Schwarzes feuer: Ohne starkes werkzeug schwer zu erreichen

[Baudelaire]

Graham sabe que sería un absurdo intentar detenerte o hacerte ver que te estás lanzando a las fauces del mismísimo dragón de escarcha. Te extiende una espada y te explicar que él sí es un guerrero, pero que esta batalla es tuya. Al blandirla con tu mano libre, notas que un punto se ilumina en la carta.

Antes que puedas mencionar algo o intentar agradecerle se zambulle directamente en el pergamino, exactamente en el hongo que has mencionado. Desaparece con una lluvia de pequeñas centellas de color carmesí que se desvanecen tan pronto como han sido invocadas. Emprendes la carrera hacia tu hogar, Ban muestra algo de incomodidad frente al hecho que llevas un arma ajena a él y a ti. Claramente habrá otra oportunidad para trabaje en equipo en pos de forjar una: tu verdadero destino, sin duda.

La caverna sigue mostrándose llena de imágenes superpuestas, resabios de tu efecto anterior. Así y todo, te las arreglas para soportar el tirón y seguir el ritmo de tu martillo. Parece que cruzas los gruesos muros de piedra que, comprendes, se tratan solamente de ilusiones o de algún tipo de magia que te permite atravesarles.

Tu casa está en llamas, ves las volutas de humo a la distancia.

[Rugido_Ancestral]

En el momento que me confirma Graham que él era un guerrero, por un momento titubeo, pero sabía que estaba tomando el camino correcto. Después de todo el cartógrafo podría llegar a morir prontamente, pero con suerte el As bajo la manga me permitiría actuar a largo plazo o mejor dicho, que la comuna actué si es que mi plan fracasaba.

Mis sensaciones son mezcladas al viajar entre la piedra, después de todo estos efectos hacen que el tejido se retuerza un poco, se resquebraje otro y se moldee según nuestros deseos y habilidad para manipularlos.

Comienzo a correr desesperado. Guardo la espada en el cinturón, es mejor no usarla si me enfrento con alguien o tal vez si. Ya lo decidiría. Por lo pronto debo proteger a mi familia a cualquier costo, con ello intento agudizar mis sentidos. Sé que en cualquier momento podría suceder algo no esperado, Ban, necesito que me protejas. Relájate, sólo hay que darle forma a esta roca... le pido, sin saber si lo pienso o lo digo, mientras la voy golpeando. Fuego. Fuego... El fuego da forma, rl fuego da vida y también la quita. Debo prepararme para lo peor...

[Baudelaire]

Al intentar poner la espada en el cinturón, te das cuenta que simplemente lo cortarías o terminarías clavándotela en el muslo. Por ello improvisas una funda con unos musgos que cuelgan desde los árboles. Sabes que va a sufrir bastante, pero resistirá hasta cuándo habrás encontrado algo mejor.

De momento, Ban ha comenzado a formar una concavidad en la enorme piedra. Un poco después se convierte en un gran brasero. Sin saber realmente lo que ocurre, pero todo el humo y las llamas terminan en el interior. La casa de tu familia, algo chamuscada, parece seguir estable unos 10 paso más adelante.

La combustión se mantiene contenida, pero desconoces cuánto tiempo aguantará tu segundo proyecto. Sí, has usado tu martillo para hacer lo impensado. Lo cierto es que ya estás intentando abrir la puerta, pero lamentablemente parece soldada al muro. Si tu familia está dentro, se han intoxicado con el humo y es imposible que reaccionen.

[Rugido_Ancestral]

Debo abrir esta puerta como sea si quiero salvarles... lo que sea que estuvo aquí no pudo abrir esta puerta. Vamos paredes, acomódense, necesito salvar a mi familia. Seguramente la roca quiere protegerles, pero ahora mismo solamente les están matando... pienso mientras decido como afrontar la situación. No estoy seguro si volver a usar a Ban, puesto que acababa de asegurar las llamas; pero no hay opción, aparte si sirve de algo la lógica el Tejido al cual ya he moldeado, debería quedar con la forma que le ha brindado.

Suspiro y luego me propongo entrar a casa, golpeo la pared primero con la mano. -Soy Konrad von Keller, tú estas protegiendo a mi familia, pero necesito que me dejes entrar. Debo ayudarlos.

[Baudelaire]

La casa muestra pocas señales de rendirse a tu voluntad, pero te empeñas en tu cometido y pareces transmitirle tu inquietud. De se modo, algunos de los bloques estructurales comienzan a oscilar separándose levemente. Logras el espacio suficiente para introducir tu puño y hacer palanca con el otro brazo. El humo se escapa y te hace lloriquear al tomar contacto con tus ojos, alcanzado a tomar una gran bocanada de aire para evitar inhalarlo.

Ahora el vano es suficiente para colocar tu antebrazo completo y pasar por debajo tu pierna. Sigue habiendo algunos intentos de resistencia, aunque son futiles. Ya estás dentro y parece todo más despejado, aunque todavía hay algunas volutas que te impiden ver. El único inconveniente es que tras dejar la posición de retención que te ha servido para entrar, el muro recupera su integridad. Estás, ahora, igualmente atrapado que tu familia.

Todo el mundo está tirado en el piso, sus rostros lucen horriblemente desencajados. Nadie reacciona a tus acercamientos o deseos de reanimarles. La intoxicación ha surtido su efecto. Están como en una postura de petrificación afirmándose las gargantas, formando un círculo en el piso. Por la ventana, alcanzas a notar la penumbra que debe ser la silueta que habías observado en el mapa.

Pones atención y notas que tiene la textura del horrible hongo de hace un rato. La primera pasa y luego viene otra, casi como un regimiento completo que proceden a rodearlo todo: has saltado de una trampa a la otra. El techo se abre y la enorme seta te observa. Desde su talo surgen unas largas hifas que te envuelven con una resistencia similar al del acero templado. Eres elevado por sobre hasta casi rozar el techo de la caverna con tu coronilla.

