqués de la Tour D´Azyr vivía fascinado por cine y, especialmente, por el glamour hollywoodiense. Había intentado, incluso, esculpir el rostro de Stanwyck en una de las prisioneras polacas, la mujer no sobrevivió a la extrema cirugía de su carne.

-Está bien- dijo Laurent mientras lentamente volvía en sí- Te lo agradecemos, todos nosotros. Con tu ayuda quizás podamos salvarle la vida a un hombre inocente y llegar hasta el fondo del asunto.

El tiempo apremiaba, Laurent se despidió de ella con la mirada y se arrebujó en la chupa de cuero italiano, en sus fríos labios quedaron colgando dos palabras que no se atrevió a pronunciar delante de sus vasallos… Te quiero. Confundido y atribulado, el contrabandista dio un paso atrás, quedándole el consuelo de que aquella noche volvería a ver a su amada.

[Jebediah_Gogorah]

Jasper se marchó esperanzando con el trato recibido por la Brujah. Intentaba no ilusionarse con aquello. No era lo habitual. Pero en el fondo no podía dejar de pensar en ello. Por primera vez, fuera de su grupo habitual y desde hacía mucho tiempo, se había sentido oido e incluso diría que respetado.

Observaba como Laurent parecía cambiar sus formas ante Kat. Aquello fue algo que le picó la curiosidad... ¿a que sería debido?. ¿Una deuda...?... ¿Un favor?... ¿Algún tipo de relación desconocida para el paria?... ¿Una amistad especial?... ¿Un resquicio de amor?... Conjeturas todas ella en la cabeza de Rohde, pero que si descubría posiblemente tuviera algo con el que agarrar al franchute por las pelotas en caso de forzada necesidad.

Se echó la mano a la visera en forma de saludo militar mientras se perdía de nuevo con la coterie en las sombras de Copenhague. Solo faltaba esperar que la amabilísima Brujah les dijera el donde y el cuando.