[Trama] Designios Oscuros

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Horcado
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Re: [Trama] Designios Oscuros

#11

Mensaje por Horcado » 13 Feb 2021, 16:49

Ricardo permaneció sentado. Preparado y dispuesto a salir en cuanto fuera necesario; aguardando pensativo mientras confeccionaba interiormente la sucesión de acciones a realizar. Buscando el orden de las piezas del rompecabezas.

Una vez hubieron bajado sus dos compañeros de manada, Nardone se levantó y se dirigió hasta ambos, acercándose a Lennart con un tono pausado pero con una mueca de cierta incredulidad:

- Desconozco las sutilezas de tus acciones en estos temas, pero querido Lennart, sin poder constatar qué es lo que ocurre realmente, deberíamos arriesgarnos a filtrar información fuera de Florencia tan pronto?

La idea de precipitar información, y que ésta, quedara descontrolada, levantando las suspicacias de buena parte de la jerarquía de la secta en la ciudad no le agradaba demasiado, como buen Nosferatu que era.

- Por otro lado, creo que tanto Marcelo como yo coincidimos en tu inquietud acerca de la actividad animal; no parece una amenaza en primera instancia, por lo que si debemos realizar algún tipo de búsqueda, hagámoslo lo más rápido posible para que las demás pistas que permanezcan en el subsuelo no desaparezcan.

- Señor Lennart: ¿Por dónde deberíamos comenzar? No querría pensar que teníamos la verdad delante de nuestros ojos y no la supimos ver…

De este modo dio por terminada la conversación, al tiempo que sus ojos sondeaban toda la parte baja del almacén.
Última edición por Horcado el 17 Abr 2021, 21:54, editado 3 veces en total.

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Corso
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Re: [Trama] Designios Oscuros

#12

Mensaje por Corso » 21 Feb 2021, 10:01

Los tres cofrades de la Manada Sin Nombre no tardaron en llevar a cabo la inspección del viejo almacén. La batida a la planta superior del refugio no fue minuciosa, pero Marcelo y Lennart , tras unos minutos, habían dado cuenta de ella. Aunque ninguno de los dos era ducho en tareas de investigación, pues eran otras sus habilidades, llegaron a la conclusión de que allí arriba no había nada fuera de lo común; o que les llamase demasiado la atención. Las cristaleras del muro de ladrillo estaban intactas, aun cubiertas por la gruesa capa de polvo y las densas telas de araña que se habían ido formando desde hacía años; mucho antes de que la primera formación de la manada decidiese asentarse en la fábrica. De la misma manera, repasaron varios de los cerramientos improvisados que apuntalaban la nave, aquí y allá, dispuestos toscamente por Nardone y Fiorella tras la llegada de esta última a Florencia; y que mantenían estanca la parte superior de la nave allí donde había peligro de que el deterioro obra del paso del tiempo y la falta de mantenimiento de la estructura abriese hueco al exterior. Todo estaba aparentemente en orden.

- ¿Quizá en sus habitaciones? - le sugirió hábilmente Marcelo al lasombra. Lennart asintió al caer en la cuenta de que había dos estancias en las que hacía años nadie entraba. Así que, se separaron durante unos momentos y cada uno se dirigió a uno de los cuartos.


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El guardián encontró el nicho de Fiorella tal y como esta lo había dejado. El desorden y la pestilencia de aquel hediondo agujero, para alguien tan meticuloso, pulcro y organizado como él, le desagradó sobremanera; un sentimiento que podía leerse en la nariz arrugada y la mirada de desaprobación del sacerdote cuando barrió con atentos ojos aquel caótico despropósito que, se suponía, debía ser un lugar dedicado a la introspección, al desarrollo y al crecimiento interior.

Decenas de diminutas niñas de trapo con ojos de cristal amontonadas en un rincón. Algunas con los brazos o las piernas amputadas, otras con los pelos arrancados, y varias de ellas con las inconfundibles marcas negras de haber sido pasadas por el fuego parecían darle la bienvenida al «cuarto de juegos». En la pared izquierda, encontró un armario sin puertas, de cuya barra, sujetas por pinzas, colgaban las pieles resecas y acartonadas de varias ratas desolladas. El lasombra no tardó en entender que eran los lujosos abrigos de piel de las barbies.

«Innecesariamente repugnante», pensó. Después cruzó la habitación, apartándose del foco de aquel olor apestoso, y fue hasta un gran corcho colgado sobre la pared derecha; junto a un pequeño y viejo catre. Sobre él, clavados con agujas, se exponían recortes de revistas y un buen número de fotografías de intervenciones quirúrgicas, tumores, autopsias, cuerpos deformados, animales abiertos en canal y muchas, de hecho muchísimas páginas arrancadas de revistas pornográficas en las que los protagonistas llamaban la atención por poseer atributos de ambos sexos. Todo superpuesto sin orden ni concierto. Y, sobre todas aquellas imágenes, coronando el tétrico collage, una gran fotografía a todo color de una "Acherontia Atropos".

