Álex estaba nerviosa. Jasper podía notar la inquietud de su compañera. Habitualmente era la más pasional de los tres, pero esta noche era incapaz de estarse quieta ni de dejar de hablar entrecortadamente en una verborrea en la que mezclaba ideas sobre qué hacer y todo tipo de improperios hacia Laurent. El Caitiff no podía culparla. La desaparición de Laurent y que no contestara a las llamadas era algo muy extraño. El Toreador era introvertido, en ocasiones escondía sus verdaderos intereses, pero siempre solía estar disponible para sus compañeros. La Brujah temía que pudiera haberle pasado algo y la conversación con Kat no ayudaba a tener buenos presagios.
El mensaje que Lindhart os había mandado a los dos no ayudaba tampoco. La policía manejaba ya el nombre de Laurent como dueño del piso en el que se había detenido a quien los medios consideraban que era un anarcoterrorista sueco dispuesto a atentar en Copenhague de un momento a otro. Durante el día se había intensificado la presión de la policía en los alrededores de Christiania.
Jasper tampoco estaba tranquilo. La presencia de los agentes rondando por las cercanías del refugio podía llegar a ser un problema serio y no le gustaba tener que asumir responsabilidades. Le había reconfortado poder cruzar un par de mensajes con Hans. Su amigo, quizá el único ser al que podía llamar realmente así, le aseguraba que podría darle refugio si tenía que salir pitando de las cercanías del Barrio Libre en las próximas noches.
Esperaba que Álex tuviera una idea de qué hacer si todo se ponía feo y el Toreador no aparecía. Mientras la Brujah caminaba arriba y abajo del refugio hablando casi consigo misma, Jasper acariciaba los viales de sangre que aún guardaba en el interior de la chaqueta y repasaba mentalmente como un mantra los nombres de las cuatro empresas cuya localización había podido ver antes de que el día se le echara encima: MT Hojgaard, Maersk, Danske Bank y DR. Las tres principales empresas privadas del país y el ente de radiotelevisión pública.
Álex pensaba además en la reunión en el hangar en la que esperaban encontrar a Juul. Laurent era quien les había puesto sobre esa pista y Laurent justo no estaba. Miraba cada dos por tres su teléfono, tanto para ver si había noticias del Toreador como para comprobar que Bloodspot era un hervidero en el que se estaban caldeando los ánimos por momentos. La tensión en la ciudad era latente, ella podía notarla de un modo instintivo, su Bestia estaba removiéndose en su interior y tenía la sensación de que vivían sobre una bomba que estaba a punto de estallar. El mensaje de Lindhart había acrecentado su nerviosismo, se sentía como un ratón en una jaula cuya puerta estaba cerrándose poco a poco.
-------
Laurent abrió los ojos y tardó unos segundos en recordar dónde estaba. Estaba encajonado en el interior de un armario en el que aún quedaban un par de uniformes militares viejos. Hacía literalmente años que no dormía en un sitio tan incómodo, pero haberse despertado de nuevo era una buena noticia. El Toreador salió con cuidado del armario y tardó unos segundos en acostumbrarse a la humedad y la oscuridad de esta sala del Flakfortet de Saltholm. Estaba solo, como lo estuvo la anterior noche.
El zumbido apareció de nuevo en su cabeza al cabo de pocos segundos. Laurent había conocido hacía años a un alemán, un mortal, que padecía unas migrañas fortísimas que le dejaban prácticamente incapacitado durante días. Había podido comprobar cómo su propia cordura se iba deshilachando. Un Malkavian particularmente retorcido de Berlín estaba esperando a que una de esas migrañas terminara por romper la mente del pobre hombre para poderlo Abrazar. Nunca supo en qué quedó aquel experimento, pero podía comprender las sensaciones de aquel desgraciado. El Toreador se sentía cansado aunque acabara de levantarse y le costaba poder concentrar sus pensamientos. Una voz en su interior le invitaba a intentar dormirse otra vez, descansar su mente agotada y dejar de tener el ruido de fondo constante en su cerebro.
Laurent se apoyó por un momento en una mesa de la que apenas quedaba su estructura metálica y comprobó su teléfono. No tenía cobertura y quedaba apenas un 15% de batería. No sabía nada de Jasper ni de Álex, ni ellos de él. Eso le puso un poco más nervioso. El Hambre comenzaba también a azuzar a su Bestia, haciendo algo más difícil permanecer concentrado.
Recordó sus últimos movimientos antes de que el sueño y el cansancio mental le vencieran. El hedor de los cerdos, las heridas en los gaznates de los animales. Todos habían sido pasados a cuchillo. Aún tenía manchas de sangre reseca en sus manos. Había caminado luego por un laberinto de pasillos donde solo había humedad, suciedad, ratas huyendo asustadizas a su paso. Y el ruido constante, a poco volumen, pero permanente.
La máscara de pájaro.
Su memoria comenzó a ponerse en funcionamiento a mayor rapidez. Podía notar que le costaba hilar los pensamientos y casi estaba tentado de entregar su voluntad y que la Bestia le condujera lejos de aquella fortaleza situada en medio del Mar del Norte. Laurent se recompuso y dejó que su memoria le hiciera de guía. Volvió de nuevo al armario donde había dormido.
Allí estaba, en el suelo, el extraño objeto que había encontrado debajo de los cuerpos de los cerdos. Era una máscara de piel con forma de pico de pájaro y unos agujeros redondos situados a la altura de los ojos. Sus conocimientos de Historia le hicieron reconocer con rapidez que era el tipo de sombrero que utilizaban los médicos de tiempos pasados que trataban a los enfermos de peste. Olía ligeramente a rancio, a una mezcla de un perfume plomizo con un toque de hierbas.
