(C) [Bajo la ciudad] Paria hoy, paria siempre (Cristian Ávila)

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Tardó alrededor de hora y media minutos dando vueltas, intentando salir de aquel extraño laberinto. La parte positiva es que ahora conocía un poco mejor esos túneles, y creía que sería capaz de volver al refugio, que no era poco. Encontró el acceso al metro, desde donde pudo salir sin problema.

Cuando el cielo nocturno de Madrid le dio la bienvenida, pudo notar que el mundo parecía haber cambiado. Todo era más nítido, todo más ruidoso, la gente estaba mucho más definida (el latido de sus corazones era súmamente atractivo)... Sin embargo, todos parecían apartarse ante él.

¿Qué era lo que les resultaba tan repulsivo?

[Pilgernd]

Observo extrañado a la gente que me rodea y que se aparta, ¿Qué les ha dado? ¿Debo estar sucio por haber estado en el subterráneo? ¿Quizás parezco un vagabundo?... Muy probablemente antes veía de esa manera a los desamparados, pero creo que ahora les tendría más en consideración…

Comienzo a caminar por las calles, intentando buscar un lugar donde poder verme bien, para entender el por que los demás se están alejando de mí.

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En una de las calles principales del barrio, tan desconocido para Cristian como su nueva naturaleza, encontró un escaparate y en él pudo ver varias pantallas que mostraban su horrenda imagen.

¿Qué es lo que veía?

[Pilgernd]

Enfrentarme a la imagen que aquel escaparate me sorprendió de sobremanera, salvo que distaba mucho de ser como Glotón o Cicatriz. Siempre había tenido una frente pronunciada, pero ahora mi pelo había retrocedido bastante, mis cejas ya no existían, mis ojos parecían más hundidos y estar en una posición distinta a la que recordaba, como si se hubiesen desplazado hacia fuera, mi nariz parecía más aguileña y puntiaguda, mis orejas un poco más grandes y levemente puntiagudas. Finalmente, para completar el cuadro, las venas de mi frente eran muy notorias, como si estuviera haciendo esfuerzo constantemente.

Si, aun podía reconocer mi rostro e incluso lucia mucho mejor que todas las pesadillas que habitaban abajo, ¿y la gente me estaba viendo como lo hacía?... Si resulta perturbador, pero me gustaría que viesen a Cicatriz o algún otro, de seguro que se desmayarían.

Me molesto un poco, si antes me costaba algo conseguir un ligue ahora seria imposible… aunque con el viaje tuve mi tiempo de bonanza, parece que tendré que olvidarme de todo eso. Fastidiado prosigo mi búsqueda de un lugar donde conectarme a un PC y realizar la idea que me trajo a la superficie pronto.

[Variable]

No tardas en encontrar una hamburguesería con wi-fi gratis para clientes. Pertenece a una cadena de comida rápida llamada MacDonald's.

Cuando entras, te encuentras ante algunas miradas inquietas y suspicaces, de los clientes que comen en el local.

Hay poca cola, y parece que se pide la comida a través de unos terminales situados frente al mostrador.

[Pilgernd]

Las miradas cada vez molestan más, pero estoy empecinado a buscar la manera de enviar ese mensaje. Me sumo a la cola, intentando ignorar a todos los presentes, mientras muevo de vez en cuando las monedas en mis bolsillos.

Agradezco que la atención sea por monitores, menor contacto con gente y tener que mirarles la cara. Mientras la fila avanza, me voy percatando que algo huele muy bien y noto el hambre que poseo, es como si el enojo y mi mente antes lo hubiera ignorado totalmente hasta este momento.
Siento esa sensación de “agua en la boca” cuando se comerá algo anhelado, así que me comienzo a impacientar con la fila, lo que me hace cruzar de brazos, lo que me hace notar algo en mi pecho. Rebusco en los bolsillos internos de mi chaqueta y ahí está mi celular, con un pequeño quiebre en la parte superior pero funcional. ¿Como no lo note antes? Tendré que disculparme con Cicatriz.

