[EC] Dramatis Personae
Publicado: 24 Ene 2022, 22:29
Liotard de Arillac
Liotard de Arillac fue un noble señor que disponía de su feudo en las extensas llanuras cercanas a Parisot, un punto equidistante entre Tolosa y Albi. Era un fiel religioso que pagaba su diezmo a la iglesia y juraba fiel servicio a la dinastía de los Capetos. Según algunos escritos, a finales del siglo XI en pleno auge del catarismo, conoció a Jeremías, hijo de Bogomil, que había llegado hacía años desde las más reconditas regiones de Tracia, propagando las palabras de su padre.
La conexión fue instantánea, y Liotard Despertó, conociendo "El Camí dels Bons Homes" , y recorriendo dicho camino de los hombres buenos, se unió al movimiento asceta. Abandonó sus tierras y se asentó en Albi, donde rápidamente se hizo un nombre entre los suyos. Durante la cruzada albigense, probó las amargas hieles de la derrota en Carcassone, y las dulces mieles de la victoria en Tolosa, donde resistió el asedio de las tropas de Simón de Momfort, al que pudo herir en su huida.
Herido él también por las batallas, pronto se le fue asignada la tarea de preceptor, y se dedicó a buscar a jóvenes y potenciales fieles a la causa, que estuvieran en posesión o pudieran estarlo en un futuro de habilidades mágicas. Y así, recorrió el sur francés y el norte español durante los siguientes lustros, conociendo a Jaime Albertí Atienza, en una de esas incursiones al sur de los Pirineos, y habido sido llamado por el presbítero Simón Sampedro.
Murió, como casi todos sus compañeros de Adytum y tras la traición del catecúmeno Pierre Roger de Mirepoix que daría como resultado la rendición de Montsegur, en el "Prado de los Quemados" el 16 de Marzo de 1244, en una ceremonia, en la que el Arzobispo de Narbona, Pierre Amiel, ordenó realizar el ritual del Gilgul, que desproveía a los Despertados de su avatar, para luego ser pasto de las llamas junto a sus más de doscientos compañeros de fe, no sin antes haber dejado un par de discípulos desperdigados por el reino de Aragón y el mediodia francés.
Algunas historias cuentan que algunos peregrinos aún hoy en día cuentan que entre las ennegrecidas briznas de hierba, se oye la Canción que entonaron mientras eran pasto de las llamas, dejando esté satánico mundo material, y esperando la pronta entrada de sus almas en el verdadero reino de Dios.

Liotard de Arillac fue un noble señor que disponía de su feudo en las extensas llanuras cercanas a Parisot, un punto equidistante entre Tolosa y Albi. Era un fiel religioso que pagaba su diezmo a la iglesia y juraba fiel servicio a la dinastía de los Capetos. Según algunos escritos, a finales del siglo XI en pleno auge del catarismo, conoció a Jeremías, hijo de Bogomil, que había llegado hacía años desde las más reconditas regiones de Tracia, propagando las palabras de su padre.
La conexión fue instantánea, y Liotard Despertó, conociendo "El Camí dels Bons Homes" , y recorriendo dicho camino de los hombres buenos, se unió al movimiento asceta. Abandonó sus tierras y se asentó en Albi, donde rápidamente se hizo un nombre entre los suyos. Durante la cruzada albigense, probó las amargas hieles de la derrota en Carcassone, y las dulces mieles de la victoria en Tolosa, donde resistió el asedio de las tropas de Simón de Momfort, al que pudo herir en su huida.
Herido él también por las batallas, pronto se le fue asignada la tarea de preceptor, y se dedicó a buscar a jóvenes y potenciales fieles a la causa, que estuvieran en posesión o pudieran estarlo en un futuro de habilidades mágicas. Y así, recorrió el sur francés y el norte español durante los siguientes lustros, conociendo a Jaime Albertí Atienza, en una de esas incursiones al sur de los Pirineos, y habido sido llamado por el presbítero Simón Sampedro.
Murió, como casi todos sus compañeros de Adytum y tras la traición del catecúmeno Pierre Roger de Mirepoix que daría como resultado la rendición de Montsegur, en el "Prado de los Quemados" el 16 de Marzo de 1244, en una ceremonia, en la que el Arzobispo de Narbona, Pierre Amiel, ordenó realizar el ritual del Gilgul, que desproveía a los Despertados de su avatar, para luego ser pasto de las llamas junto a sus más de doscientos compañeros de fe, no sin antes haber dejado un par de discípulos desperdigados por el reino de Aragón y el mediodia francés.
Algunas historias cuentan que algunos peregrinos aún hoy en día cuentan que entre las ennegrecidas briznas de hierba, se oye la Canción que entonaron mientras eran pasto de las llamas, dejando esté satánico mundo material, y esperando la pronta entrada de sus almas en el verdadero reino de Dios.