Laurent cogió la máscara y en ese momento pudo escuchar el sonido lejano de algunas voces en algún lugar de la fortaleza.
OFF: Álex -1 Puntos de Sangre. Jasper -1 Puntos de Sangre y -1 FV. Laurent tiene -5 de Sangre y -4 de FV. Laurent puede hacer una tirada de Inteligencia + Medicina a dificultad 9 para intentar obtener algún detalle más del olor que percibe.
Episodio 5. Lobos de mar
Moderadores: Pagliacci, Jebediah_Gogorah, Ilitia
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 6.
{ https://www.youtube.com/watch?v=G-Bn_kD6QN4 - The Unforgiven II by Metallica }
- Bueno... ¿quieres parar de una puta vez?... Me estás poniendo de los putos nervios, Alex. - Jasper raramente levantaba la voz, y menos cuando estaba a solas con la Brujah. Alguna vez, muy esporádicamente, había osado dar su opinión sobre algo. Pero siempre con Malalt, presente. Ahora, ante la dubitativa postura de su compañera, intentaba manejar la situación con las riendas de la calma, si bien la ausencia de su jefe lo hacía zozobrar sobre el pescante de un carromato desbocado y cuesta abajo, y lo peor de todo era que Bloodspot parecía mostrar el desfiladero... la revolución-involución estaba cerca.
¿Cómo explicarle a Alex lo que significaba la ausencia de Malalt?. Si le afectaba a ella, a una anarca con la sangre de Troile, codiciada por tantos, ¿que sería del pobre y maltrecho paria drogadicto?. Otra noche más, sobre el filo de navaja. A este paso, debería apuntar las que no se encontraba en aquella encrucijada.
- A ver... pensemos joder. Vamos a intentar localizarlo. - Miró hacia atrás a su compañera - Si vas a seguir dando vueltas por la estancia, mejor que te pires... si no ven aquí - hizo girar y avanzar una silla con ruedas hacia la chusma - y echame una puta mano. - Se acomoda el teclado y empieza a teclear. - Voy a intentar triangular su posición a traves de la señal de su móvil*1. Si no su posición actual, al menos, por donde ha pasado en las últimas horas. Voy a conectarme a éste proxy turco, para luego saltar a uno armenio e intentar esconder nuestro rasgo al máximo. Intenta rastrearme con el tiburón y échame capas y más capas arriba a nuestra conexión. - Miró a su compañera y le puso su débil mano en el hombro, intentando apretar - Tranqui Alex... encontraremos a este maldito cabrón... ¿sabes si está registrado el síndrome de Copenhague?...
*1 ->
- Bueno... ¿quieres parar de una puta vez?... Me estás poniendo de los putos nervios, Alex. - Jasper raramente levantaba la voz, y menos cuando estaba a solas con la Brujah. Alguna vez, muy esporádicamente, había osado dar su opinión sobre algo. Pero siempre con Malalt, presente. Ahora, ante la dubitativa postura de su compañera, intentaba manejar la situación con las riendas de la calma, si bien la ausencia de su jefe lo hacía zozobrar sobre el pescante de un carromato desbocado y cuesta abajo, y lo peor de todo era que Bloodspot parecía mostrar el desfiladero... la revolución-involución estaba cerca.
¿Cómo explicarle a Alex lo que significaba la ausencia de Malalt?. Si le afectaba a ella, a una anarca con la sangre de Troile, codiciada por tantos, ¿que sería del pobre y maltrecho paria drogadicto?. Otra noche más, sobre el filo de navaja. A este paso, debería apuntar las que no se encontraba en aquella encrucijada.
- A ver... pensemos joder. Vamos a intentar localizarlo. - Miró hacia atrás a su compañera - Si vas a seguir dando vueltas por la estancia, mejor que te pires... si no ven aquí - hizo girar y avanzar una silla con ruedas hacia la chusma - y echame una puta mano. - Se acomoda el teclado y empieza a teclear. - Voy a intentar triangular su posición a traves de la señal de su móvil*1. Si no su posición actual, al menos, por donde ha pasado en las últimas horas. Voy a conectarme a éste proxy turco, para luego saltar a uno armenio e intentar esconder nuestro rasgo al máximo. Intenta rastrearme con el tiburón y échame capas y más capas arriba a nuestra conexión. - Miró a su compañera y le puso su débil mano en el hombro, intentando apretar - Tranqui Alex... encontraremos a este maldito cabrón... ¿sabes si está registrado el síndrome de Copenhague?...
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 5.
https://www.youtube.com/watch?v=NLsqUIWSYNQ
Algunos lo llamaban The Hum, llegaba a valles vacíos, arrastrado por el viento, a cientos de kilómetros de cualquier maquinaria o red eléctrica, lentamente consumía a quienes los oían, familias completas enloquecían en pueblos perdidos de la campiña, muchos abandonaban sus hogares. Algunos creían que aquel zumbido era como el lamento de los muertos, otros que era un arma alienígena, poco importaba, sus efectos eran los mismos.
Malalt salió del armario como un aspecto mucho más cadavérico del que solía mostrar, había consumido mucha sangre y empleados toda su determinación en llegar hasta allí y había encontrado poco más que un montón de cerdos acuchillados en un matadero improvisado. Su apariencia, tras pasar la noche encajonado, no era agradable. Al óxido del mobiliario se le añadían algunas pequeñas manchas de sangre, el agua de sus pantalones se había secado, pero ahora estos olían a salitre.
