- Pero... ¡¡¿que cojones?!! - gritó Jasper en el puerto - ¿estás viva, tronca, o sigo colocado?... maldita sea mi estampa, me tenías preocupado, colega... - Se daba cuenta de que su alegría era mayor por dentro de lo que tal vez podría expresar - ¿Tomar algo...? Bueno, tengo un asunto entre manos que requiere cierta urgencia, pero necesito que el jefe le meta mano. - Meditó unos segundos, y luego contestó - Ok, decidme donde estáis o recogedme en el puerto... nos vemos ahora, A.
Jasper colgó y apretó el puño en gesto ganador. Por fín las cosas parecían enderezarse. Alex estaba viva, y era todo lo que habría deseado al iniciar aquella noche.
Episodio 7. Reencuentro
Moderadores: Pagliacci, Jebediah_Gogorah, Ilitia
Re: Episodio 7.
Las palabras y, sobre todo el tono de Jasper, denotaba una genuina y profunda alegría. Las penas de la Brujah quedaron postergadas para más adelante, ya se enfrentaría a su destino en otra ocasión. Ahora, tocaba reunirse y recuperar fuerzas. Siguiendo a Malalt hacia el local, trató de parecer lo más viva posible, al menos la camiseta que le había traído su colega no era un coladero ni estaba llena de sangre, no ocurría lo mismo con su chupa de cuero, al menos el negro no delataba la suciedad.
Necesitaba sangre para poder seguir con sus planes, dentro del local había mucha más que fuera, lo cual le llevó a explotar su look undergraund y su sexy mirada de chica mala. Las miradas no tardaron en centrarse en ella cuando se abrió paso entre la multitud, la mayoría estaban bastante pasados pero la música daba cierta sintonía al conjunto del rebaño. En mitad de la pista su colega, bailando como John Travolta en Pulp Fiction, parece que todavía le quedaban muchas cosas por ver. Un tío alto y fornido se acercó a Alex tratando de invitarla al baile, la Brujah le repasó de arriba a abajo, madre de Dios la de sangre que debe haber ahí dentro, sonrió de medio lado y accedió de muy buena gana.
Necesitaba sangre para poder seguir con sus planes, dentro del local había mucha más que fuera, lo cual le llevó a explotar su look undergraund y su sexy mirada de chica mala. Las miradas no tardaron en centrarse en ella cuando se abrió paso entre la multitud, la mayoría estaban bastante pasados pero la música daba cierta sintonía al conjunto del rebaño. En mitad de la pista su colega, bailando como John Travolta en Pulp Fiction, parece que todavía le quedaban muchas cosas por ver. Un tío alto y fornido se acercó a Alex tratando de invitarla al baile, la Brujah le repasó de arriba a abajo, madre de Dios la de sangre que debe haber ahí dentro, sonrió de medio lado y accedió de muy buena gana.
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Alex gasta un punto de sangre para activar Fascinación y un punto de Fuerza de voluntad para asegurarse al menos un éxito.
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Re: Episodio 7.
Un golpe de calor, no de ese calor natural de una chimenea, sino del que generan decenas de cuerpos sudando y bailando al mismo tiempo, golpea el rostro de Jasper al entrar en el local. Copenhague es una ciudad de intensos contrastes. Frente a la soledad y el frío que le dan un extraño aire postapocalíptico a la zona más cercana al mar se oponen este tipo de tugurios donde reina el desenfreno y lo prohibido, elementos por lo general escondidos en la aparentemente perfecta vida cotidiana de los escandinavos.
El Caitiff se sumerge en la ola humana con placer, simulando por un instante pertenecer a esa fortuita comunidad nocturna. Durante ese breve instante forma parte de un todo que se mueve al unísono, que disfruta al unísono. No es un descastado o un perseguido, sólo un alma más en un vibrante mar repleto de muchas otras.
Hasta que la Bestia susurra en sus pensamientos, le incita a buscar adictos de todas clases. La ola humana es a ojos del depredador con quien Jasper convive una especie de selecta carta en la que seguro que se esconden platos de cinco tenedores, auténticas mezclas de sustancias y anfetaminas de última generación que prometen llevarle a un nuevo paraíso sangriento.
