"Countdown" 4
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 4
El tremere conducía en silencio, dejando que los pensamientos rumiaran en su cabeza, y que los neones y las luces pasaran con anodina parsimonia sobre el parabrisas. Sólo faltaba la música de jazz en su cassette, cuando las trompetas con sordina inundaban sus noches de patrulla.
Sólo que ahora estaba en el otro bando. Poniéndose en el pellejo del criminal, dando rodeos con el coche, evitando los controles, rehuyendo de la ley. Todo era más fácil cuando estaba dentro del cuerpo. Incluso las ilegalidades.
Cuando lo vio, lo tuvo claro. Él no lo reconocería. Era más una cuestión personal. Que él no la cagara diciendo algo que le hiciera sospechar sobre su interés. Porque si algo tenía claro Montecristo de todo aquello, ahora más que nunca, es que tenía que averiguar que tenía que ver Eddie en todo aquello. Porque atreverse a darle aquel disgusto a una moribunda madre...
Sólo que ahora estaba en el otro bando. Poniéndose en el pellejo del criminal, dando rodeos con el coche, evitando los controles, rehuyendo de la ley. Todo era más fácil cuando estaba dentro del cuerpo. Incluso las ilegalidades.
Cuando lo vio, lo tuvo claro. Él no lo reconocería. Era más una cuestión personal. Que él no la cagara diciendo algo que le hiciera sospechar sobre su interés. Porque si algo tenía claro Montecristo de todo aquello, ahora más que nunca, es que tenía que averiguar que tenía que ver Eddie en todo aquello. Porque atreverse a darle aquel disgusto a una moribunda madre...
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 4
El trayecto se había vuelto tenso, el aire espeso, cargado de los sentimientos y resentimientos de Montecristo, de un pasado que había vuelto a la vida. La periodista agradeció llegar al final y casi salió del coche dando un respingo, deseosa de dejar atrás el pesado silencio que les envolvía cual mortaja. Con gesto tranquilo, tratando de imitar la respiración humana, se acercó a Eddie, señaló el maletero y dijo:
-Buenas noches. Nos gustaría hablar con usted en un lugar más discreto.
La Caitiff echó un vistazo a la joyería, tratando de adivinar si ésta tenía alguna relación con el aprendiz de terrorista que se encontraba ante la tienda, oteando alguna luz encendida o esbrinando aquellas palabras que pudiera arrastrar el viento.
-Buenas noches. Nos gustaría hablar con usted en un lugar más discreto.
La Caitiff echó un vistazo a la joyería, tratando de adivinar si ésta tenía alguna relación con el aprendiz de terrorista que se encontraba ante la tienda, oteando alguna luz encendida o esbrinando aquellas palabras que pudiera arrastrar el viento.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 4
La deriva de los acontecimientos no hace sino descender hasta un pozo tan profundo como la situación en la que se encuentran. Pese al periodo de paz que le ha dado el visitar a su familia Nyx tiene un sentimiento de desasosiego que no sabe como evitar.
Observa, en silencio, como la ciudad pasa ante sus ojos. No encuentra motivación para ser optimista. Llevan a su destino, ¿qué tienen que negociar? Con lo que llevan en el maletero esa línea se ha cruzado ya.
Observa, en silencio, como la ciudad pasa ante sus ojos. No encuentra motivación para ser optimista. Llevan a su destino, ¿qué tienen que negociar? Con lo que llevan en el maletero esa línea se ha cruzado ya.
- Voivoda
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Re: "Countdown" 4
Montecristo deja que Pagliacci lleve la voz cantante intentando contener sus ansias personales en su interior. El Tremere está inundado por los recuerdos, por palabras y emociones de otro tiempo en aquel mismo lugar que ahora parecía tan ajeno y sin color. Una mezcla de curiosidad y de rabia se arremolinaba en su interior al observar a aquel muchacho de aspecto asiático. Seguramente se estaba buscando la ruina, y con la suya la de su amor perdido a quien la vida se le escapaba segundo a segundo. Ese pensamiento hacía que Montecristo tuviera ganas de estrellar la cabeza de aquel chico contra el mostrador del interior de la joyería adonde os hace pasar después de echar una última nube de humo por su boca.
