
El emperador
Miguel III el Borracho nació hacia el año 840 y con apenas tres años heredó el trono bizantino a la muerte de su padre, el emperador Teófilo. Durante su minoría de edad, el imperio fue gobernado por su madre, la emperatriz Teodora, que a pesar de las derrotas militares, consiguió mantener las fronteras del imperio frente a los ataques de los musulmanes. La emperatriz también restauró la veneración de imágenes, y puso fin al conflicto iconoclasta, lo que provocó un conflicto con los herejes paulicianos, que rechazaban el culto a las imágenes, contra los que se inició una persecución feroz.
Mientras tanto, Teodora se desentendió de la educación de su hijo, que se convirtió en un niño mimado y caprichoso, bajo la influencia de su tío Bardas. Tras un golpe de estado en el año 856, la emperatriz fue derrocada y Miguel asumió el poder imperial, aunque pronto se desentendió de las labores de gobierno, dejándolas en manos de su tío Bardas, que enclaustró a Teodora y sus hermanas. Ante el incremento del poder de su tío, Miguel se sintió amenazado y hacia el año 865 favoreció al noble Basilio, que era su amigo y amante y a quien había casado con Eudocia, una de sus favoritas. Basilio asesinó a Bardas y Miguel lo nombró heredero al trono. Sin embargo, una discusión entre ambos, debido al creciente afecto de Miguel por Basiliscianos, un auriga, llevó a Basilio a asesinar al emperador y a su amante en el año 867 y tomar el poder, iniciando la dinastía macedónica en el Imperio Bizantino.
Ilustración de Dgrayfox.
Durante el reinado de Miguel III, Miguel el Patriarca, el Matusalén Toreador de Constantinopla, sustituyó su figura y pasó a gobernar de forma directa el Imperio Bizantino, proporcionándole un período de estabilidad y favoreciendo la llegada de una dinastía imperial nueva y fuerte al trono. De esta manera, Miguel puso fin al conflicto iconoclasta y mantuvo las fronteras del Imperio. Cuando consideró que había obtenido su propósito, fingió su desaparición provocando el "asesinato" del emperador.