Bajo el corcho, un pequeño tocador lleno de pequeñas herramientas; que seguramente le habían sido sustraídas a Ricardo del taller: cubiertos de polvo, óxido y sangre encontró alicates, cutters de varios tamaños, unas tenazas, clavos y tornillos, papel de lija de distinto grano y un juego de sierra con distintos grosores de hoja. Había también gasas, vendas, bobinas de hilo y tijeras, y una cajita atiborrada de miles de alfileres; todo dentro de un estuche de costura metálico. «La pequeña se había hecho con su pequeño y propio maletín de juegos», pensó el turinés, cogiendo una de las esquinas de un sobre que sobresalía de la caja y que, al estar fuera de contexto, había llamado su atención. Tiró de él y las iniciales escritas en rojo oscuro del dorso fueron demasiado tentadoras como para obligarse a obviar lo que contendría:

«Mi querida polilla sangrienta,

Tras tu última visita a mis aposentos pudimos decidir, juntas y con la confianza entre amigas - ¿me equivoco al considerarte tal? - que todo cambio requiere de análisis y paciencia. ¿Acaso tus mariposas nocturnas no deben romper su capullo antes de salir a la luz? Dime ¿No son la dificultad y el dolor la antesala de la vida misma? ¿Uhm? Así como es mal alumno quien no se esfuerza en la práctica tras una lección teórica, es mal tutor quien no apremia al esfuerzo y la más alta exigencia de su aprendiz; incluso hasta el castigo. Entenderás, pues, que tu nueva tarea requiere de cierta...determinación, ¿No es así, pequeño horror mío? Deberás sacar a la luz y pulir el hueso de uno de esos rechonchos y preciosos deditos tuyos. ¿Me lo mostrarás así en nuestro próximo encuentro, querida? Oh, qué digno de tu visita sería. Qué alegría para esta humilde y obcecada servidora de la carne verlo así...Estoy convencida de que hallarás el lugar, el momento y la manera de acometer este nuevo ejercicio. Considéralo una nueva prueba - « de facto» - de que tu voluntad para conmigo es férrea y atrás has dejado la temblorosa mano que tocó mi umbral pidiendo guía por vez primera. Recuerda que la primera garantía del éxito es demostrarse a uno mismo ser merecedor de él. Ardo en deseos de poder ver tus avances, y de que me cuentes «eso otro» que no podemos arriesgarnos a poner sobre papel. Sin duda, es mejor mantener nuestro pequeño secreto ¿verdad?

Me despido hasta entonces de ti, dulce enmascarada mía, recordándote que no has de desesperar en la aceptación y comprensión del dolor. Ya ansío verte de nuevo, mi condesita deforme...paciencia.

Sinceramente resuelta a guiar tu pasos,

R.L.»


La tinta de sangre y aquellas letras ornamentadas con bucles y filigranas, seguían siendo tan intensas, estaban tan llenas de vida y emoción, aún después de tanto tiempo, que Lennart no pudo sino sentirse algo azorado al ponerle rostro a quien la firmaba. ¿Debería prestar atención a aquello? ¿Dejaría la carta donde la había encontrado? ¿Era solo una de toda una colección? O, incluso más ¿Sabían los demás de ello?

Sin acertar aún a si merecía ser mencionado o siquiera darle importancia, la certeza de que tenían una larga noche por delante le apremió a echar otro vistazo a la habitación. Tras no encontrar nada más digno de mención, salió de nuevo a la pasarela unos segundos después. Casi podía escuchar en su cabeza el malicioso y sibilino eco de la voz de la sacerdotisa de la Divina Comedia animado a la pequeña Fio a automutilarse; un eco que iba acompañando sus pasos. En cualquier caso, decidió, nadie ni nada podía haber entrado por allí.


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Alessa nunca cerraba la puerta de su aposento; así que, todavía, aunque solo fuese en momentos puntuales, cuando el brujah pasaba cerca del marco se sorprendía al darse cuenta de que, de forma inconsciente, evitaba mirar dentro y recordar, si lo hacía, que no la volvería a ver. La malkavian había dejado una impronta indeleble en él, había sido un faro - puede que incluso más, un oráculo - al que recurrir tras dar el gran salto a esa otra forma de entender el don de la inmortalidad con el que se le había bendecido. Pues ahora, sabía, su conversión en cainita había sido una bendición, y no la condena con la que muchos de sus congéneres, ya enemigos, de la Torre gustaban de autoflagelarse. «Putos débiles de espíritu. Deberían estar todos estacados, con sus tiesas e inmaculadas pieles de mierda secadas al sol».

Ella, su «hermana mayor», le había hecho comprender aquello, pero lo que era más importante: le había dado una razón de ser. Un propósito. Una misión en la no-vida. Y, con ello, la confianza ciega en sí mismo y la determinación necesaria para luchar por convertirse en un sabbat con pleno derecho dentro de la Secta. Desde luego, no estaba siendo un paseo, y lamentablemente, la inefable hija de malkav ya no transitaría junto a él el largo camino de baldosas amarillas, mostrándole por dónde debía pisar y la mejor manera de hacerlo. Había sido otro el sendero por el que su ex cofrade había decidido deambular, y él, si era sincero consigo mismo, podría llegar a decir que, de una manera bastante particular, echaba de menos a su primera mentora, compañera y guía en la Espada de Caín.

Quizá fue por alguno de aquellos motivos, o la suma de todos ellos, por los que antes de entrar cerró los ojos y se armó de concentración. Penetrar en el «sancta sanctorum» de la lunática sin pedirle permiso, incluso en una ausencia que prometía ser eterna, seguía incomodándole. Como si estuviese profanando un lugar que tácitamente habían acordado sagrado entre ellos . No obstante, dejando sensiblerías propias de amariconados camaratas a parte, Gozza se recuperaría de aquel duro golpe. Sabía que así sería y que, casi con toda probabilidad, se iba a tener que enfrentar a situaciones infinitamente más difíciles que la pérdida de Alessa. Como la de esa noche. ¿Quién estaría entonces a su lado? La respuesta no admitía duda alguna: su Ductus y su Sacerdote, a quienes ahora se debía. O, a quienes se debía hasta que se le demostrara lo contrario, al menos.

