Nomen
Publicado: 12 Oct 2020, 09:58
(Copieteado de Vampiro: Edad Romana de [mention]Alexander Weiss[/mention] )
NOMBRES ROMANOS
Varones nobles
Los romanos de edad adulta (y de clase noble) disponían de los “Tria nomina” (los tres nombres) de origen etrusco.
En primer lugar se situaba el praenomen (equivalente al nombre propio), un catálogo de nombres tan comunes y reducidos que los romanos a menudo sólo escribían sus iniciales y abreviaturas iniciales (así, por ejemplo, Quinto Horacio escribiría su nombre como “Q. Horacio” y Sexto Pompeyo lo escribiría como “Sex. Pompeyo”). A veces, especialmente durante el Bajo Imperio, los romanos, especialmente los que vivían en las provincias, tenían praenomen inusuales que no tenían abreviaturas como Tascio o Espurio. En segundo lugar se situaba el nomen gentilicium (equivalente a un apellido). Indicaba el nombre de la gens (el linaje) al que pertenecía el individuo. Los más numerosos eran los de las tribus romanas (establecidas en 35 en el año 242 a.C.). Con el tiempo algunos cognomina se convirtieron en nomina. En tercer lugar se situaban el cognomen, utilizado sobre todo por los romanos nobles y ricos, que tenían como mínimo uno y a veces más. En origen era una especie de mote o apodo que se adjudicaba por las razones más diversas, anécdotas (Praetexto: el de la toga praetexta; Escipión: el bastón); una cualidad física (Caeco: ciego, Rufo: rojo); a las victorias conseguidas sobre otros pueblos (Africano, Hispano, Galo, Británico) o cualquier otra. Con el tiempo se convirtió en un segundo apellido al que podían añadirse otros cognomina; por ejemplo, una rama de la familia Cornelia era la de los Cornelios Escipiones. En caso de individuos de la misma familia, en especial padre e hijo con el mismo nombre, se recurría a las designaciones auxiliares Maior y Minor.
Después de un tiempo los cognomen podían convertirse en nombres hereditarios por derecho propio, y los hijos adoptados como herederos de familias famosas a menudo tomaban los nomina y cognomina de sus propias familias y de sus familias adoptivas como cognomen propios. Por ejemplo, Publio Cornelio, tenía el famoso cognomen familiar “Escipión”. Cuando derrotó a Aníbal se ganó el nombre de “Africano” en honor a su victoria. En algún momento del pasado, la familia de Marco Aurelio Claudio se casó con la familia Claudia, por lo que añadió el nomen Claudio a su cognomen. Cuando derrotó a los godos en la batalla de Naissus, también se ganó el cognomen de “Gótico”, que simplemente añadió al final de su nombre Marco Aurelio Claudio Gótico. Los nombres se otorgaban el octavo día después del nacimiento a las niñas y el noveno a los niños. El día del nombramiento recibía el nombre de dies lustricus, y en él, el recién nacido era aceptado y legitimado por el padre ante el hogar doméstico; esto se realizaba mediante la ceremonia de alzar al recién nacido del suelo (tollere filium) y tomarlo en brazos. En ese momento, tras purificarlo (lustrare) se le daba el praenomen, que siempre se procuraba que coincidiera con uno de sus antepasados, y el nomen de su gens. Cognomen y nomen pueden tener versiones diferentes. A menudo varían cambiando el sufijo –o o –io por –ino,-iano, o incluso –iniano (-us, -ius, -inus, -ianus o –inianus). Así, por ejemplo, el cognomen Máximo puede convertirse en Maximio, Maximino, Maximiano y Maximiniano. Un nombre terminando en –te (-ns) -como Florente o Constante- podría cambiar de la misma forma cambiando –te por –cio (-cius), y así Florente se convierte en Florencio, Florentino, Florenciano y Florentiniano.
En caso de no tener descendencia masculina, un hombre podía recurrir a la adopción y pasar su nombre a un hijo adoptivo. Así Cayo Octavio Turino, al ser adoptado por Cayo Julio César pasa a ser Cayo Julio César Octaviano.
