La noche que lo cambió todo

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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista

La noche que lo cambió todo

#1

Mensaje por Pagliacci » 02 Ago 2023, 09:50

Las dos figuras, recortadas contra la oscuridad del callejón por la luz lúgubre de una farola oxidada, posaron su mirada sobre la joven que entre estertores parecía despertar. Su rostro sanguinolento mostraba el estupor de aquel que ha visto la muerte, su cuello aún lucía el desgarro y las dentelladas que le había dejado su asesino.

El charco de sangre se entremezclaba con la basura y los periódicos mojados que mostraban perturbadores titulares, en el Bronx una banda había apuñalado en los ojos a un anciano, en Brooklyn las familias ya no se podían permitir pagar los alquileres.

En la pared, las vísceras de la chica habían sido utilizadas para dibujar un extraño símbolo geométrico. De la escena emanaba un olor podrido a azufre, sal y herrumbre. En sus ojos vidriosos todavía se reflejaba el imago mortis.

La joven, casi una adolescente, abría los ojos a un nuevo mundo, sintiendo por primera vez un ansia inhumana, alienígena, en su interior. Pero algo no iba bien, peor aún que para el resto de los vástagos, los dos no-muertos lo sentían. El calor se resistía a abandonar el cadáver, la vida parecía aferrarse a su cuerpo, los cambios esperables no llegaban y, de fondo, las sempiternas sirenas aullaban en la noche.

-Tenía que hacerlo, no podía dejarla ahí tirada, muerta.- Dijo él, en sus palabras se entremezclaba la amargura y el arrepentimiento.

-No es como nosotros. - Dijo la pariah, mientras se arrodillaba para examinar las heridas de la víctima resucitada- ¿La mataste tú?

El hombre no devolvió su respuesta, simplemente se quedó contemplando como la criatura que había despertado con su sangre y en contra de las leyes de la Estirpe no era como ellos. Sobre el asfalto les devolvía la mirada un ser hambriento, un eco de su bestia, pero paradójicamente, mucho más humano que cualquiera de los no-muertos que hubieran conocido.

-¿Crees que es una sangre-débil?- Dijo el sire, mientras la sombra del doble pecado cruzaba sus ojos, pues no sólo había abrazado contra la ley, sino que había creado un dhampiro, un ser proscrito por sus tradiciones y tan temido, como incomprensible.

-Sí, no lo sé. Deberíamos buscar a un experto en estos temas, un puto brujo. Y, de paso, deberíamos encontrar al asesino de la joven, no creo que las marcas satánicas sean una buena señal.

Los dos vástagos habían asumido el tácito acuerdo de cuidar de ella en secreto, de ocultarla de la Estirpe, pues sabían que si se descubría, tanto ella como ellos caerían bajo el filo del verdugo. Mientras se acercaban, la descastada le preguntó a su compañero:

-¿Porqué la abrazaste?

-La verdad, no lo sé.- Mintió, mientras acarició con su mano la piel de su nueva chiquilla.

Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista

Re: La noche que lo cambió todo

#2

Mensaje por Jebediah_Gogorah » 03 Ago 2023, 15:58

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Habían pasado varias veces por delante de aquella puerta de almacén, pero no se habían percatado de su presencia. Embriagados por el rocío de la noche y los gases provenientes del alcantarillado y las fábricas, las tres figuras tenían ahora la sensación de haberse perdido en una manzana. La del medio, permanecía mirando el suelo, balbuceante, como una yonki tras una sobredosis.

Los dos custodios cargaban con aquel pecado carnal en sus hombros buscando alguien que les resolvieria su particular enigma... ¿que hacer ahora con aquella criatura?. La paria miró su móvil, la ubicación debía ser aquella. Le había costado mover aquellos hilos sin levantar sospechas, pero el contacto era de confianza. "Un amigo de un conocido de un primo...". Lo importante. Tenía la dirección de un brujo. Ahora solo faltaba que les fuera de utilidad.

La puerta, como si de una novela antigua de un escritor irlandés se tratará, se abrió ligeramente, haciendo chirriar parte de sus oxidados raíles, provocando que varias palomas se perdieran en la oscuridad de la noche. El olor a serrín enseguida inundó sus fosas nasales. Se perdía el rastro de las enormes columnas de metal que sujetaban un techo, imperceptible ahora, de uralita.

No había nadie al otro lado de la puerta, pero el titilar de unas tenúes luces al fondo de la carpintería les indicó el camino. Arrastraron a la joven entre caladoras y demás maquinaria en desuso hasta llegar al fondo de la nave. Pasaron un marco abierto, y apartaron un enorme telón negro que parecía colgar desde una negrura infinita. El olor a serrín había quedado atrás, superpuesto por el azufre y el óxido, y otros aromas indescriptibles.

Unas mortecinas luces de servicio, y la luz blanca de un estanque donde nadaban media docena de lampreas, alumbraban una estancia totalmente desbordada de objetos extraños y de trazos incomprensibles de tiza en la pared. Sin rastro del tremere. Antes de que la pareja de vástagos, en alerta, empezaran la búsqueda activa del mismo, una voz gruesa y neutra surgió del fondo de la habitación, sin bienvenida ni saludo protocolario:

-¿Cómo pensáis pagarlo?

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