Nyx vigila a su compañero sumido también en la incertidumbre, dejando atrás la sensación de compañerismo y el calor de la sangre de hace algunos minutos. El Brujah es consciente de que los tejemanejes inmobiliarios, la presión policial y lo que llevan en el maletero del coche les ha situado en una posición de no retorno. El único objetivo que les queda es ser honestos consigo mismos y lograr tener un techo donde pasar lo más desapercibidos posible en la ciudad de Nueva York.
Pagliacci es consciente de que lleva la voz cantante y de que juega con fuego. El tipo es parco en palabras, pero es inteligente. Enciende todas las luces posibles del establecimiento, de modo que desde fuera parecéis un grupo algo peculiar de clientes a deshoras. Sería mucho más sospechoso hablar en la penumbra, por lo que pretende negociar a simple vista, ocultando con luz las sombras de vuestro particular regalo. Con un gesto de falso hastío se sienta detrás del mostrador y observa a la vampira.
- ¿Habéis traído el paquete? Podéis dejarlo aquí -señala el mostrador de cristal bajo el que se observa todo un catálogo de pendientes, pulseras y anillos- Y marchaos lo más lejos que podáis.
OFF: En el caso de Montecristo, las acciones de Eddie pueden ser directa o indirectamente dañinas para su Piedra de Toque, por lo que debe equilibrar cómo actuar para evitarlo y, de paso, evitar una Mácula llegado el caso.
Nyx vigila a su compañero sumido también en la incertidumbre, dejando atrás la sensación de compañerismo y el calor de la sangre de hace algunos minutos. El Brujah es consciente de que los tejemanejes inmobiliarios, la presión policial y lo que llevan en el maletero del coche les ha situado en una posición de no retorno. El único objetivo que les queda es ser honestos consigo mismos y lograr tener un techo donde pasar lo más desapercibidos posible en la ciudad de Nueva York.
Pagliacci es consciente de que lleva la voz cantante y de que juega con fuego. El tipo es parco en palabras, pero es inteligente. Enciende todas las luces posibles del establecimiento, de modo que desde fuera parecéis un grupo algo peculiar de clientes a deshoras. Sería mucho más sospechoso hablar en la penumbra, por lo que pretende negociar a simple vista, ocultando con luz las sombras de vuestro particular regalo. Con un gesto de falso hastío se sienta detrás del mostrador y observa a la vampira.
- ¿Habéis traído el paquete? Podéis dejarlo aquí -señala el mostrador de cristal bajo el que se observa todo un catálogo de pendientes, pulseras y anillos- Y marchaos lo más lejos que podáis.
OFF: En el caso de Montecristo, las acciones de Eddie pueden ser directa o indirectamente dañinas para su Piedra de Toque, por lo que debe equilibrar cómo actuar para evitarlo y, de paso, evitar una Mácula llegado el caso.
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 4
La Caitiff observó el ambiente en el que habían entrado, como cualquier joyería, era evidente que habrían cámaras. El oro y los diamantes casi parecían irreales, tan lejanos a su no-vida que le provocaron una sensación de extrañamiento, como aquellos cuadros de Shklovski en los que las texturas parecen cambiadas y algunos elementos parecen no encajar, saliéndose del propio marco o, quizás, rompiendo el lienzo cognitivo sobre el que dibuja la percepción.
Verdaderamente, no estaba disfrutando de ser el centro de atención en aquel instante. De modo que, sin romper el silencio, fue hasta el coche, cogió la caja y la dejó caer pesadamente donde había indicado el hijo de Montecristo, permitiendo que la tensión se fuera asentado en todos ellos y las miradas cruzadas, casi acusatorias sobre rostros esquivos y culpables, fueran cruzando la joyería en un mudo tiroteo.
-¿Qué vas a hacer con esto?- Dijo la periodista, sin andarse con rodeos.
