ABNATHA EL QUE RÍE
Los Caminantes Silenciosos guardan en verdad silencio cuando se pronuncia el nombre de Abnatha El-Que-Ríe en su presencia. De hecho, se trata de lo más parecido a una provocación que causa efecto en una tribu normalmente distante y tranquila. Antaño un respetable Theurge, Abnatha cayó en desgracia, y camina tan cerca del Wyrm que es casi imposible distinguirlo de él.
Al principio Abnatha era considerado un héroe en ascenso por los líderes de la tribu, pues exhibía una sagacidad muy por encima de su juventud, y adquirió gran renombre por su conocimiento sobre el mundo de los espíritus. Pero Abnatha tenía un secreto oscuro y terrible: era un seguidor devoto del Campo de los Devoradores de los Muertos, y el joven Caminante complementaba su prodigiosa sabiduría con conocimientos necrófagos que extraía de los cerebros de los cadáveres que devoraba. En su arrogancia se convirtió en un adicto al saber secreto profundamente enterrado en la jugosa materia gris. Empezó a robar en los cementerios de los Garou a altas horas de la noche, comiéndose los cerebros de los héroes muertos sin más propósito que beneficiarse de su sabiduría acumulada. Profanó también cementerios humanos, curioseando en las vidas de completos desconocidos. Y lo peor de todo, comenzó a comer los cerebros de las criaturas del Wyrm, que le resultaban cada vez más sabrosos, recreándose en los secretos de ultratumba que le eran revelados íntimamente.
Su conducta expuso a Abnatha a un ataque psíquico, y una emprendedora Perdición al servicio del Wyrm Profanador invadió el cuerpo del Garou manifestándose bajo la forma de una enfermedad. Se trataba de una variedad virulenta del kuru, una dolencia especialmente rara, que anteriormente sólo había aparecido en la tribu caníbal de los Foré de Nueva Guinea. Contraída debido a la ingestión de parásitos que se encuentran exclusivamente en el tejido cerebral humano putrefacto, el kuru produce un deterioro neurológico doloroso y letal. Los síntomas resultan especialmente grotescos: la víctima comienza a reír de forma neurótica y descontrolada, de forma similar al Síndrome de Tourette. Esta risa se intensifica durante la fase media del kuru, cuando la mente y la razón de la víctima se deterioran, continuando hasta que la enfermedad ha completado su curso fatal.
Pero Abnatha era un Garou, no un hombre. La infección del kuru recorrió su sistema nervioso como el ácido, pero no lo mató. De hecho, se las arregló para conservar algunos atisbos de salud y consciencia. Es más, aunque la Perdición del kuru provocó en Abnatha accesos lunáticos dignos de un Danzante de la Espiral Negra, su inteligencia en sí no resultó afectada, y siguió manteniendo su misma astucia de siempre. Pero los síntomas preliminares de la enfermedad le habían afectado...y empezó a reír de forma compulsiva e incontrolable, sacudiéndose como un epiléptico mientras se retorcía presa de espasmos de alegría histérica. Desde entonces no ha dejado de reír...ni siquiera en sus ocasionales ratos de sueño plagado de pesadillas. Y para empeorarlo todo, la Perdición que posee a Abnatha ha condicionado su criterio sobre el estado de los “donantes” de los cerebros que devora. Ahora Abnatha prefiere el bouquet de los cerebros extraídos de cráneos vivos.
Estas prácticas no podían seguir ocultas para siempre, y al poco tiempo el caníbal fue proscrito por los Caminantes Silenciosos. Ahora Abnatha vaga por los Reinos y la Umbra, normalmente acompañado por una manada de hienas rabiosas. La risa ululante de su manada le precede, y con frecuencia deja a su paso aldeas devastadas cuyos habitantes son masacrados, con sus cráneos abiertos a golpes, sus cerebros devorados y el interior de los cráneos lamidos hasta dejarlos limpios. Técnicamente es un Ronin, y también algo peor, y muchos guardianes de clanes Garou lo han sentenciado a muerte. Pero el hecho de que la mayoría de sus matanzas vayan dirigidas contra empleados de Pentex, haya realizado actos de salvaje heroísmo en defensa de túmulos de los Caminantes Silenciosos, que incluso cause terror entre los Danzantes de la Espiral Negra, y la presión de las Garras Rojas y los Fenrir de la línea dura, hasta el momento han impedido que los líderes Garou hagan efectiva la condena.