Episodio 4. ORMEHUL

Moderadores: Nyxe, Corso, Victor_Krugger

Karen Klausen (Corso)
Juez (Tradicionalista)

Re: Episodio 4.

#21

Mensaje por Corso » 27 Dic 2020, 13:29

Un suave temblor en sus labios, apenas perceptible. Frugal como una primavera robada por un tardío rocío invernal. Seguido de un liviano parpadeo de asombro por lo que estaba escuchando y lo que allí se estaba permitiendo. En vida, sus pestañas se batían como las alas de una mariposa, pero la inmortalidad había convertido ese mundano ademán en la caída de un pesado y oscuro telón; dos pesadas guillotinas cayendo sobre una quijada ósea. Ambos gestos eran fruto de la exasperación que estaba poniendo a prueba su paciencia: ¡Ya basta!, gritó en su interior, menos que dispuesta a seguir consintiendo el rumbo por el que transcurría el interrogatorio.

Karen levantó la vista de su dispositivo móvil y miró al sueco. Su mirada atravesó la habitación de la misma manera en que lo hacen las de las esculturas de un mausoleo. Distante e inmutable. Captoras recelosas, y cinceladas en frío mármol, de los juicios que dispensan al observar las idas y venidas de los efímeros deseos humanos.

Eternas. Perpetuas ante el paso de una generación tras otra. Un tiempo que desde sus pedestales apenas dura un latido. Así le miró Karen, dando curso a la petición de tratar con ellos. Karen, la vampira. La no-muerta. Un monstruo bebedor de sangre humana. El mismo diablo.

Klausen no sabía con qué tipo de vástagos había tratado aquel miserable hombrecillo, pero en ese momento, a ella solo le hacía falta dar un primer paso para desmarcarse de todos ellos. De las putas toreador y los insufribles malkavian. De los patéticos anarquistas brujah y los traicioneros traficantes setitas. De la insultante deformación de los nosferatu y los vilipendiados brujos tremere.

Todos ellos eran sucias alimañas sueltas por las calles de Copenhague. Y como las decenas, cientos de ratas, que corrían para ponerse a salvo, escapando de ser aplastadas, así habrían de desaparecer de la faz de la gloriosa tierra que ella y sus hermanos de clan debían gobernar sin sus debilidades mundanas. A través de los sumideros.

Un paso pequeño. Solo uno, para traspasar la linea que les separaba. Presa y cazador. Caduco y perenne. Siervo y amo. Débiles y fuertes. La linea que separaba a los plebeyos de los auténticos reyes y reinas de la noche. Solo unos metros para disociar la esperanza - la súplica - humana, del resultado de negociar con la muerte. A veces, esa línea era demasiado estrecha, y tener que mantener la máscara de la compostura y de la débil humanidad requería de un esfuerzo agotador. Como intentar sujetar con las manos el peso de los catorce «ocho miles»; o embotellar un huracán.

La Ventrue casi podía sentir la dentadura biliosa de su «bestia patricia» mordiendo su espalda; hasta el tuétano. Sorbiendo de su espina dorsal. Drenando un poco más la humanidad que le empezó a ser robada hacía más tiempo del que estaba dispuesta a reconocer. Pero cada vez quedaba menos contenido y ya no había arrepentimiento o llanto por ello. No había tacto en sus manos muertas, ni alimento en su útero. Solo las grietas del tiempo y un cada vez más estéril apetito voraz por todo cuanto el mundo ponía ante ella. Y para quienes ambicionan el poder, no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio.

¿Qué era él? Solo era un muñeco de trapo, una marioneta. Un lienzo a medio acabar. Sus ojos de botón se le antojaron más pequeños, sucios y mezquinos que en la comisaría. Aquel degenerado aspirante a probar la virtud aristocrática de su vitae. Otra rata más que se cobijaba en las sombras de ese monstruo decadente llamado vida, suplicando porque ella le dejase lamer las migajas que resbalaban de sus fauces. Una vez más, les pedía sangre. Quería sangre. Sangre Real. Y cada palabra de esa petición se clavaba en la piel de Klausen como una astilla. En el inmaculado estandarte que cubría la esencia de su linaje.

- Es suficiente - cortante como una navaja oxidada, se acercó hasta el hombre y le tomó de la mano. Después le llevó junto al ventanal y abrió una de las hojas, sintiendo en la cara el frío aire de la noche cerrada.

- Le di mi palabra. Es hora de que vuelva con su dueño.

Soltó el brazo del sueco para dirigirse a Lars y Annalise - El drama, queridos, no es morir, sino desperdiciarse.

Dicho lo cual, canalizó el poder de su sangre, vertiendo toda su esencia sobre el hombre - Gracias por su ayuda, señor Nilssen.

