Todavía no sabe muy bien que hace allí en ese momento, haciendo eso. Mirar hacia los lados y ver a sus compañeros le reconforta. Seguro que todo esto tiene un sentido. Pasar la noche como unos pandilleros intentando provocar una guerra que no saben como les va a afectar. Tienen buena pinta, estos símbolos, no daba un centavo de dólar porque así lo fuera. ¿Qué hace Montecristo? El sabrá, no voy a importunarle.
¿Y ahora qué? Agazapados tras un coche, como si estuviéramos haciendo una travesura pero, un momento, ¿Quién es ese? Joder.
-Sí, claro que lo conozco
Susurra
-Vámonos de aquí lo antes posible. Esto va en serio. Os lo explico por el camino. Cojamos el metro. Es la manera más sencilla de ir hasta casa de David
Un chispazo pasa por su cabeza. Sus compañeros no están tan adaptados como él a usar medios de transporte con tanta humanidad. Quizá se sientan incómodos. Bueno, ahora ya está dicho. Nyx se queda mirándolos alternativamente a la espera de saber si aprueban su plan.
"Countdown" 1
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 1
El tremere escuchó la idea de retirada de su amiga con alias de payaso deprimido. Se ajustó los mitones como cuando se ponía nervioso antes de entrar en la escena de un crimen. Los mismos nervios atenazándole el estómago. El mismo nudo invisible apretando su garganta. El mismo temblor de siempre.
Se contuvo. Al final no había sido el Demonio ni la Fortuna, sino el propio instinto de supervivencia. - Al menos, hemos dejado la señal apuntando hasta allí... ahora solo es cuestión de que se peleen entre ellos. A ver quien es el primero que levanta la mano... - pensó a la vez que imaginó la cabeza de Virgil pasada por una de las cuchillas de los Shelby. Definitivamente, si esa fantasía oscura se cumplía, el viaje no había sido en vano.
Embocaron la boca del metro en silencio, que aparecía ante ellos como la boca de un lobo, pero que a su vez les atestiguaba un sitio más seguro. Fueron con un paso ligero pero no sospechoso. Un caminar típico neoyorquino. A aquella hora solo había alguna puta chupándosela por cinco pavos o una dosis de heroína a cualquier degenerado falto de amor propio. Asesinos, ladrones, violadores y todo tipo de fauna de la noche que se apostillaban en aquellos refugios del subsuelo. Y sin embargo, seguía siendo, para ellos, más seguro que las calles de Manhattan.
Entraron cada uno por una puerta de vagón distinta, tal y como estaba estípulado en su plan de huida de cualquier zona conflictiva. - Entremezclarse con la gente... no asociarnos el uno con el otro...- lo repasaba mentalmente mientras accedía al tren e intentaba mantener el equilibrio para no tener que agarrarse a ninguna infesta barra. Se acercó a sus hermanos, al ver que el vagón solo permanecía ocupado por un negro que roncaba mientras un peine coronaba anclado su rizada cabellera, y un payaso deprimido que volvía a casa tras un duro día de trabajo.
Se contuvo. Al final no había sido el Demonio ni la Fortuna, sino el propio instinto de supervivencia. - Al menos, hemos dejado la señal apuntando hasta allí... ahora solo es cuestión de que se peleen entre ellos. A ver quien es el primero que levanta la mano... - pensó a la vez que imaginó la cabeza de Virgil pasada por una de las cuchillas de los Shelby. Definitivamente, si esa fantasía oscura se cumplía, el viaje no había sido en vano.
Embocaron la boca del metro en silencio, que aparecía ante ellos como la boca de un lobo, pero que a su vez les atestiguaba un sitio más seguro. Fueron con un paso ligero pero no sospechoso. Un caminar típico neoyorquino. A aquella hora solo había alguna puta chupándosela por cinco pavos o una dosis de heroína a cualquier degenerado falto de amor propio. Asesinos, ladrones, violadores y todo tipo de fauna de la noche que se apostillaban en aquellos refugios del subsuelo. Y sin embargo, seguía siendo, para ellos, más seguro que las calles de Manhattan.
