#39
Mensaje
por Baudelaire » 04 May 2021, 21:45
Si bien Raymond sabe que todavía Piero no ha sido formalmente consagrado como un agente de la inquisición sombría, algo en él se manifesta inesperadamente.
Al hablar con dulzura citando los textos sagrados, parece tocado por la providencia. El perfumista es capaz de reconocer que, intuitivamente, el mercader está utilizando el Orísono conocido como Didáctica misionera. Dominica, siendo inspirada por las palabras iluminadas, sigue las indicaciones proveídas por Raymond y avanza a paso firme a su encuentro... poco después Piero pone sus dos pies del otro lado, para observar como el agua llega al nivel de las tablas.
El camino tiene una pendiente levemente ascendente. La cuerda es recuperada y la oscuridad lo inunda todo. Con los muros casi topándose, se hace necesario avanzar de lado para poder abrirse paso. La piedra parece recubierta por la secreción de las algas que facilita el deslizamiento, aunque el hedor que emana es francamente horrible.
Dominica se esfuerza por evitar vomitar, pero termina haciéndolo directamente sobre el pobre perfumista. En ese momento, se dan cuenta que están en una enorme galería tallada. Hay símbolos sagrados por doquier, como la cruz del calvario, una imagen de la virgen y un grabado de las tablas de la ley.
Un pequeño altar con un gran velón gris brilla iluminando toda la estancia. En él está una marca conocida por el perfumista: el emblema de San Teodosio. Sin duda se trata de un refugio secreto de alguna célula inquistorial. Un poco más allá, Piero descubre algo que le llama su atención: el blasón de la casa de Murnau cosido en hilo dorado sobre fina seda.