Fue ese pensamiento el que despejó y apartó de su mente a su antigua hermana, y lo que hizo que entrase en la habitación con los ojos bien abiertos. Una vez más se sorprendió de lo irónico que era que una mente supuestamente tan perturbada y desarmada como la de un malkavian fuese capaz de extrapolar su desorden mental a un nivel de organización y pragmatismo como el del cuarto de la ex sacerdotisa. La austeridad y el control sobre lo material era la nota dominante allí dentro. En un extremo, apenas un par de librerías con una exquisita colección de volúmenes y ediciones concienzudamente elegidas. Al otro, una lámpara de pie junto a un amplio sillón de cuero blanco y un pequeño escritorio de bella manufactura que albergaba, debidamente clasificada, una amplia y variada correspondencia; junto a un diario. El centro de la habitación estaba ocupado por un gran lecho cubierto de delicadas sábanas blancas de seda y tras él, junto a la pared del fondo - cuya ventana estaba sellada con tablones de madera - una preciosa, extraordinariamente cuidada e inquietante armadura de samurai que desprendía fuerza, templanza, violencia y nobleza por igual. El olor a incienso en el ambiente perduraba incluso entonces, tantos años después.

Todo estaba tan perfectamente ordenado y colocado, uno se sentía tan equilibrado allí dentro, que cabía preguntarse si verdaderamente estaba en el lugar de reposo de una mente tan psicopática como la que se le presuponía a un malkavian antitribu. Y, sin embargo, Marcelo podía dar fe de ello. «La preclaridad de la locura», se recordó.

Recorrió el cuarto despacio, pasando el dedo índice por los lomos de los libros mientras caminaba y se cercioraba de que todo estaba tal y como su mente recordaba. Cuando llegó a la altura de la armadura se detuvo a observarla, quizá encontrando en ella un reflejo de sí mismo, aunque fuese uno deformado. Tras unos segundos, en una de las piezas del pecho, observó una pequeña inscripción, un fino grabado que otras veces, al no atreverse a mirar con descaro en presencia de Alessa, no había tenido ocasión de ver, pues era tan nimio que obligaba, prácticamente, a pegar la cara sobre la armadura para poder leerlo, cosa que hizo atentamente:


«Las grandes almas tienen voluntades;
las débiles tan solo deseos.
Las inmortales están a cargo de ambas.
Cuanto más poder demuestres, más te oprimirán.
Hoy los salvaste y aun así se volvieron en tu contra.
Estás en los comienzos de tu poder.
Todo es humo.
Une tu camino con el mío.
Juntas seremos más fuertes
Y traeremos
aquello que a todos eleve».
C.R.
Florencia
25/12/95



De abrupto, Marcelo se sobresaltó al escuchar a Lennart golpear suavemente la puerta abierta con los nudillos, sacándole del ensimismamiento que le había embriagado durante los últimos segundos. Ninguno de los dos había encontrado resquicios de lo que buscaban, ni forma posible de que hubiesen entrado los gatos.


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Ojo Puto sondeó la planta baja con la misma templanza con la que le había hablado a sus dos hermanos. Como ductus de la manada y practicante de la tortura, sabía que las respuestas siempre llegaban. Tarde o temprano, pero siempre acababan por llegar. Más esquiva era la verdad, bien era cierto, pero aún así cuestionó la necesidad de aventurarse a presuponer qué era lo que había pasado. Al nosferatu, normalmente, no le importaban tanto el qué y el cómo, sino el «por qué» de las cosas. A solas, recorrió toda la parte inferior del refugio: desde la entrada, hasta la persiana metálica de la zona en la que los camiones cargaban y descargaban mercancías, muchas décadas atrás.

Conocía plenamente cada rincón del refugio a esas alturas como para hacerlo a paso vivo y sin malgastar tiempo, prestando atención a todo, pero sin demorarse ni entrar en excesivo detalle con nada. Las numerosas cajas de cartón y conglomerado, estaban colocadas en el mismo lugar de siempre; las taquillas de los empleados seguían vaciás; los contenedores abiertos seguían conteniendo únicamente los descartes de madera y plástico que ya conocía; las herramientas y útiles de trabajo seguían tan desperdigadas como antaño. Ni el polvo sobre las máquinas industriales, esqueletos fosilizados por el paso del tiempo y el desuso, parecía fuera de lugar. «Todo está en orden...extraño», reconoció, justo antes de que su cuerpo se parara en seco. Había estado caminando junto a la pared, bordeando el perímetro. Nardone dio dos pasos hacia atrás, sintiendo el frío de la noche en los tobillos y encontrando con la mirada aquello que había detenido inconscientemente su avance. A sus pies, caída, había una pequeña rejilla de ventilación y el hueco que debería estar tapando; no era lo suficientemente grande como para que alguien se colase por allí, pero sí lo bastante para que algún animal de bajo tamaño pudiese hacerles una visita inesperada. El nosferatu sonrió con desdén ante la obviedad, «Así que, esto es todo, se han colado por aquí».

Con esa parte de toda aquella intriga resuelta pareció darse por satisfecho. La actitud de los felinos seguía siendo un misterio, pero al menos ahora sabía por dónde habían penetrado en el refugio. Casi podía intuir el rostro decepcionado de sus cofrades por una explicación tan terrenal; aunque agradeció haber encontrado un motivo que rebajase las terribles pesquisas que habían compartido minutos antes. Tras ir a por un martillo y unos cuantos clavos volvió al lugar por el que habían entrado los gatos, dispuesto a sellar el hueco con la rejilla de nuevo.

