Episodio 3. Saltholm

[Voivoda]

Un total de 20 personas han sido detenidas después del ataque con cócteles molotov contra el centro de atención a inmigrantes de Norrebro que desencadenó una batalla campal entre los residentes, la mayoría de origen somalí, y los agresores, algunos de los cuales han sido identificados como pertenecientes a las Juventudes de los Verdaderos Daneses...

El sonido monocorde de las noticias hace las veces de telón sonoro de fondo para la noche marcada en el calendario como aquella en la que los adolescentes de la Juventud Roja han tenido a bien veros. A Kat le ha llevado cuatro noches llegar a algún tipo de entendimiento con los chicos, y os da a entender en su escueto mensaje que no puede prometer que seáis especialmente bien recibidos. Al menos le consta que el amigo de Jasper sigue vivo, aunque en unas condiciones francamente mejorables. Al fin y al cabo, el islote situado en el estrecho de Oresund apenas tiene recursos propios y los chicos de la Juventud Roja no parecen los típicos que acuden al súper a hacer la compra cada mañana.

Laurent relee varias veces el mensaje de Kat. A pesar de no ser especialmente largo, cree percibir (o al menos eso quiere creer) una cierta preocupación genuina por parte de la Brujah por vuestro bienestar. Considerando que realmente con Álex y con Jasper apenas ha tenido trato, Laurent quiere pensar que esa preocupación se centra principalmente en él, lo que hace que sienta algo parecido a cierto bienestar... humano en su corazón muerto.

Jasper y Álex comentan las noticias. La ciudad parece haberse vuelto loca en los últimos meses. Los incidentes, ya sean protagonizados por jóvenes neonazis como ha sido el último caso, como también por otros grupúsculos extremistas de izquierda, han convertido Copenhague en un campo de batalla que las autoridades, más preocupadas por intentar conformar algún tipo de coalición política medianamente duradera, apenas pueden controlar. La larga ausencia, una más, de la Príncipe Borgstaad no ayuda tampoco a que las cosas estén más calmadas de noche. Es un secreto a voces en Bloodspot que buena parte de los enfrentamientos son ajustes de cuentas y agresiones directas entre Vástagos amparados en los movimientos sociales, contactos y aliados sobre los que tienen influencia. Apenas ha sido gota a gota, incidente a incidente, problema a problema, pero poco a poco la hasta hace un tiempo envidiada y poco entretenida ciudad de Copenhague se ha convertido en un avispero político de desencanto social y lucha generacional.

En otro orden de cosas, la policía local de Copenhague no ha localizado todavía al dueño del coche que ha sido abandonado y quemado en el Flakfortet de la isla de Saltholm. Fuentes de la investigación confirman a esta televisión que estaría relacionado con el tiroteo en el puerto que hace unos días provocó la muerte de la joven manifestante Álex Simonsen...

Precisamente junto a las piezas de artillería abandonadas en el Flakfortet es donde la Juventud Roja ha accedido a veros.


OFF: Álex y Malalt tienen -3 puntos de Sangre y Malalt recupera la totalidad de FV que gastó en el último turno del Interludio. Jasper tiene -2 puntos de Sangre.

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=jnDjEHyhFpU - La chispa adecuada by Héroes del Silencio }

Por alguna extraña razón, los recuerdos de Edgar se clavaban tras los ojos de Jasper. Aquella vez que Olsen le salvó el culo, corrigiéndole el código mientras él se esnifaba Copenhague. Cuando corrompió a posta el acceso al servidor FTP para darle una prórroga y poder hacer su trabajo en condiciones. Ahora en aquel estado de no muerto, le parecía llegar más hondo aquellos favores que ahora ya no valían de nada, que cuando mismo se producían, dando alimento a aquel estado de deshumanización que la droga le producía, y le sigue produciendo. Pero por alguna extraña razón... ahora, la inmortalidad le volvía más sensible.

El mensaje de Kat le puso de los nervios. ¿Cómo que no garantizaba una cálida bienvenida?. La confusión iba en aumento, casi como la situación que se generaba en las calles de la ciudad. Al menos había una cosa positiva de ser un caitiff con collar. No tenía, aparentemente, que preocuparse por dobles intereses que le pudieran afectar a nivel personal. Bajos sus pies, no había más peldaños, solo tierra y gusanos.