Jasper parpadea para centrarse y acallar a su Bestia. Nota el Ansia de Sangre en su interior, aunque no es lo suficientemente poderosa para descentrarle. A cierta distancia, apenas distinguible por su silueta entre las luces de neón, observa a Laurent moverse entre los mortales. El Toreador siente directamente el abrazo del poder de la propia Sangre. De alguna manera, su Bestia ha alcanzado un nuevo estado de consciencia, capaz de manifestarse como una aureola de pura convicción y magnetismo. Laurent lo siente de un modo natural, comprendiendo de forma innata que los secretos de la Sangre de su Clan se están manifestando en esta noche aciaga. El Volgirre teme en lo más profundo de su interior que eso pueda acercarle más al abismo y alejarle más de la vibrante vitalidad que ahora le rodea, bailando junto a él y corriendo de modo frenético por sus venas. Pero, al mismo tiempo, es una sensación embriagadora que le hace más consciente de su verdadera naturaleza. De su naturaleza inevitable como muerto que se ha alzado de nuevo entre los vivos.
Álex se limpia discretamente con la manga mientras nota cómo el escozor del pecho desaparece por fin, dejando en ese lugar la cálida sensación de la Sangre que acaba de consumir. Le cuesta retraer sus colmillos, mientras la Bestia se agita al sentir a su alrededor la descomunal ola de pasión de los que bailan por todo el local. Álex tiene miedo de que se desboque, de que vuelva a llevarle hacia el infierno de su propia destrucción moral cuyo camino estuvo a punto de iniciar en ese maldito hangar del aeropuerto. Pero, al mismo tiempo, lleva escrita esa misma pasión en su Sangre, se mueve al ritmo de la multitud de modo casi inconsciente porque su propia identidad se empodera cuando forma parte de esa misma multitud.
Euforia.
Esa es la palabra. Euforia. Euforia que cada una de vuestras Bestias intenta llevar a su propio terreno para su propio beneficio, que os atenaza por sus imprevisibles consecuencias, pero que al mismo tiempo abrazáis como una manera de sentir que sois algo más que carne y huesos renacidos de la tumba.
Es en esa décima de segundo de autoconocimiento cuando las miradas de los tres vuelven a juntarse de nuevo.
OFF: Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. Reserva llena y -3 de FV.
Álex -5 Puntos de Sangre. -2 FV. Sin heridas (me he tomado la libertad de ajustar la Sangre que tomas para no matar a la víctima y, de paso, curarte lo que te faltaba. Tomarías 3 puntos de Sangre. Al gastar uno antes estarías en -7. Gastarías 1 en curarte y otros dos en llenar la reserva. Si quisieras beber más tendrías que tirar Autocontrol a dificultad 8 para ser capaz de contenerte y no matar al tipo).
El Caitiff se sumerge en la ola humana con placer, simulando por un instante pertenecer a esa fortuita comunidad nocturna. Durante ese breve instante forma parte de un todo que se mueve al unísono, que disfruta al unísono. No es un descastado o un perseguido, sólo un alma más en un vibrante mar repleto de muchas otras.
Hasta que la Bestia susurra en sus pensamientos, le incita a buscar adictos de todas clases. La ola humana es a ojos del depredador con quien Jasper convive una especie de selecta carta en la que seguro que se esconden platos de cinco tenedores, auténticas mezclas de sustancias y anfetaminas de última generación que prometen llevarle a un nuevo paraíso sangriento.
Jasper parpadea para centrarse y acallar a su Bestia. Nota el Ansia de Sangre en su interior, aunque no es lo suficientemente poderosa para descentrarle. A cierta distancia, apenas distinguible por su silueta entre las luces de neón, observa a Laurent moverse entre los mortales. El Toreador siente directamente el abrazo del poder de la propia Sangre. De alguna manera, su Bestia ha alcanzado un nuevo estado de consciencia, capaz de manifestarse como una aureola de pura convicción y magnetismo. Laurent lo siente de un modo natural, comprendiendo de forma innata que los secretos de la Sangre de su Clan se están manifestando en esta noche aciaga. El Volgirre teme en lo más profundo de su interior que eso pueda acercarle más al abismo y alejarle más de la vibrante vitalidad que ahora le rodea, bailando junto a él y corriendo de modo frenético por sus venas. Pero, al mismo tiempo, es una sensación embriagadora que le hace más consciente de su verdadera naturaleza. De su naturaleza inevitable como muerto que se ha alzado de nuevo entre los vivos.
