Prólogo: Pagliacci
Publicado: 21 Ago 2023, 19:35
No es agradable de ver, ¿eh?
Sueltas un respingo por respuesta, sorprendida por la intromisión. El tipo era de los que solían frecuentar esta mezcla entre antro subterráneo y casa del terror que en ocasiones era aquel laberinto de estaciones, túneles y pasillos olvidados en algún punto de Manhattan. El Laberinto era un lugar un tanto desagradable. Pero en él pasaban cosas, se decían cosas... y no se hacían preguntas. Era un sitio que te atraía irremediablemente.
A pesar de tipos como este.
Mirada entrecerrada, una chaqueta vieja y desgastada, barba mal afeitada. Manchas aún de grasa en las manos. Un nómada de los que iban y venían, sabedores de que no tenían la más mínima posibilidad de ser acogidos en Nueva York, pero que siempre volvían atraídos por las oportunidades, y las Resonancias, de la Gran Manzana. Mañana probablemente estaría en otro lugar.
No, no era agradable, pero no te había gustado que viera el momento en el que apartabas la vista del sangriento espectáculo que se desarrollaba en un lateral, junto a un par de enormes vigas de metal, y que era jaleado por algunos y obviado por otros. En el suelo, intentando taparse la cara con las manos había un muchacho, no más de veinte años, al que le estaban dando una soberana paliza a base de patadas. No era muy complicado intuir que los que le golpeaban eran en su mayoría Ghouls con ansias de ganar puntos ante sus amos. O simples perdidos que ya no tenían amo y se entretenían matando su frustración a hostia limpia. Perros de dos patas.
De fondo pinchaban una música electrónica a un volumen demasiado alto para tu gusto.
Estás asqueada.
Habías oído que estas cosas pasaban. Pero nunca lo habías visto y no, francamente no era agradable. Habías seguido la pista de un muchacho desaparecido y habías terminado aquí, donde venías una vez al mes más o menos en busca de actualizar tu base de datos de la calle y, de paso, buscar nuevas historias.
No era agradable por lo que implicaba además esa paliza. El muchacho no era un simple chico del Lower East Side con mala suerte en la vida y tendencia a consumir más opiáceos de los debidos. Era uno de esos extraños nuevos vampiros de los últimos tiempos.
Era como Melinda.
Y le estaban redibujando la cara.
Era un aviso. Desagradable, desde luego. Y te venían a la mente un torrente de preguntas.
El hombre seguía a tu lado, con una media sonrisa que te incomodaba.
- Pagan bien por estos, ¿sabes? -dice sin dejar de sonreír y señalando de reojo al Sangre Débil apaleado.
Más preguntas. Más caminos. Quizá alguno que abra la puerta de una vez a poder dormir tranquila en la ciudad más apasionante del mundo. Quizá a costa de demasiados secretos que aún tienes que tapar junto a tus dos compañeros.
- Sueltas un respingo por respuesta, sorprendida por la intromisión. El tipo era de los que solían frecuentar esta mezcla entre antro subterráneo y casa del terror que en ocasiones era aquel laberinto de estaciones, túneles y pasillos olvidados en algún punto de Manhattan. El Laberinto era un lugar un tanto desagradable. Pero en él pasaban cosas, se decían cosas... y no se hacían preguntas. Era un sitio que te atraía irremediablemente.
A pesar de tipos como este.
Mirada entrecerrada, una chaqueta vieja y desgastada, barba mal afeitada. Manchas aún de grasa en las manos. Un nómada de los que iban y venían, sabedores de que no tenían la más mínima posibilidad de ser acogidos en Nueva York, pero que siempre volvían atraídos por las oportunidades, y las Resonancias, de la Gran Manzana. Mañana probablemente estaría en otro lugar.
No, no era agradable, pero no te había gustado que viera el momento en el que apartabas la vista del sangriento espectáculo que se desarrollaba en un lateral, junto a un par de enormes vigas de metal, y que era jaleado por algunos y obviado por otros. En el suelo, intentando taparse la cara con las manos había un muchacho, no más de veinte años, al que le estaban dando una soberana paliza a base de patadas. No era muy complicado intuir que los que le golpeaban eran en su mayoría Ghouls con ansias de ganar puntos ante sus amos. O simples perdidos que ya no tenían amo y se entretenían matando su frustración a hostia limpia. Perros de dos patas.
De fondo pinchaban una música electrónica a un volumen demasiado alto para tu gusto.
Estás asqueada.
Habías oído que estas cosas pasaban. Pero nunca lo habías visto y no, francamente no era agradable. Habías seguido la pista de un muchacho desaparecido y habías terminado aquí, donde venías una vez al mes más o menos en busca de actualizar tu base de datos de la calle y, de paso, buscar nuevas historias.
No era agradable por lo que implicaba además esa paliza. El muchacho no era un simple chico del Lower East Side con mala suerte en la vida y tendencia a consumir más opiáceos de los debidos. Era uno de esos extraños nuevos vampiros de los últimos tiempos.
Era como Melinda.
Y le estaban redibujando la cara.
Era un aviso. Desagradable, desde luego. Y te venían a la mente un torrente de preguntas.
El hombre seguía a tu lado, con una media sonrisa que te incomodaba.
- Pagan bien por estos, ¿sabes? -dice sin dejar de sonreír y señalando de reojo al Sangre Débil apaleado.
Más preguntas. Más caminos. Quizá alguno que abra la puerta de una vez a poder dormir tranquila en la ciudad más apasionante del mundo. Quizá a costa de demasiados secretos que aún tienes que tapar junto a tus dos compañeros.