Reviso la carga que posee; un 30%, lo suficiente para hacer lo que deseo, lo que me hace percatar que está en modo avión y en silencio, quizás por eso no había notado su presencia. Estoy contemplando la pantalla, cuando escucho un carraspeo detrás, me giro a ver quien lo ha hecho y el sujeto solo se limita a señalarme hacia adelante; es mi turno de pedir.

Veo las ofertas, lo que me recuerda mi hambre nuevamente: por fin poder comer algo de verdad, en vez de la sangre de perro que me han hecho beber todo este tiempo. Me alegro un poco, me emociona estar fuera, al fin. Pido algo que me pueda dejarme algunos Euros disponibles.

Me coloco en una mesa alejada de la ventana y de los demás comensales. Me siento y reviso la contraseña de wifi, para conectar y deleitarme con un buen bocado de la hamburguesa que compre.

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El olor delicioso a la comida te inunda cuando llega el empleado de la hamburguesería. Es algo extraño, no tienes claro que sea olor a hamburguesa, pero es más llamativo que nunca, realmente especial: irresistible.

Al dejar la bandeja de la hamburguesa, el olor no se movió: procedía del empleado, de los latidos de su corazón, de su respiración.

Estaba pasando algo muy extraño porque, efectivamente, no dejaba de salivar.

[Pilgernd]

Miro extrañado al sujeto, ¿realmente huele tan bien? ¿será el olor de la comida que se la ha impregnado? Recuerdo el placer al beber de los perros, el latido del corazón apagándose… ¿será el sonido que estoy percibiendo del empleado?

Me concentro en la hamburguesa, deben ser la falta de comida la que me debe tener así, pensando estupideces, quizás así comienzan los caníbales. Antes de dar bocado escribiré rápidamente el mensaje a mi familia, debe ser algo lo suficientemente convincente como para que no se preocupen y resumido para no dar detalles irrelevantes:

“Que tal familia, disculpen mi ausencia en estos días.

He pasado unos días geniales en las noches de España, he visitado muchos lugares, pero he tenido problemas con la memoria del celular y no he podido sacar fotos, espero poder encontrar un lugar donde puedan repararlo.

Les mando un gran abrazo y les avisaré cuando volveré, espero sea pronto."

Finalmente, dejo el celular de lado, y me dispongo a dar un buen bocado a la hamburguesa y olvidarme un poco de todo lo que ha sucedido. Lo hago para olvidar la pena que me invade de pronto.

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Dar un bocado a la hamburguesa no le sació en absoluto. De hecho, era como masticar plástico insípido: era como mascar la espumilla de embalaje que hacen con foam: inútil y... asqueroso.

- ¿Sucede algo, caballero? -preguntó el empleado, con algo de reparo en acercarse-.

El aroma a sangre que emanaba del tipo era delicioso... Y tenía tanta hambre...

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El olor es embriagador, pero desvío mi mirada y atención a la hamburguesa que resulta completamente asquerosa a la boca… esta bien, nunca fui fanático de MacDonald’s pero nunca había probado antes algo así, ¿lo habrán hecho por que parezco un mendigo? ¿será como esos tipos en USA donde escupían las hamburguesas y pisaban con sus zapatos la lechuga que iban a colocar?

Escupo lo que tengo en la boca sobre el plato, y cuando el dependiente se acerca, mi enojo aumenta, pero esta ese olor tan bueno. Me coloco de pie y observo al sujeto.

-Esto sabe a mierda… - masculló, con los dientes apretados, tanto para contener el enojo como el hambre que me embarga – Puedo… morder… ¿podemos arreglar esto afuera?

El enojo compensa al Hambre, pero también la alienta, y es la inversa, mientras más siento ese dulce olor, más ira poseo, más hambre me da.