[Recurso] Las Aqamoq
Publicado: 16 Ene 2021, 11:15
AQAMOQ
Por Magus
Las Voces de los Árboles
Cuando sentimos el dolor del bosque, somos su grito, sus manos y su cólera. Aunque las Capacocha surgieron entre las civilizaciones de América Central y del Sur, de alguna forma el hechizo del Viaje al Oeste también se extendió entre las tribus de Norteamérica. Las Aqamoq afirman que este don les fue concedido por los dioses nativos, pero las Capacocha creen que algún viajero inmortal procedente del sur terminó instalándose entre los nativos norteamericanos.
Sea cual sea su origen, las Aqamoq son la dinastía más diversa de las Capacocha, y hasta cierto punto son únicos, extendidos desde los pueblos de los desiertos del sur hasta los hielos del norte. Las Aqamoq no son ajenas a los enfrentamientos cuando se encuentran, pero con el paso del tiempo y la buena voluntad de varios ancianos han pasado a reconocer que cumplen un objetivo común, y actualmente es más probable que cooperen o resuelvan sus conflictos de forma pacífica, en lugar de enzarzarse en una batalla sanguinaria en la que su victoria les acarrearía más mal que bien.
Durante siglos los Aqamoq habitaron entre las tribus de Norteamérica, en gran parte ajenos al resto de las Capacochas. Existen leyendas sobre la llegada de uno u otro viajero, y las Capacocha del sur también hablan de ocasionales viajes al norte, donde conocieron a los “espíritus de los árboles.”
Las Aqamoq se encontraron con los europeos siglos antes que las demás Capacocha. Los Renacidos que habitaban entre las tribus de la costa este de Norteamérica, hablan de hombres pálidos que llegaron en barcos largos con cabezas de serpiente, feroces y egoístas, y aunque al principio les dieron la bienvenida, terminó estallando la guerra. Las Aqamoq dirigiendo a sus tribus hacia la victoria, y expulsaron a los hombres pálidos.
Sin embargo, los hombres pálidos terminaron regresando siglos después, y en esta ocasión eran más numerosos, trayendo armas de fuego y enfermedades que diezmaron a las tribus norteamericanas. Las Aqamoq lucharon valientemente, pero fue en vano, emprendiendo un progresivo éxodo hacia el oeste acompañando a sus pueblos protegidos. Otros fueron destruidos por el fuego, con sus bosques profanados e incendiados. Algunos cayeron en la desesperación, viendo el exterminio de sus pueblos, permaneciendo dormidos en sus tumbas y despertando ante la llegada de intrusos para lanzar maldiciones contra los invasores.
Hacia finales del siglo XX, los Aqamoq eran sólo un puñado disperso y olvidado por toda Norteamérica, y la gran mayoría de las Capacocha ni siquiera recordaban su existencia. Sin embargo, no todos las habían olvidado. En un suceso que fue conocido como “El nuevo amanecer” las escasas Aqamoq que quedaban fueron visitadas en su sueño por un “manitú”. Las momias más viejas incluso lo recordaban como el que las había ayudado a renacer por primera vez. El extranjero traía con él un nuevo poder, que compartió con ellos.
Y así despertaron, y en un lugar del desierto de Nevada hubo una reunión, a la que acudieron no sólo las pocas Aqamoq que quedaban, sino también varios de sus descendientes, hechiceros y chamanes de las diversas tribus de Norteamérica, y realizaron un nuevo pacto buscando nuevos elegidos para el nuevo Hechizo del Viaje al Oeste.
Los espíritus de las Aqamoq buscan sobre todo en sus descendientes, los nativos norteamericanos que sobreviven en las reservas, pero que también han abrazado las costumbres de la vida moderna. Las Voces de los Árboles eligen a quienes aman la tierra y buscan protegerla. Por primera vez algunos hombres pálidos han sido elegidos entre sus filas, especialmente en quienes se han unido a las tribus para proteger sus derechos y evitar que la tierra sea saqueada.
