LA GUERRA DE LOS MARCOMANOS
Poco después de la llegada del emperador Marco Aurelio al poder en el año 161, las fronteras de la Dacia comenzaron a ser presionadas por las tribus bárbaras del norte. En el año 166 se reorganizó la provincia de nuevo, fusionando las tres provincias dacias en una llamada Tres Daciae. Dos legiones fueron desplegadas dentro de la provincia: la XIII Gemina en Apulon y la V Macedónica en Potaissa. El emperador nombró gobernador a Sexto Calpurnio Agrícola con el título de legado imperial con rango de cónsul. Los procuradores romanos en Dacia mantuvieron sus posiciones.
Las defensas de la provincia comenzaron a ser presionadas por las incursiones de las tribus de cuados y marcomanos, que atravesaron la Dacia hasta llegar a Moesia. Los yacigios aprovecharon la invasión para apoderarse de las minas de oro de Alburnus Maior en el año 167. Las villas romanas de Ulpia Traiana Sarmizegetusa fueron arrasadas y el campamento militar destruido por los marcomanos. Cuando el emperador Marco Aurelio llegó en el año 168, los yacigios habían tomado más de 100.000 cautivos romanos y destruido varias fortificaciones.
En el año 169 Sexto Calpurnio Agrícola fue sustituido -se cree que había muerto debido a una enfermedad o en batalla, y el emperador dividió de nuevo la provincia en tres, encargando a Marco Claudio Fronto, el legado de Moesia Superior, que asumiera el mando de las tres provincias de Dacia en el año 170. No duró mucho tiempo; a finales de año fue derrotado y muerto en batalla contra los yacigios. Su sucesor fue Sexto Cornelio Clemente.
En el año 170 los costobocios invadieron la Dacia, y el imperio romano se encontraba tan debilitado en su frontera norte que no pudo impedirlo. El emperador Marco Aurelio inició negociaciones diplomáticas para acabar con las alianzas de los bárbaros. En el año 171 los astingos, dirigidos por sus jefes Raüs y Raptus, invadieron la Dacia tras derrotar a los costobocios, y tras negociar con los romanos aceptaron abandonar la provincia y asentarse en las tierras de los costobocios. También se repartieron terrenos entre unos 12.000 bárbaros nómadas, con la intención de que se asentaran y se aliaran con los romanos para hacer frente a los invasores. Otros pueblos, como los roxolanos, se convirtieron en clientes de los romanos a cambio de sucesivos pagos.
En el año 173 los romanos habían derrotado a los marcomanos; sin embargo, continuaba la guerra contra los yazigios y cuados. El emperador Marco Aurelio dirigió su atención hacia ellos y derrotó a los cuados en el año 174, en una batalla sobre el hielo del Danubio, obligándolos a aceptar la paz. En el año 175 derrotó a los yacigios y los expulsó de la Dacia, por lo que el senado romano le concedió el título de Sarmático Máximo. Consciente de la necesidad de una solución estable a los problemas de la frontera norte del imperio, Marco Aurelio se mostró flexible con los marcomanos y yacigios, permitiéndoles comerciar en la Dacia con el permiso del gobernador. También planeaba anexionarse sus territorios y convertirlos en nuevas provincias, pero el plan se vio frustrado por la revuelta de Avidio Casio.
Con el emperador ocupado en otro lugar, Roma restableció de nuevo un sistema de alianzas con las tribus bárbaras, pero los germanos regresaron y comenzaron a establecerse en el norte de la Dacia. Marco Aurelio nombró gobernador a Pertinax y en el año 179 emprendió una nueva campaña militar al norte del Danubio contra los cuados y los burios. Tras su victoria, Marco Aurelio decidió convertir los territorios al noroeste de la Dacia en nuevas provincias, pero murió en el año 180. Fue sucedido por su hijo Cómodo, que lo acompañaba. El joven concluyó una paz rápida con los bárbaros antes de volver a Roma.
La guerra continuó en la Dacia durante el reinado de Cómodo. Hacia el año 185 se produjeron nuevas revueltas e insurrecciones. Los legados romanos de Cómodo derrotaron a las tribus dacias que vivían más allá de la provincia y devastaron el territorio fronterizo con la esperanza de desanimar nuevas incursiones.
Pero no todos los vampiros dacios habían aceptado la Pax romana. Algunos Dragones se negaban a aceptar la autoridad del Senado Eterno, y muchos de ellos se habían marchado de la Dacia, cruzando los Cárpatos y asentándose en las fronteras. Un guerrero llamado Noriz se convirtió en el líder de estos Dragones descontentos.
Y el clan de los Dragones no estaba solo en su odio a Roma. Un antiguo Gangrel conocido como Pardo, disgustado con el tratamiento de las tierras dacias y la expansión de la civilización romana en los viejos bosques, reunió a su progenie entre los germanos y pastoreó a los mortales para que realizaran incursiones contra los asentamientos y colonias. Primero debilitaban las fronteras y después atacaban en el interior de la provincia. Y no sólo los mortales se convertían en sus presas. Algunos Vástagos romanos y dacios también fueron destruidos y diabolizados en los ataques.
El enfrentamiento entre germanos y romanos derivó en una guerra a gran escala en la que los no muertos no resultaron ajenos. De nuevo los Vástagos romanos movieron a sus peones y dirigieron a las legiones contra los bárbaros, mientras al mismo tiempo buscaban a sus enemigos. Algunos Dragones, resentidos con el dominio de Roma, se regocijaron en secreto viendo cómo sus enemigos sufrían, y al mismo tiempo aprendieron para el futuro.
Cayo Emilio Sereno de los Lasombra, Princeps de Apulon, se convirtió en el principal líder de la defensa de la Dacia. Varios Lasombra y Ventrue cayeron en los dominios atacados por los bárbaros Gangrel, pero las represalias fueron terribles. Aparte de masacrar tribus germanas enteras, los Vástagos romanos prendieron fuego a los bosques donde se refugiaban sus enemigos. Los Gangrel de la Dacia se convirtieron en objetivo de una purga implacable. El propio Pardo, a pesar de su poder, estuvo a punto de sucumbir a manos de cazadores que lo buscaban de noche y de día, por lo que se retiró a las tierras del norte, aguardando el momento de volver a atacar. Muchos de sus chiquillos no fueron tan afortunados.
A pesar de las victorias de Roma, la situación entre los vampiros germanos y dacios terminó en una tensa tregua. Hubo algunos acuerdos territoriales, fijando las fronteras de varios dominios. Cayo Emilio Sereno acordó con varios caudillos Gangrel que no extendería las fronteras de la Dacia al norte, y que dejaría de perseguirlos dentro de la provincia mientras respetaran las leyes del Senado Eterno.