[Escenario] Edad Victoriana: Escocia
Publicado: 05 Mar 2021, 14:06

Por Magus. El esplendor y la opulencia no son nada sin la sofisticación necesaria para apreciarlos; la comodidad engendra comodidad. Si se posee suficiente comodidad, uno puede ofrecer a sus enemigos parte de ella, con lo que se les da una correa de oro que los ciega de envidia a la vez que los ata.
-Lady Besse Dancort, Príncipe de Edimburgo
Aunque es todo un ejemplo de la rápida industrialización de la isla de Gran Bretaña durante la Edad Victoriana, Escocia todavía conserva parte de su encanto rural e indómito, desde las fronteras de las Tierras Bajas al sur hasta las islas desoladas del norte, un país lleno de profundos valles y gargantas abisales, bosques impenetrables y páramos envueltos en la niebla.
Desde el período Neolítico una serie de pueblos han luchado por esta tierra, derramando su sangre sobre ella. Pero no todas las batallas se han producido entre los mortales y Escocia todavía alberga rencores centenarios que aunque se han ido apagando con el paso del tiempo, todavía aguardan la ocasión para reaparecer. Vampiros y otras criaturas sobrenaturales acechan por todos los rincones de este país, aferrados a sus territorios y acostumbrados a gobernar sus dominios sin que nadie les moleste.
HISTORIA
Las primeras poblaciones de Escocia aparecieron durante el Neolítico, expandiéndose rápidamente y mejorando sus herramientas de bronce. La presión demográfica provocó los primeros ataques entre asentamientos por la tierra y el ganado. En respuesta surgieron asentamientos defensivos en forma de colinas fortificadas y casas redondas de piedra, conocidas como “brochs” e islas artificiales construidas en los lochs (lagos) escoceses y conocidas como “crannogs.”
Los primeros habitantes sobrenaturales de las tierras escocesas no fueron los vampiros, sino varias tribus de hombres lobo y criaturas feéricas, a menudo enfrentadas entre sí, directamente o mediante sus servidores humanos. Y entre los propios humanos también surgieron poderosos hechiceros que se negaban a someterse a las criaturas de la noche y reivindicaban su propio espacio.
Se cree que los primeros vampiros que aparecieron en Escocia no llegaron hasta la Edad de Hierro en torno al siglo VIII a.C., aprovechando el incremento de la población y la feroz competencia por la tierra. A pesar de la construcción de cientos de fuertes, torres y brochs, los invasores celtas de Europa no pudieron ser detenidos y los hombres del hierro mataron a los hombres del bronce. Por primera vez comienzan a aparecer historias sobre caníbales nocturnos. La migración de los celtas en Escocia continuó durante siglos.
Habitualmente se cree que los primeros vampiros que se atrevieron a asentarse en las tierras escocesas pertenecían al clan Gangrel, aunque los miembros de este clan, en su mayoría de origen anglosajón o normando afirman que una renegada de su linaje, conocida como la Bruja, y sus seguidores, los Lhiannan, se extendieron por las Islas Británicas, convirtiéndose en la línea de sangre vampírica más poderosa. En siglos posteriores otros clanes seguirían a los invasores celtas, entre ellos algunos Brujah, Malkavian, Nosferatu e incluso algunos Ventrue. En cualquier caso se trató de una época turbulenta, llena de batallas por el territorio. Al parecer, los vampiros no consiguieron asentarse con fuerza en Escocia, salvo unos pocos individuos especialmente poderosos y astutos, y muchos lo atribuyen a la ferocidad de los Lupinos locales, especialmente salvajes y feroces, emparentados con los pictos.