Entraron cada uno por una puerta de vagón distinta, tal y como estaba estípulado en su plan de huida de cualquier zona conflictiva. - Entremezclarse con la gente... no asociarnos el uno con el otro...- lo repasaba mentalmente mientras accedía al tren e intentaba mantener el equilibrio para no tener que agarrarse a ninguna infesta barra. Se acercó a sus hermanos, al ver que el vagón solo permanecía ocupado por un negro que roncaba mientras un peine coronaba anclado su rizada cabellera, y un payaso deprimido que volvía a casa tras un duro día de trabajo.
Pero doctor... yo soy Pagliacci...
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 1
"No eres nadie, no vales para nada, pierdes el tiempo cuando podríamos estar ahí fuera, matando, haciendo justicia, atiborrándonos con la sangre de los poderosos."
-Cállate - Dijo Pagliacci para sí misma, en momentos de tensión como aquel, podía escuchar a la bestia cobrar voz y asediar su mente como una sombra roja sobre sus pensamientos.
A su alrededor el ambiente era asqueroso, el metro estaba completamente repleto de pintadas, una colilla mal apagada despedía todavía un humo apestoso y amenazaba con incendiar la basura. Pero aquel era su hogar, era la parte de esta colmena en la que se sentía más cómoda, entre los deshechos de la sociedad. Su mirada vagó hasta el hombre dormido sobre el asiento, probablemente, agotado tras una durísimo jornada de trabajo combinando dos empleos mal pagados en rincones opuestos de la ciudad.
El traqueteo del vagón metálico contra las vías apaciguaba su ansiedad, el hambre infinita que sentía bajo su piel, pero aun así, no podía dejar de mirarlo como una presa, como el portador de un brillante elixir que necesitaba. La caitiff miró en derredor ¿Estaban realmente solos? Y comenzó a caminar hacia su presa ¿Estaba verdaderamente dormido? Entonces recordó que aquel era el modo de cazar preferido de Montecristo y que quizás necesitara tanto aliviar su sed como ella.
"No, bebe, esa sangre es tuya."
Las dudas cruzaban el rostro marchito y marcado por la tensión de la periodista, se aferró con fuerza al asidero de hierro, tratando de recordar si aquel era el dominio de alguna rata en particular. Al fin y al cabo, no creía que Calebros fuera a importarle que dieran un trago de su rebaño...
-Cállate - Dijo Pagliacci para sí misma, en momentos de tensión como aquel, podía escuchar a la bestia cobrar voz y asediar su mente como una sombra roja sobre sus pensamientos.
A su alrededor el ambiente era asqueroso, el metro estaba completamente repleto de pintadas, una colilla mal apagada despedía todavía un humo apestoso y amenazaba con incendiar la basura. Pero aquel era su hogar, era la parte de esta colmena en la que se sentía más cómoda, entre los deshechos de la sociedad. Su mirada vagó hasta el hombre dormido sobre el asiento, probablemente, agotado tras una durísimo jornada de trabajo combinando dos empleos mal pagados en rincones opuestos de la ciudad.
El traqueteo del vagón metálico contra las vías apaciguaba su ansiedad, el hambre infinita que sentía bajo su piel, pero aun así, no podía dejar de mirarlo como una presa, como el portador de un brillante elixir que necesitaba. La caitiff miró en derredor ¿Estaban realmente solos? Y comenzó a caminar hacia su presa ¿Estaba verdaderamente dormido? Entonces recordó que aquel era el modo de cazar preferido de Montecristo y que quizás necesitara tanto aliviar su sed como ella.
"No, bebe, esa sangre es tuya."
Las dudas cruzaban el rostro marchito y marcado por la tensión de la periodista, se aferró con fuerza al asidero de hierro, tratando de recordar si aquel era el dominio de alguna rata en particular. Al fin y al cabo, no creía que Calebros fuera a importarle que dieran un trago de su rebaño...
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Voivoda
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Re: "Countdown" 1
- ¡Quita, maricón! - le grita el tipo. Montecristo puede notar casi de modo inconsciente cómo la sangre, que cuando es un bálsamo somnífero resulta el mejor de los elixires, ahora habrá tomado el sabor de la adrenalina, la sorpresa y la agresividad, tomando unos matices agrios que la hacen menos deseable.
