[Recurso] Celebrando la oscuridad
Publicado: 01 Oct 2021, 14:46
Como añadido al tema "Mes de Oscuridad" abro este tema para celebrarlo con las aportaciones que gustéis, ya sean relatos, ilustraciones, fotografías o cualquier avenida creativa que gustéis.
DÍA 1: ¡COLMILLOS FUERA!
Tras los largos meses de restricciones de la pandemia, Manuel y sus amigos se habían lanzado con desenfreno a la celebración. Junto con una multitud de jóvenes universitarios se habían lanzado a las calles, atestado bares y discotecas de moda, garitos de mala muerte y en fin, cualquier sitio donde pudieran abrevar su sed de alcohol, fiesta y emociones. Había sido todo un éxtasis embriagador festejar de nuevo, añadir una noche más a la larga serie de fiestas en la que sacrificar su juventud y sus ganas de disfrutar de la vida al máximo antes de que se agotara.
Pero había tenido que llegar la puta policía a aguar la fiesta. De mala gana algunos bares comenzaron a echar el cierre, aunque algunos titubeaban. Sin embargo, una oleada de furia comenzó a extenderse entre los universitarios reunidos. Un vaso de cristal sin vaciar fue el detonante que inició una batalla campal contra los agentes del orden opresor. Envalentonados por los primeros objetos arrojados, los jóvenes se lanzaron como una jauría, volcaron contenedores, rompieron farolas y señales y encontraron una nueva euforia en el enfrentamiento y desafío a la autoridad.
Cuando llegaron los refuerzos de la policía antidisturbios la batalla se recrudeció, pero pronto la valentía dejó paso a las carreras alocadas y la dispersión. La nube etílica del alcohol que había consumido hizo que Manuel no se diera cuenta de que sus amigos le habían dejado solo. Más sorprendido que asustado, soltó la botella de vodka que utilizaba como improvisado garrote y salió corriendo por las calles oscuras. No sabía hacia donde se dirigía, pero siguió corriendo y corriendo, un mal giro en una esquina, no llegó a ver la farola...y se desplomó.
Despertó tiempo después, ya avanzada la madrugada, dolorido, deshidratado y sediento. La cabeza le palpitaba. Se dirigió tambaleándose a casa, y más o menos reconoció el camino. El embotamiento del alcohol le estaba pasando, y la euforia de la noche dejaba de nuevo paso a la triste y gris realidad.
No supo muy bien cómo, pero llegó a casa y abrió la puerta. Su hermano mayor se estaba preparando para ir a trabajar. El perfecto Juan. El chico responsable. En su rostro leyó una mirada reprobadora y acusadora por llegar borracho de fiesta. Que se jodiera. Manuel no estaba para más mierdas.
-Mira. Ya llegó el puerco de la casa -le dijo su hermano con la acusación implícita en sus palabras.
Manuel se enfadó con Juan, como era habitual, pero en esta ocasión la chispa de sus palabras encendió un fuego desconocido. La mirada de Manuel se volvió carmesí, su furia cobró vida y sacando fuera los colmillos se lanzó sobre su hermano con un gruñido bestial y le mordió en la garganta. Juan no tuvo ni tiempo de sorprenderse, mientras su sangre y su vida eran devoradas.
DÍA 1: ¡COLMILLOS FUERA!
Tras los largos meses de restricciones de la pandemia, Manuel y sus amigos se habían lanzado con desenfreno a la celebración. Junto con una multitud de jóvenes universitarios se habían lanzado a las calles, atestado bares y discotecas de moda, garitos de mala muerte y en fin, cualquier sitio donde pudieran abrevar su sed de alcohol, fiesta y emociones. Había sido todo un éxtasis embriagador festejar de nuevo, añadir una noche más a la larga serie de fiestas en la que sacrificar su juventud y sus ganas de disfrutar de la vida al máximo antes de que se agotara.
Pero había tenido que llegar la puta policía a aguar la fiesta. De mala gana algunos bares comenzaron a echar el cierre, aunque algunos titubeaban. Sin embargo, una oleada de furia comenzó a extenderse entre los universitarios reunidos. Un vaso de cristal sin vaciar fue el detonante que inició una batalla campal contra los agentes del orden opresor. Envalentonados por los primeros objetos arrojados, los jóvenes se lanzaron como una jauría, volcaron contenedores, rompieron farolas y señales y encontraron una nueva euforia en el enfrentamiento y desafío a la autoridad.
Cuando llegaron los refuerzos de la policía antidisturbios la batalla se recrudeció, pero pronto la valentía dejó paso a las carreras alocadas y la dispersión. La nube etílica del alcohol que había consumido hizo que Manuel no se diera cuenta de que sus amigos le habían dejado solo. Más sorprendido que asustado, soltó la botella de vodka que utilizaba como improvisado garrote y salió corriendo por las calles oscuras. No sabía hacia donde se dirigía, pero siguió corriendo y corriendo, un mal giro en una esquina, no llegó a ver la farola...y se desplomó.
Despertó tiempo después, ya avanzada la madrugada, dolorido, deshidratado y sediento. La cabeza le palpitaba. Se dirigió tambaleándose a casa, y más o menos reconoció el camino. El embotamiento del alcohol le estaba pasando, y la euforia de la noche dejaba de nuevo paso a la triste y gris realidad.
No supo muy bien cómo, pero llegó a casa y abrió la puerta. Su hermano mayor se estaba preparando para ir a trabajar. El perfecto Juan. El chico responsable. En su rostro leyó una mirada reprobadora y acusadora por llegar borracho de fiesta. Que se jodiera. Manuel no estaba para más mierdas.
-Mira. Ya llegó el puerco de la casa -le dijo su hermano con la acusación implícita en sus palabras.
Manuel se enfadó con Juan, como era habitual, pero en esta ocasión la chispa de sus palabras encendió un fuego desconocido. La mirada de Manuel se volvió carmesí, su furia cobró vida y sacando fuera los colmillos se lanzó sobre su hermano con un gruñido bestial y le mordió en la garganta. Juan no tuvo ni tiempo de sorprenderse, mientras su sangre y su vida eran devoradas.