La Edad de Hierro terminó hacia el año 55 a.C. cuando Julio César atravesó con los romanos el Canal de la Mancha, y tras derrotar a las tribus locales, regresó a la Galia. Fue sólo el preludio de lo que estaba por llegar. Los romanos regresaron durante el reinado del emperador Claudio en el siglo I d.C. y pronto convirtieron “Britania” en una provincia romana. En el año 79, el gobernador romano Agrícola dirigió 20.000 hombres hasta Caledonia (Escocia), construyendo fuertes y calzadas y sometiendo a la fuerza a las poblaciones locales. A pesar del éxito inicial, pronto descubrieron que se trataba de una tierra incontrolable, hasta el punto que en una visita a Britania en el año 122 el emperador Adriano ordenó construir una muralla para contener a los pictos y caledonios.
Tal vez los romanos hubieran abandonado toda Britania de no haber sido por la llegada del poderoso Matusalén Mitras, del clan Ventrue, que se enfrentó a los hombres lobo y los derrotó, impidiendo que ayudaran a los mortales a rechazar a los romanos. Mitras se había aliado con los vampiros romanos, y había decidido construir su propio dominio en el territorio conquistado. Sin embargo, quizás debido a la poderosa presencia de la Bruja y los Lhiannan, decidió respetar sus territorios, y la conquista romana no se extendió a Caledonia ni a Hibernia (Irlanda). En general, los vampiros pictos y caledonios, muy escasos y solitarios, no fueron molestados por los Cainitas romanos.
Más feroces se mostraron los Gangrel que durante esta época llegaron con los romanos, deseosos de ajustar cuentas con los “traidores” Lhiannan, a los que acusaban de haberles abandonado en una guerra ancestral contra “los Gigantes del Este.” La batalla entre ambos linajes continuó durante siglos, pero en general los Druidas consiguieron resistir. Irónicamente, la caída del Imperio Romano no constituyó un alivio para los Lhiannan, sino que fue el comienzo de la llegada de nuevos Gangrel entre los invasores germánicos, lo que provocaría la destrucción de muchos de los santuarios de los vampiros britanos.
Los pictos y caledonios, ya enfrentados entre sí, fueron invadidos por los escotos, un pueblo de origen irlandés que llegó en el siglo V, y tomó posesión de la costa oeste de Caledonia creando el reino de Dál Riada. Los anglosajones del reino de Bernicia avanzaron hacia el norte y tomaron gran parte de las actuales Lowlands (Tierras Bajas). Sin embargo, el invasor más peligroso para los vampiros nativos no fueron los invasores mortales, sino la expansión del cristianismo, que los separó de sus rebaños mortales. San Niniano realizó la primera misión cristiana en Escocia a principios del siglo V, y aunque tras su muerte los pictos renunciaron al cristianismo, la llegada de San Columbano en el año 563 impulsó de nuevo el cristianismo, acabando progresivamente con la adoración de los viejos dioses pictos y celtas.
Los Lhiannan, presionados por los Gangrel anglosajones del sur, resistieron, pero a medida que el cristianismo se extendía se apartaron cada vez más de la sociedad mortal, recluyéndose en sus arboledas y santuarios. Otras criaturas sobrenaturales, como los hombres lobo, las hadas y hechiceros mortales también se encontraron con una nueva competencia en el cristianismo, y también optaron por el exilio o el aislamiento.
La guerra terminó por unir a los diversos pueblos del norte de Gran Bretaña en un mismo reino. En el año 843 Cinead MacAilpín o Kenneth MacAlpin, unió por primera vez a los escotos, derrotó a los pictos y creó el reino unificado de Alba. La unión fue favorecida por los continuos ataques de los anglos en el sur y los vikingos en el norte. Alba se convirtió en Scotia (“el país de los escotos”), abarcando gran parte de los territorios de la Escocia actual.
Los Lhiannan escoceses permanecieron en gran parte aislados durante este período, enfrentados a los Gangrel que Abrazaban entre los invasores escotos. La línea de sangre se encontraba en un claro retroceso, habiendo perdido la mayor parte de sus dominios en Europa, junto con la mayoría de sus aliados paganos. Durante este período surgió uno de los principales guerreros de la línea de sangre, irónicamente Abrazado entre las filas de los invasores y conocido simplemente como “El Escocés,” y que mantuvo a los Gangrel a raya durante varios siglos antes de ser destruido bien avanzada la Edad Media. Algunos dicen que sería el último de su linaje.