Las Aqamoq también han descubierto que no están solos en su lucha. Los antiguos espíritus de las bestias, que pueden tomar forma humana, también quieren proteger la tierra con los rostros de coyote, cuervo, lobo, oso y puma, entre otros. Y los hechiceros y espíritus custodios de las tribus también se encuentran de su parte. La batalla que se avecina parece difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, las Aqamoq vuelven a tener esperanza.
Renacimiento: Cuando el espíritu de una Aqamoq elige un huésped para la Unión, sus servidores llevan al mortal a una localización apartada, y tras un proceso de preparación y purificación y lo matan ritualmente, por lo general con una mezcla de hierbas venenosas y alucinógenas. Aunque los rituales de enterramiento de las Aqamoq son diversos, el hechizo del Viaje al Oeste, tal y como fue concebido para ellas -o por ellas- consiste básicamente en derramar resina y savia de distintos árboles sobre el cadáver preparado, y después envolverlo en pieles de animales: ciervos, osos, lobos, pumas, todo lo que la tribu pueda aportar. Entonces el cuerpo es colocado en las profundidades de una cueva o elevado en una plataforma de madera situada entre los árboles. Mientras se pronuncian las palabras del hechizo, el espíritu del Renacido se conecta con la tierra y todo lo que crece sobre ella.
Nueva vida: Los mortales que resucitan como Aqamoq se sienten irresistiblemente atraídos por la tierra, que de alguna forma se convierte en su consuelo y el paisaje para desarrollar su potencial, con poder y propósitos. Los mortales más pragmáticos a menudo encuentran una inesperada espiritualidad, al sentirse conectados con todo lo que los rodea, mientras el espíritu antiguo de las Aqamoq se convierte en un sabio mentor y guía. La lección más valiosa a menudo consiste en apreciar en conjunto por encima del interés individual, protegiendo la vida y la tierra.
Sin embargo, esta conexión profunda con la tierra a veces provoca una desconexión con la vida humana. Algunas Aqamoq se convierten en vagabundos errantes o ermitaños, dedicándose a viajar por las tierras salvajes apartándose de la humanidad, dejando de aprender de ella y de alguna manera dejando de comprender el mundo moderno.
Afiliaciones: Sin importar sus anteriores ocupaciones, los mortales que renacen como Aqamoq se sienten impulsados a ayudar a la tierra y protegerla, quizás como guardabosques o activistas ecologistas. Otros prefieren estudiar las costumbres de los nativos, convirtiéndose en hechiceros o chamanes de sus pueblos, mientras que otros se convierten en protectores en el mundo moderno, actuando como abogados o policías.
Aunque desde el Nuevo Amanecer los Aqamoq han establecido cierto contacto entre sí, lo cierto es que son demasiado pocos y diversos, y cada individuo se ciñe a su territorio e intereses personales, aunque pueda recibir ayuda ocasionalmente, pero basándose más en lazos personales que en una afiliación. No existen facciones internas dentro de la Dinastía, o quizás sería más apropiado decir que cada Aqamoq es su propia facción.
Creación del personaje: La Naturaleza de Protector se encuentra muy extendida entre los Aqamoq, aunque también existen Mártires entre ellos. Aunque son muy diversos, la mayoría de la Dinastía se decanta por los Atributos Físicos o Mentales. La mayoría de sus Habilidades están dirigidas a la vida en la naturaleza, así que Habilidades como Alerta, Atletismo, Supervivencia y Trato con Animales son habituales en la Dinastía. Por otra parte, también conocen bien los mitos y tradiciones de sus pueblos, lo que les permite aprender conocimientos como Cosmología y Ocultismo.
