Te deslizas entre la floresta hundiendo suavemente tus raicillas en ese pequeño cauce. La brisa cesa y éso que llaman música también, el silencio regresa y un nuevo objeto fruto del artificio de estas gentes hace su aparición frente a ti. El símbolo de un trasfondo místico e incomprensible para ti.
Nuevamente hay golpes en el aire, las manos humanas se golpean entre sí, cada persona por separado. Las vibraciones te acarician y entonces, lo ves, un humano especial allí entre todo el mundo. Parece brillar como la Luna, sin saber si es el reflejo o que los rayos surgen de aquel ejemplar de esa otra especie. Lo llaman por su nombre: Jérôme-Antoine, le dicen que la ceremonia del matrimonio ha terminado y que deben partir. Nunca te quita los ojos de encima, dulces como esta noche inolvidable.
Tal cómo el es alejado por su propia gente, a ti te tiran las fuertes ramas de la tuya. La blanca cara en el cielo termina por ocultarse, nadie lo menciona, pero sabes que pasará mucho tiempo antes que tu amado pueda volver a encontrarte.
Preguntas por esa figura tallada en piedra y por lo del matrimonio humano, solamente recibes múltiples evasivas. Recién llegas al mundo y ya comprendes que si quieres descubrir algo, tendrás que hacerlo por ti misma. El bosque se hace cada vez más misterioso y oscuro mientras te internas en él acompañado de otras dos hadas, tu corazón les reconoce: tu padre y tu abuela materna.