[Trama] Designios Oscuros

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Corso
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Re: [Trama] Designios Oscuros

#51

Mensaje por Corso » 04 Jul 2021, 08:16

Marcelo.

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Tan pronto como Marcelo abandonó aquel cuarto de pesadilla el escaso aire del corredor que llevaba a él pareció volverse menos opresivo; casi respirable aún para los muertos pulmones del brujah. Atrás quedaba el olor a flores regadas de sangre, y de nuevo el pestilente olor a moho y aguas fecales envolvieron su olfato. Con cada metro que ponía de distancia, la sensación de sentirse en peligro iba menguando. No podría decir lo mismo de la visión de la talla de carne y de la intrigante frase pintada en la pared, que grabadas a fuego en su cabeza tardarían varias noches en perder la incandescencia con la que habían calcinado su habitual arrojo y entereza.

En cualquier caso, al llegar a la otra punta del estrecho pasadizo se encontró con Marius y Dante, y con ello la fortuna de no haber sido abandonado en el laberinto subterráneo que conformaba las cloacas de la vieja Florencia. Fue curioso como, aun siendo un sabbat, encontrar al mortal casi le hizo dar un suspiro de alivio. El primero en advertir su presencia fue el perro, que levantó las orejas y emitió un par de secos ladridos en dirección al corredor, alertando así a su dueño. Este último, afanado sobre su carro, dejó de revolver toda una suerte de objetos y prendas de ropa, dio un respingo y se giró hacia Gozza con un destello que mezclaba la sorpresa y el miedo en los ojos. El hombre le miró de arriba a abajo un instante, como comprobando que realmente era él quien regresaba.

- Vaya, vaya, vaya...supongo que si has vuelto tan rápido es que no has encontrado lo que buscabas. Ni a quien buscabas...¿eh? Ya te lo dije, es más listo que todos los demás, nunca le encontrarán - tras decir aquello observó el pelaje erizado del lomo de Dante, y algo en la actitud del animal le llamó la atención. El enorme perro seguía mostrándose en posición agresiva para con el brujah, pero había una pequeña diferencia: donde antes el instinto le sugería lanzarse contra él, ahora parecía advertirle de estar ante una gran amenaza y le impelía a alejarse de Marcelo; a razón de los pequeños pasos atrás que daba mientras le gruñía.

Marius se mostró entonces receloso, y volvió a mirar a Gozza, ahora con suspicacia y los ojos entrecerrados.

- Aunque algo has visto...sí, algo traes contigo que el chucho puede oler, y no es nada bueno - dijo en voz queda, quizá más para sí mismo que para el antitribu. El viejo divagó unos segundos sin poder ocultar una incipiente curiosidad, pero como si intuyese el peligro que normalmente puede ir asociado a ella, finalmente recobró la compostura y se mordió la lengua - Vamos, te llevaré a donde te encontré y después te largarás. A Dante ya no le gustas.

Acto seguido y tras agarrar el carro, empezó a deshacer el camino que les había llevado hasta allí. El perro caminaba junto a él, sin perder de vista a Marcelo y a lo que fuese que el aura de este emanase. Por su parte, el brujah les seguía de cerca, dando vueltas a lo que había presenciado. Sin poder remediarlo, el recuerdo del Cristo-Árbol y la pintada de sangre volvían a dibujarse ante él en algunos trechos del camino, erizando su piel.

En silencio, cada uno perdido en sus propias tribulaciones, llegaron tras un buen rato al lugar en el que Marius se resguardaba del frío, de la sociedad, de extraños encapuchados...Y quizás de sus propios fantasmas.

Marcelo Gozza (Endimion1)
Brujah antitribu

Re: [Trama] Designios Oscuros

#52

Mensaje por Endimion1 » 04 Jul 2021, 11:57

Marcelo fue notando como poco a poco sus músculos se destensaban y su mente, que aún estaba atenazada por la visión del Cristo-Árbol y el mensaje en el mural, se iba relajando poco a poco. Aquello hizo caer en la cuenta al brujah de que su voluntad y arrojo característicos le habían fallado, dejando el camino libre para que el miedo apareciese. El miedo, aquella estúpida y débil sensación humana que no había sentido desde el día en que su sire le mostrara su auténtica naturaleza, aquel fútil y estéril sentimiento que había dejado, debido a su inutilidad, tanto tiempo atrás...