Los Aliados y Contactos de las Aqamoq no siempre son humanos, estableciendo amistad con las criaturas que habitan sus territorios, tanto mundanas como sobrenaturales. Aunque muchos consideren que estén solos, en un momento una Aqamoq puede convocar una ayuda inesperada entre las criaturas y espíritus que conviven en sus dominios.
Hekau primario: Plegonug (Corazón de Bosque)
Bendición: Las Voces de los Árboles regresaban a la vida completamente restaurados, sólo si sus cuerpos permanecían debidamente embalsamados con savia y resina. Con el nuevo Hechizo del Viaje al Oeste este poder se ha mantenido, aunque reducido. Las Aqamoq reducen la dificultad de todas las tiradas de resurrección en 2 si sus cadáveres son ungidos en savia o resina durante el día posterior a su muerte, y son preservados de esta forma hasta que vuelven a la vida.
Debilidad: Tras su Resurrección, las Aqamoq se encuentran profundamente conectadas con la tierra, y sienten cuando es profanada o herida de alguna forma, lo que afecta a sus propios espíritus, debilitándolos. Si el cadavér de una Aqamoq se encuentra lejos de un terreno natural y bien conservado, o sufre algún tipo de corrupción espíritual o física, sufrirá una penalización de 2 cuando intente resucitar.
ESTEREOTIPOS
Chaskimallki: Dieron sus vidas por su pueblo, pero olvidaron la tierra.
Intimallki: Compartimos la furia de las Lanzas del Sol, y a veces su camino es el correcto, pero la sangre que quieren derramar es demasiada.
Pachamallki: Dicen que son los más viejos de todos, y respetamos su sabiduría. Nosotros protegemos a la tierra, ellos a la humanidad.
Uchumallki: Aislados como nosotros, ahora enfrentan los mismos males. Compartimos su dolor y si podemos ayudarles, lo haremos.
Amenti: Sirven a dioses extranjeros, y han sufrido sus propias derrotas. Ahora vagan por el mundo, pero no deberían abandonar su hogar.
Wu T'ian: Sabios devotos y dispuestos a sacrificarse por su pueblo, dignos representantes de sus tradiciones.
Por Magus
Las Voces de los Árboles
Cuando sentimos el dolor del bosque, somos su grito, sus manos y su cólera. Aunque las Capacocha surgieron entre las civilizaciones de América Central y del Sur, de alguna forma el hechizo del Viaje al Oeste también se extendió entre las tribus de Norteamérica. Las Aqamoq afirman que este don les fue concedido por los dioses nativos, pero las Capacocha creen que algún viajero inmortal procedente del sur terminó instalándose entre los nativos norteamericanos.
Sea cual sea su origen, las Aqamoq son la dinastía más diversa de las Capacocha, y hasta cierto punto son únicos, extendidos desde los pueblos de los desiertos del sur hasta los hielos del norte. Las Aqamoq no son ajenas a los enfrentamientos cuando se encuentran, pero con el paso del tiempo y la buena voluntad de varios ancianos han pasado a reconocer que cumplen un objetivo común, y actualmente es más probable que cooperen o resuelvan sus conflictos de forma pacífica, en lugar de enzarzarse en una batalla sanguinaria en la que su victoria les acarrearía más mal que bien.
Durante siglos los Aqamoq habitaron entre las tribus de Norteamérica, en gran parte ajenos al resto de las Capacochas. Existen leyendas sobre la llegada de uno u otro viajero, y las Capacocha del sur también hablan de ocasionales viajes al norte, donde conocieron a los “espíritus de los árboles.”
Las Aqamoq se encontraron con los europeos siglos antes que las demás Capacocha. Los Renacidos que habitaban entre las tribus de la costa este de Norteamérica, hablan de hombres pálidos que llegaron en barcos largos con cabezas de serpiente, feroces y egoístas, y aunque al principio les dieron la bienvenida, terminó estallando la guerra. Las Aqamoq dirigiendo a sus tribus hacia la victoria, y expulsaron a los hombres pálidos.
