Pagliacci
Publicado: 07 Ago 2023, 22:54
PAGLIACCI
Una falsa promesa de futuro, una generación perdida. Noches en vela sacando titulares para grandes periódicos y cobrando limosna, horas de dedicación en un blog personal, horas extra en un periódico freelance, así era la vida de Pagliacci (su alias) antes de ser asesinada. La vida de una periodista, de una investigadora enamorada de su trabajo, de una hilandera de palabras que a duras penas llegaba a fin de mes.
Se sumergió en el mundo de la noche, se rodeó de la verdad, de lo auténtico, iba donde nacían las noticias y hollaba los caminos que los compañeros más respetados no se atrevían. Pagliacci se movía entre prostitutas, entre traficantes, entre jueces, fiscales, abogados, criminales, policías y toda clase de calaña que poblaban las páginas de la crónica negra neoyorquina.
Y cuando los periódicos no compraban su noticia por un precio miserable, era ella misma la que la publicaba, en algún oscuro rincón de la red, en los polvorientos foros y otros legajos digitales ya olvidados. Su trabajo era su vida y era un trabajo ingrato que le llevo a desarrollar una personalidad hosca e irritable. Su familia hacía tiempo que le había dado la espalda y la única persona que le soportaba era su compañero y socio, Vanya, cuyas fotografías hacían mucho por elevar el atractivo de sus artículos.
En sus últimas semanas de vida, el hilo de la desaparición de una joven inmigrante le había llevado hasta las más altas esferas de la ciudad y ante un extraño círculo de empresarios con negocios tan antiguos como Nueva Ámsterdam. Era un asunto turbio, que implicaba la trata de blancas y el tráfico de personas. Y todo acabó de la peor forma posible.
NOCHES ETERNAS
Despertó escuchando el sonido de las olas rompiendo contras las lejanas rocas, sintió las aves nocturnas posar su reflectante mirada sobre su cadáver y al alzarse notó el peso de sus extremidades inertes moverse gracias al flujo de la sangre por sus venas necróticas. Estaba muerta. Estaba sola. Estaba hambrienta.
Ellis Island, allá donde tantos habían muerto por tifus contemplando un sueño que jamás se cumpliría, había sido el lugar donde había expirado su último aliento. Y, mientras contemplaba la bahía del Hudson, las gaviotas alzaron su errático vuelo hacia las aguas.
Los primeros años fueron duros, no sabía nada, nadie quiso enseñarle, era una proscrita en una sociedad feudal y clientelar. Afortunadamente, aquel era el mundo en el que había aprendido a moverse. Encontró la forma de saciar su sed usando los secretos que conocía, descubrió como controlar mentalmente a sus presas y sacarles cada iota de información.
Con el tiempo, llegó a conocer a otros vástagos, algunos se mostraron hostiles con ella, huyó. Aquella era una ciudad que acaba a salir de una guerra entre alianzas vampíricas, una guerra que todavía continuaba y había dejado numerosos huérfanos entre los chupasangres, la presencia de una neonata más pasó desapercibida. Descubrió que los túneles era acogedores, sobre todo si podías ofrecer secretos a cambio.
Su familia nunca llegó a saber en lo que se había convertido, pero Vanya sí. El fotógrafo descubrió demasiado y Pagliacci tuvo que mesmerizarlo. Con el paso del tiempo los borrados de memoria están empezando a pasarle factura a su joven amigo, ella debería darle la espalda y dejarlo vivir su vida, pero simplemente, no puede, es casi lo único que le queda.
Una falsa promesa de futuro, una generación perdida. Noches en vela sacando titulares para grandes periódicos y cobrando limosna, horas de dedicación en un blog personal, horas extra en un periódico freelance, así era la vida de Pagliacci (su alias) antes de ser asesinada. La vida de una periodista, de una investigadora enamorada de su trabajo, de una hilandera de palabras que a duras penas llegaba a fin de mes.
Se sumergió en el mundo de la noche, se rodeó de la verdad, de lo auténtico, iba donde nacían las noticias y hollaba los caminos que los compañeros más respetados no se atrevían. Pagliacci se movía entre prostitutas, entre traficantes, entre jueces, fiscales, abogados, criminales, policías y toda clase de calaña que poblaban las páginas de la crónica negra neoyorquina.
Y cuando los periódicos no compraban su noticia por un precio miserable, era ella misma la que la publicaba, en algún oscuro rincón de la red, en los polvorientos foros y otros legajos digitales ya olvidados. Su trabajo era su vida y era un trabajo ingrato que le llevo a desarrollar una personalidad hosca e irritable. Su familia hacía tiempo que le había dado la espalda y la única persona que le soportaba era su compañero y socio, Vanya, cuyas fotografías hacían mucho por elevar el atractivo de sus artículos.
En sus últimas semanas de vida, el hilo de la desaparición de una joven inmigrante le había llevado hasta las más altas esferas de la ciudad y ante un extraño círculo de empresarios con negocios tan antiguos como Nueva Ámsterdam. Era un asunto turbio, que implicaba la trata de blancas y el tráfico de personas. Y todo acabó de la peor forma posible.
NOCHES ETERNAS
Despertó escuchando el sonido de las olas rompiendo contras las lejanas rocas, sintió las aves nocturnas posar su reflectante mirada sobre su cadáver y al alzarse notó el peso de sus extremidades inertes moverse gracias al flujo de la sangre por sus venas necróticas. Estaba muerta. Estaba sola. Estaba hambrienta.
Ellis Island, allá donde tantos habían muerto por tifus contemplando un sueño que jamás se cumpliría, había sido el lugar donde había expirado su último aliento. Y, mientras contemplaba la bahía del Hudson, las gaviotas alzaron su errático vuelo hacia las aguas.
Los primeros años fueron duros, no sabía nada, nadie quiso enseñarle, era una proscrita en una sociedad feudal y clientelar. Afortunadamente, aquel era el mundo en el que había aprendido a moverse. Encontró la forma de saciar su sed usando los secretos que conocía, descubrió como controlar mentalmente a sus presas y sacarles cada iota de información.
Con el tiempo, llegó a conocer a otros vástagos, algunos se mostraron hostiles con ella, huyó. Aquella era una ciudad que acaba a salir de una guerra entre alianzas vampíricas, una guerra que todavía continuaba y había dejado numerosos huérfanos entre los chupasangres, la presencia de una neonata más pasó desapercibida. Descubrió que los túneles era acogedores, sobre todo si podías ofrecer secretos a cambio.
Su familia nunca llegó a saber en lo que se había convertido, pero Vanya sí. El fotógrafo descubrió demasiado y Pagliacci tuvo que mesmerizarlo. Con el paso del tiempo los borrados de memoria están empezando a pasarle factura a su joven amigo, ella debería darle la espalda y dejarlo vivir su vida, pero simplemente, no puede, es casi lo único que le queda.