Álex se limpia discretamente con la manga mientras nota cómo el escozor del pecho desaparece por fin, dejando en ese lugar la cálida sensación de la Sangre que acaba de consumir. Le cuesta retraer sus colmillos, mientras la Bestia se agita al sentir a su alrededor la descomunal ola de pasión de los que bailan por todo el local. Álex tiene miedo de que se desboque, de que vuelva a llevarle hacia el infierno de su propia destrucción moral cuyo camino estuvo a punto de iniciar en ese maldito hangar del aeropuerto. Pero, al mismo tiempo, lleva escrita esa misma pasión en su Sangre, se mueve al ritmo de la multitud de modo casi inconsciente porque su propia identidad se empodera cuando forma parte de esa misma multitud.
Euforia.
Esa es la palabra. Euforia. Euforia que cada una de vuestras Bestias intenta llevar a su propio terreno para su propio beneficio, que os atenaza por sus imprevisibles consecuencias, pero que al mismo tiempo abrazáis como una manera de sentir que sois algo más que carne y huesos renacidos de la tumba.
Es en esa décima de segundo de autoconocimiento cuando las miradas de los tres vuelven a juntarse de nuevo.
OFF: Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. Reserva llena y -3 de FV.
Álex -5 Puntos de Sangre. -2 FV. Sin heridas (me he tomado la libertad de ajustar la Sangre que tomas para no matar a la víctima y, de paso, curarte lo que te faltaba. Tomarías 3 puntos de Sangre. Al gastar uno antes estarías en -7. Gastarías 1 en curarte y otros dos en llenar la reserva. Si quisieras beber más tendrías que tirar Autocontrol a dificultad 8 para ser capaz de contenerte y no matar al tipo).
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 7. Reencuentro
https://www.youtube.com/watch?v=JAHA4Jh5jkw
El contrabandista se limpió la sangre de los labios y se estiró de la camisa, asegurándose de que quedara perfectamente ajustada dentro de sus pantalones, las dos jóvenes que había desangrado entre besos y caricias se recostaban en el sofá de aquel privado, besándose, quizás algo ebrias y mareadas por la pérdida de vitae. Laurent no solía cazar así, no seducía a sus víctimas, pero algo en él había cambiado, se sentía atractivo, magnético, seductor. Recordó al Marqués, el viejo casanova disfrutaba enamorando a sus presas, haciendo que se arrastraran, suplicándole el beso, las torturaba dándoles la espalda hasta que las tenía totalmente a su merced. Malalt siempre había pensado que robar la sangre era más honesto que manipular a sus víctimas. Hasta ahora. Era demasiado fácil como para no hacerlo.
-Nos vemos, nena.- Les dijo mientras descorría la cortina y volvía a adentrarse en la Colmena.
Su mirada se cruzó con la de Alex, había recuperado algo de color y sus heridas se habían cerrado, aun así, era evidente que la bestia seguía hambrienta bajo su piel. El francés se acercó a ella para recuperar su teléfono, que metió en el interior de su chaqueta. No se había dado cuenta de lo peligroso que era hacer algo así, darle su teléfono a una hacker. Llevado por el calor del reencuentro, se había confiado. El toreador lo deslizó silenciosamente en el bolsillo mientras le dirigía una sonrisa a Alex.
Fue entonces cuando, entre los chorros de luces estroboscópicas color púrpura, vió a Jaspers moverse como un cadáver entre la multitud, parecía una balsa a la deriva, un barco sin timón, mecido por la tempestad humana que le envolvía. El Caitiff volvía una vez más a buscarle, con el rabo entre las piernas, le necesitaba. La oscuridad interior del narco estaba saciada y ronroneaba bajo sus costillas, así que, simplemente, sonrió y les hizo a los dos señales para que le siguieran.
Les condujo hacia un rincón junto a los baños, algunos clientes parecían salir de éstos con los ojos enrojecidos y sacudiendo la mandíbula, el yonki parecía ansioso, quizás no había sido buena idea, pero Malalt disfrutaba aguijoneándole.