Verdaderamente, no estaba disfrutando de ser el centro de atención en aquel instante. De modo que, sin romper el silencio, fue hasta el coche, cogió la caja y la dejó caer pesadamente donde había indicado el hijo de Montecristo, permitiendo que la tensión se fuera asentado en todos ellos y las miradas cruzadas, casi acusatorias sobre rostros esquivos y culpables, fueran cruzando la joyería en un mudo tiroteo.
-¿Qué vas a hacer con esto?- Dijo la periodista, sin andarse con rodeos.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 4
{ https://www.youtube.com/watch?v=20ocPSPDyNE - Anon by Low }
Patrick evita las miradas, sobre todo las que pudieran revelar amor incondicional. Esquiva los ojos rasgados de Eddie, mientras se intenta posicionar ajeno al trato, como si se tratara de alguien que hace dos horas no iba a saber que iba a traer explosivos a su propio hijo instigado por una banda de moteros.
Observa la joyería, aparentemente una tapadera, le observa fumar, observa sus dejes y maneras chulescas, y sobre todo observa el paquete que la paria acaba de colocar sobre el mostrador, y se pregunta como ha llegado allí. Sin duda, por su puta culpa. Por la falta de una figura autoritaria. Por la falta de su padre.
Le evita la mirada, aun sabiendo que era imposible que lo reconociera. Pero Montecristo cree en las energias. Cree en los lazos invisibles, y piensa que en cualquier momento le invadirá el espíritu de Darth Vader ante un atónito y despechado Eddie Skywalker. Quiere huir y no escuchar la respuesta a la pregunta que la periodista acaba de hacerle. Directa y al mentón.
Intenta aportar algo, pero no le sale. Entre el pavor a que su voz suene temblorosa, y la emoción que atosiga el nudo de su garganta, opta por quedarse en silencio. Mientras, no deja de pensar en Sienna, en el sendero impuesto de la muerte al que se enfrenta. A la llamada de las estrellas. Sólo espera que cualquiera de las cosas que pudieran llevar a Eddie a una mala salida, lo hagan cuando ella ya no esté. Al menos en éste plano. Que todo el sufrimiento, simplemente le sea impuesto a él, durante la eternidad de su no-vida.
Patrick evita las miradas, sobre todo las que pudieran revelar amor incondicional. Esquiva los ojos rasgados de Eddie, mientras se intenta posicionar ajeno al trato, como si se tratara de alguien que hace dos horas no iba a saber que iba a traer explosivos a su propio hijo instigado por una banda de moteros.
Observa la joyería, aparentemente una tapadera, le observa fumar, observa sus dejes y maneras chulescas, y sobre todo observa el paquete que la paria acaba de colocar sobre el mostrador, y se pregunta como ha llegado allí. Sin duda, por su puta culpa. Por la falta de una figura autoritaria. Por la falta de su padre.
Le evita la mirada, aun sabiendo que era imposible que lo reconociera. Pero Montecristo cree en las energias. Cree en los lazos invisibles, y piensa que en cualquier momento le invadirá el espíritu de Darth Vader ante un atónito y despechado Eddie Skywalker. Quiere huir y no escuchar la respuesta a la pregunta que la periodista acaba de hacerle. Directa y al mentón.
Intenta aportar algo, pero no le sale. Entre el pavor a que su voz suene temblorosa, y la emoción que atosiga el nudo de su garganta, opta por quedarse en silencio. Mientras, no deja de pensar en Sienna, en el sendero impuesto de la muerte al que se enfrenta. A la llamada de las estrellas. Sólo espera que cualquiera de las cosas que pudieran llevar a Eddie a una mala salida, lo hagan cuando ella ya no esté. Al menos en éste plano. Que todo el sufrimiento, simplemente le sea impuesto a él, durante la eternidad de su no-vida.
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Nyx (DarkOsca)
Arquitecto
Re: "Countdown" 4
La tensión, una vez más, se puede cortar con el filo de una navaja. Bum. El sonido macizo, contundente, que hace la caja al golpear contra el mostrador provoca que un escalofrío recorra la espalda de Nyx.