El hielo y la hiel escarcharon la afilada sonrisa de Karen cuando sus ojos "enfocaron" a Nilssen. Vacíos. Sin alma detrás. Con una de sus esmaltadas uñas abrió una pequeña herida en la palma de su mano, suficiente para hacerla sangrar y lanzar al exterior, a la trémula noche, el pequeño rastro carmesí que emanó. Después cerró el puño.

Es en lo que se había convertido: un frío y pálido amanecer nórdico. Tan hermosa y resplandeciente. Así de áspera e inalcanzable. De despiadada.

- Salte.

Tal vez Karen pecase de la autoridad que por linaje le correspondía en ese momento, pero si una cosa le había enseñado Greta era que el primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio.

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Re: Episodio 4.

#22

Mensaje por Voivoda » 29 Dic 2020, 19:16

- Salte

La voz de Karen es un susurro y un huracán al mismo tiempo. Durante una décima de segundo, todo el intenso frío que entra por la ventana abierta en mitad de la noche escandinava parece concentrarse en torno a la Ventrue. Las Bestias de Lars y de Annelise notan de modo instintivo la fuerza primordial de esa orden, pueden sentir el vértigo de su atracción como los metales notan el de un imán. Karen siente ese mismo poder emanando de sí misma, la esencia básica de su propia naturaleza, una capacidad magnética que atrapa no ya la mirada sino el pensamiento y casi diría que el alma del hombre tiene delante.

La mirada de todos sigue durante unos mínimos instantes el elegante vuelo carmesí de las gotas de Sangre que casi parecieran cristalizar por efecto del frío poco antes de perderse en el abrazo inevitable de la fuerza de la gravedad. Annelise trata de racionalizar la situación, más joven aún que sus compañeros para evitar el efecto de la orden expresada con el peso de los siglos. Lars, sin embargo, es capaz de reaccionar con más rapidez impulsado por su propia Vitae, que de modo inconsciente se reactiva para evitar un dramático desenlace moral y da un rápido paso hacia la ventana...

- ¿Está usted loca?

Nielsen mira fijamente a Karen. Ella es consciente de que toda la atención del sueco está puesta en ella misma, que su voluntad se doblega como los juncos al viento. Sin embargo, ni siquiera la fuerza de los siglos es capaz de conducir a una débil psique humana a su propia destrucción. Las manos de Lars se cierran al mismo tiempo a modo de precaución como dos bisagras en torno a los hombros de Nielsen, momento en que se rompe el hechizo magnético de los dones de Karen. El sueco apenas puede intentar forcejear mientras observa el vacío de reojo. Los ojos de Lars se clavan en los de su hermana. No ha dejado de comprenderla, espera que ella sea consciente de que seguramente la haya salvado de sí misma.

- Ya... ya está bien... quiero irme de aquí.




OFF: La descripción de Dominación establece que no se puede dar una orden que obligue a un sujeto a ir contra su naturaleza o a dañarse a sí mismo. En todo caso, por la fuerza que tiene la escena, voy a realizar la tirada de Karen como comentamos, aunque al permitirlo también lo que hago es subir la dificultad al máximo. Escribo esto en un tiempo verbal de futuro porque aunque va al final del turno, es lo primero que he hecho, antes de escribirlo.

[roll=479]7d10>=10-p[/roll]

Karen -1 Punto de Sangre.
Lars. -4 Punto de Sangre.
Annelise - 4 puntos de Sangre.

Imagen

Annelise Niemi (Nyxe)
Genetista

Re: Episodio 4.

#23

Mensaje por Nyxe » 30 Dic 2020, 21:16

Annelise percibió la fuerza de la orden de Karen. Era prácticamente imposible no hacerlo. Lo que no hizo inmediatamente fue entenderla. No entendía a qué se refería con "saltar", pues no le entraba en la cabeza que si tía pudiese dar una orden así. Podía entender que le cabrease la forma de actuar de gente como Isak, aunque Annelise considerase esa clase de negocios algo casi obligado para aquellos que vivían en la noche. Podía entender la repugnancia de ver mendigndo sangre a alguien a quien ni el mas triste de los clanes había considerado digno de recibir el Abrazo, porque ella también la sentía hasta cierto punto. ¿Pero tratar de obligarle a saltar por la ventana? Annelise miró a su tía de sangre como si acabase de sacar una pistola. -"¿¡Pero que bicho te ha picado!?"- decía su mirada.

Annelise casi se abalanzó sobre el sueco mientras procesaba la situación a toda prisa. Las cosas se estaban tensando demasiado, era mejor que se libraran de él cuanto antes. Annelise lo apartó de los brazos de su sire y de su tía y le obligó a mirarla poniendole las manos sobre los hombros.