El francés miró el teléfono con una mueca de asco. Cómo odiaba aquel maldito trasto! Ahora que lo necesitaba, había decidido quedarse sin línea. El contrabandista tuvo que resistir el impulso de aplastarlo contra el suelo y lo volvió a guardar en su chaqueta. Recogió entonces la máscara de doctor de la peste, ésta parecía esconder algún tipo de olor a hierbas, quizás en el pico. ¿Láudano? Laurent se preguntó qué tenía esto que ver con él y si cabía la posibilidad de que hubieran probado las drogas, de cuya distribución se le acusaba, sobre estos animales.
Las bestias no parecían haber sido sacrificadas para ser consumidas, ni su carne, ni su sangre parecía haberse preservado como alimento. Fue entonces cuando escuchó las voces, probablemente, los hombres de Sorensen había vuelto a la isla. Malalt introdujo la máscara de piel entre sus ropas y se preparó para salir de allí cuanto antes. Una parte de él deseaba salir a pecho descubierto y comenzar a hacer preguntas, estaba cansado de tantos secretos, de no saber, de ser manipulado. El Toreador se movió con sigilo por los pasillos, sin tener muy claro a dónde ir.
Gasto otros dos puntos de sangre en subirme +1 a Fuerza y +1 a Destreza. Adjunto la tirada de Inteligencia 3 + Medicina 1.
Algunos lo llamaban The Hum, llegaba a valles vacíos, arrastrado por el viento, a cientos de kilómetros de cualquier maquinaria o red eléctrica, lentamente consumía a quienes los oían, familias completas enloquecían en pueblos perdidos de la campiña, muchos abandonaban sus hogares. Algunos creían que aquel zumbido era como el lamento de los muertos, otros que era un arma alienígena, poco importaba, sus efectos eran los mismos.
Malalt salió del armario como un aspecto mucho más cadavérico del que solía mostrar, había consumido mucha sangre y empleados toda su determinación en llegar hasta allí y había encontrado poco más que un montón de cerdos acuchillados en un matadero improvisado. Su apariencia, tras pasar la noche encajonado, no era agradable. Al óxido del mobiliario se le añadían algunas pequeñas manchas de sangre, el agua de sus pantalones se había secado, pero ahora estos olían a salitre.
El francés miró el teléfono con una mueca de asco. Cómo odiaba aquel maldito trasto! Ahora que lo necesitaba, había decidido quedarse sin línea. El contrabandista tuvo que resistir el impulso de aplastarlo contra el suelo y lo volvió a guardar en su chaqueta. Recogió entonces la máscara de doctor de la peste, ésta parecía esconder algún tipo de olor a hierbas, quizás en el pico. ¿Láudano? Laurent se preguntó qué tenía esto que ver con él y si cabía la posibilidad de que hubieran probado las drogas, de cuya distribución se le acusaba, sobre estos animales.
Las bestias no parecían haber sido sacrificadas para ser consumidas, ni su carne, ni su sangre parecía haberse preservado como alimento. Fue entonces cuando escuchó las voces, probablemente, los hombres de Sorensen había vuelto a la isla. Malalt introdujo la máscara de piel entre sus ropas y se preparó para salir de allí cuanto antes. Una parte de él deseaba salir a pecho descubierto y comenzar a hacer preguntas, estaba cansado de tantos secretos, de no saber, de ser manipulado. El Toreador se movió con sigilo por los pasillos, sin tener muy claro a dónde ir.
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Gasto otros dos puntos de sangre en subirme +1 a Fuerza y +1 a Destreza. Adjunto la tirada de Inteligencia 3 + Medicina 1.
Re: Episodio 5.
-Aaaargg!- Un gruñido salió de entre los dientes de Alex como si de una perra se tratara. Su expresión estaba algo desencajada, se revolvía aquí y allá dentro de una habitación que no era sino una jaula para ella en estos momentos. No se sentía enfadada, se sentía inquieta, sin saber bien hacia dónde daría su siguiente paso.
-Joder mamonazo, más te vale aparecer. - musitó entre dientes. Tenía demasiados frentes abiertos, eso hacía que no se pudiese centrar en un objetivo claro. Tropezó con una silla, haciendo tanto ruido que acabó sacando de quicio a su compañero Jasper. Su mente era un remolino de ideas que no tomaban una forma definitiva.
- Eh tío disculpa, joder, no sé qué me pasa, eh sí sí, tienes razón, hay que empezar a dar pasos, me parece bien, sí, localizar a Laurent, buena idea. -Le contestó a Jasper sabiendo que no estaba siendo del todo clara. Alex se sentó junto a su compañero, su pierna había decidido ir por su cuenta y no dejaba de temblar. Durante unos pocos segundos de lucidez se acordó de algo que quizás les facilitaría la búsqueda y, señalando la pantalla, le indicó a Jaspers:
- Prueba con este código, quizás nos ayude a acotar la búsqueda de la señal de su teléfono.
-Joder mamonazo, más te vale aparecer. - musitó entre dientes. Tenía demasiados frentes abiertos, eso hacía que no se pudiese centrar en un objetivo claro. Tropezó con una silla, haciendo tanto ruido que acabó sacando de quicio a su compañero Jasper. Su mente era un remolino de ideas que no tomaban una forma definitiva.
- Eh tío disculpa, joder, no sé qué me pasa, eh sí sí, tienes razón, hay que empezar a dar pasos, me parece bien, sí, localizar a Laurent, buena idea. -Le contestó a Jasper sabiendo que no estaba siendo del todo clara. Alex se sentó junto a su compañero, su pierna había decidido ir por su cuenta y no dejaba de temblar. Durante unos pocos segundos de lucidez se acordó de algo que quizás les facilitaría la búsqueda y, señalando la pantalla, le indicó a Jaspers:
- Prueba con este código, quizás nos ayude a acotar la búsqueda de la señal de su teléfono.