Fue al ponerse en cuclillas cuando un brillo metálico llamó su atención. Metió la mano dentro del agujero y cogió un pequeño collar con cascabel del que colgaba un mechón de pelo corto y áspero. «Alguno debe haberse enganchado al entrar». Del collar también colgaba una pequeña argolla, y de esta una plaquita con una dirección:

«Propiedad de Madame Courier»

Mientras se la guardaba en el bolsillo, escuchó el ruido metálico de las pisadas de Marcelo y Lennart bajando las escaleras que conectaban las dos plantas. Les dejó acercarse a la vez que clavaba y afianzaba la rejilla a la pared con precisos martillazos, comprobando después que no volvería a ceder. El lasombra y el brujah entendieron al instante qué era lo que estaba haciendo. Comprobada la defensa del refugio, los tres acordaron que era hora de marcharse, a prisa. Por el camino, o una vez que llegasen al subterráneo destino al que se dirigían, podrían compartir sus impresiones. O no.


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Media hora después, tras avanzar a paso vivo por el laberinto subterráneo, y guiados por el nosferatu, los tres cainitas llegaron al lugar en el que el Ductus les contó haber encontrado a Guido. El malkavian no parecía haber vuelto allí, pero eso tampoco quería decir que no estuviese oculto aún en algún otro lugar de las cloacas; ni, tampoco, que si daban con él estuviese demasiado «receptivo» a que alguien le molestase. Sin embargo, la noticia del asesinato de D´Abraccio no era, ni muchísimo menos, algo menor, y quizá encontrar a su chiquillo antes de que alguien más lo hiciese les ayudase a ganarse un tanto como manada, o al menos, algo que les sirviese para intentar esclarecer qué era lo que había pasado esa noche.

¿Por dónde empezar? La red subterránea se bifurcaba en aquel punto a izquierda y derecha, abriendo varias posibilidades de seguir penetrando en las entrañas de Florencia. La decisión en ese momento no era difícil de tomar: o seguían los tres juntos y dejaban de explorar una parte de las alcantarillas, o se separaban para abarcar ambas direcciones. Esta última opción, en una ciudad que estaba en jaque por la destrucción de uno de sus antiguos, estaba revestida inherentemente de cierto peligro. Además, tras un par de horas empezaría a amanecer, y eso podía suponerles otro pequeño dolor de cabeza ¿Volver a la cierta seguridad del refugio antes del alba o pasar el día allí abajo y despertar lejos de él la noche siguiente?

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Horcado
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Re: [Trama] Designios Oscuros

#13

Mensaje por Horcado » 22 Feb 2021, 20:31

Con una gruesa tapa de hierro forjado de la que se escabulleron unas cucarachas, y unas escaleras metálicas que descendían a través de un estrecho conducto no más de una decena de metros, comenzaba el camino que Nardone eligió esa noche para investigar los túneles del centro de Florencia.

El Nosferatu avanzaba grácil y rápido por los nauseabundos túneles comparado con Lennart; más pendiente quizás de no mancharse o de pisar en algún lugar húmedo y blando.

También era seguido de cerca por Marcelo, quien, aunque con semblante de desaprobación, sí que parecía más dispuesto tanto a aguantar el tipo como a servir de fuerza de choque frente a cualquier amenaza que pudiera aparecerles por delante.

Durante este inicio de la marcha, Ricardo jugueteaba pensativo con el pequeño collar haciéndolo girar rápidamente alrededor de su dedo índice, pero pasaron al menos 25 minutos hasta que decidió romper con su voz la calma que generaban los murmullos de la escorrentía...

-Del registro de nuestro refugio, únicamente he podido encontrar este detalle. No es mucho, no conozco a su dueña; qué o quién nos esperará si investigamos…

Su voz resonaba con un eco apagado en el espacio confinado que conformaban aquellas bóvedas de ladrillo. No había temor o nerviosismo en sus palabras.

Una vez se hubieron reunido alrededor de una de las luces técnicas dispersas a lo largo de las alcantarillas, todos pudieron aclimatar su visión y examinar al detalle tanto la placa con la dirección como el material que se había adherido al collar. Aquel mechón de pelo corto.

Extrañamente, ninguno de los compañeros del Nosferatu pronunciaron una palabra. El silencio se hizo ligeramente más incómodo por el nauseabundo hedor que despedía todo alrededor, mientras ambos parecían divagar. Por ello, Ricardo prosiguió la marcha sin darle demasiada importancia a los datos que acababa de compartir.

Cuando llegaron a una zona que se abría, diluyendo significativamente el aroma de la podredumbre, accedieron al pequeño colector en donde se encontró inicialmente con Guido; Ojo Puto se detuvo, escrutando detenidamente la zona por si encontraba algo de importancia. Arqueaba sus cejas con suspicacia mientras batía con su mirada hacia un lado y otro proyectando su sombra ligeramente encorvada en las zonas más iluminadas.

-Bien. Hemos llegado. Y no parece que estemos más cerca de esclarecer el misterio que nos ha llevado a movernos hasta aquí. La dirección marcada en el collar nos dirige a una evidencia con más fundamento, eso sin duda. Pero a estas alturas la dueña de la criatura ya habrá reparado en la pérdida del collar del animalito.

-De cualquier forma, el amanecer se nos echa encima. Si queremos hacer algo antes de que nos sorprenda la mañana en cualquier lugar debemos ser rápidos y efectivos. El collar no es una tarjeta de visita.
Última edición por Horcado el 22 Abr 2021, 18:43, editado 2 veces en total.

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#14

Mensaje por Jimbo » 26 Feb 2021, 08:49

La impresión de lo hallado en el cuarto de Fiorella todavía acompañaba a Lennart cuando se reunió con sus cofrades en los antiguos talleres de la fábrica. Escuchó lo que el Ductus de los Sin Nombre les comentaba respecto al lugar de entrada de los felinos y con un simple movimiento de su cabeza, asintió a todo lo que Nardone les explicaba.