-Lo único de lo que hemos hablado en esta habitación es de que no debes revelar ni por asomo la existencia de los vampiros -dijo a toda prisa y sin parpadear una sola vez-. Él te decía a gritos que podías haber armado un escándalo tremendo y te amenazó con cortarte la cabeza como se enterara de que volvías a decir esa palabra en la ciudad o como te volvieran a detener. Yo que como alguien te tomase por loco se te iban a acabar los tratos, en el tono exasperante de esas profesoras que consideran que cualquier cosa que haces mal es "una oportunidad para aprender". Cuando llegó ella pensaste que por fin nos íbamos pero te repitió en tono serio lo mismo que te habíamos dicho nosotros dos, permitiendose amenazarte sutilmente dejando caer que como te fueras de la lengua el único que corría peligro eras tú. Cuando finalmente dijimos de marcharnos se te cayó el alma a los pies, no solo por el miedo a ir en coche con vampiros que te habían amenazado de muerte, sino tambien por hacerte un viaje con semejantes plastas. Pensaste que en cuanto tuvieras la oportunidad intentarías convencernos de que no hacía falta que te acompañáramos, que pedías un Uber tu solo y que nos dirías algo como "de verdad, no es molestia".

No fue hasta que hubo terminado cuando su postura se relajó y parpadeó de nuevo. Annelise casi se sorprendió de la retahila que acababa de salir por su boca, la había tenido que improvisar a toda prisa. Pero era el único don de su sangre que había desarrollado, y tenía sentido que pudiera hacerlo bien. Porque había aprendido por necesidad. Sus ordenes no tenían la misma fuerza que las de Karen o Lars, pero ella sabía darlas mucho mas complejas, e incluso, alterar los recuerdos de otras personas. Había tenido que aprender por culpa de la única sangre que su cuerpo aceptaba, que la obligaba a ser mucho mas cuidadosa con el rastro que dejaba al alimentarse. Y aun así, su rebaño era mucho mas precario que el de cualquier otro vampiro que conociera.

Volvió la vista hacia su tía, con un gesto de "¿nos vamos yendo?" tan desenfadado que claramente decía "vamos a disimular". Sin embargo no era capaz de mirarla del mismo modo ahora mismo. No había visto a nunca a Karen ceder ante su Bestia. No la culparía ni la juzgaría por ello, entendía que aquella situación la estuviese sobrepasando. De hecho casi se sentiría aliviada. Karen siempre parecía inmune ante los embates de su Bestia. No es que hubiese nunca a Lars entrar en Frenesí, pero él sí que se cabreaba y gritaba en ocasiones. Karen siempre se mostraba imperturbable en ese sentido. Que mostrara que a veces hasta a ella le costaba la hacía mas "humana" a sus ojos.

Lo que le inquietaba era que la Bestia, o por lo menos la suya, no usaba la Dominacion. Las punzadas de ira o de deseo la impedían concentrarse lo suficiente para invadir la mente de otra persona. No quería reconocerselo a sí misma pero una parte de ella se preguntaba. Si Karen había sido capaz de concentrarse lo suficiente como para lanzar una Orden, ¿hasta qué punto había sido ella?

LARS OLSEN (Victor_Krugger)
Policía Neonazi

Re: Episodio 4.

#24

Mensaje por Victor_Krugger » 06 Ene 2021, 00:25

El policía parece inmutable ante las palabras del anarquista, sin embargo, se estaba relamiendo por dentro. Toda esa historieta le venía de perlas, aquel despojo humano estaba afirmando que Isak Hussein no sólo sabía que se había roto la Mascarada sino que además él mismo era participe. Era justo el tipo de información que deseaba sacar del yonki, por fin tenía algo con lo que podía apretar las tuercas a esa serpiente relamida.

“Es suficiente”. No fueron las palabras, si no la mirada de Karen lo que hizo que Lars se pusiera en estado de alerta. Lejos de dejar que ese estado de ánimo saliese a flote por los poros de su piel, con tranquilidad cogió el teléfono móvil, apagó la grabadora lo guardó en el bolsillo y se preparó para cualquier cosa.

Cuando Karen cogió al humano, al principio se sintió como un niño al que le quitan su juguete favorito, no sus temores de hacían realidad se dio cuenta de que aquello empezaba a ponerse serio. “El drama, queridos, no es morir, sino desperdiciarse. Gracias por su ayuda, señor Nilssen.”

“Karen, ¿qué coño tramas?”

- Salte.

En ese momento la sangre fluyó por su torrente sanguíneo insuflando a sus músculos de propiedades por encima de lo humano, como una pantera que salta sobre su presa Lars dio un paso veloz hacia la ventana y en una fracción de segundo sus manos amarraron al humano por los hombros impidiendo el fatídico desenlace. Su mirada se clava sobre los ojos de Karen, es ese el instante en el que Annelise aprovecha para coger al sueco de los brazos de su sire. Si dicen que hay miradas que dicen más que mil palabras, aquella sin duda se ahorraba por lo menos un millón de ellas.

- Ya hablaremos de esto…

Observó atónito a su chiquilla, como haciendo uso de sus dones trató de salvar la situación. Se acercó hasta ella, que le daba la espalda, y puso la palma se su mano sobre su hombro.