Mediante la conquista y el matrimonio los escoceses extendieron su reino hacia el sur y finalmente estabilizaron la frontera hacia el año 1018. Salvo los territorios que habían sido conquistados por los vikingos en las islas del norte, Escocia había adquirido gran parte de sus fronteras actuales. Paralelamente, la unificación del reino de Inglaterra al sur, dio inicio a una serie de conflictos entre ambos reinos. Tras la conquista normanda de 1066, Edgar, uno de los pretendientes al trono inglés, huyó a Escocia y el rey Guillermo I lo persiguió invadiendo el país en 1072. El rey Máel Coluim se sometió, rindió vasallaje a Guillermo y entregó a su hijo Donnchad como rehén.
La influencia inglesa fue fomentada por el poderoso Matusalén Mitras, recién despertado de su letargo y que desde su dominio personal de Londres comenzó a someter a los señores vampíricos de las Islas Británicas. En Escocia ignoró a los Gangrel y Lhiannan locales, y aprovechó el declive de los Lupinos, enfrentados en destructivas luchas intestinas entre tribus. En algún momento del siglo XI a Escocia llegó Robert, un vampiro del clan Toreador de origen normando, que se asentó en Edimburgo y se convirtió en el primer Príncipe vampírico de Escocia, que recibió el nombre de “Feudo de Lothian”. Aunque Robert era un vasallo nominal de Mitras, realmente en secreto comenzó a relacionarse con sus compañeros franceses, y especialmente un Matusalén del Clan de la Rosa. En las décadas siguientes Edimburgo se convirtió en el principal feudo escocés, y al mismo tiempo en el principal dominio de los Toreador en las Islas Británicas.
Las relaciones entre Escocia e Inglaterra se estrecharon. Los reyes ingleses a menudo intervinieron en la sucesión al trono escocés, respaldando a sus candidatos, y al mismo tiempo los reyes de Escocia adquirieron tierras en Inglaterra. En 1266 los noruegos, que habían ocupado las islas Orcadas, durante la Era Vikinga, se vieron obligados a devolverlas a la soberanía escocesa.
En 1286 moría el rey Alejandro III de Escocia y en 1290 su heredera, por lo que la sucesión al trono fue disputada por varios candidatos de la nobleza local. Para evitar la guerra civil los nobles escoceses pidieron el arbitraje del rey Eduardo I de Inglaterra, que eligió a Juan I Balliol. Sin embargo, en los años siguientes el rey inglés se dedicó a debilitar el poder del rey escocés y finalmente en 1296 invadió directamente el país, deponiéndolo. La invasión inglesa provocó la rebelión de parte de la nobleza escocesa. William Wallace consiguió infringir varias severas derrotas a los ingleses antes de ser ejecutado en 1305. Sin embargo, los escoceses continuaron luchando tras su muerte y en la batalla de Bannockburn en 1314 consolidaron de nuevo su independencia bajo el liderazgo del rey Roberto I Bruce.
En el ámbito vampírico, durante el siglo XIII el Príncipe Robert de Edimburgo había consolidado su dominio, y había invitado a otros Toreador a extenderse por otras villas y pueblos locales. Al mismo tiempo estableció algunas alianzas puntuales con los Gangrel locales, apoyándolos en su guerra contra los últimos Lhiannan del país. También recibió enviados del clan Tremere y de la Herejía Cainita, y los acogió como una forma de debilitar el vasallaje de su dominio hacia Mitras. El Príncipe de Londres realizó varias “advertencias” hacia su vasallo, pero Robert continuó fortaleciendo la presencia Toreador en Escocia, marginando a los enviados de Mitras.