Puede notar el aguijonazo del hambre, una cierta vergüenza tomando forma en sus pensamientos y la tentación de estrellar la cabeza de ese insolente contra el cristal de la ventana del vagón. Realmente no está siendo su noche.
Pagliacci toma al Tremere del brazo mientras hace un gesto al afroamericano para que se calme, al tiempo que se hacen visibles los letreros que indican la llegada a la estación de Franklin Street.
Unos minutos después
Los tres os detenéis en una esquina frente a un edificio, que Nyx señala como aquel en el que vive David Anderson. Es muy tarde, de madrugada, y a pesar de eso hay algunas luces encendidas aquí y allá. No obstante, la mayor parte de Nueva York duerme a esta hora, a punto de empezar a tomar fuerzas para volver a convertirse en la capital del mundo una vez que salga el sol.
Tanto para el Brujah como para la Caitiff estar delante de ese edificio les hacía creer aún en el valor de la prudencia. La espada no es la mejor forma de hacer frente a los conflictos. Y el barrio de los Shelby quizá era una armería. Esta tranquila zona residencial de TriBeCa mostraba al mundo un ambiente limpio, moderno y ordenado, nada que ver con los muelles o con la inmundicia del Metro.
Por lo que sabéis, esta zona del suroeste de Manhattan es un territorio en disputa, no hay ningún Vástago que oficialmente haya querido que se reconozca su dominio por estos barrios de TriBeCa o el SoHo, aunque sospecháis que hay puntos concretos que sí son territorio de distintos Vampiros independientes, pero reconocidos. No sentís el peligro en la nuca de la zona portuaria, pero sois conscientes de que tenéis que andaros con ojo.
Nyx llama por teléfono a David. Un tono, dos tonos, tres tonos.
Al cuarto tono, David descuelga.
- ... ¿Sí...?... -su voz es apenas audible. Acto seguido, Nyx escucha un ruido y un pequeño gemido, como si David se hubiera caído de la cama.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 1
Las escenas en el metro son las escenas en NY. Personas y acero, en constante movimiento, sin interactuar entre ellas cuando es necesario, lo más razonable. Interactuando cuando las normas sociales lo impiden. Observa con curiosidad como sus compañeros se acercan al único otro ocupante del vagón. Cree, por un momento, que quieren preguntarle algo, establecer una relación cálida, humana. Pero no, reconoce el hambre en los ojos de ambos. Es una maniobra meramente alimenticia. No se alegra cuando son rechazados, pero tampoco queda muy decepcionado. En otra ocasión, pronto, de manera más sutil, consensuada.
Salir al exterior le tranquiliza. La arquitectura del barrio se corresponde con las personas que lo habitan. A esas horas es cuando mejor se observa. Está todo tranquilo, en silencio, únicamente iluminado por el alumbrado público. Instintivamente coge el móvil, avisará de su llegada a David. Lo tiene ya en la oreja cuando empiezan a sonar los tonos. Por un momento ha pasado por su cabeza que igual estaba siendo demasiado osado usando ese dispositivo electrónico. Mira de reojo a la Caittif y al Tremere, pero no cuelga. David siempre contesta antes del tercer tono, sea la hora que sea.
Cuando escucha a su amigo gemir se activa algo en su interior. Sigue con el teléfono en la oreja, llama a gritos a David y echa a correr. Echa a correr hacia la vivienda donde Anderson habita.
Salir al exterior le tranquiliza. La arquitectura del barrio se corresponde con las personas que lo habitan. A esas horas es cuando mejor se observa. Está todo tranquilo, en silencio, únicamente iluminado por el alumbrado público. Instintivamente coge el móvil, avisará de su llegada a David. Lo tiene ya en la oreja cuando empiezan a sonar los tonos. Por un momento ha pasado por su cabeza que igual estaba siendo demasiado osado usando ese dispositivo electrónico. Mira de reojo a la Caittif y al Tremere, pero no cuelga. David siempre contesta antes del tercer tono, sea la hora que sea.
