El Conde ocupaba toda la puerta y delante suyo se encontraba el enviado de Vannevar. De repente el Conde recibió un golpe por detrás, que lo pilló por sorpresa y que lo aturdió de forma muy leve solamente, pero al ver esto, su acompañante se movió a una velocidad insólita, y que parecía casi imposible para un ojo humano pudiera distinguir y ver sus movimientos y mucho menos poder reaccionar a las acciones.
Clarisa, que había golpeado al Conde, sin saber que se trataba de él, recibió un fuerte golpe que la envió contra un árbol cercano, quedando viva pero inconsciente al golpearse la cabeza contra el tronco y otro fuerte golpe recibió Amant, cayendo hacia atrás y quedando fuertemente aturdido.
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La figura se echó extremadamente rápido otra vez sobre él, antes de que Amant pudiera siquiera reaccionar y lo noqueó con un puñetazo en el rostro.
El enviado por Vannevar saltó sobre el inconsciente Amant, dispuesto a acabar con su vida.
-¡No! ---dijo El Conde. ¡Lo haré! ¡lo haré!--cedió el Conde, forzado por la situación.
-Tuyo es el derecho, tienes el permiso. El enviado por Vannevar se apartó.
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El Conde se agachó y se tendió sobre el cuello de Amant mordiendo delicadamente su tierna piel y bebiendo de él. Luego, se mordió la mano y acercó la sangre a la boca del inconsciente Amant, haciendo que bebiera de él. El abrazo se había producido. Un nuevo vampiro había nacido.
El enviado de Vannevar se marchó, no sin antes citarlos ante la Príncipe para dentro de dos días, Sire y chiquillo.
El Conde se quedó al lado de Amant, para que despertara, lo cual sería pronto, ya habiendo recibido el Abrazo y siendo un nuevo miembro de la Estirpe. Llevó antes de ello a Clarisa a la cama en el interior de la cabaña y la tendió sobre la misma antes de salir y volver a observar a Amant.