-Tenemos un problema- dijo haciendo un esfuerzo por hacerse oir entre la música- Hemos roto la primera ley, la única ley inquebrantable. Pronto vendrán a por nosotros.
El contrabandista se limpió la sangre de los labios y se estiró de la camisa, asegurándose de que quedara perfectamente ajustada dentro de sus pantalones, las dos jóvenes que había desangrado entre besos y caricias se recostaban en el sofá de aquel privado, besándose, quizás algo ebrias y mareadas por la pérdida de vitae. Laurent no solía cazar así, no seducía a sus víctimas, pero algo en él había cambiado, se sentía atractivo, magnético, seductor. Recordó al Marqués, el viejo casanova disfrutaba enamorando a sus presas, haciendo que se arrastraran, suplicándole el beso, las torturaba dándoles la espalda hasta que las tenía totalmente a su merced. Malalt siempre había pensado que robar la sangre era más honesto que manipular a sus víctimas. Hasta ahora. Era demasiado fácil como para no hacerlo.
-Nos vemos, nena.- Les dijo mientras descorría la cortina y volvía a adentrarse en la Colmena.
Su mirada se cruzó con la de Alex, había recuperado algo de color y sus heridas se habían cerrado, aun así, era evidente que la bestia seguía hambrienta bajo su piel. El francés se acercó a ella para recuperar su teléfono, que metió en el interior de su chaqueta. No se había dado cuenta de lo peligroso que era hacer algo así, darle su teléfono a una hacker. Llevado por el calor del reencuentro, se había confiado. El toreador lo deslizó silenciosamente en el bolsillo mientras le dirigía una sonrisa a Alex.
Fue entonces cuando, entre los chorros de luces estroboscópicas color púrpura, vió a Jaspers moverse como un cadáver entre la multitud, parecía una balsa a la deriva, un barco sin timón, mecido por la tempestad humana que le envolvía. El Caitiff volvía una vez más a buscarle, con el rabo entre las piernas, le necesitaba. La oscuridad interior del narco estaba saciada y ronroneaba bajo sus costillas, así que, simplemente, sonrió y les hizo a los dos señales para que le siguieran.
Les condujo hacia un rincón junto a los baños, algunos clientes parecían salir de éstos con los ojos enrojecidos y sacudiendo la mandíbula, el yonki parecía ansioso, quizás no había sido buena idea, pero Malalt disfrutaba aguijoneándole.
-Tenemos un problema- dijo haciendo un esfuerzo por hacerse oir entre la música- Hemos roto la primera ley, la única ley inquebrantable. Pronto vendrán a por nosotros.
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Jasper Rohde (Jebediah_Gogorah)
Caitiff Programador
Re: Episodio 7. Reencuentro
{ https://www.youtube.com/watch?v=dRHetRTOD1Q - It's a sin by Pet Shop Boys }
Jasper entró en el club, perdido. Como entraba a todos los sitios donde no estaba invitado. Con la misma sensación de extranjero, de miradas furtivas y de un galopante desasosiego. Le había costado dios y ayuda convencer a los gorilas de la puerta, que a pesar de su apariencia era un tio legal y que sólo iba a buscar a un amigo y que no tardaría nada.
Dentro, la marea de gente chocaba contra sus hombros. Sólo aquellos que no se percataban de su presencia. El resto, lo miraba de arriba a abajo con una clara expresión de asco, y se apartaban ante el apestado. Ellos tenían suerte de saber medir, de que su consumo fuera más sofisticado, y que los billetes quedaran enrollados sobre las bandejas de plata. Su droga era sólo un plus de diversión, no la gasolina de su motor.
Pero Jasper aquello no le preocupaba. Estaba más que acostumbrado a todo aquel trato despectivo. Tanto en un mundo como en otro. Más de una vez se había sentido como Richard Ashcroft en su sinfonía amarga y dulce, y sabía que siempre debía mirar adelante con la cabeza erguida. Con sus ojos saltones buscó a Alex y a Laurent y encontró al primero con un gesto nuevamente de parecer controlar la situación. Parecía que su ya de por si crecido ego pasaba por un buen momento e irradiaba un magnetismo casi sobremedido que magnificaba su hierética figura.
