[EC] Escena 03 - La Villa de Pamplona

[Baluar]

Maldito crío, pensó Jaime para sus adentros. ¡Y tiene la desfachatez de mentir en nuestra cara!

Corrió detrás del crío como a la misma velocidad que le permitían sus alpargatas, con la mirada febril del celote y la convicción del que no tiene nada que perder ni miedo a la muerte.

-¿Si no has hecho nada, ¿por qué corres, zascandil? -Le gritó con una voz quebrada por la rabia de quien se autodispone a ser brazo ejecutor del Altísimo. -Robar es un pecado, castigado por la Ley de Dios, Jesucristo, Nuestro Señor.

Prosiguió su carrera a la vez que sus pulmones comenzaban a arder como las brasas del hogar antes de ser ser usadas para calentarse o para cocinar...

-¡Detente o solo responderé ante el Altísimo si te cojo!

► Mostrar Spoiler

[roll=797]5d10>6-p[/roll]

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=nFX89oWBsoE& - Rosmarin by Faun }

En uno de las calles, de improviso el muchacho amagó con lanzar el paquete a otro de sus amigos, con tan buena mañana, que Juan estuvo a punto de perder el equilibro con uno de tres peldaños de bajada de aquella callejuela, y atrás, Jaime tropezar con él. Aquello le dio una pequeña ventaja al ladronzuelo que giró en la siguiente calle, que pareciera aún más angosta.

Cuando los perseguidores se recuperaron del leve traspiés, giraron hacia la callejuela, al tiempo que veían cerrar, al final de la misma, una portezuela pesada de madera con un ventanuco enrejado. Al tiempo, los dos gatos pardos que eran los otros dos muchachos se descolgaban con sorprendente agilidad hacia el interior de lo que a todas luces parecía un atrio al otro lado de aquella puerta. El callejón, que se convertía en sin salida debido a aquella puerta, era tan estrecha que tenían que acceder de a fila de a uno. El silencio se hizo notable, lo justo para escuchar el trotar, ahora sí de Aymar despertando de su letargo e intentando unirse a sus compañeros.

Las palomas salieron volando cuando la puerta acabó de cerrarse bruscamente. Ahora si que estaban en un verdadero problema. Un nuevo tropiezo que ponía en jaque la importante misión, al menos, del mensajero hermético, del eficaz boina roja, que no lo había sido en aquellos aciagos días.

[Rugido_Ancestral]

"Diantres, pequeños diablillos... ¿Quién demonios los envió?" Pensó Juan mientras se notaba molesto por aquello que acaba de suceder. A veces las cosas pueden no salir como deseamos, pero esta en nosotros enfrentarnos a la adversidad, ir de frente y sobre continuar, no quedarnos parados esperando que hagan el trabajo por nosotros.

-¿Qué haremos ahora? Seguro trabajan para alguien... ¿Para quien Aymar? ¿Porque te quedaste mirando? Solo tenías que correr con nosotros...- Dijo Juan notablemente enojado. -Tu misión era esa, lo único que debías hacer...

-Jaime...-Dijo intentando calmarse. -¿Tú que piensas? ¿Qué debemos hacer? No se... Esta ciudad solo nos trajo desgracias... Pamplona la desgraciada...

[Baluar]

-Debemos salir de aquí cuanto antes, hermano Juan -murmuró Jaime como respuesta masticando las palabras mientras recuperaba el aliento. -Debemos dejar esta ciudad antes de que nos pongamos en peligro. Tenemos una misión que terminar, hermanos, una misión sagrada y ya hemos fallado una vez...


Se giró buscando su animal con la vista, su pequeña Noir que se sentiría tan perdida como él en este bosque urbano. Recordó la fábula del laberinto y el minotauro, y miraba en derredor intentando buscar un hilo del que tirar para no perderse. Pero, lamentablemente, no conocía a ninguna Ariadna...

Fijó su vista en Aymar y se acercó hasta él.

-Lamento lo ocurrido antes, hermano Aymar -dijo en un tono sincero, pero sin ocultar que hizo lo que creyó correcto en ese momento. Con la firmeza de quien cree haber actuado correctamente. -Pero dada una situación similar, lo volvería a hacer. Ahora debemos saber si continúas con nosotros o nos abandonas ya que tu misión parece haber fracasado...


Agachó por un momento la cabeza y desvió la mirada. Se sentía mal por lo que decía, pero había muerto gente querida por salvarle y no iba a dejar su misión. La mirada de Lyotard, la ruptura de esa unión, cuando su cuerpo era consumido por las llamas. No. No lo iba a permitir...

De nuevo, alzó la vista, la centró en los ojos de Aymar y esperó su respuesta antes de partir.

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=icbNvn9cISk - Peace meam }

Garcés permanecía en la encrucijada de la calle, sujetando las riendas de Quebranto. No había entrado al callejón sin salida, ni idea tuviera, pues el grueso cuerpo del percherón, haría de tapón y no permitiría movimiento alguno.