Montecristo está tenso, más silencioso que de costumbre, Pagliacci ha hecho la pregunta que había que hacer. Lo normal es que la respuesta sea esquiva pero, ¿y si es lo bastante convincente como para llegar a justificar una atrocidad? ¿deberían permitirlo?
Mientras espera a que su anfitrión conteste, el Brujah trata de hacerle llegar, de alguna manera, su afecto a Montecristo, le sonríe, frunciendo a la vez el ceño, en un gesto que seguramente no entienda él mismo. Al menos será mejor que permanecer indiferente.
Montecristo está tenso, más silencioso que de costumbre, Pagliacci ha hecho la pregunta que había que hacer. Lo normal es que la respuesta sea esquiva pero, ¿y si es lo bastante convincente como para llegar a justificar una atrocidad? ¿deberían permitirlo?
Mientras espera a que su anfitrión conteste, el Brujah trata de hacerle llegar, de alguna manera, su afecto a Montecristo, le sonríe, frunciendo a la vez el ceño, en un gesto que seguramente no entienda él mismo. Al menos será mejor que permanecer indiferente.
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Re: "Countdown" 4
El muchacho se queda mirando la caja unos segundos en los que os observa a todos uno por uno. Pagliacci sabe que su pregunta es un órdago. El chico se la puede estar jugando y seguramente en su mente haya un dilema difícil de dilucidar. Si confía en que sois los mensajeros de los Sons of Blood, probablemente le convenga decir la verdad y no andar con tonterías con la banda. Pero también puede pensar que fuerais agentes de policía y quizá su respuesta le pueda meter en un problema verdaderamente grave.
Eddie tiene que apostar. Y su apuesta hace que Montecristo suelte un respingo.
- Reventar la cumbre de la OTAN.
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Montecristo (Jebediah_Gogorah)
Investigador ocultista
Re: "Countdown" 4
Montecristo se encuentra hecho un manojo de nervios. La pregunta de Pagliacci le hace sentir que su corazón se le ha puesto en marcha de nuevo. Se aferra al mostrador, esperando que la respuesta de Eddie sea la más pueril posible, que en aquel caso, solo podia ser la de ser transportista a su vez para otra gente.
Pero lejos de eso, el muchacho se embravucona y suelta la bomba. Tal como sintió latir su corazón, el tremere sintió como se paraba nuevamente. Hablo por primera vez, mirando al chico a la cara y agarrando el mostrador con fuerza para no cogerlo de las solapas. - ¿Que vas a hacer que? ¿Estás loco, muchacho? ¿Que te hace creer que llegarás siquiera a tres manzanas de donde se celebra la cumbre?... Además... ¿has pensado el disguto que le darías a tu pobre y enferma madre?...
Patrick calló, sabiendo que había cometido un desliz, dudando si mantener la mirada, esperar que uno de sus compañeros lo sacara del atolladero, salir de la joyeria a fumar, o directamente llevarse de vuelta los explosivos. Estaba claro de una cosa. Todo aquello era culpa del corazón, que por un momento, le había latido de nuevo.
Pero lejos de eso, el muchacho se embravucona y suelta la bomba. Tal como sintió latir su corazón, el tremere sintió como se paraba nuevamente. Hablo por primera vez, mirando al chico a la cara y agarrando el mostrador con fuerza para no cogerlo de las solapas. - ¿Que vas a hacer que? ¿Estás loco, muchacho? ¿Que te hace creer que llegarás siquiera a tres manzanas de donde se celebra la cumbre?... Además... ¿has pensado el disguto que le darías a tu pobre y enferma madre?...
Patrick calló, sabiendo que había cometido un desliz, dudando si mantener la mirada, esperar que uno de sus compañeros lo sacara del atolladero, salir de la joyeria a fumar, o directamente llevarse de vuelta los explosivos. Estaba claro de una cosa. Todo aquello era culpa del corazón, que por un momento, le había latido de nuevo.
