[Escenario] Edad Victoriana: La Habana
Publicado: 04 Mar 2021, 14:30

Por Magus INTRODUCCIÓN
La última de las grandes joyas americanas de la Corona de España ofrece su propio y exótico encanto debido a su peculiar situación colonial. Bajo la húmeda calidez caribeña se alzan las haciendas e ingenios azucareros de los orgullosos terratenientes cubanos, descendientes de los colonos españoles y que con el paso de los siglos se han convertido en una aristocracia por derecho propio, pavoneándose por las calles de La Habana bajo las sombras de sus edificios coloniales, barrocos y neoclásicos, haciendo alarde de su riqueza.
Pero a lo largo de los siglos la riqueza de la Habana no ha surgido sola, sino mediante el trabajo de miles y miles de esclavos negros y emigrantes, que con el sudor de su frente y con su propia sangre han engordado las arcas de las élites cubanas y han dado brillo a su actual esplendor.
Las diferencias sociales han generado varias revueltas y guerras en el último siglo entre quienes quieren acceder a derechos tan elementales como la libertad y quienes quieren mantener una situación privilegiada y conservada durante siglos. Estos enfrentamientos han bañado periódicamente de sangre los campos y ciudades cubanos y ahora la tormenta se avecina de nuevo…
Y los vampiros se mueven entre las sombras, ansiosos de recoger la siguiente cosecha.
HISTORIA DE LA HABANA
La ciudad de La Habana fue fundada en 1514 en la desembocadura del río Onicaxinal a orillas de la playa Mayabeque. Sin embargo, el emplazamiento original fue cambiado en varias ocasiones y finalmente el 16 de noviembre de 1519 Don Pánfilo de Narváez fundó la villa de San Cristóbal de la Habana en su localización definitiva. El origen del nombre “Habana” resulta una incógnita, aunque normalmente se relaciona con el nombre del cacique cubano Habaguanex, citado por Diego Velásquez de Cuellar en su relación al rey de España, y otros la relacionan con la palabra taína “sabana”, de incierto significado.
Sin embargo, la precariedad de la villa no terminó ahí, a menudo fue reducida a escombros y cenizas por los piratas y corsarios franceses durante el siglo XVI, siendo especialmente devastador el ataque del pirata Jacques de Sores en 1555, hasta que en el año 1561 el rey Felipe II de España dispuso que la ciudad, debido a su estratégica bahía, se convirtiera en el puerto de concentración de las naves españolas procedentes de las colonias americanas antes de atravesar el océano Atlántico. En 1563 el gobernador de Cuba trasladó su residencia oficial desde Santiago de Cuba, que hasta entonces había sido la sede del gobierno. Esta disposición también llevó a la fortificación de la villa, convirtiéndola en un puerto al que llegaban oro y plata, lana de alpaca de los Andes, esmeraldas colombianas, caoba, cuero, especias, palo de tinte, maíz, mandioca, cacao, y otros muchos productos, formando grandes convoyes, que custodiados por naves militares, partían en días señalados rumbo a España. El 20 de diciembre de 1592 Felipe II otorgó a La Habana el título de ciudad.
Como era de esperar, los parásitos vampíricos no tardaron en aparecer a medida que la ciudad cobraba cada vez mayor importancia. Aunque se desconoce quienes fueron los primeros que entraron en la villa, posiblemente exploradores o cofradías de la Espada de Caín que hacían escala como previo paso a su destino en el Nuevo Mundo, se sabe que en 1563 llegó procedente de Cádiz Don Cristóbal Fernández, un vampiro del clan Lasombra, y chiquillo del Arzobispo Ambrosio Moncada de Madrid, quien lo había enviado a Cuba con su bendición.
Don Cristóbal no tardó en formar la primera cofradía de La Habana, la Santísima Sangre, Abrazando chiquillos y reclutando a algunos de los Cainitas que llegaban a su dominio. Aunque ya había otros vampiros del Sabbat en Santiago de Cuba y otras villas cubanas, reconocieron a Don Cristóbal cuando se proclamó Obispo de la Habana.
El principal desafío al dominio del Obispo comenzó debido a los periódicos ataques de piratas y corsarios de los países enemigos de la Corona de España. Entre estos incursores piratas se encontraban algunos vampiros de la Camarilla, y más frecuentemente, algunos antitribu del clan Lasombra que habían buscado refugio en las aguas sin ley del Caribe. No le costó mucho esfuerzo al Obispo Cristóbal animar a los mortales a fortificar la “Llave del Nuevo Mundo y Antemuro de las Indias Occidentales”. Al mismo tiempo la ciudad comenzó a expandirse hacia el interior.