Miró a Malalt mientras se dirigían al punto de encuentro. - Y bien, socio... ¿cómo vamos a actuar?... estos cabrones no le han dado siquiera de comer a Edgar... y aun no se que cojones pinta él en todo esto. - Aquel estrecho horizonte luminoso parecía no llegar nunca. Por más que la pequeña embarcación pesquera remontaba las frías olas, con su imparable motor sonando en el eco de la noche, la isla parecía no llegar nunca. En el fondo, parecían pequeños soles naranjas hundiéndose en el ocaso, como decenas de mundos paralelos, como los diferentes prismas vistos desde una gota de lluvia. Al igual que las que empezaban a caer de forma periódica en mitad del Báltico. A la derecha, y muy a lo lejos, el Puente de Øresund parecía un dragón luminoso recostado sobre el mar, cuyo cuerpo parecía recortado por el relieve y la escasa vegetación de la isla de Saltholm.

El efecto del último chute empezaba a pasarse, y el dejaba de ser el jodido Jim Morrison, para convertirse en el don nadie Rohde. Aquel momento coincidió con la disminución de velocidad del bote, para empezar a entrar por la ensenada.

[Pagliacci]

Antaño aquello había sido una base militar, quizás la fuera todavía, quizás la compañía privada que había comprado la isla utilizara emplazamiento de artillería para ocultar sus intereses, lejos de la ciudad. Una ciudad que se quemaba, que se consumía a sí misma en el fuego del odio, un odio alimentado por una rabia ciega que era fácilmente manipulable por los titiriteros de los bandos enfrentados. La espuma salpicaba el bote, en la oscuridad de fría noche danesa, parecían estar navegando sobre el hielo, hacia el Valhalla. Laurent escucha al contemplativo Jasper, iluminado por los últimos rayos de luz. El Toreador apreciaba enormemente la poesía de aquel momento, tres vástagos, tres guerreros encarando su destino sobre un viejo drakkar que atravesaba las noche. Se sentía como Marlow, como los primeros romanos de Conrad, remontando el ennegrecido Támesis con la luz de las antorchas y la pasión en sus labios, hacia un destino incierto, hacia el corazón de las tinieblas.

-Mantendremos la cortesía debida, Kat ha arriesgado su reputación por nosotros, nos acercaremos con diplomacia- dijo el contrabandista- Pero no permitiremos que nos sigan insultando. Esta noche no.

El traficante no era un guerrero, pero estaba más que dispuesto a derramar sangre. Acarició la culata de la recortada que había conseguido, un arma peligrosa, pero fácil de ocultar. Aunque su corto alcance y baja cadencia la hicieran impopular, el mafioso disfrutaba con el daño masivo que causaba, con el olor de la pólvora y el retroceso en sus manos que le dejaba los músculos doloridos.

-Toma- mientras le tendía el arma a Jasper con una sonrisa maliciosa- Ten cuidado.

Se reservó para sí mismo un machete que colgaba de su cinto, un arma capaz de sajar gargantas con tanta facilidad, con dulzura. Secretamente, deseaba tener ocasión de utilizarlo, acelerar su vitae y, como un fogonazo carmesí, apuñalar a los idiotas que había amenazado su honor. La embarcación atravesó la empalizada rocosa que rodeaba la isla, una muralla de hormigón dirigida a evitar el desembarco de tropas en su costa.

Trató de serenarse, no podía entrar allí como un dios de la guerra, como el clan de la chusma rebelde, fácil de provocar, fácil de manipular. Con un gesto algo melodramático, llenó sus pulmones de aire. Confiaba que el don de Álex para manipular las emociones de los demás y su mayor cercanía con aquellos niñatos les facilitara las cosas. Quizás, solo quizás, dejaría que ella llevara la voz cantante.

Tan solo un farol parecía romper la oscuridad del muelle, Laurent apagó el motor, saltó con agilidad al embarcadero y amarró el barco con cuidado. No sentía miedo o temor, sino satisfacción, llegado el momento de encontrarse con aquellos bastardos cara a cara. Una brisa marina arrastraba el olor de la sal y el fuel. Escudriñó con su mirada la isla, en busca de siluetas ocultas entre las sombras de aquellos edificios. Esperando encontrar los cañones dormidos, silenciosos tras décadas sin machacar el metal contra el metal, martilleando tronantes sobre el enemigo. Le tendió la mano a Álex para que desembarcara y preparó la mejor de sus sonrisas.