En 1326 se reunió por primera vez el Parlamento de Escocia, con la presencia de los tres estamentos del país. El rey Eduardo III de Inglaterra reconoció oficialmente la independencia escocesa en 1328, pero a pesar de ello los monarcas ingleses continuaron interfiriendo en la sucesión al trono de sus vecinos en las décadas siguientes, lo que a su vez llevaría a Escocia a estrechar sus lazos con Francia durante la Guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra.
El Príncipe Robert de Edimburgo fue asesinado en 1401. De inmediato los Ventrue escoceses fueron acusados, y varios fueron destruidos en sus refugios. La guerra entre ambos clanes en las décadas siguientes, que se complicó con la Rebelión Anarquista, estuvo a punto de destruirlos hasta que el Príncipe Angus, chiquillo de Robert, acusó a los Tremere de haber orquestado el asesinato de su sire para provocar una guerra entre clanes en la que incrementar su poder. Cedric, una Gárgola huida, había revelado la traición de sus amos y aportado pruebas al respecto. Los Brujos fueron exiliados de Escocia y sus capillas destruidas una tras otra. Por el Tratado de Edimburgo de 1471 los Toreador y Ventrue de Escocia firmaron la paz, y unieron fuerzas para frenar a los Anarquistas escoceses, liderados por James el Rojo, del clan Brujah. Finalmente algunas de las reclamaciones de los Anarquistas fueron aceptadas y la paz regresó a los diversos dominios. Los emisarios del Príncipe Angus asistieron a la Convención de Thorns en 1493 y unieron los dominios de Escocia a la Camarilla.
Durante los siglos XV y XVI los Toreador, nuevamente estabilizados en el poder, se dedicaron a consolidar su dominio bajo la dinastía de los Estuardo. Se crearon varias universidades y escuelas de gramática y en general introdujeron a Escocia en el Renacimiento. En política exterior, los Toreador a menudo dejaron que sus peones mortales actuaran por su cuenta, estrechando lazos con Francia, pero en general prefirieron no mantener hostilidades con el Príncipe Mitras.
De este modo durante el siglo XVI la influencia francesa se extendió en la cultura de Escocia, pero la expansión de la Reforma protestante –fomentada por Mitras, molesto por el poder y las injerencias de la Iglesia Católica en su dominio- causó varios problemas dinásticos y luchas entre los nobles católicos y protestantes. En general los Toreador se posicionaron en el bando católico, mientras Brujah y Ventrue apoyaban a los protestantes. Sin embargo, aunque el protestantismo consiguió imponerse mayoritariamente entre la nobleza, los Toreador consiguieron mantener su influencia sobre la Corona.
Cuando los Ventrue creían que habían debilitado el poder de los Toreador y que el dominio de Escocia no constituía una amenaza, en el año 1603 Jacobo VI de Escocia se convertía también en Jacobo I de Inglaterra. Los Toreador, liderados por sir Matthew Lubbock, un aparente segundón de la corte del Príncipe Angus de Edimburgo, dieron un golpe de estado en Londres que sorprendió a los demás clanes. Una vez en el poder Sir Matthew demostró que bajo su disfraz de advenedizo se encontraba todo un Matusalén, que desde hacía siglos aguardaba desde las sombras el momento de imponer su hegemonía sobre los Vástagos de las Islas Británicas.
El golpe había sido bien planeado, pero no tuvo efectos duraderos debido a la falta de previsión política de los Toreador. Aunque indiscutiblemente habían conseguido controlar el poder monárquico, quedaron aislados y superados por la reacción antimonárquica orquestada progresivamente por Brujah y Ventrue, cada clan por sus propios motivos. La Guerra Civil Inglesa fue la respuesta del Príncipe Mitras al atrevimiento de los Toreador, y cuando Oliver Cromwell tomó el poder y ordenó la ejecución del rey Carlos I, quedó claro que el Clan de la Rosa había sido derrotado en Inglaterra. Los Toreador y sus aliados –entre los que se encontraban algunos Tremere- intentaron contraatacar, pero la restauración de la monarquía en la figura de Carlos II no proporcionó resultados efectivos y finalmente la dinastía Estuardo no consiguió imponerse al Parlamento, en su mayor parte controlado por Mitras y sus seguidores.