- Bien hecho, hija mía. Yo tenía pensado borrarle de su memoria la existencia de los caínitas, pero bueno… de nto de lo que cabe, lo has hecho bien. La verdad es que ya había acabado con él… Tengo todo lo que necesito para apretarle las tuercas a ese amigo negro tuyo si es necesario.

Se encendió otro cigarrillo.

- Y ahora deberíamos ir al puto parking dónde empezó toda esta mierda...

Karen Klausen (Corso)
Juez (Tradicionalista)

Re: Episodio 4.

#25

Mensaje por Corso » 22 Ene 2021, 19:49

Karen aguantó la mirada de Lars, barriendo la habitación con un aire de superioridad y autoridad que despejaba cualquier duda sobre qué tipo de pensamientos recorrían su mente. Evidentemente, casi todos ellos flanqueaban el recio porte y la figura de su hermano, pues era en la espalda de Nilssen, o más bien en todo lo que el pobre diablo representaba, donde se seguía clavando toda su voluntad; las llamas al rojo que bailban en sus prístinas pupilas mientras el sueco era subyugado por las palabras de Annalise.

«Ya hablaremos de esto…».

Aún iracunda, casi estuvo tentada de mantener esa futura conversación en ese mismo momento con su hermano menor. Karen estaba... disgustada - no de forma visible, pero su hermano la conocía lo suficiente para saber que dentro de ella se estaba librando una cruenta batalla entre lo que quería, pero no debía hacer -. Así que, por la deferencia que este había tenido con ella al sujetar a aquel débil, ahora miedoso y patético yonqui aspirante a probar la sangre patricia que ambos compartían, solo alcanzó a hacer un pequeño ademán levantando los brazos en signo de...concesión; dejando que su frustración diese paso, primero, a una expresión de momentaneo sobreseimiento, y finalmente a la frialdad, la reserva y el odio que se escondían frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido que era la cortesía y la templanza - la helada máscara - con la que solía disfrazarse la ventrue.

«La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde» - pensó, finalmente, antes de asentir dando por sentenciada la escena, y postergados los reproches que, sin duda, Lars le haría llegar. En parte, casi admiraba la paciencia, el fuelle y la forma en la que él era capaz de nadar entre tanta carroña. Incluso, como en ese momento, siendo capaz de velar por ella cuando su fuerte carácter podía causarle problemas. Era encomiable, o ese adjetivo se esforzaba en prender en su cabeza, que a aquellas alturas su humanidad se mantuviese al nivel al que lo hacía. «¿Hasta cuándo, mi amado hermano. Hasta cuando serás capaz de rechazar lo que nuestra noble y limpia sangre nos reclama?».

Con esa pregunta no formulada se dirigió a la puerta, y rozando con la mano la suya al cruzarse con él, le susurró al oído con gravedad - Tú ganas.

Se conocían tan bien como podían hacerlo dos vástagos, dos hermanos inmortales, destinados a pasar juntos gran parte de la eternidad concedida por derecho a los reyes de la noche. Así que, entre ellos, de aquellas dos palabras y aquel gesto se podía extraer resignación y transigencia, pero también, quizá, gratitud por lo que Lars había intentado evitar. Dos simples palabras en el océano de silencio que había entre los dos en ese momento, y sin embargo, para ellos, con más semántica de la que podían albergar varios idiomas juntos.

Karen abandonó la habitación, dejando que tanto él, como Annalise - que, y era muy grato de ver, por momentos iba tomando las riendas cuando la situación se tensaba - se ocupasen de aquel amasijo de nervios, temor y postración ante seres superiores; como ellos.

«Que diesen cuenta de él como mejor les placiese», al fin y al cabo, su hermano llevaba razón en algo: ya iba siendo hora de visitar el lugar en el que habían nacido casi todos los problemas que la coterie tenía, el parking de la sede de la constructora.

Una vez se pusiesen en camino, podrían hablar de todo lo demás; que después de tantas noches no era poco, ni mucho menos.

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Re: Episodio 4.

#26

Mensaje por Voivoda » 23 Ene 2021, 18:55

Esperasteis como tres estatuas inmóviles en la acera, en medio de una noche gélida, a que el Uber se llevara al sueco, que parecía algo confuso, mucho más calmado y, sin duda, con evidentes ganas de perderos de vista cuanto antes. Lars y Karen no necesitaban las palabras para que ambos comprendieran lo que había sentido el otro, lo que significaba la concesión de Karen y el mantenimiento de la estabilidad dentro de la Coterie a pesar de las embestidas de la Bestia. Ella no había cambiado de parecer, pero sabía cuando respetar la palabra de otro. Generalmente ese "otro" sólo era respetable para ella si se trataba de su hermano, su Sire o algún miembro destacado de su Clan. La palabra de los demás no merecía atención.

