Interludio 1. Equipo de investigación.
Publicado: 02 Jun 2020, 13:47
OFF: los interludios están pensados para actualizar la situación de vuestros Pj's antes del inicio de la siguiente noche en grupo. No hay intención de alargar esto durante páginas y páginas, es solo algo de información que coleará en el inicio de la siguiente noche. De hecho, suelen resolverse con un post de cada uno y luego se inicia la siguiente noche, pero nos permite avanzar algo en la trama y ahondar en las características individuales de cada personaje. En el inicio hablaré de la pizarra a la que hacéis referencia al final de vuestro último turno, cuyo relleno queda en vuestras manos (es decir, en vuestra organización de ideas que podéis hacer en modo "flashback" en este interludio si quisiérais o podéis ponerlas por escrito directamente en un tema nuevo a tal efecto). En estas cortas escenas entre noches no se gasta sangre, ni se contabiliza tampoco el gasto de FV.
La pizarra transparente en la que se entremezclaba la letra de los tres se había quedado en una especie de rellano de la zona de la Capilla dedicada a las habitaciones de cada uno. Cada vez que uno de vosotros tenía que ir por alguna razón a la zona ocupada por otro, tenía que pasar por este descansillo y observar los apuntes que habéis tomado durante el último par de noches. Vuestros mayores apenas se han mostrado. Sólo habéis visto a Claudia de pasada, con su permanente aura de preocupación sobre ella que influye siempre en sus modales toscos. Por lo poco que os ha contado, parece que las noches son cada vez más inseguras, y el despliegue policial para hacer frente a las constantes protestas en la zona del puerto de Copenhague, una de las más afectadas por el desempleo en las últimas crisis, lo convierte en un territorio arriesgado incluso para los Vástagos.
Una de las personas que parece que toma parte en algunas de esas protestas es Sidse, la amiga ecologista de Birgitte. Esta noche está despierta hasta tarde, y Birgitte disfruta de la charla con Sidse, de quien hacía tiempo que no sabía nada. Además de ser una manera de sentirse durante un rato simplemente... mortal, la conversación también permitía a Birgitte dar rienda suelta a su naturaleza social, mucho más reprimida dentro de los encorsetados códigos del Clan (aun cuando la Capilla de la capital danesa era de las más liberales). También le quitaba de la cabeza las pesadillas que últimamente la acosaban durante su descanso diurno. Birgitte había cerrado la puerta de su habitación y se sentía como una simple chica joven que hablaba con otra chica joven. La añorada vida cotidiana. Sidse ha participado en varias protestas de organizaciones ecologistas, alguna de las cuales había terminado en disturbios. Para la democrática y pacífica Dinamarca resultaban extrañas este tipo de manifestaciones, más aún que la policía respondiera con agresividad inusitada a las mismas. La propia Sidse, pacifista y activista de izquierda, estaba extrañada por la contundencia policial. No obstante, Sidse estaba esta noche más parlanchina por lo que le había sucedido al regresar de una manifestación convocada para exigir que no hubiera nuevas obras en el entorno del Puente de Oresund que pudieran poner en peligro todo el hábitat del Mar del Norte. Sidse había visto grupos de seguridad privada, en esencia paramilitares con pinta de ser antiguos soldados, participando en el control de la manifestación. Si eso era extraño, más aún era que una vez terminada la concentración siguieran los seguimientos y detenciones en otros puntos de la ciudad, los cuales se estaban relatando casi en tiempo real por las redes sociales. Y por lo que escuchaba al otro lado del pasillo en el que estaba su piso, estaban realizando una redada en su mismo edificio, en concreto en un piso de alquiler que llevaba largo tiempo desocupado y en el que, según Sidse, se había instalado recientemente un chico aparentemente del movimiento okupa o anarcosindicalista de Suecia.
Alexander se había enfrascado en sus lecturas e investigaciones estas noches, saliendo de su habitación sólo para dirigirse a la biblioteca de la Capilla y para realizar sus propias anotaciones en la pizarra del rellano de vuestras diferentes estancias. Sólo un par de conversaciones con Gavril le han sacado de su estado de concentración. Su padre parece ir sufriendo cada vez más los achaques de la edad. La percepción de la fragilidad humana, y de la propia mortalidad, en el cuerpo de su propio padre genera un profundo desasosiego en Alexander, quien sabe que dentro de poco tendrá que tomar una decisión. Una decisión que es en cierto modo una manera de jugar a ser Dios, lo que a Alexander le intranquiliza todavía más. La preocupación de Gavril por el futuro laboral del puerto en el que ha trabajado toda su vida ahonda más los efectos físicos de sus achaques. Aún así, su indignación era cada vez mayor y, en un acto que sería poco habitual en su carácter reposado, se estaba planteando unirse a las protestas de la mano de un algún sindicato portuario.