El avance a través de las cloacas lo hizo el lasombra intentando evadirse de un entorno que le era hostil. Él, que se sentía muy cómodo en antiguos salones de té y restaurantes de lujo, aquí estaba descolocado, a pesar de haber intentado llevar la ropa adecuada. Se refugió del pestilente olor en sus pensamientos y estos le eran tan preocupantes, que lo consiguió. "¿Debería contarle a Ricardo mi descubrimiento?" Obviamente, sí. Conocía la relación especial del nosferatu con la niña-vampiro, así que la pregunta era "¿cuándo?" y a esa pregunta no encontró respuesta. Porque ahora mismo no era el momento, pero aún así, sabía que un encuentro con la sacerdote de La Divina Comedia sin que Ricardo tuviera toda la información podría acabar mal. Al menos, "espero que ese encuentro no sea hoy...", concluyó Lennart, con el extraño sentimiento en su interior de que quizás, solo quizás, la Tzimisce tuviera algo que ver con la inesperada huída de Fiorella.

El nombre de Madame Courier no le dijo nada a Lennart. Podría ser tanto el nombre de uno de las decenas de gatos que asaltaron su refugio, como el nombre de un dueño anónimo o tal vez un dueño que estuviera implicado en todo el asunto. De todas formas, eso sería un hilo del que tirar más tarde. Llegaron al lugar en el que Ricardo se había encontrado a Guido y Lennart sacó una pequeña linterna. Vió que se encontraban en un cruce de galerías bajo el suelo de Florencia, y la mente de Lennart alejó todo pensamiento que pudiera alejar de la tarea que ahora tenían entre manos.

- Así que este era el lugar en el que se hubiera encontrado con Lorenzo Giordiano, ¿cierto, mi Ductus? Y en su lugar apareció Guido. ¿Cúanto tiempo esperó antes de abandonar este lugar? ¿Cree que Lorenzo se hubiera podido retrasar y posteriormente llegase y se encontrase con Guido? ¿O cree posible que Lorenzo llegase a su hora y viera a Guido y prefiriese esperar a que usted se alejara par hablar tranquilamente con Guido?

Lennart no conocía la relación entre los dos nosferatus, pero sabía, vivía, que las Cofradías estaban por encima del clan. Ese era un punto que no estaba claro: la implicación de Giordiano. Y otro punto que no estaban claro era la localización donde se encontraban.

- Por cierto, ¿Por qué aquí?... me refiero al encuentro con Lorenzo, claro, pero también a que Guido se encontrara aquí. ¿Qué tiene este lugar de especial? Si es que hay algo especial, la verdad, no tengo ni idea de en qué punto de la ciudad nos encontramos; todavía me pierdo por la superficie, ¡imagínense por aquí abajo, mis cofrades!

Y con una sonrisa, intentó que la tensión en la que había sumido lo que llevaban de noche, se relajase un tanto.

Marcelo Gozza (Endimion1)
Brujah antitribu

Re: [Trama] Designios Oscuros

#15

Mensaje por Endimion1 » 28 Feb 2021, 11:45

Aún algo aturullado, debido a lo fuertemente que habían quedado arraigadas en su ser esas primeras noches de formación y modelaje de su alma con Alessa, por la mezcla de emociones y sensaciones fruto de su "incursión" en las habitación de la antigua sacerdotisa de la manada, que con tanta fuerza y pasión afloraban en los descendientes de Troile, Marcelo entró, tras la explicación sobre los gatos que les había dado su Ductus, en las alcantarillas. Durante el trayecto hasta el punto donde Ojo Puto se había cruzado con el chiquillo del Obispo el florentino utilizó esas ansias y nerviosismo para mantenerse alerta, atento a cualquier percance que pudiera suceder o a una posible emboscada, mientras en su mente no paraban de dar vueltas las iniciales C. R., que firmaban la cita grabada en la armadura samurái. Sintió la tentación de decirlo a sus hermanos, pero Nardone estaba enfocado guiándolos a través de aquel laberinto mal oliente y no quería ser él quien rompiera su concentración...

... Una vez llegaron a la bifurcación, o trifurcación mejor dicho pensó para si mismo el brujah, aguardó a escuchar lo que los otros dos cainitas que le acompañaban tenían que decir. Desde luego la situación no era la mejor, sobretodo con lo cerca que se encontraba el amanecer, pero no podían permitirse el lujo de perder la oportunidad de encontrar al malkavian, sobretodo tras haberse tomado las molestias de llegar hasta allí. Fue por ello que, en aquel momento, Marcelo dio un paso al frente, tanto literal como metafóricamente, y propuso un plan a sus hermanos.

-Desde luego esto es una puta mierda. -soltó con vehemencia el florentino. Mirad, quizá os parezca un asco de plan pero con lo cerca que está el amanecer, y teniendo en cuenta que no quiero pasar en estas cloacas apestosas todo el día, os propongo lo siguiente: Si Ojo Puto me dice como coño son estos túneles para no perderme puedo investigarlos a toda velocidad, usando mis poderes, en busca del "pequeño" Malkavian. Eso sí, os advierto que eso requiere que consuma gran cantidad de mi sangre y, si no quiero que la bestia tome el control, no me va a dar para investigar los tres caminos. Lo más seguro es que solo me llegue para dos, y eso en el mejor de los casos. Además, el esfuerzo me va dejar para el arrastre y, aunque no voy a dejaros tirados si la cosa se pone chunga, no podre combatir al 100% de mis capacidades si la cosa se complica.