Karen reconocía en su interior que ese "otro" era también una categoría en la que iba entrando Annelise. Seguía teniendo en ocasiones comportamientos poco ortodoxos para los valores del Clan, pero acababa de demostrar la determinación que corría por su Sangre. Lars sentía una punzada de orgullo en su interior por cómo su chiquilla se había rehecho ante la adversidad, ante comportamientos anteriores que podrían haber resultado poco convenientes. Lejos de esconderse o esperar órdenes, había tomado la iniciativa de resolver una situación que se había tornado peligrosa para todos. Esa actitud es una de las cosas que le había convencido para Abrazarla.

Annelise notaba los lazos que compartían su Sire y su tía sin necesidad de hablar entre ellos. No alcanzaba a comprender las complejidades internas de esa relación, pero sí que se sentía reconfortada por que al final prevaleciera la unidad común frente a los arrebatos de la Bestia arrogante y orgullosa que todos los Ventrue lleváis en vuestro interior. Annelise sospechaba que los recuerdos implantados en la mente de Nielsen probablemente no durarían demasiado allí dentro, pues había podido sentir el peso de otras influencias en los pensamientos del yonki. Seguramente el haber probado Sangre de distintos Vástagos le había logrado fortalecer la mente de alguna manera. En todo caso, había sido lo suficientemente persuasiva para resolver lo que podría haber sido un grave problema esta noche.

En el párking

El silencio es vuestro principal acompañante hasta que llegáis al enorme edificio que hace las veces de sede de Christiani & Nielsen. El vigilante de seguridad había mostrado alguna reticencia al veros de lejos, pero al teneros delante se puso a vuestra disposición, pues al parecer había sido avisado de vuestra llegada. Karen sonríe pensando en Greta que, a pesar de su irónica conversación, había dispuesto lo necesario para que podáis acceder al recinto sin mayores complicaciones.

El vigilante enciende las luces del párking y os deja solos, indicando que utilicéis un interfono que os señala si deseáis algo de él. En cuanto os quedáis los tres solos, os acompaña sólo el sonido eléctrico de las luces de neon, así como el olor pegajoso tan habitual de los párkings. Hay una decena de coches de alta gama desperdigados. Los tres notáis un ligero zumbido en vuestras cabezas que os causa una molestia creciente. No os sentís incómodos, notáis esa desagradable sensación que los mortales tienen cuando presienten algo que les da miedo. Recordáis que fue la familia König quien recogió los cuerpos encontrados aquí... el recuerdo de los Nigromantes no mejora precisamente vuestra sensación.

Unas cintas de color rojo y blanco como las que se usan en las obras siguen extendidas cerrando un espacio entre varias columnas en cuya parte izquierda hay una pared con una puerta metálica como las que guardan los contadores de la luz. No os pasa desapercibido que si bien la policía estuvo en el lugar, se movieron los hilos suficientes para que esas cintas que se han dejado puestas no sean las policiales, de modo que no levanten las sospechas de las personas que cada día aparcan aquí sus vehículos.
Karen reconoce el lugar que hace ya tantas noches le enseñó Anker en una fotografía en la que se veía cómo los cuerpos de los niños se habían acumulado justo en ese espacio ahora solitario e inerte. El zumbido se hace algo más molesto al acercaros hacia las cintas.

OFF:

Tirada de Dominación 3 de Annelise

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Imagen

LARS OLSEN (Victor_Krugger)
Policía Neonazi

Re: Episodio 4.

#27

Mensaje por Victor_Krugger » 30 Ene 2021, 00:09

Mientras el sueco se metía en el Uber, Lars barruntaba en su mente sobre lo ocurrido. Por un lado, entendía a su hermana. Aquel humano no era más que escoria y pretendía tratar ajustar cuentas con ellos como si fuese su igual. En algún momento, él mismo había sentido la necesidad de destripar a ese yonki y hacerle comer sus propias entrañas. Pero, ellos no eran animales. No eran Sabbat. Eran Camarilla y no sólo eso, eran la élite de la secta predestinados a gobernarla. Y ahora mismo, el trono lo ocupaba una jodida Malkavian. ¿Qué tipo de broma era esa? Una malditamente retorcida, sin duda. Esa situación había que revertirla y conseguir sentar a un Ventrue en el trono y si ese era Alfred Hauptmann mejor que mejor. Al policía no se le ocurría nadie mejor para convertir a Copenhague en una, grande y libre. Y aquella noche, Karen parecía que había olvidado todo aquello y había dejado llevarse por los deseos de su Bestia sin importar las consecuencias. Les estaba cayendo un puñetero chaparrón encima con todo el tema de los putos meapilas necrófilos italianinis y los cadáveres que habían aparecido cómo si Hela se hubiese tirado un pedo en su cara. Añadir el asesinato de un humano sueco, amigo de la serpiente de la Natlinge no iba a mejorar las cosas ni mucho menos.