Sin embargo, los hombres pálidos terminaron regresando siglos después, y en esta ocasión eran más numerosos, trayendo armas de fuego y enfermedades que diezmaron a las tribus norteamericanas. Las Aqamoq lucharon valientemente, pero fue en vano, emprendiendo un progresivo éxodo hacia el oeste acompañando a sus pueblos protegidos. Otros fueron destruidos por el fuego, con sus bosques profanados e incendiados. Algunos cayeron en la desesperación, viendo el exterminio de sus pueblos, permaneciendo dormidos en sus tumbas y despertando ante la llegada de intrusos para lanzar maldiciones contra los invasores.
Hacia finales del siglo XX, los Aqamoq eran sólo un puñado disperso y olvidado por toda Norteamérica, y la gran mayoría de las Capacocha ni siquiera recordaban su existencia. Sin embargo, no todos las habían olvidado. En un suceso que fue conocido como “El nuevo amanecer” las escasas Aqamoq que quedaban fueron visitadas en su sueño por un “manitú”. Las momias más viejas incluso lo recordaban como el que las había ayudado a renacer por primera vez. El extranjero traía con él un nuevo poder, que compartió con ellos.
Y así despertaron, y en un lugar del desierto de Nevada hubo una reunión, a la que acudieron no sólo las pocas Aqamoq que quedaban, sino también varios de sus descendientes, hechiceros y chamanes de las diversas tribus de Norteamérica, y realizaron un nuevo pacto buscando nuevos elegidos para el nuevo Hechizo del Viaje al Oeste.
Los espíritus de las Aqamoq buscan sobre todo en sus descendientes, los nativos norteamericanos que sobreviven en las reservas, pero que también han abrazado las costumbres de la vida moderna. Las Voces de los Árboles eligen a quienes aman la tierra y buscan protegerla. Por primera vez algunos hombres pálidos han sido elegidos entre sus filas, especialmente en quienes se han unido a las tribus para proteger sus derechos y evitar que la tierra sea saqueada.
Las Aqamoq también han descubierto que no están solos en su lucha. Los antiguos espíritus de las bestias, que pueden tomar forma humana, también quieren proteger la tierra con los rostros de coyote, cuervo, lobo, oso y puma, entre otros. Y los hechiceros y espíritus custodios de las tribus también se encuentran de su parte. La batalla que se avecina parece difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, las Aqamoq vuelven a tener esperanza.
Renacimiento: Cuando el espíritu de una Aqamoq elige un huésped para la Unión, sus servidores llevan al mortal a una localización apartada, y tras un proceso de preparación y purificación y lo matan ritualmente, por lo general con una mezcla de hierbas venenosas y alucinógenas. Aunque los rituales de enterramiento de las Aqamoq son diversos, el hechizo del Viaje al Oeste, tal y como fue concebido para ellas -o por ellas- consiste básicamente en derramar resina y savia de distintos árboles sobre el cadáver preparado, y después envolverlo en pieles de animales: ciervos, osos, lobos, pumas, todo lo que la tribu pueda aportar. Entonces el cuerpo es colocado en las profundidades de una cueva o elevado en una plataforma de madera situada entre los árboles. Mientras se pronuncian las palabras del hechizo, el espíritu del Renacido se conecta con la tierra y todo lo que crece sobre ella.
Nueva vida: Los mortales que resucitan como Aqamoq se sienten irresistiblemente atraídos por la tierra, que de alguna forma se convierte en su consuelo y el paisaje para desarrollar su potencial, con poder y propósitos. Los mortales más pragmáticos a menudo encuentran una inesperada espiritualidad, al sentirse conectados con todo lo que los rodea, mientras el espíritu antiguo de las Aqamoq se convierte en un sabio mentor y guía. La lección más valiosa a menudo consiste en apreciar en conjunto por encima del interés individual, protegiendo la vida y la tierra.