... Volviendo en sí de sus pensamientos pudo vislumbrar a lo lejos a Marius y a Dante. El animal, debido a sus agudizados sentidos, fue el primero en percatarse de su llegada desde las sombras y su reacción no dejó indiferente al florentino. De alguna forma, probablemente debido a su instinto, el animal era capaz de captar la maldad del lugar del que venía Marcelo y que, de alguna extrañan manera, parecía haber quedado impregnada en su persona. Rápidamente movió su cabeza de un lado a otro, para echar de su mente aquella estúpida idea. ¿Cómo iba a quedarse marcada en su jodida esencia la puta sensación que le había producido aquella puta capilla del demonio?. Al instante reparó en Marius, el cual parecía mantenerse, a su manera, firme ante aquella situación. Estaba claro que su poco apego por la vida y la costumbre de vivir en aquel lugar jugaban a su favor pero, para ser sinceros, no esperaba que el viejo cumpliera con su palabra, de ahí que hubiera ido dejando las marcas a su paso. Lo normal hubiera sido que, como buena presa, hubiera aprovechado para huir de su depredador en cuando este le dio la espalda pero lo cierto era que, aunque movido por la "recompensa prometida" y la falsa seguridad que le proporcionaba Dante, ahí estaba, tal y como había prometido, para guiar al brujah de vuelta al lugar donde se habían conocido...

... "Un León no debe mostrar piedad ni consideración por un antílope, pues al fin y al cabo no deja de ser su sustento, el resultado del orden natural de las cosas. Esto es así, y debes comprenderlo, pues, tal y como el antílope no muestra sentimiento alguno por la hierba que le alimenta el León debe mostrar la misma condescendencia para con su alimento. Así pues joven cainita nunca olvides esta enseñanza, que será la base de tu existencia como miembro de La Espada. El ganado es solo eso, ganado, y debes tratarlo como lo que es, tu sustento. No nos encariñamos del alimento, no confraternizamos con el sustento...". Aquellas palabras de su antigua sacerdotisa aparecieron de improviso en su mente, como una barrera contra la "admiración" que empezaba a sentir hacia el humano, pero no fue lo único. Cierto atisbo de duda, proveniente de su razón, le decía "¿Es que acaso un León puede permitirse ignorar la agilidad y velocidad del antílope a la hora de cazarlo? ¿Acaso el León no se agazapa y hostiga al antílope para evitar que pueda aprovecharse de esas virtudes para escapar? ...

... Las palabras de Marius sacaron a Marcelo de sus divagaciones. El viejo también había caído en la cuenta de que el chucho había notando algo extraño en el brujah y quería, cuanto antes, terminar con su relación. El florentino hizo un gesto al viejo para que comenzara a guiarlo, al tiempo que trataba de identificar las marcas que había hecho y trazar en su mente un mapa de aquel intrincado laberinto, a fin de poder regresar con sus hermanos hasta el Cristo-Árbol. Una vez llegaron al lugar donde se conocieron Marcelo se quitó la chupa, no sin antes sacar de ella su cuchillo y su pistola.

-Has cumplido viejo, aquí tienes, soy un hombre de palabra. -le dijo al tiempo que lanzaba su chupa en dirección al anciano mientras se alejaba lentamente. Tienes más cojones de lo que pensaba, y eso lo valoro, por eso no te mataré, de eso terminará encargándose su cuerpo más pronto que tarde... Además, ¿quién sabe? quizá puedas serme útil en el futuro... si es que estás vivo para entonces...

Gozza se marchó, con una mezcolanza de sentimientos ante lo que había vivido esta noche, de vuelta al punto de encuentro mientras su enorme silueta, a ojos del viejo, se iba fundiendo con la oscuridad al tiempo que se alejaba de él. No dudaba de sus convicciones ni de lo que ser un Sabbat significaba pero ¿Acaso todo lo que le habían contado durante sus ritos de iniciación era cierto o solamente eran una sarta de mentiras con las que pretendían adoctrinarle? Una cosa estaba clara, ahora debía de dejar de lado aquellos pensamientos, encontrar a sus hermanos y contarles todo lo que había descubierto. Su manada, y por ende su propia existencia, era todo lo que importaba en aquel momento...

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#53

Mensaje por Corso » 11 Jul 2021, 13:28

Empezaba a despuntar el alba sobre la vieja fábrica cuando Ojo Puto cayó en el letargo. Había sido el último de los tres en retirarse al espacio en el que pasaba las horas de luz, y no lo hizo hasta que se aseguró de que el refugio de la manada permanecía tal y como lo habían dejado al salir esa larga noche. El nosferatu, como ductus de LMSN, había dedicado los últimos minutos antes de que la consciencia le abandonase a repasar los acontecimientos que se habían producido - desatado- ante ellos. ¿Qué había sido lo primero?