Durante todo el viaje hasta el parking guardó silencio, no estaba el patio para coloquios banales. Además, tenía encima un cabreo de cojones y quería centrarse en lo verdaderamente importante, resolver todo aquel asunto de los colegiales nazis que viajaban en el tiempo.

Aquel maldito zumbido palpitando en sus tímpanos era verdaderamente molesto. Aquel sonido insufrible y el recuerdo de que un puñado de necromantes habían estado jugando a hacerse los interesantes allí mismo no lo ayudaban a concentrarse debidamente.
Se detuvo en frente de las cintas rojiblancas y mientras se encendía una cigarrillo sonrió.

-Puto Lindhart…

A veces el lunático lo sorprendía. Si aquello de no poner cintas de la policía acordonando la zona no había sido su idea, Lars se sentiría defraudado. Antes de cruzarlas observó la zona con cautela, gracias las imágenes que había visto y a su memoria infalible sabía exactamente dónde estaban los cuerpos. Se quedó pensativo mirando a la puerta metálica. Apuró el cigarro y tiró al suelo y tras apagarlo con la suela de su zapato, se adentró en el territorio de lo inexplicable pasando por debajo de las cintas que lo delimitaban. Con extremo cuidado se dispuso a examinar la zona: buscaba cualquier cosa fuera de lo normal en el suelo, el techo, las columnas y la puerta. Cualquier cosa que le llamase la atención.

Karen Klausen (Corso)
Juez (Tradicionalista)

Re: Episodio 4.

#28

Mensaje por Corso » 01 Feb 2021, 19:20

Poco tardó la ventrue en sentirse aliviada tras la marcha del sueco. No iba a mentirse así misma, desde luego, ni a negar que una parte - cada vez más creciente - dentro de ella hubiese deseado que el pobre diablo se lanzase al vacío unos minutos antes. Mientras se dirigían en silencio a la sede de la constructora, eran muchos los interrogantes que se abrían en su cabeza. ¿Se habría comportado de un modo demasiado temerario? ¿Se habría lanzado ella misma, si hubiese tenido éxito su orden, a otro vacío? ¿Uno propio y lleno de problemas?

Por supuesto que sí, dirían muchos; Karen no tenía duda alguna sobre ello. ¿Y quién quería problemas con los peones mortales de otros vástagos? Sin embargo, en aras del dogma que llevaba mamando desde que era una infante mortal, no podía evitar recordar, no, sentir con fuerza, la vehemencia y la lucha de aquellas mujeres, vivas y no-muertas, que habían forjado la hegemonía del linaje al que pertenecía. La supremacía nórdica no debería pensar desde la comodidad, sino desde la virtud y la fuerza. Lo demás, empezaba a estar convencida, eran solo las miedosas e infantiles actitudes del hombre común, no del hombre superior.

Karen fue prudente - sabía que no era el lugar ni el momento para compartir los pensamientos que se abrían hueco en su mente - y se mantuvo en silencio, mirando fugazmente los oscuros ojos de su hermano reflejados en el espejo retrovisor. Las arrugas en la frente de Lars, y su entrecejo fruncido, hablaban por si mismos. Aquel vástago sido su hermano aún cuando estaban vivos, y lo seguía siendo una vez muertos. El vínculo que les llevaba atando desde hacía tantas y tantas décadas era una bendición y una maldición al mismo tiempo. Mas pese a todos los momentos, buenos, malos, mejores y peores, tenía que reconocer que lo amaba. No con la idea romántica del término, sino mucho más allá, de la forma en que se ama a través de la sangre. ¿Se alejaría de ella? ¿De aquello en lo que se estaba empezando a convertir? ¿O sería ella la que no podría mantenerse a su lado, encontrándolo en un futuro demasiado apegado a su humanidad y códigos éticos?

Un liviano escalofrío recorrió su piel ante la idea de perderlo, y temiendo profundizar en ello por ahora, se dejó abrazar por el frío silencio dentro del vehículo, hundiéndose en el asiento sin querer encontrar una respuesta. Aún no, no todavía.


Imagen

En el parking



El parking estaba tal y como recordaba de las fotografías que le había mostrado Anker. Nada fuera de lo común para los asiduos a la sede de la constructora; al menos a primera vista. Sin duda, todo el operativo encargado de que así fuese había actuado con gran eficacia. Los vehículos de alta gama repartidos por la planta decían que algunos directivos de C&N aún seguían trabajando, y la buena disposición del vigilante de seguridad que Greta había actuado tan rápidamente como siempre; después de haberle dado una cariñosa bofetada a su primogénita, por supuesto. Pero lo que preocupaba, y molestaba, a la ventrue era que el molesto zumbido le recordaba que la familia König se les había adelantado.