Plebeyos
Los cognomina plebeyos tienden a ser más prosaicos, y a veces obscenos. Un carnicero podría tener un nombre como Lucánico (“Salchichón”); un criminal o prostituto podría fácilmente tener un nombre como Encolpio (“Rompeculos”).
Mujeres
A las mujeres no se les daba praemonen. Se les daba su nomen en forma femenina, que siempre coincidía con el nombre de su familia (gens). De este modo, las niñas de la gens Iulia (Julia) se llamaban todas Julia, y todas las niñas de la gens Cornelia se llamaban Cornelia, incluso con posteridad a su matrimonio. Únicamente se les podía añadir un cognomen (equivalente a un apodo) que correspondía a un numeral para distinguir su posición en el nacimiento: Prima, Secunda, Tertia,...Maior, Minor. Cuando alguien ajeno a la familia quería referirse a una mujer podía utilizar el cognomen del padre o del esposo (La hija de Julio César por ejemplo sería Julia Caesaris). En la época del Imperio las mujeres podían heredar el cognomen paterno, como ya hacían los varones. Un ejemplo clásico es el de la primera emperatriz romana, Livia Drusila, que era hija de Marco Livio Druso, y por lo tanto, heredaba su nomen y cognomen. Desde el reinado de Augusto las mujeres también podían conservar el nombre de la familia en la que habían nacido sin tener que cambiarlo al contraer matrimonio.
Esclavos
Por lo general los esclavos sólo tenían un nombre. Podía ser su propio nombre de origen, que podía ser cualquier cosa desde Atalamero, José o Xysto, dependiendo del pueblo o lugar del que procediera. Por otra parte, si el esclavo nacía en la esclavitud, el nombre podía ser más descriptivo como Myrmex (“hormiga”) u Onésimo (“útil”). Los esclavos liberados tomaban el nombre de sus amos. Así Tirón (el debutante), al ser liberado por su amo Marco Tulio Cicerón pasó a llamarse Marco Tulio Tirón.
Cristianos
Los conversos cristianos utilizaban los nombres con los que habían nacido, aunque algunos adoptaban nombres nuevos al bautizarse. La gente que nacía en familias cristianas a menudo adoptaba nombres griegos o sirios o utilizaban los nombres de apóstoles, mártires o personajes bíblicos, a menudo latinizados. Muchos autores, sobre todo fuera de España, a menudo dejan el sufijo latino –us al final de los nombres romanos en su versión latinizada, y así, por ejemplo a menudo escriben Pompeius como Pompeyo, Valentinianus como Valentiniano, y Augustinus como Agustín.
UTILIZACIÓN
La estructura de los Tria Nomina sólo era utilizada por la nobleza y no comenzó a utilizarse de forma más o menos generalizada hasta el siglo I a.C. Sin embargo, no todos los aristócratas tenían tres nombres, hombres importantes pero de origen humilde como Cayo Mario o Cneo Pompeyo sólo tenían un praenomen y un nomen. No obstante, cuando un plebeyo se convertía en un nuevo rico, podía obtener un cognomen de adopción. Por ejemplo, Cayo Mario tomó el cognomen de César al contraer matrimonio con la tía de Julio César.
El praenomen no era utilizado como los nombres de pila actuales. Por lo general sólo se utilizaba en contexto familiar o íntimo. El nomen se utilizaba como apelativo de la persona cuando carecía de cognomen, sobre todo en la época temprana de la República o entre los plebeyos. En la vida cotidiana solía utilizarse el cognomen para referirse a una persona, y cuando carecía de cognomen se utilizaba el nomen. En un ámbito formal, como una sesión del senado, así como en los documentos oficiales, por lo general se utilizaban los tres nombres. Sin embargo, recuerda que el sistema de los Tria Nomina es un sistema formal y elitista. La mayoría de la gente de la calle tendrá habitualmente dos nombres y sólo utilizarán uno de forma frecuente y habitual para reconocerse. Siéntete libre de crear tus propios nombres sin seguir reglas estrictas. Sin pretender ser una lista exhaustiva a continuación se ofrecen algunos ejemplos.