Alexander intentó por un momento apartar esas preocupaciones de sus pensamientos mientras miró la encuadernación algo arcaica del volumen que se había traído de la biblioteca hasta su habitación. "La Historia de Sucesos de Copenhague" era una de las joyas de la biblioteca de la Capilla, una recopilación de escritos y testimonios recogidos durante cientos de años por historiadores vampíricos de la ciudad. Para un lector profano, era un libro de historia cronológica más o menos denso y repleto de referencias metafóricas de difícil interpretación. Para un lector que supiera buscar entre líneas, había evidentes referencias a los acontecimientos en los que la influencia y decisiones de los Vástagos habían sido fundamentales.
La paciencia no era el punto fuerte de Vincent. Era con diferencia quien más había acudido a la pizarra a apuntar cosas e intentaba que sus dos compañeros se pusieran manos a la obra con él. Tenía que reconocer que la actitud de Alexander y de Birgitte era mucho menos hostil. En su fuero interno, Vincent relacionaba esa relajación en su comportamiento con el momento de debiilidad que había tenido durante la visita a Lindhart. Recordarlo le generaba un sentimiento de vergüenza, pero si había valido para que sus dos compañeros no le tuvieran por un elemento hostil, al menos esa vergüenza tendría una utilidad.
Vincent se recostó en la silla de ordenador que tenía delante de la pantalla. No acababa de encontrar un sentido lógico, un hilo del que tirar, después de las visiones que había tenido al tocar la capa que llevaba el muchacho muerto. Ese sexto sentido que había desarrollado tras su Abrazo era potencialmente muy útil, pero a veces le desesperaba que no obtuviera gracias a esa capacidad respuestas más específicas.
Delante de él tenía el organigrama de la junta directiva de MT Hojgaard, la empresa relacionada con las obras irregulares en el Puente de Oresund. Era un conglomerado de grandes dimensiones con accionistas influyentes de Estados Unidos, varios países europeos, China y alguno de los países petrolíferos de Oriente Medio. Con todo, los principales ejecutivos de la empresa eran escandinavos. Curiosamente, una de ellas, Jefa de Ingeniería de la empresa, es una tal Saara Koivunen. No habría nada de especial en ella sino fuera porque es doctora por la Universidad de Tampere, en Finlandia.
Vincent se quedó pensativo durante unos segundos y maximizó otra de las ventanas en la que venía trabajando. "Funerarias Könge". Su página web no daba ninguna información que le pareciera especialmente relevante, aunque su historial sí le pareció llamativo. La funeraria formaba parte de un entramado empresarial más grande. Könge S.A. tenía propiedades inmobiliarias diseminadas por todo Copenhague y recientemente había adquirido una conocida discoteca de la ciudad llamada Prins... y había entrado en el accionariado de MT Hojgaard.
La pizarra transparente en la que se entremezclaba la letra de los tres se había quedado en una especie de rellano de la zona de la Capilla dedicada a las habitaciones de cada uno. Cada vez que uno de vosotros tenía que ir por alguna razón a la zona ocupada por otro, tenía que pasar por este descansillo y observar los apuntes que habéis tomado durante el último par de noches. Vuestros mayores apenas se han mostrado. Sólo habéis visto a Claudia de pasada, con su permanente aura de preocupación sobre ella que influye siempre en sus modales toscos. Por lo poco que os ha contado, parece que las noches son cada vez más inseguras, y el despliegue policial para hacer frente a las constantes protestas en la zona del puerto de Copenhague, una de las más afectadas por el desempleo en las últimas crisis, lo convierte en un territorio arriesgado incluso para los Vástagos.
Una de las personas que parece que toma parte en algunas de esas protestas es Sidse, la amiga ecologista de Birgitte. Esta noche está despierta hasta tarde, y Birgitte disfruta de la charla con Sidse, de quien hacía tiempo que no sabía nada. Además de ser una manera de sentirse durante un rato simplemente... mortal, la conversación también permitía a Birgitte dar rienda suelta a su naturaleza social, mucho más reprimida dentro de los encorsetados códigos del Clan (aun cuando la Capilla de la capital danesa era de las más liberales). También le quitaba de la cabeza las pesadillas que últimamente la acosaban durante su descanso diurno. Birgitte había cerrado la puerta de su habitación y se sentía como una simple chica joven que hablaba con otra chica joven. La añorada vida cotidiana. Sidse ha participado en varias protestas de organizaciones ecologistas, alguna de las cuales había terminado en disturbios. Para la democrática y pacífica Dinamarca resultaban extrañas este tipo de manifestaciones, más aún que la policía respondiera con agresividad inusitada a las mismas. La propia Sidse, pacifista y activista de izquierda, estaba extrañada por la contundencia policial. No obstante, Sidse estaba esta noche más parlanchina por lo que le había sucedido al regresar de una manifestación convocada para exigir que no hubiera nuevas obras en el entorno del Puente de Oresund que pudieran poner en peligro todo el hábitat del Mar del Norte. Sidse había visto grupos de seguridad privada, en esencia paramilitares con pinta de ser antiguos soldados, participando en el control de la manifestación. Si eso era extraño, más aún era que una vez terminada la concentración siguieran los seguimientos y detenciones en otros puntos de la ciudad, los cuales se estaban relatando casi en tiempo real por las redes sociales. Y por lo que escuchaba al otro lado del pasillo en el que estaba su piso, estaban realizando una redada en su mismo edificio, en concreto en un piso de alquiler que llevaba largo tiempo desocupado y en el que, según Sidse, se había instalado recientemente un chico aparentemente del movimiento okupa o anarcosindicalista de Suecia.