Le siguió entre la multitud, hasta que se topó con Alex. Jasper quiso reprimir algo su enfásis emocional, pero la brujah era ahora mismo la luz de aquella particular oscura noche, y solo pudo contenerse a medias. Le dio un suave y débil abrazo, apoyando su cabeza sobre su hombro como un niño perdido, para sentir el bochorno y la verguenza de su propio comportamiento. Se apartó rápidamente, como si aquella celeridad permitiera borrar el momento de las lineas del tiempo. Con la cabeza agachada, se dirigió hacía los baños, dejando que su rebelde flequillo rubio tapara sus ojos. Tenía suerte de que sus ansías de droga estuvieran calmadas, pues del baño salían ríos de gente que acababan de consumir, y cuyas vidas aún no estaban rotas. No era tonto, sabía que la ubicación no estaba tomada al azar. Era parte de aquella parte y sádica personalidad del franchute que disfrutaba mortificando al paria. Sabía que aquel extraño y repentino intento de motín aún ardía en el interior del volgirre, y su acto de rebeldía sería castigado aún por más tiempo, quizás acrecentando aquellos momentos de cal, y minimizando los de arena.
Escuchó al jefe, en una mezcla de palabras con retardo y lectura de labios. La música era alta y Laurent parecía querer mantener el tono justo entre el sosiego y la tensión, y entre la comprensión y la discreción. - Lo sé... he visto un video del Parlamento Nocturno donde Kasper Klaesson pide nuestras cabezas en bandeja de plata. - Levantó la mirada - No podemos huir eternamente... ¿no creéis?. ¿Tenéis algún plan?... - Arrojó el suyo sin esperar respuestas - He contactado con Edderkop... la araña... y me ha dicho que si le consigo el router de la isla de Salthom... puede ayudarnos. Necesito alguien que me lleve hasta allí, y yo me encargaré de recuperarlo. Estaba en el puerto, precisamente buscando la forma de llegar hasta allí... - Miro su reloj Casio esperando que aún quedara muchisima noche por delante, mientras miraba hacia las puertas del club, y las luces estroboscópicas bañaban su enfermizo, desgastado y amigable rostro.
Jasper entró en el club, perdido. Como entraba a todos los sitios donde no estaba invitado. Con la misma sensación de extranjero, de miradas furtivas y de un galopante desasosiego. Le había costado dios y ayuda convencer a los gorilas de la puerta, que a pesar de su apariencia era un tio legal y que sólo iba a buscar a un amigo y que no tardaría nada.
Dentro, la marea de gente chocaba contra sus hombros. Sólo aquellos que no se percataban de su presencia. El resto, lo miraba de arriba a abajo con una clara expresión de asco, y se apartaban ante el apestado. Ellos tenían suerte de saber medir, de que su consumo fuera más sofisticado, y que los billetes quedaran enrollados sobre las bandejas de plata. Su droga era sólo un plus de diversión, no la gasolina de su motor.
Pero Jasper aquello no le preocupaba. Estaba más que acostumbrado a todo aquel trato despectivo. Tanto en un mundo como en otro. Más de una vez se había sentido como Richard Ashcroft en su sinfonía amarga y dulce, y sabía que siempre debía mirar adelante con la cabeza erguida. Con sus ojos saltones buscó a Alex y a Laurent y encontró al primero con un gesto nuevamente de parecer controlar la situación. Parecía que su ya de por si crecido ego pasaba por un buen momento e irradiaba un magnetismo casi sobremedido que magnificaba su hierética figura.
Le siguió entre la multitud, hasta que se topó con Alex. Jasper quiso reprimir algo su enfásis emocional, pero la brujah era ahora mismo la luz de aquella particular oscura noche, y solo pudo contenerse a medias. Le dio un suave y débil abrazo, apoyando su cabeza sobre su hombro como un niño perdido, para sentir el bochorno y la verguenza de su propio comportamiento. Se apartó rápidamente, como si aquella celeridad permitiera borrar el momento de las lineas del tiempo. Con la cabeza agachada, se dirigió hacía los baños, dejando que su rebelde flequillo rubio tapara sus ojos. Tenía suerte de que sus ansías de droga estuvieran calmadas, pues del baño salían ríos de gente que acababan de consumir, y cuyas vidas aún no estaban rotas. No era tonto, sabía que la ubicación no estaba tomada al azar. Era parte de aquella parte y sádica personalidad del franchute que disfrutaba mortificando al paria. Sabía que aquel extraño y repentino intento de motín aún ardía en el interior del volgirre, y su acto de rebeldía sería castigado aún por más tiempo, quizás acrecentando aquellos momentos de cal, y minimizando los de arena.