NOMBRES ROMANOS
Varones nobles
Los romanos de edad adulta (y de clase noble) disponían de los “Tria nomina” (los tres nombres) de origen etrusco.
En primer lugar se situaba el praenomen (equivalente al nombre propio), un catálogo de nombres tan comunes y reducidos que los romanos a menudo sólo escribían sus iniciales y abreviaturas iniciales (así, por ejemplo, Quinto Horacio escribiría su nombre como “Q. Horacio” y Sexto Pompeyo lo escribiría como “Sex. Pompeyo”). A veces, especialmente durante el Bajo Imperio, los romanos, especialmente los que vivían en las provincias, tenían praenomen inusuales que no tenían abreviaturas como Tascio o Espurio. En segundo lugar se situaba el nomen gentilicium (equivalente a un apellido). Indicaba el nombre de la gens (el linaje) al que pertenecía el individuo. Los más numerosos eran los de las tribus romanas (establecidas en 35 en el año 242 a.C.). Con el tiempo algunos cognomina se convirtieron en nomina. En tercer lugar se situaban el cognomen, utilizado sobre todo por los romanos nobles y ricos, que tenían como mínimo uno y a veces más. En origen era una especie de mote o apodo que se adjudicaba por las razones más diversas, anécdotas (Praetexto: el de la toga praetexta; Escipión: el bastón); una cualidad física (Caeco: ciego, Rufo: rojo); a las victorias conseguidas sobre otros pueblos (Africano, Hispano, Galo, Británico) o cualquier otra. Con el tiempo se convirtió en un segundo apellido al que podían añadirse otros cognomina; por ejemplo, una rama de la familia Cornelia era la de los Cornelios Escipiones. En caso de individuos de la misma familia, en especial padre e hijo con el mismo nombre, se recurría a las designaciones auxiliares Maior y Minor.
Después de un tiempo los cognomen podían convertirse en nombres hereditarios por derecho propio, y los hijos adoptados como herederos de familias famosas a menudo tomaban los nomina y cognomina de sus propias familias y de sus familias adoptivas como cognomen propios. Por ejemplo, Publio Cornelio, tenía el famoso cognomen familiar “Escipión”. Cuando derrotó a Aníbal se ganó el nombre de “Africano” en honor a su victoria. En algún momento del pasado, la familia de Marco Aurelio Claudio se casó con la familia Claudia, por lo que añadió el nomen Claudio a su cognomen. Cuando derrotó a los godos en la batalla de Naissus, también se ganó el cognomen de “Gótico”, que simplemente añadió al final de su nombre Marco Aurelio Claudio Gótico. Los nombres se otorgaban el octavo día después del nacimiento a las niñas y el noveno a los niños. El día del nombramiento recibía el nombre de dies lustricus, y en él, el recién nacido era aceptado y legitimado por el padre ante el hogar doméstico; esto se realizaba mediante la ceremonia de alzar al recién nacido del suelo (tollere filium) y tomarlo en brazos. En ese momento, tras purificarlo (lustrare) se le daba el praenomen, que siempre se procuraba que coincidiera con uno de sus antepasados, y el nomen de su gens. Cognomen y nomen pueden tener versiones diferentes. A menudo varían cambiando el sufijo –o o –io por –ino,-iano, o incluso –iniano (-us, -ius, -inus, -ianus o –inianus). Así, por ejemplo, el cognomen Máximo puede convertirse en Maximio, Maximino, Maximiano y Maximiniano. Un nombre terminando en –te (-ns) -como Florente o Constante- podría cambiar de la misma forma cambiando –te por –cio (-cius), y así Florente se convierte en Florencio, Florentino, Florenciano y Florentiniano.
En caso de no tener descendencia masculina, un hombre podía recurrir a la adopción y pasar su nombre a un hijo adoptivo. Así Cayo Octavio Turino, al ser adoptado por Cayo Julio César pasa a ser Cayo Julio César Octaviano.