Cuando Lars se adelantó y cruzó la línea delimitada por las cintas rojiblancas, Karen siguió sus pasos, aunque permaneció fuera del recinto acordonado en el que habían estado los cuerpos. Mucho distaban sus capacidades para investigar de las de su hermano de sangre, pero esperaba que - aún con sus limitaciones para hacerlo - pudiese ayudarle al respecto. Al mirar a la izquierda y observar aquella especie de puerta de acceso a los contadores eléctricos, recordó la conversación que habían tenido Anker y ella con Simonsen, quien también les habló de Ralf Boldrup, el desafortunado ejecutivo que encontró los cuerpos.

«...hubo una especie de apagón electrónico...apenas décimas de segundo...apagón imperceptible... ni siquiera provoca que los equipos de respaldo se pongan en marcha...coincidió con el momento en el que se produjo "el incidente"... un tiempo demasiado corto como para que realmente "el incidente" tuviera lugar en el párking...»

Karen dudó un momento. Algo no le dejaba estar todo lo tranquila que debiera. Quizá fuesen los invisibles resquicios de la presencia giovanni, o las dudas sobre si serían capaces de encontrar algo allí que les ayudase a ponerle luz al enigma de los cadáveres de los niños. Aún y así, con el eco de la voz del responsable de seguridad en su memoria, y el crispante zumbido en sus oídos, se acercó hasta la puerta metálica con intención de abrirla.

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Re: Episodio 4.

#29

Mensaje por Voivoda » 01 Feb 2021, 23:07

Annelise se quedó un par de pasos por detrás de su Sire y su tía sanguínea. Era una especie de reacción instintiva en su propia Sangre, como si en determinados escenarios y circunstancias existiera una jerarquía no escrita. No tanto porque pensara que fuera menos capaz de descubrir nada en comparación con Lars o con Karen, sino porque lo que se esperaba de ella seguramente fuera que en este momento no tomara la iniciativa. Otros tardan años en aprender algo así, si es que siquiera llegan a comprenderlo, pero ella lo llevaba tatuado en sus propias venas.

Lars le dio una calada al cigarrillo al mismo tiempo que el zumbido en su cabeza se comenzaba a convertir en un dolor lo suficientemente molesto cómo para notar a su Bestia incómoda y sus colmillos ligeramente salientes. Miró con detenimiento cada detalle, disfrutando incluso del momento que le recordaba a sus habilidades ya heredadas de sus años mortales. Esa capacidad analítica le permitía además guardar en su respectivo cajón en su mente el resto de preocupaciones o pensamientos que le abordaban en esta extraña noche. Todo a su tiempo. Todo en su lugar. Así es como los engranajes de cualquier cosa, fuera física o mental, debían funcionar correctamente. Lars dedujo que el trabajo de limpieza había sido excepcional. Si ahora mismo quitara las cintas dispuestas, lo más probable es que mañana un coche aparcara en ese mismo lugar como si nada hubiera sucedido. Pudo detectar el sonido de las instalaciones eléctricas dispuestas probablemente detrás de la puerta. Comprobó que esa puerta no terminaba de encajar a la perfección, como si hubiera recibido algún tipo de golpe...

... en ese momento, Karen, que notaba al igual que Lars y que Annelise el zumbido con mayor fuerza, abrió con determinación la puerta metálica. Lars valoró su arrojo. Desde luego esta noche su hermana de sangre estaba demostrando su determinación.

- Pero qué coño...

No era habitual que Karen fuera malhablada. Lars se acercó un par de pasos, apurando su cigarrillo y tirándolo a un rincón con el movimiento. Annelise también se acercó movida por la curiosidad, pero se mantuvo por detrás de sus familiares.

La puerta no daba a una instalación eléctrica, aunque sonaba como una instalación eléctrica. A la izquierda había varios contadores como los que uno puede esperar ver en un párking de un edificio y, a la derecha, sobre una humilde mesa de madera observáis un router en el que parpadean varias luces de color verde. Enfrente de vosotros hay una puerta. Una puerta que no tiene el más mínimo sentido, puesto que la estancia está en teoría dentro de una de las columnas del párking, no tiene salida por el otro lado.

Al otro lado de la puerta escucháis a lo lejos el sonido de lo que parece un camión o un vehículo pesado semejante.
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Annelise Niemi (Nyxe)
Genetista

Re: Episodio 4.