Lorenzo cancelando unilateralmente su cita. ¿De qué demonios iba todo aquello? ¿Acaso estaba relacionado? Su mente racional lo ponía en duda, pero su experiencia no le permitía cerrar del todo la posibilidad. Y si era así, ¿en qué lugar del puzzle encajaba el inaudito relato de su hermano brujah? Apenas habían tenido más tiempo que el estrictamente necesario para escuchar de forma atropellada cómo se había perdido por la red subterránea y lo que se había encontrado: el viejo vagabundo y su perro, los encapuchados, el camino hasta el almacén reconvertido en capilla y, finalmente, la escultura humana y la perentoria frase escrita en sangre.

La salida del sol les había privado de entrar en detalles y preguntas, así que Nardone decidió celebrar un esbat cuando despertasen. Además, entre tanto revuelo casi había olvidado lo más importante. Un último pensamiento, mucho más certero, siniestro e irrefutable que le hizo estremecerse como hacía mucho tiempo no hacía: D´Abraccio había sido asesinado. Y eso, sabía, guardase o no relación con todo lo demás, iba a poner la ciudad patas arriba a partir de la noche siguiente. Demasiadas cosas que asimilar en unas pocas horas. Demasiadas e inciertas. Los párpados del ductus se cerraron, y del mismo modo que uno mira a un cielo cubierto de nubarrones, convencido de que aun sin saber cuándo empezará a tronar, una fuerte tormenta le está al acecho, buscó la protección que siempre le daba evadirse en el recuerdo del tiempo que había pasado junto a Ignacio.

- ¿Qué haría su viejo Padre si estuviese allí?

Con el rostro de su sire recortado contra la memoria, las fuerzas y la lucidez le fueron abandonando lentamente y sin concesiones, hasta que finalmente, entre el familiar olor a metal, cola y virutas de madera el sueño le llevó.


***


- ¡Te juro que eso es lo que ha pasado, Toni! - el joven, harto de que se le pusiese en duda, dio un puñetazo encima de la mesa derramando el cappuccino que ni había probado. Estaban en la terraza de la pequeña cafetería en la que su acompañante tomaba café antes de ir a trabajar. No había nadie más alrededor, exceptuando la parada ocasional en la acera de alguna furgoneta que proveía al lugar de pan recién horneado y pastas de todo tipo. Era irónico inhalar el dulce olor de la mantequilla, la crema o el chocolate en mitad de una conversación tan amarga como la que estaban manteniendo.

- La última vez te dije que no me buscases cuando te colocases. ¿De verdad esperas que me crea toda esa mierda? - no había desprecio en aquellas palabras, sino dolor y desesperación. Los de alguien que asiste por enésima vez a ver la obra de autodestrucción de un ser querido.

- Cree lo que te de la puta gana. Solo quería avisarte por si te sirve de algún tipo de ayuda. Yo no pienso volver por allí. Así que, a mi me da igual... - contestó en un gran estado de nervios el otro, que se levantó bruscamente haciendo caer el respaldo de la silla metálica al suelo. Antes de irse se giró, despechado y dolido, para volver a mirarle a través de sus ojos vidriosos - ¿Sabes? Sé que te avergüenzas de mi, que me culpas de que la mamma se muriese de disgustos y que si por ti fuera podría tirarme al Arno y no volver salir...pero, joder, no siempre voy hasta las cejas. Y no siempre te miento. No siempre.

Después se fue, agitando los brazos mientras maldecía al mundo entero hasta que su silueta se fundió con los primeros rayos de luz de la mañana al otro lado de la calle. El otro encendió un cigarillo y se frotó el puente de la nariz, desconsolado como cada vez que se veía con el pobre desgraciado de Roberto, a quien seguía queriendo como cuando eran dos críos. En realidad, sentía que era él quien le había fallado, de la misma manera que a su difunta madre, al no haber sido capaz de volver a traerle a la luz. De devolvérselo a ella. Y a él mismo. Si había algún desgraciado allí no era otro que Antonio di Passo.

El detective, pálido y desaliñado tras varios días sin dormir a la caza del Mostro, pidió una botella de grappa, pagó la cuenta, y cayendo una vez más en el yugo de ese amor fraternal que siempre le exigía redimirse por su fracaso personal, decidió querer creer a Berto. Seguramente todo aquello era de nuevo fruto de un mal viaje, a saber qué demonios se había inyectado esta vez, pero ¿quién no le concede al menos el beneficio de la duda a un hermano por desastroso que este sea?