Cuando escucha a su amigo gemir se activa algo en su interior. Sigue con el teléfono en la oreja, llama a gritos a David y echa a correr. Echa a correr hacia la vivienda donde Anderson habita.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 1
Por un momento, el vaivén del tren se acompasaba con el parpadeo del fluorescente sobre la cabeza de aquella víctima somnolienta. Las púpilas de Montecristo se dilataron y sus dedos se agarrotaron firmes, ante el inminente sentir del fluido del líquido vital, caliente, sedoso, reconfortante, resbalar por su garganta. Sintió como sus colmillos se desplegaban con somera lentitud, abriendo el hueco de sus parduzcas y arrugadas encías.
Tantos años después y aún le ponía nervioso el acto del Beso. Era incontrolable. Saliera bien... o mal. El velo amapola empezaba a caer con sus párpados y sentía ya el prólogo del escalofrío sobre su piel, cuando su víctima despertó, clavando una mirada previa de miedo y posterior de ira. Lo apartó con un empujón y unas palabras homófobas que le obligaron a simular la propia coartada que le había otorgado. Para vergüenza de su persona. Para frustración del acto. Para el enervo de la Bestia.
La presencia de Pagliacci, consiguió apaciguarlo. Sus manos amigas posadas sobre sus hombros ayudaron a no perder el control y haber cometido una locura en aquel vagón. La fiera, permanecía atada aun en su interior, pero la cadena cada vez era más larga. Era cuestión de tiempo que sus fauces y garras capturaran a cualquier espectador que se acercara curioso a la jaula. Se sentó, dejando caer todo el peso de un cuerpo contrariado. Aquella no estaba siendo su noche. Ni la de nadie. Se sentó junto a Nyx, meditabundo y callado.
Franklin Street proporcionana una bocanada de aire fresco y no viciado que sus pulmones no necesitan. Pero sí su rostro. Vuelve a mirar a su amiga periodista, intentado comprender como puede pasar tanto tiempo metido en galerías subterráneas como aquella, necesidad de supervivencia aparte.
Caminaron en silencio, sabiendo que estaban en una zona, que si bien no les permitía un relax extremo, mucho menos viendo como se les iba dando la noche, al menos denotana una amenaza menor a los alrrededores de la guarida de los Shelby. La madrugada avanzaba con una improductividad evidente, y aquello, como antaño cuando no conseguía avanzar en un caso, le recalcitraba, maxime cuando su refugio, sus amuletos y artefactos, sus mas oscuros, secretos y poderosos grimorios, pendían del hilo del tiempo, para desaparecer como un soplido de la existencia.
El tremere deja que Nyx haga su llamada, sin esperar que segundo después estaría corriendo entre las sombras intentando seguir al brujah, con menos certezas que dudas, y preguntádose que había pasado. Imaginando en su maquiavélica cabeza, todas y cada una de las escenas que a continuación podria encontrarse. Tratando de encontrar una salida a cada uno de esos laberintos mentales, aún inexistentes en su plano.
Tantos años después y aún le ponía nervioso el acto del Beso. Era incontrolable. Saliera bien... o mal. El velo amapola empezaba a caer con sus párpados y sentía ya el prólogo del escalofrío sobre su piel, cuando su víctima despertó, clavando una mirada previa de miedo y posterior de ira. Lo apartó con un empujón y unas palabras homófobas que le obligaron a simular la propia coartada que le había otorgado. Para vergüenza de su persona. Para frustración del acto. Para el enervo de la Bestia.
La presencia de Pagliacci, consiguió apaciguarlo. Sus manos amigas posadas sobre sus hombros ayudaron a no perder el control y haber cometido una locura en aquel vagón. La fiera, permanecía atada aun en su interior, pero la cadena cada vez era más larga. Era cuestión de tiempo que sus fauces y garras capturaran a cualquier espectador que se acercara curioso a la jaula. Se sentó, dejando caer todo el peso de un cuerpo contrariado. Aquella no estaba siendo su noche. Ni la de nadie. Se sentó junto a Nyx, meditabundo y callado.