El brujah detuvo su discurso por un momento, al objeto de tomar aire y dejar a sus hermanos digerir lo que les acababa de decir pero, justo antes de que contestaran, prosiguió con su alegato.

-De todas maneras creo que es lo más sensato que podemos hacer. -concluyó el brujah. Al fin y al cabo es mas de un puto 50% de probabilidades de elegir el camino en la que se esconde ese diablillo y, si tal y como Nardone nos dio a entender, está usando sus dones para meterse en nuestras cabezas y desorientarnos sabéis que soy el único que, al menos durante el tiempo suficiente, puede ser inmune a ellos. Además, y si los jodidos aparatitos estos de Lenhart funcionan aquí abajo, puedo llevar el mío encendido en manos libres, mientras os llamo a cualquiera de vosotros, y así, si doy con el malkavian, podré deciros dónde estoy y así podréis venir cagando hostias para ayudarme a llevárnoslo al refugio para interrogarlo.

Marcelo aguardó, entonces, a escuchar las opiniones de sus hermanos a cerca de su plan. El tiempo corría en su contra y debían darse prisa en tomar una decisión, si no querían que el jodido amanecer les alcanzara fuera de su refugio.

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#16

Mensaje por Horcado » 02 Mar 2021, 18:21

Había un antiguo reloj bajo la manga izquierda del chaquetón de Ricardo, y empezaba a ser preocupante la disposición de la manilla que marcaba la hora.

Tenía vagos recuerdos de aquella cena de domingo en la que su padre, le había obsequiado con el reloj que también había portado su abuelo, intentando inculcarle que la disciplina también requería de cuidados, y que distinguir entre el bien y el mal era una cuestión de respeto.

Ojo Puto se encontró reflexionando ante las palabras de su sacerdote, e intentó contestar algo rápidamente y con los suficientes argumentos para mostrar no haber sido sacado a la fuerza de su ensimismamiento.

-Sr Lennart, en cierto modo, cuando entendí que no iba a sacar más información de aquel muchacho ido, me marché. Por otro lado, es bastante improbable que quién iba a tener más acceso a Guido desde la comodidad de su cofradía, viniera a buscarle aquí.

- Y, naturalmente, para los contactos de nuestra cofradía con la ciudad, este lugar es particularmente especial, porque abre como un abanico de norte a sur Florencia, poniendo el oeste como punto de partida. Pero más allá de este razonamiento, como entenderá, siempre es más fácil cualquier encuentro entre dos miembros de mi clan, en un lugar alejado de posibles miradas. No es un lugar elegido al tuntún. Claro que no. Pocos conocen los intrincados caminos que se entrelazan en el subsuelo.

El sentido de sus propias palabras le sobresaltó, y se dio cuenta de que Lennart podría interpretar que siempre se citaba con las demás cofradías allí, pero en ese sentido había una incertidumbre que le impulsó a seguir:

-Por supuesto, también dependerá de con quién tenga que reunirse su ductus. Una vez conozcamos los hechos, intentaremos relacionarlos entre sí. No padezca. -Terminó Nardone, vigilando decir estas últimas palabras en tono calmado, para evitar dañar unos nervios ya alterados de por sí, por el inmundo lugar en el que estaban.

Súbitamente, Marcelo rompió el inminente silencio, con uno de esos relámpagos de raciocinio, que tanto podía ser seguro como mortalmente peligroso. Salir a toda prisa, frustrarse y tener la sensación de hallarse en un punto muerto.

Al mirar tras el hombro de Lennart, pudo observar al joven exfutbolista con semblante inquieto.

-Elije uno y date prisa. Nosotros cubriremos el otro y nos encontraremos aquí en 15 minutos. -Le dijo indicándole con la mirada hacia los túneles.

-Después de eso, a la mierda con todo. Por eso, mejor guarda tus reservas para cuando las necesites de verdad.

Se preguntó cuanto tiempo haría que el chiquillo del obispo habría abandonado el lugar, lejos de su casa, con las luces del inminente amanecer al caer… En cierto modo, lo más terrible que había podido vivir a ojos de Ricardo era precisamente la despedida de su superior y mentor…

Repentinamente, en la oscuridad de sus párpados, pudo experimentar aquel gran pesar que sintió al dejar a Guido vagando por aquellos oscuros pasillos.
Última edición por Horcado el 23 Mar 2021, 18:27, editado 1 vez en total.

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#17

Mensaje por Corso » 19 Mar 2021, 19:39

Marcelo.

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La rápida estela que dejaba Marcelo a su paso por los oscuros corredores de las cloacas era un borrón sobre un lienzo enmohecido de piedra gris. A tal velocidad, casi era imposible saber con seguridad cuánto tiempo hacía que había dejado atrás a su manada. ¿Dos minutos, cinco? ¿Cómo de larga e intrincada era la red subterránea de Florencia? El brujah lo desconocía, pero, en cualquier caso, los segundos se hacían eternos y el tiempo se replegaba sobre sí mismo mientras él, quemando vitae como combustible, daba cuenta de uno de los poderes heredados de su linaje.

Ya en vida, su cuerpo era una máquina de engranajes bien lubricados que encajaban a la perfección. Algo que no había cambiado ahora que estaba muerto. Al contrario, el abrazo le había otorgado una fuerza y una resistencia físicas portentosas, sobrehumanas, que habían multiplicado por mucho su capacidad atlética. ¡Al menos, eso, nunca se lo había arrebatado el bastardo de su sire!