***


Lennart llegó al refugio y no tardó en retirarse a su «nicho». No sabía si por la necesidad de despojarse del olor a moho y humedad, o por el presunto fracaso de no haber encontrado indicio alguno de lo que habían ido a buscar a las alcantarillas. Quizás ambas cosas. Tal era la exigencia que se autoimponía, y así de exigente podía llegar a ser con los demás. Mientras se quitaba la ropa y se aseaba no podía dejar de elucubrar acerca de si, de alguna forma, alguien les había dirigido hacia allí esa noche. La mente analítica que poseía, uno de sus principales dones, le sugería desconfiar de tanta coincidencia: ¿Y si les estaban utilizando? ¿Y si eran meras piezas que algún otro había decidido mover esa noche para que cualquiera de los tres se encontrase con «todo aquello»? Solo pensar en la posibilidad hería su orgullo como lasombra y le irritaba.

Sin duda, una de las cosas que había aprendido en sus largos años como ghoul era a no dar nada por hecho entre los no-muertos. Y, de la misma forma, si algo había aprendido de su Dama tras su rito de creación era que detrás de un pez grande, siempre hay otro pez todavía más grande.

Una vez se sintió fresco, se acercó hasta el escritorio y revisó parte de la correspondencia atrasada. Dedicarse a sus propios asuntos, con la única compañía de sí mismo, era el solaz que necesitaba en esos momentos. Agarró una de los dos Mont Blanc que tenía a mano, y ceremoniosamente comenzó a documentar tanto lo que había vivido junto a su ductus, como la extraña experiencia en solitario de Marcelo. Era una costumbre que le hacía estar en paz consigo mismo, sin contar las ventajas que suponía dejar reflejados en papel acontecimientos y datos a los que recurrir en el futuro.

Cuando terminó de trazar tinta sobre el papel, leyó lo que había escrito, y una vez estuvo conforme volvió a encapuchar la pluma y apagó la luz de la pequeña lámpara que iluminaba el cuarto. El peso del amanecer y estar sumido en la oscuridad le satisfizo; aunque no consiguió sentir la placidez habitual. Tras lo que había acontecido, el lasombra no pudo evitar pensar en Alexandra. Esa noche parecía que los separaban eones de distancia, y la llamada de la sangre, caprichosa como pocas cosas en este mundo, tomó eco en su consciencia. Intentó diluir ese sofoco recordando el por qué su sire le había mandado allí y la confianza que había depositado en él. Se sintió seguro entonces, encontrando en ello el empuje suficiente para afrontar las noches venideras. Sabía que iban a ser difíciles y no exentas de peligro, pero no podía fallarla. No a ella. Ni tampoco al regio linaje al que ahora pertenecía.

Fue pensando en esto último como entró en letargo esa noche, sopesando si sus hermanos de clan, si los cofrades de La Spirale de Dante, tendrían a bien departir con él en alguna noche próxima, en la conveniencia de confiar en ellos al hacerlo y lo que era más importante, hasta dónde estaba dispuesto a contar para no ser el pececillo al que devoran los peces grandes. «Porque siempre hay un pez mayor», la voz de Alexandra en su cabeza fue lo último que escuchó antes de desvanecerse en el sueño.


***


Las ruedas del carro metálico gritaban por los oscuros canales de las alcantarillas como cuatro chicharras hambrientas. El sonido estaba amortiguado por el tránsito del tráfico tempranero de unos metros más arriba, pero aún así atrajo la atención de las dos figuras encapuchadas que esperaban en uno de los recovecos del camino. Ambas se movieron en la penumbra sin hacer ruido, hasta quedar tras los pasos de Marius y Dante.

Ninguna de ellas tenía necesidad de susurrarle nada a la otra, y con una fluidez sorprendente siguieron al viejo y a su perro por el laberinto de canales fecales en tal sincronía que parecían confluir en una sola sombra. Llevaban suficiente tiempo recorriendo aquellos parajes subterráneos como para aprender a pasar ocultos y solo dejarse ver cuando querían ser vistos.

Marius, en un momento dado y sin dejar de mirar al frente, se paró y le habló al perro, que se había quedado atrás - Al fin solos, chucho, y además con chupa nueva. Ese diablo se ha portado, aunque el muy hijoputa no sé dónde se ha metido que al final me ha acojonado un poco. Estaba deseando que se largase de una puta vez - escupió al suelo un espumarajo de bilis y se echo mano a un bolsillo del pantalón, del que sacó una pequeña bolsa llena de colillas; en el mejor de los casos a medio fumar - Por un momento he pensado que era alguno de los otros, pero bah , que se jodan todos. Nosotros...- dijo, haciendo una pausa para encender medio cigarrillo - ...a lo nuestro. Vamos a gastar estas monedas en...