Franklin Street proporcionana una bocanada de aire fresco y no viciado que sus pulmones no necesitan. Pero sí su rostro. Vuelve a mirar a su amiga periodista, intentado comprender como puede pasar tanto tiempo metido en galerías subterráneas como aquella, necesidad de supervivencia aparte.
Caminaron en silencio, sabiendo que estaban en una zona, que si bien no les permitía un relax extremo, mucho menos viendo como se les iba dando la noche, al menos denotana una amenaza menor a los alrrededores de la guarida de los Shelby. La madrugada avanzaba con una improductividad evidente, y aquello, como antaño cuando no conseguía avanzar en un caso, le recalcitraba, maxime cuando su refugio, sus amuletos y artefactos, sus mas oscuros, secretos y poderosos grimorios, pendían del hilo del tiempo, para desaparecer como un soplido de la existencia.
El tremere deja que Nyx haga su llamada, sin esperar que segundo después estaría corriendo entre las sombras intentando seguir al brujah, con menos certezas que dudas, y preguntádose que había pasado. Imaginando en su maquiavélica cabeza, todas y cada una de las escenas que a continuación podria encontrarse. Tratando de encontrar una salida a cada uno de esos laberintos mentales, aún inexistentes en su plano.
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 1
https://www.youtube.com/watch?v=vYZ-n8L0AaI
"Elige una vida. Elige una carrera. Elige una pareja. Elige una hipoteca. Elige hacer horas extra. Elige la sustancia que envenenará tus venas. Elige tu particular cura para la ansiedad. Elige la droga que te mantendrá en pie. Elige un agujero en el que caer desmayada. Elige una tumba."
Mientras corría detrás de Nyx y Montecristo, los colores cruzaban fugaces a su alrededor, los coches dejaban estelas luminosas amarillas y carmesís, podía sentir a la Bestia revolverse en su anterior, aullando de gozo, anticipando la violencia y el derramamiento de sangre. Ni siquiera sabía porqué corría, pero solo podía significar una cosa, peligro.
"Elige una presa. Elige un nuevo agujero en el que esconderte del Sol. Elige un bando. Elige la sangre que vas a derramar. Elige la patética mentira que te contarás cada noche para mantener tu integridad, tu humanidad. Elige tus contactos, elige los enemigos que te sacarán los ojos. Pero no puedes elegir a tu familia."
"Elige una vida. Elige una carrera. Elige una pareja. Elige una hipoteca. Elige hacer horas extra. Elige la sustancia que envenenará tus venas. Elige tu particular cura para la ansiedad. Elige la droga que te mantendrá en pie. Elige un agujero en el que caer desmayada. Elige una tumba."
Mientras corría detrás de Nyx y Montecristo, los colores cruzaban fugaces a su alrededor, los coches dejaban estelas luminosas amarillas y carmesís, podía sentir a la Bestia revolverse en su anterior, aullando de gozo, anticipando la violencia y el derramamiento de sangre. Ni siquiera sabía porqué corría, pero solo podía significar una cosa, peligro.
"Elige una presa. Elige un nuevo agujero en el que esconderte del Sol. Elige un bando. Elige la sangre que vas a derramar. Elige la patética mentira que te contarás cada noche para mantener tu integridad, tu humanidad. Elige tus contactos, elige los enemigos que te sacarán los ojos. Pero no puedes elegir a tu familia."
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Voivoda
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Re: "Countdown" 1
Corréis apremiados cada uno por sus propios apuros. Nyx cruza la calle, teclea el código del portal y sube las escaleras de tres en tres temiendo que algo haya podido sucederle a David. La premura con la que se dirige a la casa de su amigo es una respuesta en sí misma a las peticiones de los Shelby. ¿Realmente sería capaz de hacer algo que le perjudicara? ¿Qué diría eso de él, en qué situación moral lo dejaría?.