Entre otros, era en momentos como aquel, corriendo libremente por un entorno desconocido, poniendo a prueba sus límites y sabiendo que lo hacía con el respaldo de unos «hermanos» cuyo vínculo con él obedecía a la fuerza de la unión, y no al servilismo de exiguas y opresivas tradiciones, cuando se sentía «vivo». Ya fuese saliendo de caza, disfrutando al dar una buena tunda en el club, o como en aquel momento, llevando a cabo una «misión» junto con su manada, Marcelo casi podía volver a respirar; al menos metafóricamente.

El brujah iba dejando atrás los sumideros que, sobre su cabeza, vertían al mortecina luz de la superficie sobre las aguas estancadas de los canales fecales de la ciudad. Tan rápidamente que apenas daba tiempo al mal olor a pegarse a las paredes internas de su nariz. Solo aminoró la velocidad un par de veces, y únicamente para decidir la dirección que iba a seguir cuando el camino le abría varias alternativas. Confiando en su instinto, giraba a izquierda o derecha, dejando que fuese éste quien le guiase por los corredores; el mismo sexto sentido que en otra época le hacía desmarcarse al hueco preciso para poder recibir un pase y golpear el balón dentro de la red. Había cainitas que apenas reparaban en ello, pero Gozza sabía que el instinto podía llegar a ser por sí mismo un arma tan precisa como la hoja afilada a piedra de un puñal.

Y más le valía que así siguiese siendo, porque en su último giro tomó conciencia de que ni sabía dónde estaba, ni su teléfono móvil recibía señal alguna con la que poder comunicarse con su ductus y su sacerdote. Tal fue el febril ímpetu del brujah por abarcar terreno, que poco a poco, esa misma distorsionada noción del tiempo le había acabado por desubicar. Lo intentó aquí y allá varias veces, pero el resultado fue el mismo: el maldito cacharro solo emitía un molesto ruido blanco. A veces, confiar en la fiabilidad de las incipientes nuevas tecnologías, en los estertores del siglo XX, podía llegar a meterle a uno en problemas.

Fue tras doblar la esquina de un muro de contención cuando su instinto le hizo detenerse. Había una apertura allí, apenas visible por el juego de penumbras y sombras que devoraban las cloacas, y con apenas la anchura de un cuerpo y medio. Al meter la cabeza dentro de lo que dedujo era un pasadizo, o un antiguo corredor, a lo lejos y proyectado sobre una pared, distinguió lo que parecía un halo de luz que iba cambiando de forma en encabritada danza, y cuya fuente parecía provenir de un recoveco que se abría al fondo, girando a la derecha. Sin duda, un buen lugar por el que el chiquillo del Obispo podría haberse escabullido. El antitribu metió medio cuerpo y olfateó el aire, que sorprendentemente estaba menos viciado de lo que cabría esperar, y después, concentrándose, franqueó del todo la entrada y expandió sus sentidos.

- Dámelo, es mío. Yo lo encontré. Dámelo o...

La voz llegó como una letanía desde el otro lado. Era una voz correosa, y que llevaba consigo un tono de seria advertencia. Una voz a la que otra, más joven pero igual de castigada, impidió terminar la amenaza que había iniciado.

-Shhhh, silencio, Marius...

Marcelo, de súbito, se quedó clavado como una estaca, permaneciendo silencioso como una tumba al dudar de si su presencia había sido advertida. Y lo que era más importante, si así era, cómo de bien recibida sería. Al menos un asesino andaba suelto por Florencia, uno con el suficiente poder como para haber convertido en cenizas a un antiguo, al mismísimo Obispo D´Abraccio. Por otro lado, hasta ahora no había encontrado ni rastro de lo que les había llevado allí abajo esa noche: Guido Santorini.

¿Merecía la pena correr el riesgo?

Qué, quién o siquiera a dónde conducía el corredor era imposible saberlo. A menos, claro, que se adentrase en él, lejos ahora de la, quizá, necesaria ayuda de sus cofrades.

Nocte Peccatum (Darkhuwin)
Narrador

Re: [Trama] Designios Oscuros

#18

Mensaje por Darkhuwin » 19 Mar 2021, 21:49

Ricardo y Lennart.

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La quietud de los túneles subterráneos no era lo que incomodaba a Ricardo. El eco su propia voz todavía resonaba en sus oídos. No había pasado más de un cuarto de hora desde que se separaran en la intersección y ya estaba algo preocupado por Marcelo. El chico era válido y seguro que podría valerse por sí mismo para salir de algún problema en el que se viera envuelto. Pero ahora mismo, la situación podría catalogarse como crítica. El momento de la sociedad cainita de Florencia era crucial y cualquier metedura de pata o descuido fortuito podría convertirse en un verdadero problema para todos. Por eso, la impulsividad de su hermano más joven le provocaba aquella sensación agobiante, de intranquilidad. Esperaba que no pasara mucho tiempo antes de que volviesen a reunirse para poder tener controlada la situación.

Además, los conductos por los que ahora transitaban, aún no los había catalogado. Se encontraban fuera de su territorio y por tanto no formaban parte de su zona geográfica de confort, pese a tratarse de un tipo de terreno tradicionalmente asociado a la gente de su clan. Por este motivo, la intuición de Ojo Puto le decía que debía andarse con cuidado. Aunque no estaba solo, su acompañante, tampoco se hallaba precisamente en su elemento y llevaba tan poco tiempo en la ciudad que posiblemente, podría llegar a ser más un problema que una ayuda, en el caso de que se encontrasen con alguien. Porque no había que olvidar, que en aquella situación, cualquier cainita moviéndose fuera de su territorio, podría ser sospechoso de haber participado de alguna forma, en los sucesos acaecidos esa misma noche. Y si no era muy conocido, lo sería doblemente.