En el año 1649 se produjo una epidemia de peste llegada de Cartagena de Indias, que exterminó a una tercera parte de la población de La Habana. La peste también acabó con dos chiquillos del Obispo, lo que alertó a los demás Cainitas, que se pusieron en cuarentena. Durante este período también se construyeron enormes edificios y monumentos civiles y religiosos, como el convento de San Agustín, el castillo de El Morro, la ermita del Humilladero, la fuente de la Dorotea de la Luna, la iglesia del Santo Ángel Custodio, el hospital de San Lázaro, el monasterio de Santa Teresa, el convento de San Felipe Neri y en 1728 la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo en el convento de San Juan de Letrán.
Durante el siglo XVII produjeron algunos roces entre los vampiros de La Habana. El incremento del número de habitantes también se tradujo en la llegada de nuevos vampiros, que cuestionaron la autoridad de Don Cristóbal, afirmando que deberían nombrarse nuevos Obispos. Javier Vázquez, un antitribu Brujah y portavoz de los descontentos, se atrevió incluso a proclamarse Obispo y en 1725 hubo varios enfrentamientos entre sus partidarios y entre los de Don Cristóbal, que terminó venciendo a sus adversarios. El poder del clan Lasombra era demasiado fuerte, reduciendo la llegada de otros linajes del Sabbat a su dominio. Aunque existían divisiones entre los Guardianes, estaban de acuerdo en no querer compartir el poder con los “otros”, una actitud que generaría resentimientos que terminarían estallando en la Guerra Civil del Sabbat.
Hacia 1750 la Habana tenía tres cofradías fuertes de Cainitas: la Santísima Sangre, dirigida por Don Cristóbal; la Llave Dorada y los Perros del Mar. Casi la mitad de los Cainitas habaneros pertenecían al clan Lasombra.
En la madrugada de junio de 1762 apareció frente al puerto de la Habana una impresionante armada británica, con más de 50 navíos y 14.000 hombres. Los ingleses rindieron el Castillo del Morro, defendido por el capitán Luis Vicente de Velasco e Isla y el Marqués Vicente Gómez, y la ciudad cayó tras dos meses de asedio. Al tomar posesión de la ciudad los ingleses también capturaron la flota española que había quedado encerrada en la bahía de La Habana, formada por 9 barcos de guerra y 25 barcos mercantes cargados con todo tipo de mercancías y 3 millones de pesos. Durante el asedio, el barco que constituía el refugio flotante de los Perros del Mar fue incendiado durante el día y la cofradía fue destruida por completo. Sir Georges Keppel gobernó La Habana hasta mediados de 1763, cuando los británicos devolvieron la ciudad a los españoles a cambio de la colonia de Florida.
Aunque los Cainitas de La Habana temieron que la Camarilla o alguno de sus enemigos estuvieran tras este repentino ataque, lo cierto es que los británicos habían actuado por su cuenta. Ningún Vástago parecía haber acompañado a los invasores, aunque el Sabbat mantuvo la vigilancia durante semanas, ante la posibilidad de saboteadores o espías.
En 1763 comenzó la construcción de la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la mayor de las fortalezas españolas en el Nuevo Mundo, como reacción a la reciente invasión inglesa. La construcción se prolongaría durante más de once años. En 1774 se realizó el primer censo oficial de Cuba: 171.670 habitantes de los que 44.333 eran esclavos. Al mismo tiempo se incrementaron las tensiones entre los Cainitas de la Habana y Santiago de Cuba.
En 1767 había estallado una guerra civil en México entre los Cainitas de los clanes Lasombra y Tzimisce. En principio en Cuba, con una mayoritaria población Lasombra, el conflicto parecía controlado, pero en 1774 un intento de asesinato del Obispo Don Cristóbal degeneró en un enfrentamiento entre los Cainitas habaneros y santiagueños. En Santiago de Cuba se encontraban los Cainitas más conservadores, a lo que Don Cristóbal reaccionó buscando el apoyo de los demás clanes cubanos del Sabbat. En 1775 se proclamó Arzobispo de Cuba y nombró tres Obispos de diferentes clanes a partir de los líderes de las cofradías que le apoyaban.
La llegada de refugiados de la revolución en la vecina Haití, principalmente renegados Toreador y Ventrue que buscaron refugio en el Sabbat, ayudó a Don Cristóbal a imponerse sobre sus adversarios santiagueños, que ya luchaban a la defensiva en los años previos. En 1800 entró triunfal en Santiago de Cuba, y el Obispo de la ciudad, Don Leandro Miaja, huyó. Don Cristóbal nombró un nuevo Obispo entre sus partidarios.