Montecristo siguió al Brujah con el molesto aguijón del hambre creciente, del ansia permanente, de la Bestia que siempre pide más y más. En su mente se entremezclaba la curiosidad de qué habría sucedido, la esperanza de que nada perturbara a su ya de por sí volcánico compañero y ciertos pensamientos lúgubres, casi tentadores, de que la escena fuera en realidad un nuevo manto de amargura. El Tremere sabía de modo consciente que era su propia naturaleza interior la que le inducía esos pensamientos y trataba de no abandonarse a un deseo simple, visceral y escaso de cualquier glamour: que el tal David aún estuviera dormido y poder aprovecharse de la situación.
Pagliacci corría sintiendo en su cuerpo el paso mismo del tiempo, de los segundos que anticipaban que la noche se escapaba entre los dedos, que el inmenso reloj de arena que pendía sobre las cabezas de la Coterie no dejaba de hacer correr el tiempo espeso. Consciente de que era un tic-tac sonoro, en estéreo, casi como una bomba que les conducía irremediablemente a un destino que quizá era solo una oscuridad permanente en la que todo aquel a quien hubierais podido querer en algún momento estaba condenado al sufrimiento.
Nyx teclea de memoria los cuatro dígitos que abren la puerta del apartamento de David. Siempre los ha tenido en la memoria aunque nunca se lo había dicho a su amigo. Era un secreto, una solución de emergencia para una situación de emergencia. Para asegurarse de que no le iba a pasar nada.
Al veros entrar a los tres en su apartamento, desde el que se dibujan como un laberinto las calles de Nueva York durante la noche, el hombre os observa totalmente atónito. Está medio tumbado en un sofá del salón, con el móvil aún en la mano, vestido con pijama, y con la mirada perdida. Parece que quisiera reaccionar con más energía, si bien su propio cuerpo parece no responderle.
El Brujah se acuclilla para comprobar que David respira, que está bien. Parpadea, sonríe incluso al reconocer a Nyx, pero parece algo ido, como si estuviera permanente mareado. Montecristo observa el piso, un espacio un tanto impersonal que parece demasiado desordenado. Es una deformación profesional, observa el escenario con ojo clínico de policía experto al que suma su propia percepción sobrenatural de lo que está como no debería estar. Montecristo saca conclusiones. Y la primera y más evidente es que alguien ha pasado por aquí hace relativamente poco, alguien nervioso, poco cuidadoso, alguien a quien no le importa dejar algún tipo de rastro.
Pagliacci entrecierra los ojos. Es un olor. Sí, entre el olor del ambientador floral y el del café hecho hace algunas horas hay algo más. Su olfato periodístico no le suele fallar. Es difícil de definir, es una intuición que le recorre el cuerpo ya desde antes de verse abocada a sobrevivir como una vampira sedienta de sangre. Es un ligerísimo aroma húmedo, de madera mojada. Es apenas imperceptible, pero por un momento le ha hecho recordar el inicio de todo. Aquellas vigas húmedas de aquel barracón en Ellis Island.
OFF: Necesito una tirada de Nyx de Inteligencia + Medicina a dificultad 2. Es cierto que duplicas con tu reserva la dificultad, pero al no tener Medicina, veo necesaria la tirada.
Montecristo ha tenido una victoria automática al sumar su reserva de Inteligencia + Investigación y Pagliacci al sumar su reserva de Astucia + Consciencia
Montecristo siguió al Brujah con el molesto aguijón del hambre creciente, del ansia permanente, de la Bestia que siempre pide más y más. En su mente se entremezclaba la curiosidad de qué habría sucedido, la esperanza de que nada perturbara a su ya de por sí volcánico compañero y ciertos pensamientos lúgubres, casi tentadores, de que la escena fuera en realidad un nuevo manto de amargura. El Tremere sabía de modo consciente que era su propia naturaleza interior la que le inducía esos pensamientos y trataba de no abandonarse a un deseo simple, visceral y escaso de cualquier glamour: que el tal David aún estuviera dormido y poder aprovecharse de la situación.
Pagliacci corría sintiendo en su cuerpo el paso mismo del tiempo, de los segundos que anticipaban que la noche se escapaba entre los dedos, que el inmenso reloj de arena que pendía sobre las cabezas de la Coterie no dejaba de hacer correr el tiempo espeso. Consciente de que era un tic-tac sonoro, en estéreo, casi como una bomba que les conducía irremediablemente a un destino que quizá era solo una oscuridad permanente en la que todo aquel a quien hubierais podido querer en algún momento estaba condenado al sufrimiento.