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Voivoda
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Re: Episodio 5.
Álex se sentó finalmente junto a Jasper, lo que hizo que este cambiara el gesto. La sangre Brujah era como un río en constante movimiento. Esa actitud tenía una evidente utilidad en una sociedad formada por gente muerta, anquilosada y por lo general estática. Pero convivir junto a alguien así noche tras noche se podía hacer algo complicado. Aún así, el Caitiff sabía que su compañera podía ser el motor que toda la Coterie necesitaba para andar de modo conjunto, quien podía dar con una tecla que antes no estaba a la vista. Él tenía tendencia a la pereza, a dejarse llevar, a seguir los deseos de Laurent. Por eso no tenerle localizado le ponía de cierto mal humor.
Jasper había logrado rastrear el GPS del teléfono del Toreador hasta el puerto deportivo de Copenhague. Ahí se perdía la pista. El Caitiff estaba algo extrañado, ¿qué se le había perdido allí a Malalt?. No era una zona por la que hubieran estado nunca. Probablemente fuera el Dominio de algún otro chupasangre, lo que hacía aconsejable no andar dando paseos por allí de noche. Álex tecleó con rapidez después de incluir el código alfanumérico que le había enseñado a su compañero y pudo dibujar una línea imaginaria sobre el mapa después de la última señal nítida del puerto deportivo. En el puente de Oresund había repetidores de señal y en algún punto del Mar del Norte habían llegado a localizar de nuevo el teléfono de Laurent. Esa línea imaginaria iba directa hacia la isla de Saltholm. Había dos opciones: o Laurent había llegado a la isla y allí no había cobertura... o Laurent se había quedado en algún punto cercano en medio del mar.
Álex explicó a Jasper las dos opciones. El Caitiff estaba disperso. "Céntrate".
- ¿Estás bien? -preguntó Álex.
El Caitiff intentaba repetirse a sí mismo esa palabra, pero en el último par de minutos tenía una desagradable sensación en la cabeza. Oía una serie de murmullos que se superponían unos a otros hasta hacer una mezcla ininteligible. Jasper parpadeó abriendo mucho los ojos. No estaba colocado, el efecto de la Vitae del Tívoli ya estaba más que pasado. Sacudió la cabeza un par de veces, incapaz de sacar de ella los murmullos. Jasper temía que un día cualquiera perdiera la cabeza por la mierda que se metía. Le aterrorizaba que fuera justo este día. Esas voces de hombres y mujeres no callaban y podía llegar a distinguir alguna palabra suelta inconexa y sin sentido como "cuarentena", "cerdos" y "pintar"... y entre medias escucha una voz de hombre que repite la palabra "hijo"...
--- "Hemos de velar aquí la cuarentena, así que pintar podrá resultar un alivio... No, a nosotros no nos afectará, querida... No, lo de matar a los cerdos probablemente sea una tontería, pero no nos corresponde a nosotros enfrentarnos a esas creencias... Bastante perjuicio ha sido para los dueños de la granja"...
Laurent se quedó pegado a la pared en una esquina de un pasillo en donde olía fuertemente a humedad en el interior de la fortaleza de Saltholm. Láudano. A lo que olía la máscara era a láudano. A la misma sustancia detectada en los cuerpos de los adolescentes encontrados en la isla. Hacía mucho tiempo de aquellas clases sobre distintas sustancias a las que le obligó a acudir su Sire. Aquellos recuerdos brotaron de golpe en la mente de Laurent, al mismo tiempo que notaba el desagradable aguijón de la Bestia, molesta por la carencia de Sangre en el organismo del Toreador. Quién le iba a decir que aquellas estúpidas clases sobre venenos y remedios médicos caseros que le daba una Tremere amiga de su Sire le serían útiles para poder contactar con distintos expertos en sustancias químicas primero (hacía ya algunos años) y esta misma noche en una fortaleza militar medio abandonada en una isla perdida de la mano de Dios.
No obstante, era la voz de ese hombre hablando de cuarentenas, pinturas y cerdos lo que le había hecho quedarse quieto, petrificado totalmente en esa esquina, notando cómo poco a poco la Vitae dotaba de energía su cuerpo no-muerto. No era la voz de un adolescente, sino de un hombre ya adulto que pareciera estar hablando con alguien, si bien no era capaz de escuchar ninguna respuesta. El zumbido era molesto, y la Bestia empieza a provocarle pensamientos de intenso deseo de salir de allí corriendo cuanto antes, lo que le podía abocar a tomar alguna decisión precipitada.
Laurent se asomó con suma cautela, aprovechándose de la ausencia casi total de luz, para intentar ver quién estaba hablando.
Tuvo que parpadear dos veces.
Otras dos veces más.
Hasta que la visión se desvaneció.
- Me estoy volviendo loco.
Laurent creía haberlo pensado, pero realmente había llegado a expresarlo con palabras.
El Toreador había llegado a vislumbrar una habitación con una chimenea y lo que parecían caballetes de pintura. Una habitación que, literalmente, flotaba en el aire del pasillo. Al volver a parpadear, sólo tenía delante un pasillo húmedo y lóbrego y el silencio apenas roto por el constante ruido blanco en su cabeza y la lejanía del mar.
Miró su móvil. 10% de batería. Sin servicio.
OFF: Álex -1 Puntos de Sangre. Jasper -1 Puntos de Sangre y -1 FV. Laurent tiene -7 de Sangre y -4 de FV.