#30

Mensaje por Nyxe » 02 Feb 2021, 03:11

A Annelise le parecía lógico que fuesen a investigar al parking. Con todo lo que estaba sucediendo y se iba a decidir a su alrededor, entendía que como mínimo debían ir a verlo ellos mismos. Pero una vez allí, no tenía ni idea de qué era lo que buscaban realmente. Annelise sabía cómo actuaba la policía en el escenario de un crimen, pero no tenía ni idea de qué podía ver ella que a la policía se le hubiera escapado. Esta, evidentemente, no contaba con que hubiera vampiros implicados, y buscarían cualquier otra explicación antes de que se les ocurriera siquiera esa idea. Pero eso no le ayudaba mucho ahora mismo, porque tampoco es que los cadáveres tuvieran marcas de mordidas ni nada semejante. El móvil sí parecía tener que ver con ellos, pero el homicidio en sí era mucho mas extraño. Annelise volvió a pensar en el incidente de avión y lo extraordinariamente bien conservados que estarían los cuerpos de tratarse de verdad de eso. "Sólo el frío". Annelise recorrió el suelo con la vista, pero no esperaba encontrar marcas de agua. Para empezar porque los propios cadáveres no tenían ninguna marca de congelación. Y aun si los hubieran sacado directamente de un congelador, el agua que hubiera podido salir de ellos al derretirse se habría evaporado ya hace bastante.

Annelise se preguntó si los Giovanni no se estarían riendo de ellos. ¿Y si habían sido ellos los que habían preparado y dejado allí los cadáveres? ¿Y si simplemente querían entretenerlos, o hacer que la conclusión a la que llegaran fuera tan imposible que se terminasen rindiendo y pidiéndoles la solución de la adivinanza? Hasta ahora no se les ocurría nadie más que pudiera tener un móvil, y ellos ya habían dejado claro que querían el edificio. Aunque según ellos sólo querían el parking. ¿Pero para qué? Habían dicho que era precisamente por la aparición de los cadáveres. Annelise no estaba segura de si se lo creía, pero dado que el resto de Vástagos les llamaban "los nigromantes" (entre otros apodos), estaba dispuesta a aceptarlo. Pero si fueran ellos los que lo habían organizado, ¿que querrían de un parking normal?

Pero aquella teoría también resultaba muy inquietante, y no sólo porque eso significaría que se estaban metiendo en la boca del lobo. Había visto los cadáveres y si era un engaño estaba MUY logrado. La sangre y la carne se habían quemado junto con la ropa, y las heridas se habían producido mientras aquellas personas estaban vivas. Y la única forma que a Annelise se le ocurría de "fabricar" un cadáver así era replicar esas mismas condiciones alrededor de la muerte de alguien. Bromas aparte sobre alemanes metiendo a gente en hornos, quería pensar que Bernadette König era lo bastante vieja y llevaba el suficiente tiempo trabajando con muertos como para ser capaz de arreglar cadáveres de depósito lo bastante bien como para engañarla. Porque la otra posibilidad era verdaderamente escalofriante.

Intentando apartar esos pensamientos de su cabeza, decidió dirigir la mirada al techo y a las columnas, pensando en dónde se podrían colocar las cámaras si acababan haciendo eso. Fue entonces cuando escuchó a Karen decir una palabrota y se asomó a la puerta a ver qué ocurría.

Annelise miró alternativamente a a la puerta del fondo y a los aparcamientos que había detrás de la columna, y sintió como si brevemente su cabeza cortocircuitara. Aquello no era posible. Aunque covertirse en vampiro le había hecho mostrarse mas abierta respecto a según que cosas, considerar que el espacio y el tiempo podían doblarse era demasiado para ella.

-Lars, ¿tienes aquí la pistola?
-le preguntó a su abuelo con un susurro.

Si alguien le hubiera preguntado a Annelise cómo entendía el vampirismo, habría respondido que seguramente en su sangre existiese "algo" semejante a un virus que no se ha identificado aún, como sucedió en su momento con los priones. Los científicos habían identificado unas enfermedades que se portaban de forma tan parecida a los virus que las llamaron "virus lentos", pero durante mucho tiempo no fueron capaces de encontrarlos porque no eran virus, eran otra clase de partícula que se portaba parecido. Algo similar pasaría con ellos, algo mucho mas increible, seguramente. Tampoco sabía muy bien de dónde salía su Dominación, pero la hipnosis era algo que "existía" segun la psicología. Simplemente ellos tenían una capacidad natural e intuitiva para ejercerla, incluso hasta el punto de sentir que era su Voluntad la que lo provocaba. Si un pulpo pudiese hablar, ¿sería capaz de explicar como cambaba el color de su piel? ¿O diría que simplemente "se volvía invisible" sin pensar bien en cómo lo hacía y que de algún modo "sentía" los colores en su piel? No, Annelise no creía en la magia como tal. Pero sabía que los vampiros eran capaces de hacer varios trucos mentales muy poderosos.

Muy despacio, se acercó a la columna que contenía aquella pequeña habitación y puso una mano en la pared. Poco a poco fue recorriéndola, palpando a su vez el aire con la otra mano. Esperaba que lo que ella veía como aparcamientos se transformase de repente en un muro tapado con algo parecido a una ilusión óptica. El motivo por el que le había preguntado a Lars por la pistola era porque no sabía quién podía estar detrás de dicha ilusión. Pero tenía que haber alguien ahí.

Cerrado

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