Al veros entrar a los tres en su apartamento, desde el que se dibujan como un laberinto las calles de Nueva York durante la noche, el hombre os observa totalmente atónito. Está medio tumbado en un sofá del salón, con el móvil aún en la mano, vestido con pijama, y con la mirada perdida. Parece que quisiera reaccionar con más energía, si bien su propio cuerpo parece no responderle.
El Brujah se acuclilla para comprobar que David respira, que está bien. Parpadea, sonríe incluso al reconocer a Nyx, pero parece algo ido, como si estuviera permanente mareado. Montecristo observa el piso, un espacio un tanto impersonal que parece demasiado desordenado. Es una deformación profesional, observa el escenario con ojo clínico de policía experto al que suma su propia percepción sobrenatural de lo que está como no debería estar. Montecristo saca conclusiones. Y la primera y más evidente es que alguien ha pasado por aquí hace relativamente poco, alguien nervioso, poco cuidadoso, alguien a quien no le importa dejar algún tipo de rastro.
Pagliacci entrecierra los ojos. Es un olor. Sí, entre el olor del ambientador floral y el del café hecho hace algunas horas hay algo más. Su olfato periodístico no le suele fallar. Es difícil de definir, es una intuición que le recorre el cuerpo ya desde antes de verse abocada a sobrevivir como una vampira sedienta de sangre. Es un ligerísimo aroma húmedo, de madera mojada. Es apenas imperceptible, pero por un momento le ha hecho recordar el inicio de todo. Aquellas vigas húmedas de aquel barracón en Ellis Island.
OFF: Necesito una tirada de Nyx de Inteligencia + Medicina a dificultad 2. Es cierto que duplicas con tu reserva la dificultad, pero al no tener Medicina, veo necesaria la tirada.
Montecristo ha tenido una victoria automática al sumar su reserva de Inteligencia + Investigación y Pagliacci al sumar su reserva de Astucia + Consciencia
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 1
{ https://www.youtube.com/watch?v=XaSVkb_XLt4 - Lullaby by Low }
<<El Hipnotista se caracterizaba por su particular modus operandi, donde sus víctimas, un total de 4 repartidas entre Brooklyn y Queens, aparecían con un rostro casi catatónico, cómo si aún se aferraran a un pequeño hálito de vida...>> Por un momento la voz de Amanda Adams, pérdida entre los miles de podcasts sobre misterio y true crime, se disolvía en su memoria, recordando uno de los casos que Henessy había podido resolver con maestría. Cómo una muñeca rusa, un recuerdo enfrascado dentro de otro recuerdo.
El rostro perdido de David le recordaba a las víctimas del Hipnotista. Intentó escapar de la remanscencia de sus años dorados, centrándose en el presente. Sintió una sensación extraña y contrariada al ver al amigo de Nyx, despierto. Por un lado, su hambre seguía succionándole las entrañas, pero por otro, alimentarse de él, seguramente hubiera generado el vigésimo noveno conflicto con su irascible hermano brujah. Además, parecía, por la escena que rápidamente observó y por la desubicación del joven, que era más que probable que le acabaran de proporcionar el beso.
Montecristo, se agachó mirando el suelo para observar las pistas, en un gesto más de teatralidad, que porque fuera necesaria ante la evidencia de las pruebas. Alguien había estado allí hacía poco. Alguien que había sido descuidado y que a su vez había generado el hecho que apresuró a correr a la Coterie. Gira su cabeza sobre el hombro para comprobar que Nyx "respira" aliviado al ver que David está relativamente bien. Vuelve a las pistas mientras comprueba que Pagliacci mantiene la misma mirada felina y agudizada de investigadora, aunque su leitmotiv fuera juntar letras y no arrestar criminales.