Jasper había logrado rastrear el GPS del teléfono del Toreador hasta el puerto deportivo de Copenhague. Ahí se perdía la pista. El Caitiff estaba algo extrañado, ¿qué se le había perdido allí a Malalt?. No era una zona por la que hubieran estado nunca. Probablemente fuera el Dominio de algún otro chupasangre, lo que hacía aconsejable no andar dando paseos por allí de noche. Álex tecleó con rapidez después de incluir el código alfanumérico que le había enseñado a su compañero y pudo dibujar una línea imaginaria sobre el mapa después de la última señal nítida del puerto deportivo. En el puente de Oresund había repetidores de señal y en algún punto del Mar del Norte habían llegado a localizar de nuevo el teléfono de Laurent. Esa línea imaginaria iba directa hacia la isla de Saltholm. Había dos opciones: o Laurent había llegado a la isla y allí no había cobertura... o Laurent se había quedado en algún punto cercano en medio del mar.
Álex explicó a Jasper las dos opciones. El Caitiff estaba disperso. "Céntrate".
- ¿Estás bien? -preguntó Álex.
El Caitiff intentaba repetirse a sí mismo esa palabra, pero en el último par de minutos tenía una desagradable sensación en la cabeza. Oía una serie de murmullos que se superponían unos a otros hasta hacer una mezcla ininteligible. Jasper parpadeó abriendo mucho los ojos. No estaba colocado, el efecto de la Vitae del Tívoli ya estaba más que pasado. Sacudió la cabeza un par de veces, incapaz de sacar de ella los murmullos. Jasper temía que un día cualquiera perdiera la cabeza por la mierda que se metía. Le aterrorizaba que fuera justo este día. Esas voces de hombres y mujeres no callaban y podía llegar a distinguir alguna palabra suelta inconexa y sin sentido como "cuarentena", "cerdos" y "pintar"... y entre medias escucha una voz de hombre que repite la palabra "hijo"...
--- "Hemos de velar aquí la cuarentena, así que pintar podrá resultar un alivio... No, a nosotros no nos afectará, querida... No, lo de matar a los cerdos probablemente sea una tontería, pero no nos corresponde a nosotros enfrentarnos a esas creencias... Bastante perjuicio ha sido para los dueños de la granja"...
Laurent se quedó pegado a la pared en una esquina de un pasillo en donde olía fuertemente a humedad en el interior de la fortaleza de Saltholm. Láudano. A lo que olía la máscara era a láudano. A la misma sustancia detectada en los cuerpos de los adolescentes encontrados en la isla. Hacía mucho tiempo de aquellas clases sobre distintas sustancias a las que le obligó a acudir su Sire. Aquellos recuerdos brotaron de golpe en la mente de Laurent, al mismo tiempo que notaba el desagradable aguijón de la Bestia, molesta por la carencia de Sangre en el organismo del Toreador. Quién le iba a decir que aquellas estúpidas clases sobre venenos y remedios médicos caseros que le daba una Tremere amiga de su Sire le serían útiles para poder contactar con distintos expertos en sustancias químicas primero (hacía ya algunos años) y esta misma noche en una fortaleza militar medio abandonada en una isla perdida de la mano de Dios.
No obstante, era la voz de ese hombre hablando de cuarentenas, pinturas y cerdos lo que le había hecho quedarse quieto, petrificado totalmente en esa esquina, notando cómo poco a poco la Vitae dotaba de energía su cuerpo no-muerto. No era la voz de un adolescente, sino de un hombre ya adulto que pareciera estar hablando con alguien, si bien no era capaz de escuchar ninguna respuesta. El zumbido era molesto, y la Bestia empieza a provocarle pensamientos de intenso deseo de salir de allí corriendo cuanto antes, lo que le podía abocar a tomar alguna decisión precipitada.
Laurent se asomó con suma cautela, aprovechándose de la ausencia casi total de luz, para intentar ver quién estaba hablando.
Tuvo que parpadear dos veces.
Otras dos veces más.
Hasta que la visión se desvaneció.
- Me estoy volviendo loco.
Laurent creía haberlo pensado, pero realmente había llegado a expresarlo con palabras.
El Toreador había llegado a vislumbrar una habitación con una chimenea y lo que parecían caballetes de pintura. Una habitación que, literalmente, flotaba en el aire del pasillo. Al volver a parpadear, sólo tenía delante un pasillo húmedo y lóbrego y el silencio apenas roto por el constante ruido blanco en su cabeza y la lejanía del mar.
Miró su móvil. 10% de batería. Sin servicio.
OFF: Álex -1 Puntos de Sangre. Jasper -1 Puntos de Sangre y -1 FV. Laurent tiene -7 de Sangre y -4 de FV.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 5.
Jasper intentaba disimular que en su cabeza llegaban murmullos que se clarificaban en voces audibles. Durante todos estos años se había colocado con muchísimas mierdas... había bebido de auténticos cadáveres andantes donde solo la droga los mantenía en pie. Había tenido alucionaciones visuales, había tenido proyecciones astrales... pero nunca esas voces ni tan enigmático mensaje.
Sabía que su prodigiosa memoria mantendría aquel mensaje intacto, asi que decidió no apuntar nada y evitar citar aquello a Alex. Si algo no quería es que justamente ahora, la Brujah pensara que había perdido totalmente su juicio. Así que simplemente sacudió su cabeza y repitió aquellas palabras en su mente varias veces, intentando descifrar si era un mensaje real o por el contrario se trataba de algun tipo de metáfora... y los cerdos y las granjas tenían su simil en aquel escenario político y cainita que era la capital danesa en aquellos oscuros momentos.