[Ilitia]

Alex se sentía francamente exhausta, la falta de sangre hacía que sus pies se arrastraran en el asfalto. - Joder, me muero por un trago- lamentaba internamente mientras asumía las dificultades de presentarse en ese estado ante las Juventudes Rojas. -¿Que no nos van a dar una cálida bienvenida? La verdad, no me sorprendería tener que enfrentarnos a ellos o tener que salir por patas- musitó entre dientes sin mayor intención de que la escucharan.

-Una cosa jefe, yo estoy al 70%, no me vendría nada mal recargar la batería, el pincho de rata me supo más bien a poco, jeje- el humor de Alex nunca fue su fuerte pero trató de quitarle hierro al asunto para que Laurent la tratara con benevolencia.
Se sentía especialmente tranquila, la ciudad estaba ya bastante agitada y la balanza tendía a equilibrarse, al menos, de momento. Quizás era la sed, quizás era el efecto residual de tanta emoción acumulada.

El olor a sal y la creciente humedad anunciaban la cercanía del muelle. Esta noche tocaba asaltar un embarcadero,quién sabe cómo acabarían, el caso es que necesitaba encontrar a alguien antes de ir.

- ¿Qué te parece si buscamos a un vigilante?¿sabrá resolverme mis dudas?- le indicó a sus compañeros refiriéndose a que quería cazar antes de entrar al edificio. No es que buscara bronca al cazar en otro territorio pero contemplaba que pudiera pasar.

[Voivoda]

Las palabras de Álex aún flotan en el particular aire gélido de la isla de Saltholm. Situada ya dentro del estrecho de Oresund, tiene varias características que enardecen vuestros sentidos e instintos más primarios. Todas ellas están relacionadas con la mayor pureza de los estímulos a vuestro alrededor. Os azota con peculiar fuerza una brisa contundente, gélida, un viento poderoso que corre libre por encima de las aguas y la arena y que hace moverse los pocos árboles de la isla con virulencia. El cielo es un mar estrellado, infinito y misterioso, capaz de brillar con fuerza empequeñeciendo las líneas de costa de Dinamarca, más cercana, y de Suecia, distinguible a una mayor distancia. El océano trae un olor intenso a sal, un frío pretérito, una humedad que baila en miles de pequeñas gotas sobre vuestros rostros muertos.

El puente de Oresund parece romper todo el escenario natural al tiempo que tiene una particular y difícilmente distinguible armonía con el mismo. Una mole de arquitectura aún moderna que emerge como una especie de serpiente marina contemporánea, un monstruo de materiales de última tecnología que echa raíces con la misma mitología nórdica. Un zarpazo de los tiempos del cristal y el hormigón que, al mismo tiempo, parece abrazar la peculiar soledad fantasmagórica de la isla a la que acabáis de llegar.

Una soledad que se intensifica a mirar a vuestro alrededor. Podéis contemplar los edificios y terraplenes propios de una fortaleza militar del siglo XX que, sin tener el aspecto de estar totalmente abandonada, en mitad de la noche parece una especie de extraño ser steampunk dormido. El viento mueve los goznes de algunas ventanas, las banderas danesas olvidadas y muy desgastadas de algunos torreones y la estructura misma del muelle al que habéis llegado. Todo el entorno, mucho menos urbano, pero más siniestro que salvaje, hace que en vuestro interior se mezcle el instinto primitivo de vuestras Bestias con un cierto temor por la lejanía de los acogedores edificios modernos de la capital de Dinamarca.

Las palabras de Álex flotan unos segundos en los que estáis algo sobrecogidos, casi empequeñecidos, aunque en todo caso pronto vuestras mentes no-muertas vuelven a recordar el porqué de vuestra pequeña travesía marítima. De hecho, a los pocos minutos de contemplar el panorama a vuestro alrededor, Laurent hace una seña hacia uno de los barracones, situado cerca de la orilla del mar. Los tres distinguís una silueta de lo que parece una chica sentada sobre un saliente, un bordillo, sin que los pies le lleguen al suelo. Parece que tuviera una especie de capa o de pañuelo muy largo que la cubriera.