Antes de sacar cualquier conclusión sobre las pistas, y sobre todo centrarse en la búsqueda de cualquier rastro de sangre en la casa, el tremere se apremia a dirigirse a alguna ventana. Se pregunta si habrá alguna abierta. Se cuestiona si el piso de David tendrá escalera de incendios, tan típica en los apartamentos neoyorquinos.
<<... el malogrado detective, del cual se perdió el rastro durante aquella decada, pagó el enorme precio del éxito, de la popularidad, de la criminalidad, en esta, nuestra ciudad, la que nunca duerme...>>
<<El Hipnotista se caracterizaba por su particular modus operandi, donde sus víctimas, un total de 4 repartidas entre Brooklyn y Queens, aparecían con un rostro casi catatónico, cómo si aún se aferraran a un pequeño hálito de vida...>> Por un momento la voz de Amanda Adams, pérdida entre los miles de podcasts sobre misterio y true crime, se disolvía en su memoria, recordando uno de los casos que Henessy había podido resolver con maestría. Cómo una muñeca rusa, un recuerdo enfrascado dentro de otro recuerdo.
El rostro perdido de David le recordaba a las víctimas del Hipnotista. Intentó escapar de la remanscencia de sus años dorados, centrándose en el presente. Sintió una sensación extraña y contrariada al ver al amigo de Nyx, despierto. Por un lado, su hambre seguía succionándole las entrañas, pero por otro, alimentarse de él, seguramente hubiera generado el vigésimo noveno conflicto con su irascible hermano brujah. Además, parecía, por la escena que rápidamente observó y por la desubicación del joven, que era más que probable que le acabaran de proporcionar el beso.
Montecristo, se agachó mirando el suelo para observar las pistas, en un gesto más de teatralidad, que porque fuera necesaria ante la evidencia de las pruebas. Alguien había estado allí hacía poco. Alguien que había sido descuidado y que a su vez había generado el hecho que apresuró a correr a la Coterie. Gira su cabeza sobre el hombro para comprobar que Nyx "respira" aliviado al ver que David está relativamente bien. Vuelve a las pistas mientras comprueba que Pagliacci mantiene la misma mirada felina y agudizada de investigadora, aunque su leitmotiv fuera juntar letras y no arrestar criminales.
Antes de sacar cualquier conclusión sobre las pistas, y sobre todo centrarse en la búsqueda de cualquier rastro de sangre en la casa, el tremere se apremia a dirigirse a alguna ventana. Se pregunta si habrá alguna abierta. Se cuestiona si el piso de David tendrá escalera de incendios, tan típica en los apartamentos neoyorquinos.
<<... el malogrado detective, del cual se perdió el rastro durante aquella decada, pagó el enorme precio del éxito, de la popularidad, de la criminalidad, en esta, nuestra ciudad, la que nunca duerme...>>
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 1
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Recuerda años atrás, cuando David apenas había salido de la universidad y estaba trabajando como becario en un oscuro departamento del ayuntamiento. Llamó a Nyx alarmado, tenían que verse con urgencia. Pese a la situación y el escenario, un pútrido archivo en el sótano de un edificio municipal, David mantenía la compostura. Había descubierto que, los desalojos que se estaban realizando en cierto barrio marginal de la ciudad, no eran motivados por un defecto de construcción producido por el tipo de material que se usaba en la época sino que eran parte de una maniobra inmobiliaria cuya intención era limpiar la zona y tirar el precio del suelo para poder construir nuevas viviendas de lujo. Quedó impresionado porque lo que más le importaba a David era la gente a la que estaban trasladando. Ciudadanos con pocos recursos a los que el ayuntamiento dejaba desamparados. Se ganó el respeto del brujo con esa percepción del mundo.
Volviendo a la realidad actual, su amigo se encuentra desprovisto de este aura de dignidad que lo define. Se preocupa por su estado de salud.
-¿Cómo te encuentras?
Pregunta mientras lo examina minuciosamente. Se fía más de lo que pueda obtener por sus sentidos que de las respuestas de Anderson. En un ejercicio mental costoso recuerda el protocolo para reconfortar a un humano que se encuentre en una situación difícil. Tiene que ir a buscar agua, eso hará que se active de nuevo.