Escuchó al jefe, en una mezcla de palabras con retardo y lectura de labios. La música era alta y Laurent parecía querer mantener el tono justo entre el sosiego y la tensión, y entre la comprensión y la discreción. - Lo sé... he visto un video del Parlamento Nocturno donde Kasper Klaesson pide nuestras cabezas en bandeja de plata. - Levantó la mirada - No podemos huir eternamente... ¿no creéis?. ¿Tenéis algún plan?... - Arrojó el suyo sin esperar respuestas - He contactado con Edderkop... la araña... y me ha dicho que si le consigo el router de la isla de Salthom... puede ayudarnos. Necesito alguien que me lleve hasta allí, y yo me encargaré de recuperarlo. Estaba en el puerto, precisamente buscando la forma de llegar hasta allí... - Miro su reloj Casio esperando que aún quedara muchisima noche por delante, mientras miraba hacia las puertas del club, y las luces estroboscópicas bañaban su enfermizo, desgastado y amigable rostro.
Re: Episodio 7. Reencuentro
Saciar su sed de sangre era un placer que era incapaz de recordar hasta que ocurría de nuevo, aunque fuera por unos instantes. Tristemente, la Brujah estaba demasiado acostumbrada a llevar el depósito en reserva. Se apartó de su víctima todavía con su sangre caliente entre los labios, el chico la miró a los ojos sosegado y sonriente, ignorante al robo que acababa de sufrir y pasando por alto los colmillos de la vástago.
La regeneración de sus tejidos heridos le costó no poco esfuerzo, pero era más que necesaria. Volvería a beber esta noche, o al menos lo intentaría, ya que ese conocido vacío volvía a apoderarse de ella. La noche era joven, y las luces y humos morados del local, junto con la masa de gente y la música alta creaban un ambiente totalmente idóneo para desconectar de todo lo que había sucedido fuera de allí. Habría invitado a sus colegas a unos chupitos.
Jasper se acercó a ella como un perro flaco y malherido que se alegra de ver una cara conocida. Malalt estaba ridículamente feliz por su éxito en la cacería, o en la seducción, Alex no estaba segura.
- Nos quedaremos un rato más antes de ponernos en marcha ¿no? Soy totalmente incapaz de enfrentarme a lo que me espera, nos espera, con el estómago vacío.- Sonrió a sus amigos, que sin duda comprenderían sus necesidades.
-¿Cuál va a ser nuestro siguiente paso?- A Alex le apetecía hablar de cualquier cosa menos de aquello, pero entendía la necesidad de empezar a gestionar su próxima batalla.
La regeneración de sus tejidos heridos le costó no poco esfuerzo, pero era más que necesaria. Volvería a beber esta noche, o al menos lo intentaría, ya que ese conocido vacío volvía a apoderarse de ella. La noche era joven, y las luces y humos morados del local, junto con la masa de gente y la música alta creaban un ambiente totalmente idóneo para desconectar de todo lo que había sucedido fuera de allí. Habría invitado a sus colegas a unos chupitos.
Jasper se acercó a ella como un perro flaco y malherido que se alegra de ver una cara conocida. Malalt estaba ridículamente feliz por su éxito en la cacería, o en la seducción, Alex no estaba segura.
- Nos quedaremos un rato más antes de ponernos en marcha ¿no? Soy totalmente incapaz de enfrentarme a lo que me espera, nos espera, con el estómago vacío.- Sonrió a sus amigos, que sin duda comprenderían sus necesidades.
-¿Cuál va a ser nuestro siguiente paso?- A Alex le apetecía hablar de cualquier cosa menos de aquello, pero entendía la necesidad de empezar a gestionar su próxima batalla.