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Pagliacci (Pagliacci)
Periodista
Re: "Countdown" 4
La Caitiff quedó en shock ante la revelación, una salvajada que difícilmente se le podía haber pasado por la cabeza, el magnicidio parecía imposible, un billete seguro hacia la tumba en algunos de los múltiples controles de seguridad que rodeaban el perímetro. Era una idea suicida, una estupidez, no podía creer lo que estaba oyendo. Pasados unos segundos, se recompuso y buscó en el brujo una reacción que no tardó en llegar.
Las acusaciones nerviosas y desesperadas del ex-policía sacudieron a todos, pero le dieron tiempo a la periodista de barajar una serie de ideas, cada cual menos razonable que la anterior, porque la más razonable de todas, dejar el paquete e irse, ni siquiera era una opción que estuviera sobre la mesa.
Podían, mediante subterfugio, llevarse la dinamita y utilizarla contra los Tremere, volar la puta capilla por los aires, era algo a tener en cuenta. Pero la paria era una terrorista, la posibilidad de dejar víctimas inocentes a su paso era algo que, en el fondo, le aterrorizaba. Seguía siendo, de todos modos, una posibilidad.
Otra idea que, fugazmente, surcó su conciencia fue la de doblegar la mente del asiático usando sus dones vampíricos. Lo había hecho antes, era repugnante, pero tremendamente efectivo, podía obligarle a deshacerse de aquello, incluso podía obligarle a marcharse a otra ciudad clavando su mirada en sus pupilas.
Y aún había una tercera opción, la menos razonable de todas, ayudarle a llevar a cabo el atentado, uniendo sus destinos, definitivamente, a los de los Sons of Blood, una sanguinaria banda capaz de convertirse en el grupo terrorista más peligroso de este siglo.
El miedo que se había apoderado de su rostro escondía una mente que cruzaba docenas de posibles causas y consecuencias. Ninguna de las posibilidades le satisfacía, todos los caminos eran peligrosos, todos implicaban derramamiento de sangre y eran sus no-vidas las que estaban en juego y las vidas de todos los que dependían de ellos, como Melinda.
Entonces llegó la cuarta opción, el rostro de la Caitiff recobró la calma, aquella era la más coherente, la más lógica, la más arriesgada de las alternativas. La paria guardó silencio, esperando que Eddie contestara antes de volver a hablar.
Las acusaciones nerviosas y desesperadas del ex-policía sacudieron a todos, pero le dieron tiempo a la periodista de barajar una serie de ideas, cada cual menos razonable que la anterior, porque la más razonable de todas, dejar el paquete e irse, ni siquiera era una opción que estuviera sobre la mesa.
Podían, mediante subterfugio, llevarse la dinamita y utilizarla contra los Tremere, volar la puta capilla por los aires, era algo a tener en cuenta. Pero la paria era una terrorista, la posibilidad de dejar víctimas inocentes a su paso era algo que, en el fondo, le aterrorizaba. Seguía siendo, de todos modos, una posibilidad.
Otra idea que, fugazmente, surcó su conciencia fue la de doblegar la mente del asiático usando sus dones vampíricos. Lo había hecho antes, era repugnante, pero tremendamente efectivo, podía obligarle a deshacerse de aquello, incluso podía obligarle a marcharse a otra ciudad clavando su mirada en sus pupilas.
Y aún había una tercera opción, la menos razonable de todas, ayudarle a llevar a cabo el atentado, uniendo sus destinos, definitivamente, a los de los Sons of Blood, una sanguinaria banda capaz de convertirse en el grupo terrorista más peligroso de este siglo.
El miedo que se había apoderado de su rostro escondía una mente que cruzaba docenas de posibles causas y consecuencias. Ninguna de las posibilidades le satisfacía, todos los caminos eran peligrosos, todos implicaban derramamiento de sangre y eran sus no-vidas las que estaban en juego y las vidas de todos los que dependían de ellos, como Melinda.
Entonces llegó la cuarta opción, el rostro de la Caitiff recobró la calma, aquella era la más coherente, la más lógica, la más arriesgada de las alternativas. La paria guardó silencio, esperando que Eddie contestara antes de volver a hablar.