Las damas primero: Mujeres rompedoras en la ficción criminal.
Por Kristen Lepionka.
Cualquier amante del misterio sabe lo importante que ha sido Agatha Christie en el género de detectives y crímenes. Pero ella no fue la única mujer autora del género -ni la primera. Las escritoras criminales siempre han sido influyentes en el mundo de los misterios, y aquí se muestran unas pocas que son menos conocidas por los lectores habituales.
Si investigas el caso de la novela criminal moderna -revisando sus páginas y ediciones, y repasando con cuidado para leer su ADN- puede que esperes que el rastro de sus orígenes te lleve a los sospechosos habituales: Monsieur Dupin y Sherlock Holmes, Hercules Poirot y Miss Marple, Spenser y Sam Spade, pero esta genealogía literaria estaría incompleta sin la inclusión de las mujeres (muchas de ellas no llamadas Agatha Christie) que ayudaron a moldear el género, pero no recibieron una prolongada atención literaria.
Edgar Allan Poe escribió la primera historia de detectives de un autor de Estados Unidos -pero la primera novela de detectives fue obra de
Anna Katharine Green, que en 1878 publicó El caso Leavenworth. Aunque el detective Ebenezer Gryce no está muy presente en la mayor parte de la historia, deja un papel memorable cuando aparece. Y consigue adelantar varios pasos al narrador, un joven abogado que participa en la investigación del asesinato del millonario Horatio Leavenworth, con la esperanza de exonerar a la hermosa sobrina del difunto, la sospechosa de la historia. Este libro es anterior a Sherlock Holmes y Hercules Poirot, y es interesante leer cómo la novela de Green (que fue un éxito en su época) influyó en el género del misterio.
Mary Roberts Rinehart tomó el testigo unos treinta años después de Green, publicando docenas de historias de misterio y ganándose el título de “la Agatha Christie estadounidense”, a pesar de que había comenzado a escribir más de una década antes del debut de Christie. "El murciélago" de Rinehart presentaba a un villano disfrazado, que el creador de Batman Bob Kane cita como una de sus inspiraciones, y también fue uno de los primeros ejemplos de un audiolibro, en 1933.
También vale la pena echarle un vistazo a su novela "La bolsa cerrada" , que logra entretener e intrigar a lo largo de una lectura enérgica de setenta páginas. El protagonista de Rinehart es una enfermera privada muy observadora que es contratada como autónoma para una empresa de detectives. Hay muchas dinámicas interesantes de clase y género en juego; los personajes parecen confiar en Hilda Adams en parte porque es una mujer y en parte porque su papel funcional es el de una sirvienta de alto nivel.
Leigh Brackett fue una notable escritora y guionista de ciencia ficción ("El gran sueño" , coescrito con William Faulkner - y, en el otro extremo del espectro, un primer borrador del guión de "El imperio contraataca" ), pero antes de todo eso escribió historias para Black Mask y una sólida novela negra, "Nada bueno de un cadáver" (1944), protagonizada por el investigador Ed Clive mientras investiga el asesinato de una cantante de club nocturno de la que está enamorado. La novela contiene todas las mujeres fatales, las peleas a puñetazos y los giros de la trama que se esperaría de cualquiera de los contemporáneos masculinos de Brackett en el género.
Una de las escritoras favoritas de Raymond Chandler,
Elisabeth Sanxay Holding, escribió casi veinte novelas de detectives desde 1929 hasta su muerte en 1955. En "La pared blanca" (1947), Lucia Holley, ama de casa en tiempos de guerra, intenta proteger el nombre de su familia después de que su hija se enreda románticamente con un gánster. Aunque cumpla diligentemente con los movimientos de jardinería, compras de comestibles y reparaciones de neveras, Lucia aún se las arregla para deshacerse de no uno, sino dos cuerpos mientras se enreda a su vez con otro gánster y lidia con los impulsos del feminismo en ella y su hija.
La bestia a la vista (1955), ganadora del premio Edgar, de
Margaret Millar, es una lectura obligada para cualquiera a quien le guste el buen suspense psicológico. Helen Clarvoe, una reclusa adinerada de 30 años que vive en un hotel de segunda categoría, recibe una llamada telefónica amenazante de una mujer de su pasado. Helen contrata a su asesor financiero para localizar a esta mujer, y lo que se desarrolla es una novela escalofriante sobre cómo una simple llamada telefónica es suficiente para arruinar varias vidas, escrita en prosa sobria y sardónica utilizando una estructura moderna con puntos de vista cambiantes sin esfuerzo. Millar también estuvo casada con Ross MacDonald , autor de la aclamada serie Lew Archer.
Hasta la década de 1970, los misterios escritos por mujeres solían presentar detectives masculinos, mientras que las investigadoras solían ser aficionadas o asesoras no profesionales. No fue hasta que
Marcia Muller presentó a Sharon McCone al mundo, primera investigadora privada profesional. En "Edwin de los zapatos de hierro" (1977), investiga el asesinato del dueño de una tienda de antigüedades de San Francisco. Un asesinato está fuera de su alcance normal como investigadora de la cooperativa legal All Souls, pero Sharon está completamente preparada para el desafío. Liberada, pragmática y dura, allanó el camino para otras detectives femeninas como Kinsey Millhone, de Sue Grafton, y V.I. Warshawski, de Sara Paretsky .
Aunque Sharon McCone fue técnicamente la primera mujer investigadora privada en la escena, Anna Lee, de
Liza Cody, precedió a las mencionadas V.I. y Kinsey. Debutando en 1980 en Dupe , la primera aparición de esta investigadora privada londinense se produce en la industria cinematográfica y sobre una joven cuya muerte en un accidente automovilístico podría no haber sido tan accidental. Anna tiene una voz deliciosamente graciosa, se enfrenta de forma ingeniosa al sexismo de sus compañeros de trabajo en Brierly Security (incluido el rechazo de la otra mujer de la oficina, la secretaria de su jefe) y, a menudo, se le pide que le arregle las cosas a su compañero masculino de la planta baja.
Eleanor Taylor Bland fue la creadora de la primera detective de policía afroamericana en la ficción criminal: Marti MacAlister, una adicta al trabajo resistente pero empática, que se trasladó del Departamento de Policía de Chicago a Lincoln Prairie, Illinois (una versión apenas velada de Waukegan), viuda con dos niños al comienzo de la serie (Tiempo muerto, 1992), Marti se ocupa del racismo y el sexismo ocasionales de sus compañeros de trabajo y del público por igual, pero también se gana su respeto con su determinación tenaz y su aguda intuición. En Tiempo muerto, investiga una serie de muertes en un hotel en ruinas y vincula los asesinatos a una red criminal que se remonta a la Guerra de Vietnam.
En España, quizás la primera autora, o por lo menos una de las escritoras pioneras de novelas de detective, fue
Emilia Pardo Bazán. La autora experimentó todos los estilos narrativos y temáticas en sus novelas y cuentos, pero pocos lectores conocen su sorprendente incursión en la novela policíaca, hacia 1910. Pardo Bazán quiso superar al mismísimo Conan Doyle, para lograr la novela policíaca perfecta, dotada de la profundidad psicológica que faltaría al inglés. Lo haya logrado o no, su detective aficionado, Ignacio Selva, es una versión sorprendente, a la vez castiza y cosmopolita, del inevitable Sherlock Holmes.