Cogió su ya característica cazadora de la silla y alentó a Alex, señalando las coordenadas en la pantalla de las últimas triangulaciones de su señal - Vamos... tiene que estar en Salthom. Tiene que haber vuelto para algo... algo que nos ocultó. - Se calzó la prenda, moviendo los brazos para asentarla en su cuerpo - Pero creo que algo le debe haber salido mal... Nos ha estado ocultando algo, Alex. Hospedó un terrorista sueco en uno de sus pisos francos, y he encontrado cosas que lo unen con todo el tema del sobrecoste de los puentes y toda esa mierda... ¡¡¡si hasta la puta tele pública está metida en el ajo!!!... te seguiré contando de camino... vamos al puerto... ¿sabes conducir una lancha?...
Sabía que su prodigiosa memoria mantendría aquel mensaje intacto, asi que decidió no apuntar nada y evitar citar aquello a Alex. Si algo no quería es que justamente ahora, la Brujah pensara que había perdido totalmente su juicio. Así que simplemente sacudió su cabeza y repitió aquellas palabras en su mente varias veces, intentando descifrar si era un mensaje real o por el contrario se trataba de algun tipo de metáfora... y los cerdos y las granjas tenían su simil en aquel escenario político y cainita que era la capital danesa en aquellos oscuros momentos.
Cogió su ya característica cazadora de la silla y alentó a Alex, señalando las coordenadas en la pantalla de las últimas triangulaciones de su señal - Vamos... tiene que estar en Salthom. Tiene que haber vuelto para algo... algo que nos ocultó. - Se calzó la prenda, moviendo los brazos para asentarla en su cuerpo - Pero creo que algo le debe haber salido mal... Nos ha estado ocultando algo, Alex. Hospedó un terrorista sueco en uno de sus pisos francos, y he encontrado cosas que lo unen con todo el tema del sobrecoste de los puentes y toda esa mierda... ¡¡¡si hasta la puta tele pública está metida en el ajo!!!... te seguiré contando de camino... vamos al puerto... ¿sabes conducir una lancha?...
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 5.
Malalt apenas podía creer lo que estaba pasando, sus sentidos le engañaban, comenzaba a tener alucinaciones, el hambre y el estrés de aquellas últimas noches le estaban pasando factura. Aquella enfermiza carnicería y el zumbido constante que envenenaba sus pensamientos le estaban volviendo loco. La realidad a su alrededor se deshacía, como volutas de humo disolviéndose en el agua, se sentía espeso, cansado, pesado. Por primera vez, dirigió sus pensamientos a su coterie, le estarían buscando. Recordó, entonces, la redada en su piso franco y el riesgo de que sus negocios quedaran expuestos, tenía que volver.
Pero antes estaba aquel maldito zumbido, se hundía en su mente como hielo en un mar de burbujeantes preocupaciones. Tenía que encontrar aquel maldito zumbido, su origen no podía estar muy lejos. Malalt se movió siguiendo un rastro, por instinto, desprovisto de toda nobleza y elegancia. Había ido allí, arriesgándolo todo, para averiguar qué tramaba Sorensen y no estaba dispuesto a darse por vencido. Comenzó a moverse por los pasillos como una sombra, tratando de ser lo más silencioso posible, siempre buscando la fuente de aquella asintótica mezcla de ruido.
Pero antes estaba aquel maldito zumbido, se hundía en su mente como hielo en un mar de burbujeantes preocupaciones. Tenía que encontrar aquel maldito zumbido, su origen no podía estar muy lejos. Malalt se movió siguiendo un rastro, por instinto, desprovisto de toda nobleza y elegancia. Había ido allí, arriesgándolo todo, para averiguar qué tramaba Sorensen y no estaba dispuesto a darse por vencido. Comenzó a moverse por los pasillos como una sombra, tratando de ser lo más silencioso posible, siempre buscando la fuente de aquella asintótica mezcla de ruido.
Re: Episodio 5.
- ¿Qué estás diciendo?- las palabras del joven Caitiff sorprendieron aunque no tanto, a la Brujah. Estaba claro que Malalt tenía sus negocios y que ellos no tenían que estar al tanto de todo pero, lo que le sorprendía era la conexión entre acontecimientos que había hecho su compañero.
- Muy bien tío, si tú lo tienes claro, estás al mando. Vamos allá, espero que no nos metas en líos más grandes de los que ya tenemos- A Alex le tocó confiar en su compañero, era lo mejor que podía hacer dadas las circunstancias. Quizás era eso, Laurent podía estar en apuros y, aunque no le hacía ni pizca de gracia que les estuviese ocultando información, confiaba lo suficiente en él como para pensar que lo hacía para protegerlos. Laurent les dio cobijo y ayuda, quizás era el momento de devolverle el favor.
- Solo espero que no se haya embarcado en una misión suicida él solo, aunque conociéndole podría ser. Estoy deseando encontrarlo y agarrarle de las solapas de la chaqueta y decirle cuatro cosas al mamonazo de Laurent- Alex cogió su chaqueta con fuerza mientras parloteaba al aire y seguía a su compañero.
- Muy bien tío, si tú lo tienes claro, estás al mando. Vamos allá, espero que no nos metas en líos más grandes de los que ya tenemos- A Alex le tocó confiar en su compañero, era lo mejor que podía hacer dadas las circunstancias. Quizás era eso, Laurent podía estar en apuros y, aunque no le hacía ni pizca de gracia que les estuviese ocultando información, confiaba lo suficiente en él como para pensar que lo hacía para protegerlos. Laurent les dio cobijo y ayuda, quizás era el momento de devolverle el favor.