Lennart, por su parte, iba atribulado con sus propias preocupaciones. Aquel lugar, era sin duda alguna, el peor en el que había estado en muchos años. El olor, la mugre, la humedad y el calor, le hacían sentirse como un pez fuera del agua. Acostumbrado a moverse entre hoteles de lujo, mansiones, oficinas y despachos, llevaba los últimos tres años, viviendo en un ambiente completamente diferente. Un taller destartalado, de un barrio bastante pobre, de una ciudad desconocida para él. Y ahora esto. Cloacas. No es que tuviese problema ninguno en mancharse las manos. Ya había tenido que hacerlo en múltiples ocasiones en su vida y luego en su no vida. Pero aquello estaba empezando a convertirse en una costumbre. Y parecía que cada vez iba a peor. Mas estaba claro que su movimiento tenía sentido. Si no encontraban por allí al joven Guido, era posible que Giordano anduviera cerca, o alguien que los hubiese visto, y el rastro andaba caliente, ya seguirían otras líneas de investigación, una vez agotada la pista más fresca. Habría que hacer de tripas corazón.

El túnel por el que avanzaban, siguiendo la guía de su ductus, desembocó, al hacer un giro, directamente en una vieja pero gruesa verja cerrada con un enorme candado y una escalerilla a un lado que llevaba a una trampilla superior, situada en el techo abovedado. Las aguas fecales, se filtraban a través de la rejilla inferior sin detenerse, pero para ellos iba a ser algo más complicado pasar por allí, por no hablar de que Nardone, enseguida se dio cuenta de que el lugar estaba marcado de alguna forma. Antes de decidir qué iban a hacer, sería bueno explorar las posibilidades y la situación. Lo más sencillo sería acceder a la trampilla del techo, ya que estaba de su lado. Pero primero, el nosferatu debería descubrir qué era lo que le había alarmado del lugar en primera instancia.

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#19

Mensaje por Horcado » 23 Mar 2021, 18:27

La sordidez del camino, las luces salteadas, los olores cambiaron sustancialmente. En mucho tiempo, esa zona era la menos viciada de todo el trayecto.

Nadie hubiera reparado en ello, pero Nardone iba contando las luminarias instaladas a lo largo del pasillo mientras observaba su disposición. Dos enfocando abajo, una directamente al pasillo por el que provenían, haciéndole entrecerrar los ojos por su intensidad. Los cambios en dicha progresión parecían ciertamente hipnóticos. Esa perfección en el juego de luces, inundando espacios y dando múltiples formas a las sombras de sus espaldas, digna de un matemático, no le traía las mejores noticias.

Bajaron por el pasadizo mientras las luces jugaban con sus sombras haciéndoles tomar vida como si en sus bordes fueran de algún tipo de vida orgánica que quisiera trepar por las paredes. Sus pisadas resonaban como el redoble de un tambor espectral. Nardone se detuvo bruscamente e inclinó su cuerpo hacia delante. El pasadizo terminaba de repente. Inclinándose con mucho cuidado, Ricardo se agachó y señaló la puerta. Comprendiendo que quizás no hallarían forma de abrirla, señaló a la escalera, por lo menos los cuatro primeros peldaños; pero después arriba, no había nada más que un angosto espacio y oscuridad…

-Hemos llegado al final de este camino. A partir de aquí comienza el territorio de Giordano.

Levantó los ojos para fijarse en Lennart-. ¿Qué habrá del otro lado? – Los dos observadores coincidieron con sus miradas en las pequeñas y húmedas escaleras.

Había algo de inquietud en su tono.

Ricardo cogió un puñado de lo que parecía arena seca de una cavidad de las paredes y se levantó con aire grave, dejando caer el polvo mientras desmenuzaba el contenido en sus manos para conseguir mayor agarre -. Amigo Lennart, ahora más que nunca, apelo a tu gran poder analítico para elegir el buen camino…

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Re: [Trama] Designios Oscuros

#20

Mensaje por Jimbo » 01 Abr 2021, 09:29

Si hay miradas que lo dicen todo, la mirada de Lennart hacia su Ductus, con los ojos entrecerrados, era de las que no dicen nada. No decía nada de los pensamientos del Lasombra durante el recorrido por las cloacas, nada de lo que la situación afectaba a alguien no habituado a eso. Nada, en definitiva, que pudiera dejar entrever que hubiera estado pensando, sintiendo, ponderando, durante los minutos anteriores.

Pero esa mirada tampoco dejaba entrever lo contrario.

Lennart se acercó a la reja y observó mínimamente el candado, sin atreverse a tocarlo. Su mirada se perdió tras las cloacas que proseguían tras la reja para, posteriormente, situarse directamente bajo la trampilla.

- Mi Ductus, no creo que sea muy sensato por nuestra parte violar un dominio en una noche como esta. Creo que sólo tenemos un camino disponible, que es el del techo

La mirada de Lennart se quedó fija en la trampila. Tomó aire y esperó. Un observador externo podría constatar que las sombras que rodeaban la trampilla del techo, parecían moverse. Parecería que un algo estaba estirando esas sombras, como si de un chicle se tratase, formando dos tiras de negrura que se iban haciendo más y más largas hasta alcanzar unos dos metros de longitud.

- Entre los dos brazos, mi ductus, nos pueden levantar e introducir por la trampilla. Pero primero sepamos si se puede abrir facilmente: los asuntos, uno a uno

Estas tiras de se curvaron, tanteando la trampilla e intentando abrirla, para, posteriormente, intentar colarse dentro de lo que fuese que hubiera detrás.

Cerrado

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