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Re: Episodio 7. Reencuentro
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Re: Episodio 7. Reencuentro
Laurent y Jasper esperaron unos minutos a Álex fuera del local. Algunos fumadores trataban de cumplir con su vicio a pesar del frío intenso que hacía a la intemperie. Apenas se veía un alma por la calle, de tal manera que el interior del club parecía una auténtica isla, un mundo aparte que nada tenía que ver con la realidad impersonal de las calles de la capital danesa. El Toreador y el Caitiff estaban callados. El silencio no llegaba a ser del todo incómodo, pero era una muestra de que aún existía cierta distancia entre ambos. Laurent estaba tentado de seguir ampliando su magnetismo, se sentía fuerte, convincente, y estaba convencido de que también podría doblegar la personalidad algo masoquista de su compañero de Coterie. Jasper notaba la repentina vitalidad del Toreador. No acababa de entender del todo por qué estaba tan seguro de sí mismo ahora que parecía que el cepo que siempre pendía sobre vuestras cabezas estaba a punto de cerrarse sobre vuestros cuellos. Pero, al mismo tiempo, la confianza de Laurent en sí mismo le transmitía esperanza. Si el Toreador tenía un plan, al menos habría una posible escapatoria. O al menos eso quería pensar.
Laurent decidió romper el momento realizando una serie de llamadas a sus contactos. En esos minutos, Álex salió del local empujando suavemente de vuelta a un raver que parecía deseoso de seguir pasando la noche con ella a pesar de la extraña debilidad que había acompañado al abrazo y los besos fugaces que había compartido con la Brujah. Una vez que Álex comprobó que su acompañante no iba a seguirla, se giró con una sonrisa triunfal mientras se limpió con poco disimulo la sangre de sus labios. Jasper la vio radiante, sonriente, viva. Bueno, lo viva que puede estar una vampira. Sintió una oleada de alegría que apenas pudo disimular con una cara un tanto bobalicona. El Caitiff se preguntó a sí mismo si hubiera sido capaz de soportar la desaparición definitiva de la rebelde Brujah.
Laurent colgó el teléfono con gesto preocupado. El tráfico de contrabando de toda clase entre Suecia y Dinamarca, las lanchas que de noche atravesaban el estrecho que comunicaba ambos países, era un asunto de más calado que el que manejaba su red de camellos radicados en las cercanías de Christiania. Los hilos de los que había empezado a tirar para conseguir una embarcación discreta le conducían en dos peligrosas direcciones. Una apuntaba hacia Isak Hussein, quien parecía tener contactos en ambas orillas a pesar de que hacía tiempo que parecía haber dejado el negocio del narcotráfico puro y duro para diversificar sus intereses. La perspectiva de volver a depender del Setita no le parecía en absoluto recomendable. La otra vía, apuntada por uno de sus muchachos de confianza, pasaba al mundo de los trajes y las corbatas, a un grupo familiar al parecer de origen alemán que, bajo la apariencia de realizar traslados de pescado durante la noche, parece que se dedicaba a pasar otro tipo de productos a un lado y otro del Mar del Norte.
OFF: Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. Reserva llena y -3 de FV.
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
Laurent decidió romper el momento realizando una serie de llamadas a sus contactos. En esos minutos, Álex salió del local empujando suavemente de vuelta a un raver que parecía deseoso de seguir pasando la noche con ella a pesar de la extraña debilidad que había acompañado al abrazo y los besos fugaces que había compartido con la Brujah. Una vez que Álex comprobó que su acompañante no iba a seguirla, se giró con una sonrisa triunfal mientras se limpió con poco disimulo la sangre de sus labios. Jasper la vio radiante, sonriente, viva. Bueno, lo viva que puede estar una vampira. Sintió una oleada de alegría que apenas pudo disimular con una cara un tanto bobalicona. El Caitiff se preguntó a sí mismo si hubiera sido capaz de soportar la desaparición definitiva de la rebelde Brujah.