- Solo espero que no se haya embarcado en una misión suicida él solo, aunque conociéndole podría ser. Estoy deseando encontrarlo y agarrarle de las solapas de la chaqueta y decirle cuatro cosas al mamonazo de Laurent- Alex cogió su chaqueta con fuerza mientras parloteaba al aire y seguía a su compañero.
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Re: Episodio 5.
Álex y Jasper caminaron por las calles semidesiertas de Copenhague. Aunque no llovía, había una humedad permanente que se pegaba a los huesos independientemente de la ropa que llevaran. Los dos podían notar que en las calles el ambiente era menos agradable de lo que se vendía al exterior sobre la capital danesa. Además de que había distritos enteros que eran auténticos barrios fantasmales de enormes rascacielos de hormigón ahora vacíos, en las calles comerciales más populares no se veía a estas horas a gente con buena pinta. Drogadictos, buscavidas, grupos de jóvenes alcoholizados y algún grupúsculo de cabezas rapadas a los que el Caitiff y la Brujah intentaron evitar más para no perder el tiempo que por verdadero temor.
La zona cercana al puerto deportivo de Copenhague estaba bastante vacía, aunque se escuchaba a lo lejos los ecos de la música electrónica de algún club. Era una zona de marcha no demasiado transitada, hábitat natural para subgrupos de aficionados a las metanfetaminas, los DJ's de moda y, por lo general, los coches caros y las ropas de marca. Un lugar de entretenimiento para los hijos de los millonarios que no tenían tanto estilo como para ir a clubes nocturnos de más estatus o que directamente preferían la parafernalia propia de los coches deportivos, el sexo fácil y las drogas de diseño.
- Yo no sé conducir ni un coche.
Jasper no pudo evitar reírse al escuchar a Álex. Con su mirada fiera y su gesto de permanente rebeldía, le hacía gracia que tuviera que ir en bici o con un abono transportes adonde quisiera desplazarse. Claro, que su situación no era mejor.
- Yo tampoco.
Álex también se río. Por un momento los dos Vampiros comenzaron a reírse a carcajadas ante la situación. Tenían un ligero problema.
"Ven, hijo mío". La voz sonó con absoluta claridad en la mente de Jasper, cuya sonrisa quedó congelada.
--------- Huye. Huye. Huye. Vuelve a tu refugio. Aliméntate. Huye. Déjame a mí.
Un ligero gemido salió de la garganta de Laurent. La Bestia se sentía poderosa. Estaba cerca de la superficie, saboreando la ansiedad de Laurent. El Toreador intentó poner en orden sus pensamientos, aunque la angustia y el verdadero temor a estar perdiendo la cabeza no dejaban de crecer exponencialmente en su interior. Pensó durante un momento que al menos por una vez era una ventaja no conocer los secretos de los sentidos agudizados de sus compañeros de Clan. El zumbido elevado a ese nivel probablemente le empujaría a arrastrarse directamente hacia una esquina y gimotear.
Con los restos de su voluntad, Laurent siguió deambulando por la fortaleza. El zumbido no tenía un origen. El zumbido era. De algún modo, parecía la banda sonora de la propia fortaleza.
De la propia isla.
Laurent encontró un ventanuco por el que asomar la cabeza, comprobando cómo a cierta distancia se extendía la llanura apenas arbolada que conformaba la isla de Saltholm. La brisa nocturna y el sonido del mar eran un inmenso alivio para su ansiedad. El zumbido parecía pasar a un segundo plano al tener los sentidos al aire libre, pero no desaparecía realmente. Eso hizo pensar al Toreador que quizá el ruido blanco no tenía un origen en sí mismo, sino que formaba parte de la propia isla.
Repentinamente, el zumbido cesó.
Laurent suspiró aliviado y dejó caer su cabeza contra su cuello, dejando que la brisa revolviera su pelo. El silencio sólo interrumpido por el sonido del mar era una tabla de salvación.
Ese silencio apenas duró unos segundos hasta que Laurent volvió a detectar un extraño pitido. Su móvil, con un 10% de batería, vibró. Laurent lo cogió con la misma ansiedad con la que realizaba cada movimiento. Tenía varias llamadas perdidas de Álex y de Jasper, también de un número que el teléfono identificaba como "Policía de Copenhague".
La zona cercana al puerto deportivo de Copenhague estaba bastante vacía, aunque se escuchaba a lo lejos los ecos de la música electrónica de algún club. Era una zona de marcha no demasiado transitada, hábitat natural para subgrupos de aficionados a las metanfetaminas, los DJ's de moda y, por lo general, los coches caros y las ropas de marca. Un lugar de entretenimiento para los hijos de los millonarios que no tenían tanto estilo como para ir a clubes nocturnos de más estatus o que directamente preferían la parafernalia propia de los coches deportivos, el sexo fácil y las drogas de diseño.
- Yo no sé conducir ni un coche.
Jasper no pudo evitar reírse al escuchar a Álex. Con su mirada fiera y su gesto de permanente rebeldía, le hacía gracia que tuviera que ir en bici o con un abono transportes adonde quisiera desplazarse. Claro, que su situación no era mejor.
- Yo tampoco.
Álex también se río. Por un momento los dos Vampiros comenzaron a reírse a carcajadas ante la situación. Tenían un ligero problema.
"Ven, hijo mío". La voz sonó con absoluta claridad en la mente de Jasper, cuya sonrisa quedó congelada.
--------- Huye. Huye. Huye. Vuelve a tu refugio. Aliméntate. Huye. Déjame a mí.