Los cognomina plebeyos tienden a ser más prosaicos, y a veces obscenos. Un carnicero podría tener un nombre como Lucánico (“Salchichón”); un criminal o prostituto podría fácilmente tener un nombre como Encolpio (“Rompeculos”).
Mujeres
A las mujeres no se les daba praemonen. Se les daba su nomen en forma femenina, que siempre coincidía con el nombre de su familia (gens). De este modo, las niñas de la gens Iulia (Julia) se llamaban todas Julia, y todas las niñas de la gens Cornelia se llamaban Cornelia, incluso con posteridad a su matrimonio. Únicamente se les podía añadir un cognomen (equivalente a un apodo) que correspondía a un numeral para distinguir su posición en el nacimiento: Prima, Secunda, Tertia,...Maior, Minor. Cuando alguien ajeno a la familia quería referirse a una mujer podía utilizar el cognomen del padre o del esposo (La hija de Julio César por ejemplo sería Julia Caesaris). En la época del Imperio las mujeres podían heredar el cognomen paterno, como ya hacían los varones. Un ejemplo clásico es el de la primera emperatriz romana, Livia Drusila, que era hija de Marco Livio Druso, y por lo tanto, heredaba su nomen y cognomen. Desde el reinado de Augusto las mujeres también podían conservar el nombre de la familia en la que habían nacido sin tener que cambiarlo al contraer matrimonio.
Esclavos
Por lo general los esclavos sólo tenían un nombre. Podía ser su propio nombre de origen, que podía ser cualquier cosa desde Atalamero, José o Xysto, dependiendo del pueblo o lugar del que procediera. Por otra parte, si el esclavo nacía en la esclavitud, el nombre podía ser más descriptivo como Myrmex (“hormiga”) u Onésimo (“útil”). Los esclavos liberados tomaban el nombre de sus amos. Así Tirón (el debutante), al ser liberado por su amo Marco Tulio Cicerón pasó a llamarse Marco Tulio Tirón.

Los conversos cristianos utilizaban los nombres con los que habían nacido, aunque algunos adoptaban nombres nuevos al bautizarse. La gente que nacía en familias cristianas a menudo adoptaba nombres griegos o sirios o utilizaban los nombres de apóstoles, mártires o personajes bíblicos, a menudo latinizados. Muchos autores, sobre todo fuera de España, a menudo dejan el sufijo latino –us al final de los nombres romanos en su versión latinizada, y así, por ejemplo a menudo escriben Pompeius como Pompeyo, Valentinianus como Valentiniano, y Augustinus como Agustín.
UTILIZACIÓN
La estructura de los Tria Nomina sólo era utilizada por la nobleza y no comenzó a utilizarse de forma más o menos generalizada hasta el siglo I a.C. Sin embargo, no todos los aristócratas tenían tres nombres, hombres importantes pero de origen humilde como Cayo Mario o Cneo Pompeyo sólo tenían un praenomen y un nomen. No obstante, cuando un plebeyo se convertía en un nuevo rico, podía obtener un cognomen de adopción. Por ejemplo, Cayo Mario tomó el cognomen de César al contraer matrimonio con la tía de Julio César.
El praenomen no era utilizado como los nombres de pila actuales. Por lo general sólo se utilizaba en contexto familiar o íntimo. El nomen se utilizaba como apelativo de la persona cuando carecía de cognomen, sobre todo en la época temprana de la República o entre los plebeyos. En la vida cotidiana solía utilizarse el cognomen para referirse a una persona, y cuando carecía de cognomen se utilizaba el nomen. En un ámbito formal, como una sesión del senado, así como en los documentos oficiales, por lo general se utilizaban los tres nombres. Sin embargo, recuerda que el sistema de los Tria Nomina es un sistema formal y elitista. La mayoría de la gente de la calle tendrá habitualmente dos nombres y sólo utilizarán uno de forma frecuente y habitual para reconocerse. Siéntete libre de crear tus propios nombres sin seguir reglas estrictas. Sin pretender ser una lista exhaustiva a continuación se ofrecen algunos ejemplos.