Alexander se había enfrascado en sus lecturas e investigaciones estas noches, saliendo de su habitación sólo para dirigirse a la biblioteca de la Capilla y para realizar sus propias anotaciones en la pizarra del rellano de vuestras diferentes estancias. Sólo un par de conversaciones con Gavril le han sacado de su estado de concentración. Su padre parece ir sufriendo cada vez más los achaques de la edad. La percepción de la fragilidad humana, y de la propia mortalidad, en el cuerpo de su propio padre genera un profundo desasosiego en Alexander, quien sabe que dentro de poco tendrá que tomar una decisión. Una decisión que es en cierto modo una manera de jugar a ser Dios, lo que a Alexander le intranquiliza todavía más. La preocupación de Gavril por el futuro laboral del puerto en el que ha trabajado toda su vida ahonda más los efectos físicos de sus achaques. Aún así, su indignación era cada vez mayor y, en un acto que sería poco habitual en su carácter reposado, se estaba planteando unirse a las protestas de la mano de un algún sindicato portuario.
Alexander intentó por un momento apartar esas preocupaciones de sus pensamientos mientras miró la encuadernación algo arcaica del volumen que se había traído de la biblioteca hasta su habitación. "La Historia de Sucesos de Copenhague" era una de las joyas de la biblioteca de la Capilla, una recopilación de escritos y testimonios recogidos durante cientos de años por historiadores vampíricos de la ciudad. Para un lector profano, era un libro de historia cronológica más o menos denso y repleto de referencias metafóricas de difícil interpretación. Para un lector que supiera buscar entre líneas, había evidentes referencias a los acontecimientos en los que la influencia y decisiones de los Vástagos habían sido fundamentales.
La paciencia no era el punto fuerte de Vincent. Era con diferencia quien más había acudido a la pizarra a apuntar cosas e intentaba que sus dos compañeros se pusieran manos a la obra con él. Tenía que reconocer que la actitud de Alexander y de Birgitte era mucho menos hostil. En su fuero interno, Vincent relacionaba esa relajación en su comportamiento con el momento de debiilidad que había tenido durante la visita a Lindhart. Recordarlo le generaba un sentimiento de vergüenza, pero si había valido para que sus dos compañeros no le tuvieran por un elemento hostil, al menos esa vergüenza tendría una utilidad.
Vincent se recostó en la silla de ordenador que tenía delante de la pantalla. No acababa de encontrar un sentido lógico, un hilo del que tirar, después de las visiones que había tenido al tocar la capa que llevaba el muchacho muerto. Ese sexto sentido que había desarrollado tras su Abrazo era potencialmente muy útil, pero a veces le desesperaba que no obtuviera gracias a esa capacidad respuestas más específicas.
Delante de él tenía el organigrama de la junta directiva de MT Hojgaard, la empresa relacionada con las obras irregulares en el Puente de Oresund. Era un conglomerado de grandes dimensiones con accionistas influyentes de Estados Unidos, varios países europeos, China y alguno de los países petrolíferos de Oriente Medio. Con todo, los principales ejecutivos de la empresa eran escandinavos. Curiosamente, una de ellas, Jefa de Ingeniería de la empresa, es una tal Saara Koivunen. No habría nada de especial en ella sino fuera porque es doctora por la Universidad de Tampere, en Finlandia.
Vincent se quedó pensativo durante unos segundos y maximizó otra de las ventanas en la que venía trabajando. "Funerarias Könge". Su página web no daba ninguna información que le pareciera especialmente relevante, aunque su historial sí le pareció llamativo. La funeraria formaba parte de un entramado empresarial más grande. Könge S.A. tenía propiedades inmobiliarias diseminadas por todo Copenhague y recientemente había adquirido una conocida discoteca de la ciudad llamada Prins... y había entrado en el accionariado de MT Hojgaard.