Un ligero gemido salió de la garganta de Laurent. La Bestia se sentía poderosa. Estaba cerca de la superficie, saboreando la ansiedad de Laurent. El Toreador intentó poner en orden sus pensamientos, aunque la angustia y el verdadero temor a estar perdiendo la cabeza no dejaban de crecer exponencialmente en su interior. Pensó durante un momento que al menos por una vez era una ventaja no conocer los secretos de los sentidos agudizados de sus compañeros de Clan. El zumbido elevado a ese nivel probablemente le empujaría a arrastrarse directamente hacia una esquina y gimotear.
Con los restos de su voluntad, Laurent siguió deambulando por la fortaleza. El zumbido no tenía un origen. El zumbido era. De algún modo, parecía la banda sonora de la propia fortaleza.
De la propia isla.
Laurent encontró un ventanuco por el que asomar la cabeza, comprobando cómo a cierta distancia se extendía la llanura apenas arbolada que conformaba la isla de Saltholm. La brisa nocturna y el sonido del mar eran un inmenso alivio para su ansiedad. El zumbido parecía pasar a un segundo plano al tener los sentidos al aire libre, pero no desaparecía realmente. Eso hizo pensar al Toreador que quizá el ruido blanco no tenía un origen en sí mismo, sino que formaba parte de la propia isla.
Repentinamente, el zumbido cesó.
Laurent suspiró aliviado y dejó caer su cabeza contra su cuello, dejando que la brisa revolviera su pelo. El silencio sólo interrumpido por el sonido del mar era una tabla de salvación.
Ese silencio apenas duró unos segundos hasta que Laurent volvió a detectar un extraño pitido. Su móvil, con un 10% de batería, vibró. Laurent lo cogió con la misma ansiedad con la que realizaba cada movimiento. Tenía varias llamadas perdidas de Álex y de Jasper, también de un número que el teléfono identificaba como "Policía de Copenhague".
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 5.
https://www.youtube.com/watch?v=yvoodOs_Kqw&t=138s
¿Cuántas noches habían pasado? ¿Cuántas noches llevaba atrapado en el laberinto borgiano? Había dado tumbos enloquecido, como un Teseo sin filamento dorado o, peor, como Asterión atrapado. Toreador, algunos decían que su clan se originó en la antigua Creta, herederos de la sangre del mismísimo rey Midas. Pero Malalt se sentía más cercano a la bestia que había deambulado en las entrañas de la isla monstruo abandonado. Aquella brisa, aquel aire cargado de sal, le sacaron del embrujo, el zumbido se había detenido, apenas podía creerlo. El francés salió dando tumbos de la fortaleza y le mandó un mensaje a Álex: "Estoy de vuelta, nos vemos en el puerto."
Sin él, su imperio del crimen se desmoronaba, la policía había encontrado una de sus guaridas y ahora le buscaban a él, en persona, el maldito Malkavian no había sido capaz de apartarlos de su camino o, aún peor, quizás los estuviera dirigiendo tras sus pasos. El contrabandista, cubierto de salitre y sangre de cerdo, regresó a la lancha, atravesando las arenas en las que la había encallado la noche anterior. Se aferraba a la máscara que llevaba bajo su chaqueta de cuero, cuyo olor a láudano le mantenía despierto y le recordaba constantemente la conspiración que habían urdido contra él.
Con un gran esfuerzo, aprovechando la sangre que aún vibraba en sus venas, Malalt devolvió la lancha al agua y se subió a ella como un jinete herido a su caballo. Había llegado hasta allí saciado y con la adrenalina regando sus músculos, regresaba cansado, agotado y hambriento. Más que nunca, deseaba acabar con el bastardo de Sorensen. Las olas que cortaba la lancha parecían de una negrura espacial mientras regresaba a su hogar, navegando el vacío.
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
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No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino
como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
¿Cuántas noches habían pasado? ¿Cuántas noches llevaba atrapado en el laberinto borgiano? Había dado tumbos enloquecido, como un Teseo sin filamento dorado o, peor, como Asterión atrapado. Toreador, algunos decían que su clan se originó en la antigua Creta, herederos de la sangre del mismísimo rey Midas. Pero Malalt se sentía más cercano a la bestia que había deambulado en las entrañas de la isla monstruo abandonado. Aquella brisa, aquel aire cargado de sal, le sacaron del embrujo, el zumbido se había detenido, apenas podía creerlo. El francés salió dando tumbos de la fortaleza y le mandó un mensaje a Álex: "Estoy de vuelta, nos vemos en el puerto."
Sin él, su imperio del crimen se desmoronaba, la policía había encontrado una de sus guaridas y ahora le buscaban a él, en persona, el maldito Malkavian no había sido capaz de apartarlos de su camino o, aún peor, quizás los estuviera dirigiendo tras sus pasos. El contrabandista, cubierto de salitre y sangre de cerdo, regresó a la lancha, atravesando las arenas en las que la había encallado la noche anterior. Se aferraba a la máscara que llevaba bajo su chaqueta de cuero, cuyo olor a láudano le mantenía despierto y le recordaba constantemente la conspiración que habían urdido contra él.
Con un gran esfuerzo, aprovechando la sangre que aún vibraba en sus venas, Malalt devolvió la lancha al agua y se subió a ella como un jinete herido a su caballo. Había llegado hasta allí saciado y con la adrenalina regando sus músculos, regresaba cansado, agotado y hambriento. Más que nunca, deseaba acabar con el bastardo de Sorensen. Las olas que cortaba la lancha parecían de una negrura espacial mientras regresaba a su hogar, navegando el vacío.
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