- Yo... yo no sé que me pasa... que me está pasando compañeros... Yo... - Los balbuceos de Aymar, casi sollozantes, precouparon a sus nuevos amigos, casi tanto como el aspecto cadavérico que su rostro estaba empezando a tornar. Todo había coincidido con la llegada a aquella ciudad maldita, con el embrujo oscuro de aquel torreón impasible que gobernaba el horizonte pamplonica, con el posterior beso de aquella huérfana que se hacía llamar Juana... pero el caso es que Aymar ya no parecía Aymar. Al menos no el mismo Aymar decidido, presto y solvente, de antaño. Pocas etapas del camino habían pasado y sin embargo, ya parecía que la senda había hecho demasiada mella en él.

Quizás allí estaba la clave. En la pérdida. Tanto Jaime como Juan había perdido aquel árbol sabio en cuya sombra habían crecido. De ramas de fortaleza y seguridad, cuyo follaje ahora se había perdido con la brisa desoladora de la muerte. Uno lo había visto y olido. El acero bajo la luna aragonesa y el olor ferroso del clavel emanante en el pecho de Jerónimo. El otro lo había vislumbrado en los reinos oníricos. Crepitar de llamas que derritieran cualquier fe. Los gritos sordos del hermano Lyotard con sus flamígeras barbas que le atormentaba cada noche.

Mientras escuchaban las excusas del boina roja y esperaban que abriera el paso, pues habían aclarado dejar aquella dichosa ciudad cuanto antes, el ventanuco de la puerta que ahora estaba a sus espaldas y que les había señalado el fin de aquella calleja se abrió con notable presteza, sin que pareciera que ningún fechillo lo atorara, y sobre todo, como si pareciese que alguien estaba escuchando tiempo ha. Del cuadrado de madera, surgió un rostro que era un desastre asimétrico. Nariz torcida y promimente, boca cuasi desdentada, y un ojo tullido con un velo lechoso que lo recubriese, eran los elementos más reseñables de una cabeza con poco pelo cano sobre los laterales de las orejas que parecieran guardar en ellas, todo el cabello que faltara en la coronilla.

Aunque su cara ocupara casi todo el espacio del visillo, los peregrinos pudieron observar parte del atrio entre los huecos que dejaba, gracias a la luz que proporcionaba la tarde, y que hacía que las sombras de los tejados aun no fueran alargadas. - ¿Deseaban algo los señores? - dijo una voz ronca y tomada por el vino caliente - No es buen lugar éste, para los extranjeros - Recalcó con el ojo sano abriendo su mirada y ladeando la cabeza.

El silencio que se hizo tras los requerimientos de aquel viejo permitió que los suaves jadeos tras la carrera de los jovenes ladrones, aun se escucharan tras la puerta. A todas luces, se ocultaban con el beneplácito del senil tuerto. Aymar Garcés dibujó una especie de mueca que no llegó a formularse en sonrisa. Tal vez aún quedara una posibilidad de que su misión tuviera éxito.

[Rugido_Ancestral]

El joven inventor decidió intervenir, ya se había dado cuenta que este lugar no era el más apropiado para los viajeros como ellos y que su compañero Aymar había fallado hasta en encontrar un lugar razonablemente seguro. Sin embargo, no supo como entender la mueca de Gárces y se dirigió al hombre que había abierto el ventanuco:

-Ya nos dimos cuenta que no es el lugar que buscabamos, unos malditos niños, por no decir engendros del demonio nos robaron...- Dijo mientras miraba para todos lados. -¿Cree que los podríamos encontrar en algún lugar?

Juan no sabía que más hacer ante aquella situación, tal vez este misterioso hombre podría brindarles información para que la misión que habían encomendado a Aymar todavía fuese cumplida.

[Baluar]

-Así es, buen señor -respondió Juan tras mirar de reojo a Aymar-, buscábamos unos zagales que se han perdido por este callejón y nos preguntábamos si vuecencia los ha visto.

Jaime no sabía bien cómo reaccionar ante semejante visión ni interpretar la mueca de de Aymar. Solo deseaba salir de esa ciudad y poder respirar profundamente el aire puro del camino hasta que le vio la imagen de la abominación devorar los paisanos de aquel pueblo y, por un momento, vio bien la opción de no salir fuera de la ciudad tras el amanecer...

[Jebediah_Gogorah]

{ https://www.youtube.com/watch?v=icbNvn9cISk - Peace meam }

El tuerto entornó aún todavía más el ventanuco ante el comentario de los peregrinos, hasta casi parecer una cabeza flotante en la negrura de la sombra. Ladeó la cabeza con cierta curiosidad, con el afán descarado de una urraca que ve un anillo brillar con el reflejo del sol de la mañana. Aquel ojo sano mostraba una codicia malsana, y cuando abrió la boca, el mal olor de los vapores etílicos surgió de su boca.

- No, no he visto a ningún niño... - mintió con mal disimulo - ... pero deben enteder sus mercedes, que los críos de estos barrios pasan mucha hambre, y que cuando las tripas rugen uno solo piensa en darles calma. - Las risillas y las exhalaciones al otro lado de la puerta habían cesado, y ahora había un silencio sepulcral solo roto por algunos ladridos lejanos, el cantar de los pájaros, y el sempiterno martillar del herrero. La tarde estaba muriendo en aquel preciso instante, y las sombras se alargaban. - Estoy seguro de que esos mozos, si consiguen darles encuentro, le devolverán aquello que sustrajeran por un módico precio muy inferior al que pudieran sacar con el menudeo.