Sin embargo, esta conexión profunda con la tierra a veces provoca una desconexión con la vida humana. Algunas Aqamoq se convierten en vagabundos errantes o ermitaños, dedicándose a viajar por las tierras salvajes apartándose de la humanidad, dejando de aprender de ella y de alguna manera dejando de comprender el mundo moderno.
Afiliaciones: Sin importar sus anteriores ocupaciones, los mortales que renacen como Aqamoq se sienten impulsados a ayudar a la tierra y protegerla, quizás como guardabosques o activistas ecologistas. Otros prefieren estudiar las costumbres de los nativos, convirtiéndose en hechiceros o chamanes de sus pueblos, mientras que otros se convierten en protectores en el mundo moderno, actuando como abogados o policías.
Aunque desde el Nuevo Amanecer los Aqamoq han establecido cierto contacto entre sí, lo cierto es que son demasiado pocos y diversos, y cada individuo se ciñe a su territorio e intereses personales, aunque pueda recibir ayuda ocasionalmente, pero basándose más en lazos personales que en una afiliación. No existen facciones internas dentro de la Dinastía, o quizás sería más apropiado decir que cada Aqamoq es su propia facción.
Creación del personaje: La Naturaleza de Protector se encuentra muy extendida entre los Aqamoq, aunque también existen Mártires entre ellos. Aunque son muy diversos, la mayoría de la Dinastía se decanta por los Atributos Físicos o Mentales. La mayoría de sus Habilidades están dirigidas a la vida en la naturaleza, así que Habilidades como Alerta, Atletismo, Supervivencia y Trato con Animales son habituales en la Dinastía. Por otra parte, también conocen bien los mitos y tradiciones de sus pueblos, lo que les permite aprender conocimientos como Cosmología y Ocultismo.
Los Aliados y Contactos de las Aqamoq no siempre son humanos, estableciendo amistad con las criaturas que habitan sus territorios, tanto mundanas como sobrenaturales. Aunque muchos consideren que estén solos, en un momento una Aqamoq puede convocar una ayuda inesperada entre las criaturas y espíritus que conviven en sus dominios.
Hekau primario: Plegonug (Corazón de Bosque)
Bendición: Las Voces de los Árboles regresaban a la vida completamente restaurados, sólo si sus cuerpos permanecían debidamente embalsamados con savia y resina. Con el nuevo Hechizo del Viaje al Oeste este poder se ha mantenido, aunque reducido. Las Aqamoq reducen la dificultad de todas las tiradas de resurrección en 2 si sus cadáveres son ungidos en savia o resina durante el día posterior a su muerte, y son preservados de esta forma hasta que vuelven a la vida.
Debilidad: Tras su Resurrección, las Aqamoq se encuentran profundamente conectadas con la tierra, y sienten cuando es profanada o herida de alguna forma, lo que afecta a sus propios espíritus, debilitándolos. Si el cadavér de una Aqamoq se encuentra lejos de un terreno natural y bien conservado, o sufre algún tipo de corrupción espíritual o física, sufrirá una penalización de 2 cuando intente resucitar.
ESTEREOTIPOS
Chaskimallki: Dieron sus vidas por su pueblo, pero olvidaron la tierra.
Intimallki: Compartimos la furia de las Lanzas del Sol, y a veces su camino es el correcto, pero la sangre que quieren derramar es demasiada.
Pachamallki: Dicen que son los más viejos de todos, y respetamos su sabiduría. Nosotros protegemos a la tierra, ellos a la humanidad.
Uchumallki: Aislados como nosotros, ahora enfrentan los mismos males. Compartimos su dolor y si podemos ayudarles, lo haremos.
Amenti: Sirven a dioses extranjeros, y han sufrido sus propias derrotas. Ahora vagan por el mundo, pero no deberían abandonar su hogar.
Wu T'ian: Sabios devotos y dispuestos a sacrificarse por su pueblo, dignos representantes de sus tradiciones.