El Tratado de Durham de 1693 confirmó la derrota de los Toreador y el triunfo de los Ventrue en Londres. A cambio de la garantía de que el dominio de Edimburgo no sería atacado, los Toreador se comprometieron a no buscar poder más allá del Elíseo de Londres y a romper su alianza con los Tremere. Como garantía del cumplimiento del Tratado, varios Toreador de Londres, entre ellos sir Matthew Lubbock, permanecieron como rehenes, y lo mismo ocurrió con varios Ventrue escoceses capturados al principio de la guerra. En el plano mortal, el Acta de Unión de 1707 unía de forma efectiva las coronas de Escocia e Inglaterra y convertía a escoceses e ingleses en miembros de un mismo país.
Sin embargo, no todos los Toreador aceptaron las cláusulas del Tratado de Durham, y en 1715 varios vampiros escoceses apoyaron el alzamiento para reinstaurar a Jacobo Estuardo en el trono, destruyendo a varios de los rehenes Ventrue de Edimburgo. La revuelta fracasó, pero los Toreador lo intentaron de nuevo con Carlos Estuardo (“el príncipe Bonnie Charlie”) en 1745. El levantamiento fue nuevamente sofocado, y en esta ocasión los Ventrue de Londres destruyeron a sus rehenes en represalia, aunque algunos renunciaron a cualquier lazo con Edimburgo y se Vincularon voluntariamente a Mitras. Sir Matthew Lubbock huyó a las colonias de Norteamérica, y terminó por asentarse en Boston.
La derrota de 1745 también significó la decadencia progresiva del dominio de Escocia. Los Vástagos escoceses fueron conscientes de que su oportunidad de conseguir una hegemonía similar a la de Londres había pasado y muchos terminaron emigrando en busca de nuevos dominios que parasitar. Este progresivo éxodo fue propiciado por el ascenso de la clase media, formada por emprendedores empresarios, intelectuales y soldados que ocuparon posiciones de prestigio en diversos lugares del naciente Imperio Británico. Sin embargo, el Príncipe Angus de Edimburgo, decepcionado por su fracaso político, se sumió en una honda depresión, desentendiéndose de las labores de gobierno. En 1776 sus criados descubrieron que se había expuesto voluntariamente a la luz del sol, derrotado por su melancolía.
Aunque varios Vástagos lamentaron la muerte del Príncipe, y llegaron mensajes de condolencia de otros dominios, lo cierto es que los vampiros de Edimburgo recibieron la noticia con cierta apatía, y aunque había otros Vástagos más poderosos en el dominio, muchos ni siquiera se molestaron en discutir que Besse Dancort, la chiquilla más antigua del Príncipe, ocupara el trono de su sire.
Uno de los hechos responsables de la melancolía del Príncipe Angus fue que desde el siglo XVIII se encontraba irremediablemente endeudado con otra facción de vampiros, los Dunsirn, una rama del clan Giovanni, con una fuerte influencia en los puertos de las Islas Británicas. Las arcas de los Dunsirn habían financiado gran parte de las guerras e intrigas Toreador durante los siglos XVII y XVIII y su influencia había crecido considerablemente a costa del Clan de la Rosa. A mediados del siglo XVIII se habían convertido de manera indiscutible en el clan más poderoso e influyente de Escocia, aunque mantenían una educada fachada de neutralidad en los asuntos de la Camarilla.
Por esta razón, desde comienzos del siglo XIX, varios Vástagos escoceses comenzaron a formar una alianza común para frenar el poder de Inglaterra. Como parte de su estrategia, trataron de convertir el dominio de Glasgow en una alternativa de poder, pero sus planes se vieron neutralizados por los Vástagos ingleses, que no deseaban que Escocia recuperara sus fuerzas y se convirtiera de nuevo en una amenaza para Londres.