Aquel ojo de color verde que pareciera ver por los dos, por el sano y por el ciego, examinaba con detenimiento cada una de las figuras que se encontraban en el callejón. No mostraba interés en ocultar el examen concienzudo que hacía, pues se sentía con la seguridad del cazador que contemplaba como los conejillos temblaban ante la trampa. Aquel era su territorio, allí el era el rey. El rey de los ladrones.

- Que digo yo, que no supiera donde ubicarlos - interrumpió su análisis - pero si pudiera, por una pequeña comisión de la venta, podré devolverles lo que es suyo, amén de darles una buena tollina a esos mocosos... - añadió con cierta sorna. Luego desvió el tema y fijó su mirada uniocular a Aymar. - Eh tu, muchacho, tu cara me resulta familiar... ¿puedes acercarte y que este viejo tullido pueda observarte mejor? - Su mano ganchuda de dedos anchos y uñas heridas y negras como el tizón, asomó por el ventanuco, y gesticulando para que el boina roja fuera a su encuentro.

[Rugido_Ancestral]

Juan ya se había encontrado con situaciones como esta en el pasado, era algo de lo que siempre se encargaba su mentor, el no estaba tan ducho en hablar con esta clase de gente de mala vida... Eso hizo que recordará unas palabras de su mentor, que siempre alababa la ingenuidad del bonachón de su pupilo, "Aquel que cree que ya gano, déjalo seguir pensando aquello, mientras tanto tu que pareces un cervatillo de inocente, úsalo, probablemente no esperen nada de ti y eso hará que puedas sorprenderlos..."

-Claro que entendemos sus mercedes...- Dijo manos inquietas mientras se tocaba sus nudillos izquierdos con las yemas de los dedos de su mano derecha. -Lo que nos fue sustraído eran las memorias de mi difunto padre, que llevamos para que mi pobre madre guarde el recuerdo de lo que fueron los últimos años de un cruzado, que murió en tierra santa... No creo que en el mercado encuentren un buen precio por aquello.^*1

Saco de su morral un pequeño artilugio, poseía ocho partes móviles que tenían ocho posiciones diferentes y que funcionaban a través de un pequeño resorte. Era uno de sus "juegos favoritos", estaba construida con partes metálicas y de madera reforzada, parecía sacada de algún libro de cuentos en los que el protagonista debía resolver con su ingenio una situación.



-Está es una de mis creaciones, aunque no es muy grande le aseguro que le brindará seguridad a cualquier cosa que usted desee...- Dijo un poco meditabundo.-El único problema es que aquellos niños no podrán comer esta caja tan segura. Es una verdadera desgracia que no podamos hacer un trato.- Dijo con cierto pesar en la voz el joven Zuñiga, mientras dejaba que aquella urraca ladrona se interesara por aquel objeto que con seguridad no había visto en su vida, luego me gire, coloque el mecanismo como debía abrirse y me volteé para demostrar que funcionaba. -¿Lo ve? Hay 1028 combinaciones y solo una de ellas es la que abre. Es más segura que cualquier cerradura que vaya a encontrar.

Juan esbozó una sonrisa de satisfacción pues sabía que sus trabajos eran piezas únicas y con características particulares cada uno de ellos.

Spoiler

Mostrar

Tirada de Manipulación + Subterfugio + 1 fv
[roll=800]2d10[/roll]

[Baluar]

Por un momento la ira empezó a carcomer los pilares que sustentaban la entereza de Jaime. No había sido educado en la avaricia, en la codicia ni en la mentira. Aquel señor parecía mentirles descaradamente y ellos sufrían bastante el robo.

Respiró profundamente un par de veces antes de esbozar una sonrisa forzada. Estaban en una ciudad desconocida y en una situación de desventaja para recuperar aquello que necesitaba su compañero Aymar. El cambio que había notado en este, aún más pasivo y raro, le hizo recordar el guantazo que le propinó.

Atendió presto a la negociación de su compañero y quiso participar de su parte, apelan a los sentimientos religiosos de la gene. Si bien no le gustaba mentir o manipular a nadie, sí había asistido a esos subterfugios de su bien Lyotard cuando tenían que conseguir el favor de alguien ajeno a su fe. en su tierra la verdad y la hermandad los llevaba a cualquier sitio. Solo era necesario apelar al nombre de Dios, Jesucristo, el Dios Único y Verdadero. Ahora estaban en tierra de Satanás y debía jugar con sus armas.

-Hermano -apeló tras carraspear-, tenga a bien ayudarnos y acepte ese obsequio como pago por su generosidad. Somos pobres como usted y entre pobres es menester ayudarnos. Ande, vuesa merced, acepte ese obsequio y le pediré por usted a San Benito...

► Mostrar Spoiler

[roll=801]3d10>7[/roll]