Laurent colgó el teléfono con gesto preocupado. El tráfico de contrabando de toda clase entre Suecia y Dinamarca, las lanchas que de noche atravesaban el estrecho que comunicaba ambos países, era un asunto de más calado que el que manejaba su red de camellos radicados en las cercanías de Christiania. Los hilos de los que había empezado a tirar para conseguir una embarcación discreta le conducían en dos peligrosas direcciones. Una apuntaba hacia Isak Hussein, quien parecía tener contactos en ambas orillas a pesar de que hacía tiempo que parecía haber dejado el negocio del narcotráfico puro y duro para diversificar sus intereses. La perspectiva de volver a depender del Setita no le parecía en absoluto recomendable. La otra vía, apuntada por uno de sus muchachos de confianza, pasaba al mundo de los trajes y las corbatas, a un grupo familiar al parecer de origen alemán que, bajo la apariencia de realizar traslados de pescado durante la noche, parece que se dedicaba a pasar otro tipo de productos a un lado y otro del Mar del Norte.
OFF: Jasper -3 Puntos de Sangre.
Laurent. Reserva llena y -3 de FV.
Álex -2 Puntos de Sangre. -2 FV.
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LAURENT MALALT (Pagliacci)
Contrabandista
Re: Episodio 7. Reencuentro
https://www.youtube.com/watch?v=MV_3Dpw-BRY
Malalt hizo un par de llamadas, no le importó esperar unos minutos mientras algunos de sus hombres le buscaban el nombre y el número del contacto que introducía la sustancia en Copenhagen, cuando descubrió que estaba vinculado con Isak, su humor cambió y la satisfacción y el magnetismo que irradiaba se disiparon, alguna noche el contrabandista tendría que ajustar cuentas con la serpiente. El francés caminó hasta el coche y le hizo una señal a Jaspers para que subiera, mientras Álex desangraba a algún miserable.
Fue entonces cuando le llegó el mensaje de Olek, tenían disponible un enlace con unos comerciantes alemanes de pescado, en la mente del Toreador se dibujó la imagen de los tres vástagos enlatados como sucias y apestosas sardinas en un pesquero. Era asqueroso, pero era preferible que tener que robar y pilotar uno mismo la lancha. Únicamente deseaba que los König no estuvieran involucrados, no podía llegar a creer que todas las malditas dinastías de inmigrantes alemanes estuvieran infiltradas por vástagos.
Fue entonces cuando llegó Álex, Laurent le envío un mensaje a Olek ordenándole que pusiera en marcha los preparativos y que contactara con los pescadores. El Volvo arrancó con suavidad, una vez los tres vástagos estuvieron en su interior y, como una sombra en el silencio, comenzó a dirigirse hacia el punto de encuentro. El francés conducía, los otros dos vástagos se sentaban en el asiento de atrás, el cuero se deslizaba cálidamente bajo su piel mientras el llavero de marihuana se balanceaba sobre el contacto.
-¿Conocéis a un tal Lars Jorgensen?- Preguntó sin darse la vuelta, mirando desde el espejo.
Malalt hizo un par de llamadas, no le importó esperar unos minutos mientras algunos de sus hombres le buscaban el nombre y el número del contacto que introducía la sustancia en Copenhagen, cuando descubrió que estaba vinculado con Isak, su humor cambió y la satisfacción y el magnetismo que irradiaba se disiparon, alguna noche el contrabandista tendría que ajustar cuentas con la serpiente. El francés caminó hasta el coche y le hizo una señal a Jaspers para que subiera, mientras Álex desangraba a algún miserable.
Fue entonces cuando le llegó el mensaje de Olek, tenían disponible un enlace con unos comerciantes alemanes de pescado, en la mente del Toreador se dibujó la imagen de los tres vástagos enlatados como sucias y apestosas sardinas en un pesquero. Era asqueroso, pero era preferible que tener que robar y pilotar uno mismo la lancha. Únicamente deseaba que los König no estuvieran involucrados, no podía llegar a creer que todas las malditas dinastías de inmigrantes alemanes estuvieran infiltradas por vástagos.
Fue entonces cuando llegó Álex, Laurent le envío un mensaje a Olek ordenándole que pusiera en marcha los preparativos y que contactara con los pescadores. El Volvo arrancó con suavidad, una vez los tres vástagos estuvieron en su interior y, como una sombra en el silencio, comenzó a dirigirse hacia el punto de encuentro. El francés conducía, los otros dos vástagos se sentaban en el asiento de atrás, el cuero se deslizaba cálidamente bajo su piel mientras el llavero de marihuana se balanceaba sobre el contacto.
-¿Conocéis a un tal Lars Jorgensen?- Preguntó sin darse la vuelta, mirando desde el espejo.