El chillido de Dante le congeló la sangre antes de que alguien le agarrase por detrás.


***


"L´Eden sara coperto di sangue risvegliando il drago e con esso la fine dei tempi"

Marcelo fue el último en dejarse abrazar por el sueño diurno. El poco tiempo que había restado entre que se había reunido de nuevo con sus hermanos de manada y el amanecer le había comido los nervios. Tanto fue así que Ojo Puto y Lennart casi tuvieron que obligarle a dejar los detalles para la noche siguiente, pero claro, ellos no habían estado allí. Ni habían visto con sus propios ojos al Cristo- Árbol. Ni leído aquella póstuma frase escrita en sangre. Y, y...ni mucho menos habían sentido el poder invisible que estaba encerrado en aquella capilla infernal.

Quizá pensasen que estaba exagerando, pero el brujah sabía - porque lo había sentido dentro de él - que esa noche se había topado de bruces con una amenaza que seguramente les sobrepasaba a los tres. Algo, alguien, o varios «alguien», estaban jugando a un juego muy distinto a lo que el sabbat acostumbraba en Florencia, y Gozza tenía serias dudas de que muchos de los cainitas de la ciudad estuviesen al tanto de ello. Si tan solo Alessa estuviese allí, quizá podría acercarse a intentar averiguar de qué se trataba, a darle algo de significado a aquel texto, o a exponerlo al resto de cofradías. Ella sí podría hacerlo, pues contaba con la fama necesaria en tales asuntos como para, al menos, ser escuchada con atención; pero la malkavian había dejado la Toscana, y se había llevado sus viejos manuscritos, conocimientos ocultistas y su dote de premonición con ella; dejándole a él en una inopia absoluta que debería resolver, o junto a sus cofrades, o por sí mismo. Porque si aquella frase tenía una mínima parte de verdad ¿Qué cojones se suponía que tenían que hacer? ¿Esperar de brazos cruzados a que se desatase algo que podía ser definitivo para todo chupasangre, o intentar averiguar algo sobre una frase que no sabían ni por dónde empezar a coger?

Preguntándose sobre ello se descubrió apretando los puños tendido sobre la pequeña cama, impotente y rabioso. No, seguramente a alguien en su posición no le harían ni puto caso, y bastante tenía ya con no joderla en un momento tan crítico como el de la muerte del Obispo. ¿Podría ser todo un montaje organizado por las facciones que estaban en liza por ostentar el poder? Aún y así, quedarse de brazos cruzados nunca había sido una opción para él, así que se sentía entre la espada y la pared.

Sus pensamientos se iban superponiendo unos a otros buscando cualquier hilo del que poder tirar. Y fue así hasta que recordó algo: no solo él había percibido un aura extraña esa noche. ¿Y si el comportamiento de los animales se había debido a algo semejante? Todo aquello era de locos.

Los músculos del antitribu se empezaron a destensar, y muy a su pesar, la bestia, a quien le daba igual estar de un bando u otro, le reclamó al fin su justo descanso.

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Epílogo.


« Querido hijo,

No pensaba dedicarte estas líneas tan pronto, pero ¿Quién soy yo para retrasar aquello que es inevitable, Mmm? Solo un humilde siervo del tiempo y de nuestra sangre. Ha llegado a mi la noticia de que los vientos han empezado a cambiar en la Toscana, y aunque nosotros debemos cambiar con ellos, cuidate de tus enemigos; pero sobre todo de tus aliados. Florencia anochecerá mañana sin su Obispo, y temo que las hienas encuentren en ello carne tierna que roer. ¿Acabarán atragantándose? Solo tu prudencia y buen juicio podrá resolver tan magno enigma entre los que están por venir. Siendo así, espero noticias...pronto».


Tras leer la escueta carta, su receptor salió del ensimismamiento en el que estaba y se dirigió al gran ventanal de la suite que le otorgaba una espléndida vista nocturna del Duomo. «Los viejos vientos se agostan y mueren, y mucho me temo que algunas de esas hienas morirán con ellos», susurró. Después arrojó la misiva al fuego de la chimenea, se atavió con un largo abrigo y acatando la orden que había leído entre lineas se dirigió al Palazzo Pitti.

Cerrado

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