Lo único que alcanzas a vislumbrar es que Ban intenta batirse con el séquito de esta monstruosidad. Al menos 10 veces la altura del hongo anterior y un volumen equivalente al de la torre de un pequeño castillo.

[Rugido_Ancestral]

La visión de mi familia muerta o sin reacción es algo que desencaja completamente mi rostro. Considerar que el último sentimiento que le expresé una pequeña afrenta, me ha complicado. ¿Acaso se trata del último recuerdo que tendré de mi gente?

"Ahora mismo no puedo contener nada de mi poder... Todo aquello que sea un hongo va a perecer aqui aunque yo perezca junto a ello..." Empuño la espada que porto y me concentro para hacerla aún más firme que lo que me sostiene. Sé que tan duro puede ser, he de darle más propiedades.

Destruye... corta... punza. Y, luego, destroza todo aquéllo que sea este hongo... Declaro lanzando un grito agónico lleno de rabia y junto a éste, la espada va hacia mi enemigo. Apuesto mi vida para derrotarlo..

[Baudelaire]

De la peor manera posible, descubres que la magia es finita. Lo que agregas en un objeto, lo has quitado en otro. Ban comienza a mellarse, a pesar de estar llevando la ventaja. Acto seguido, una lluvia de esporas le va corroyendo mientras cae al piso y los talos le golpean con vigor en un pisoteo brutal.

Al mismo tiempo, tu espada adquiere un filo ardiente y otro congelante. De un giro desprendes la totalidad de las hijas de las que colgabas y caes con una rodilla al piso frente al enorme talo. Saltas dando un giro helicoidal ascendente convirtiéndolo en un montón de restos calcinados e inertes, incapaces de reaccionar. Sales por encima de la seta y observas al hongo tambalearse, para luego desplomarse. Con la espada apuntando hacia abajo, terminas por rebanar lo que queda, apoyando la otra rodilla en el piso.

Luego, la espada se desintegra en un destello. Alcanzas a observar desde varios de los túneles, las otras brigadas que vuelven a formar el grupo y asisten al pobre Ban. La calma regresa, pero tu martillo tiene daño severo. Debe ser reparado de inmediato o se convertirá en un trozo de metal inforjable.

Tu familia, en tanto, sigue allí en el piso sin mostrar movimiento alguno. Sin embargo, el resto de las hadas les va cargando para llevarles con el físico, según te indica tu amigo el cartógrafo que te ayuda a reincorporarte. Te duele todo el cuerpo, pero has salido victorioso... lleno de magulladuras que te recorren de pies a cabeza con una mezcla de ardor y punzadas. Supones que te has esforzado demasiado y, además, adeudas una espada.

[Rugido_Ancestral]

Cuando observo lo de Ban, me corroe un poco la vergüenza y la culpa, lo que le he hecho para mi es imperdonable: he conseguido que quede vulnerable frente a los enemigos por no saber como reaccionar. Aunque mi accionar ha sido digno de ser contado en epopeyas, la espada al desintegrarse me ha dado la premisa de que no soy capaz de aguantar mi poder, como sí lo ha logrado Ban.

A pesar del dolor me arrastro a duras penas hasta mi martillo, lo tomo con mi mano con lágrimas en los ojos: -Lo siento amigo, de verdad lo siento mucho... Me giro hasta el cartógrafo -Prometo que te devolveré tu arma, pero debo reparar a Ban, debo ayudarlo. ¿Sabes donde hay una forja? Debo salvar a mi martillo...

Mi voz suena destrozada, la posible perdida de mi familia, la perdida de mi herramienta que es más una parte de mi alma, la incertidumbre sobre mi mentor. Todo esto se ha convertido casi en una pesadilla para mí.

[Baudelaire]

El cartógrafo extiende una vez más su mapa, todo luce de un color brillante y que te muestra la paz que ha llenado cada rincón del Bastión. La residencia del senescal está nuevamente con línea llena y dentro, su forja. Ban, en tu mano y con lo que le puede quedar de energía, se posa sobre el símbolo.

Sin poder reaccionar, ya estás siendo lanzado a ese lugar... a través del pergamino. Te golpeas de lleno contra el yunque. Necesita el fuego, necesitas el fuelle, necesitas el carbón y sus brasas. El problema es que estás solo y la vez anterior todo estaba funcionando.

[Rugido_Ancestral]

Ésto se siente completamente diferente. Sin el Senescal este lugar es frío y no lo afirmo solamente porque la forja esté apagada, es que realmente me transmite esa sensación. Me propongo poner manos a la obra, pues seguramente este lugar tiene todo lo que necesito, solamente me enfoco en lo que debo buscar y encontrar. Así que me animo a proceder.

Intento tranquilizarme, suspiro profundo un par de veces y sabiendo que mi intuición me guiará, después de todo mi destino es ser el mejor forjador de armas que haya conocido estas tierras. Es parte de mi linaje, está muy dentro de mí cada una de las cosas que corresponde llevar a cabo. Seguramente el señor Tycho es alguien muy prolijo, debe tener cada cosa en su lugar. Comienzo por el carbón, investigando cerca de la forja, después de todo no debería estar muy lejos de allí. Así continúo con cada cosa que sea relevante para mi tarea.

-Resiste sólo un poco más Ban... Discúlpame por lo que hice... Aún estoy aprendiendo... Prome... Aunque me hallo intentando recomponerme, caigo en cuenta que hablarle a mi martillo me pone visiblemente dolido. Es por tal razón que dejo de hacerlo y me enfoco con las labores que quedan pendientes.