Publicado: 16 Oct 2018, 22:03
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Todavía con el crucifijo entre mis manos, caigo de rodillas al suelo. El vuelo de mi falda se empapa en uno de los charcos que cubren el suelo del baño.
Me levanto hoy
rodeada de una fuerza poderosa, la invocación de la Trinidad,
en la fe de sus tres personas
en la confesión del Único
del Creador del universo.
De mis labios, de forma casi inconsciente, empieza a brotar la lórica de San Patricio.
Me levanto hoy
en la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo,
en la fuerza de su crucifixión y su entierro
en la fuerza de su resurrección y su asunción,
en la fuerza de su descenso a la muerte para juzgar el mal.
Tímido al principio, mi canto va tomando más fuerza.
Me levanto hoy
en la fuerza del amor del querubín,
la obediencia de los ángeles,
el servicio de los arcángeles,
la esperanza de la resurrección y recompensa,
las oraciones de los patriarcas,
las palabras de los profetas,
las enseñanzas de los apóstoles,
la fe de la confesión
la inocencia de las santas vírgenes,
las obras de los hombres de bien.
En las paredes del baño, reverbera mi voz.
Me levanto hoy
en la fuerza del cielo,
la luz del sol
el brillo de la luna
el esplendor del fuego
la velocidad del rayo
la ligereza del viento
la profundidad del mar
la estabilidad de la tierra
la firmeza de la roca.
De alguna forma, encuentro las fuerzas suficientes para levantarme.
Convoco hoy
a todos esos poderes
entre mí y todos esos demonios
en contra de todo poder cruel y despiadado
que pueda oponerse a mi cuerpo y alma
contra conjuros de falsos profetas,
contra leyes negras y paganas
las falsas leyes de los herejes
las obras de la idolatría
el hechizo de brujas, forjadores y magos
cada pensamiento que corrompa el cuerpo y el alma;
Cristo sé mi escudo hoy
contra el veneno, contra quemaduras,
contra ahogo, contra heridas
para que pueda recibir la abundancia de tu recompensa.
Paso a paso, y crucifijo en mano, voy acercándome al espejo. Ignoro si Lily continua en el baño, o ha huído. No me importa. Como tampoco me importa la humedad que ha calado ya mis calcetines, ni la falda que se pega a mis piernas.
Cristo conmigo
Cristo ante mí
Cristo detrás de mí
Cristo en mí
Cristo debajo de mí
Cristo sobre mí
Cristo a mi derecha
Cristo a mi izquierda
Cristo cuando me acuesto
Cristo cuando me siento
Cristo cuando me levanto
Cristo en el corazón de los hombres que piensan en mí
Cristo en la boca de los hombres que hablan de mì
Cristo en los ojos de quienes me miran
Cristo en los oídos de quienes me escuchan...
Todavía con el crucifijo entre mis manos, caigo de rodillas al suelo. El vuelo de mi falda se empapa en uno de los charcos que cubren el suelo del baño.
Me levanto hoy
rodeada de una fuerza poderosa, la invocación de la Trinidad,
en la fe de sus tres personas
en la confesión del Único
del Creador del universo.
De mis labios, de forma casi inconsciente, empieza a brotar la lórica de San Patricio.
Me levanto hoy
en la fuerza del nacimiento de Cristo y su bautismo,
en la fuerza de su crucifixión y su entierro
en la fuerza de su resurrección y su asunción,
en la fuerza de su descenso a la muerte para juzgar el mal.
Tímido al principio, mi canto va tomando más fuerza.
Me levanto hoy
en la fuerza del amor del querubín,
la obediencia de los ángeles,
el servicio de los arcángeles,
la esperanza de la resurrección y recompensa,
las oraciones de los patriarcas,
las palabras de los profetas,
las enseñanzas de los apóstoles,
la fe de la confesión
la inocencia de las santas vírgenes,
las obras de los hombres de bien.
En las paredes del baño, reverbera mi voz.
Me levanto hoy
en la fuerza del cielo,
la luz del sol
el brillo de la luna
el esplendor del fuego
la velocidad del rayo
la ligereza del viento
la profundidad del mar
la estabilidad de la tierra
la firmeza de la roca.
De alguna forma, encuentro las fuerzas suficientes para levantarme.
Convoco hoy
a todos esos poderes
entre mí y todos esos demonios
en contra de todo poder cruel y despiadado
que pueda oponerse a mi cuerpo y alma
contra conjuros de falsos profetas,
contra leyes negras y paganas
las falsas leyes de los herejes
las obras de la idolatría
el hechizo de brujas, forjadores y magos
cada pensamiento que corrompa el cuerpo y el alma;
Cristo sé mi escudo hoy
contra el veneno, contra quemaduras,
contra ahogo, contra heridas
para que pueda recibir la abundancia de tu recompensa.
Paso a paso, y crucifijo en mano, voy acercándome al espejo. Ignoro si Lily continua en el baño, o ha huído. No me importa. Como tampoco me importa la humedad que ha calado ya mis calcetines, ni la falda que se pega a mis piernas.
Cristo conmigo
Cristo ante mí
Cristo detrás de mí
Cristo en mí
Cristo debajo de mí
Cristo sobre mí
Cristo a mi derecha
Cristo a mi izquierda
Cristo cuando me acuesto
Cristo cuando me siento
Cristo cuando me levanto
Cristo en el corazón de los hombres que piensan en mí
Cristo en la boca de los hombres que hablan de mì
Cristo en los ojos de quienes me miran
Cristo en los oídos de quienes me escuchan...