PD: Necesito tiradas de Percepción + Alerta (dificultad 7) y quien tenga Áuspex puede bajarle la dificultad tanto como puntuación tenga en la Disciplina.

[Ilitia]

Percepción 3 + Alerta 2

5d10>=7-P

[4, 7*, 10*, 2, 7*]-P = 3

[Pagliacci]

Percepción 3 + Alerta 0

3d10>=7-P

[10*, 8*, 6]-P = 2

[Jebediah_Gogorah]

Percepción + Alerta

[Voivoda]

Os miráis los tres en silencio. Sólo la brisa, cuyo golpeo es permanente, es capaz de generar una melodía de sonidos chirriantes a vuestro alrededor con la ayuda del mar y de los recovecos del muelle y de la fortaleza militar. Tanto Laurent como Jasper llegan a diferenciar la silueta de una chica joven, ya no adolescente, probablemente veinteañera. Lo que parece un pañuelo que le cubre y protege del viento es en realidad una bandera británica, una enorme Union Jack que a la tenue luz de la luna parece bastante raída.

- Pero qué coño...

Laurent y Jasper miran a Álex, quien ha soltado el exabrupto en voz baja. Os volvéis a mirar los tres, con una interrogación casi escrita en los ojos de los dos Vástagos masculinos. Álex ha percibido un detalle más: el viento no mueve absolutamente nada la bandera ni la ropa ni el pelo de la chica, lo que es completamente antinatural.

[Pagliacci]

El oleaje golpeaba el bote con una cadencia irregular, provocada por el espigón amarullado que rodeaba la isla. Laurent se preguntaba cuanto tardaría en desaparecer aquel islote, tragado por las cada vez más poderosas tormentas que azotaban el mar del norte. Alguna noche las frías aguas de Jutlandia se tragarían todos sus secretos, sumergiendo Copenhage, desbordando sus canales y convirtiéndola en una Atlántida escandinava, cuyo eterno retorno a las profundidades cerraría el ciclo de su vida.

Solo cuando los tres hubieron desembarcado, fue Laurent capaz de atisbar la mujer que, como una aparición espectral, había surgido de entre la neblina. Parecía andrajosa y sus ropas raídas apuntaban a una vida arrastrada entre calles y mares, su mirada endurecida parecía contradecir su joven figura. El francés no se dejaba llevar por el aspecto físico de los vástagos, hacía tiempo que había aprendido que tras el dulce rostro de la inocencia de una dulce dama en apuros podría esconderse el más cruel y monstruoso de los antiguos.

Ni dieu, ni maître. Recordaba el lema cantado por los anarquistas franceses, por la Resistencia que se había opuesto a la invasión germana de París, recordó el frágil suspiro final del último aliento de un joven marsellés mientras su sire le rajaba la garganta y le invitaba a beber su sangre caliente. La vitae del anarquista había mostrado un sabor magnífico, uno que nunca había sabido volver a encontrar, el de la esperanza mezclándose con la desesperación, el del miedo y el idealismo, el de un hombre que muere por una causa noble.

Laurent fue consciente entonces de que algo iba mal, Álex parecía sedienta y demasiado dispuesta a alimentarse en el territorio de sus anfitriones, maldijo para sus adentros de que no hubiera sido capaz de anticiparse y preverlo. A veces se sentía como el dueño de dos perros que tenía que cuidar, uno fiel y dependiente, la otra agresiva e imprevisible.

-Ya te han visto- le dijo a Jasper, al que le había encomendado la recortada- Pero si sientes que el peligro te atenaza, permanece en las sombras como nuestros ojos y nuestros oídos.

El Toreador confiaba en que el escurridizo Caitiff fuera el factor sorpresa que les salvara el cuello en casa de que las cosas se pusieran feas. No creía realmente que fuera a causar grandes destrozos con la escopeta, aunque se trataba de un arma imponente. Pero esperaba que fuera capaz de fundirse con la oscuridad y llegar allá dónde sus sentidos no podrían. Laurent se adelantó unos pasos y su rostro se mostró tranquilo cuando esbozó una sutil sonrisa que dejó entrever sus afiladas cuchillas de marfil sobresaliendo entre sus dientes.

-Buenas noches, madame- y entonces añadió, levantando el puño como lo había hecho aquel desgraciado en sus momentos finales- Ni dieu, ni maître.