Los inicios del siglo XIX fueron prometedores para Cuba. Frente a las revoluciones en las antiguas colonias españolas de Sudamérica, la isla consiguió enriquecerse gracias a la llegada de refugiados y de sus capitales, que al mismo tiempo ayudaron a sofocar los conatos de rebelión. Esta concentración de capitales ayudó a proporcionar vitalidad al puerto de La Habana. En el año 1837 se inauguró el primer tramo de ferrocarril, de 51 km, entre La Habana y Güines, para transportar el azúcar desde el valle del Ariguanabo hasta el puerto de la ciudad. A lo largo del siglo XIX en la Habana se construyeron importantes edificios artísticos y culturales, como el Teatro Tacón, el Liceo Artístico y Literario y el teatro Coliseo. Hacia la década de 1850, el desarrollo de la industria azucarera, el ferrocarril y la industria tabacalera, entre otras, produjeron una pujante economía que llevó a Cuba a ser un país enormemente rico. En la década de 1860 Cuba era más rica que nunca, y La Habana fue el vivo reflejo de esta riqueza y prosperidad. En 1863, las murallas de la ciudad fueron derribadas para que pudiera ampliarse la urbe y construirse nuevos y espléndidos edificios. A finales del siglo XIX, las clases acomodadas se trasladaron al elegante barrio del Vedado, con sus numerosas quintas y palacetes.
A pesar de esta prosperidad no terminaron por ello las inquietudes revolucionarias, sucediéndose las conspiraciones independentistas que las autoridades del gobierno de España reprimieron y sofocaron. En 1868, durante la revolución liberal en España, los revolucionarios cubanos lo intentaron de nuevo, iniciando la Guerra de los Diez Años, que se saldaría con la Paz de Zanjón en 1878.
Entre los vampiros la Guerra de los Diez Años sirvió para ocultar sus propios enfrentamientos. En 1863 había sido asesinado misteriosamente el Regente de México, y el Sabbat se dividió en diversas facciones, apoyando a uno u otro candidato. El Arzobispo Don Cristóbal apoyaba a su sire, Ambrosio Moncada, como nuevo Regente, pero en México Doña Melisenda, apoyada por la Mano Negra, parecía tener ventaja, y envió a sus agentes a Cuba para deponer a Don Cristóbal. El Arzobispo de Cuba reaccionó pidiendo ayuda a España, desde donde llegó la Corona de Espinas, una poderosa cofradía, que se instaló en Santiago de Cuba.
SITUACIÓN ACTUAL
Aunque los mortales parecen haber alcanzado una frágil paz, no ocurre lo mismo con las diversas facciones Cainitas. A grandes rasgos los Lasombra y sus partidarios representan a una facción conservadora y apoyada por los antiguos del Viejo Mundo, mientras que Doña Melisenda aglutina una alianza de antitribu de diversos clanes, formada principalmente por Cainitas del Nuevo Mundo.
Pero las divisiones no se terminan ahí. Don Cristóbal ha descubierto que sus aliados de España tienen sus propios intereses, y que debe mantener vigiladas sus espaldas. Además, de forma inesperada, otros vampiros han percibido los enfrentamientos dentro de la Espada de Caín y están intentando sacar provecho. En los últimos tiempos varios Cainitas han informado haber sido atacados por agentes de la Camarilla, mientras que los vampiros caribeños que no reconocen lazos de secta parecen decididos a expulsar al Sabbat de Cuba o a fomentar sus propios intereses. Entre estos independientes se encuentra la insidiosa influencia de los Seguidores de Set, pero también vampiros de diversos clanes que venden sus servicios al mejor postor sin ningún escrúpulo.
Como es de esperar, los enfrentamientos son cada vez más confusos, y al mismo tiempo la situación política entre los mortales se deteriora cada vez más. En 1884 se produce una crisis azucarera que derrumba los precios y origina un gran descontento entre la población cubana. El 24 de febrero de 1895 estalla una nueva guerra de independencia de Cuba, cada vez más encarnizada hasta que el incidente provocado por el estallido del acorazado estadounidense “Maine” el 15 de febrero de 1898 en el puerto de La Habana provoca la intervención de los Estados Unidos en la guerra. Con su aplastante superioridad militar, los estadounidenses se imponen rápidamente, derrotando a España y provocando la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.